CAPITULO 13
SAMADHI
¿Qué tenía Clarence, que me hacía querer retroceder cada que hacia las cosas mal? Bien, no lose. Lo único de lo que estoy consiente es que Clarence tiene serios problemas de puntualidad.
Nos adentramos a la estancia de mi casa. Ésta quedaba justo cerca en la entrada pero con la vista al patio trasero donde yacía la alberca gracias al enorme ventanal de cristal.
Yo estaba por comer, pero gracias al cielo compré lo suficiente como para cuatro personas y así compartirle a él. Como siempre, el sushi caliente no podía faltar en mi mesa de comida chatarra. Me dirigí a la estancia que se encontraba al lado derecho de la entrada. Puse la bolsa de comida en la mesa de centro y tomé asiento en el suelo sobre la alfombra en color negro que adornaba el lugar. Él hizo lo mismo que yo posandose frente a mi.
No lo negaré. Estaba nerviosa, verlo así de atractivo que ponía tensa y nerviosa pero con lo buena que soy lo disimulé.
—Y bien... — comencé hablando. Quería una buena explicación, una creíble para dejar pasar esto otra vez.
Comencé abrir la bolsa sacando el contenido de la comida. Acomodé los rollos de sushi sobre la mesa de centro, después continué con las salsas, los palillos y demás. Enarqué una ceja esperando la respuesta de mí no grata visita. Clarence dio un suspiro, y a duras penas comenzó hablar.
—Bien, como sabes mi madre nos abandonó hace ya muchos años — comenzó —. Mi padre entró en una depresión donde el alcohol era su única salida, y no lo culpo. Mira que abandonarnos de esa manera, y dejarlo a cargo de todo... — se detuvo por un momento, como si estuviera pensando lo siguiente que diría, mientras yo seguía en lo mío, sirviéndonos nuestra comida —. No suelo contarle esto a nadie Sam, serás la primera prácticamente en saberlo, así que espero no te espantes.
— ¿Por qué me espantaría? —comento. —Dime, ¿Tú papá es un asesino? — su cara de horror me causó gracia que no pude evitar reírme.
— ¡Dios, no! —contestó con una sonrisa mostrando su dentadura blanca.
—Entonces no comprendo lo difícil que es para ti contarme esto ¿Qué podría ser peor que tratar con un asesino? —le dije. —Vamos, dime, yo no juzgo no soy ese tipo de persona, debes saberlo.
Me vio por unos instantes a los ojos, sonriendo de lado. ¡Ay Diosito! Que no me mire, que no me mire
—Lo sé — respondió en apenas un susurro con la mirada clavada en la mía. —Mi padre, al ver que el alcohol no le hacía ya ningún efecto, optó por auto medicarse. Y desde entonces usa las pastillas para dormir como una droga continua que lo ayuda a relajarse. Sólo que esta vez por lo visto se pasó un poco de la raya, que fue a dar directo al hospital.
No pude si quiera descifrar la expresión de mi rostro. Claramente estaba sorprendida por lo de su padre, pero ¿Terminar en el hospital? Eso sí que era grave. Por un momento me sentí mal, me dio pena hasta cierto punto haber dudado por completo de él, pero su reputación conmigo ya estaba manchada.
—Yo... — balbuceé. —Yo, lo siento tanto Clar — le dije.
¿Qué más podría decir? ¿Siento tanto que tu padre se auto medique al punto de quedar inconsciente?
Nuestro alrededor se tornó incómodo, no quería hacerle más preguntas con respecto a su familia, o de su padre. Así que decidí cambiar el tema. En eso sí que era experta.
—¿Sushi? — tomé uno de los rollos de sushi que yacían en la caja poniéndolos cerca de su hermosa cara. Éste último pensamiento me hizo sonreír.
—¿De qué te ríes? — preguntó, mientras tomaba la pequeña caja con el rollo de sushi entre sus manos.
— De nada —respondí encogiéndome de hombros. —Y cuéntame, ¿A qué te dedicas en el instituto? Eso de que estas como becario no me la creo del todo aún. Seguramente andas de acosador.
Se atraganta con la comida despues de mi ultimo comentario. Toma un sorbo del refresco que tiene a su lado y habla:
—Vas hacer que me ahogue con tus comentarios impertinentes —se ríe. —Ya quisieras que ande de acosador contigo.
—Disculpa, pero tu solito te invitaste a mi casa — le respondo —. Además, me gustaría saber más de ti —añado. ¡Bien! No quería parecer una lanzada, pero me tenía intrigada.
Clarence esbozo una sonrisa radiante mordiéndose el labio inferior. Me ponía los nervios de punta ese tipo de reacciones hacia mi persona.
—Lo sé, todas quieren saber de mi — respondió arrogante.
—Que engreído eres Clarence. Recuerda que estamos en mi casa y en cualquier momento te puedo sacar a patadas de aquí...
—¡Sh! — me calló poniendo su dedo índice sobre mis labios. Entrecerré los ojos haciéndole saber mi disgusto. Odiaba que me callaran justo cuando estaba hablando. —Bien, mi padre es arquitecto —comenzó —, algo que me heredó, por cierto. Me gusta la arquitectura, es una carrera dedicada y completamente creativa, que te permite diseñar infinidad de ideas — me encantaba la pasión con la que lo describía —Me gusta tener ideas claras de lo que quiero que se haga, así que mejor que dibujarlas y plasmarlas en bocetos.
—Entonces... ¿te gusta el diseño? — le pregunto.
—Me gusta todo lo que conlleva a la carrera, y la única razón por la que estoy en el instituto, es porque tengo un importante proyecto con el director Lawrence, el cual es amigo mutuo de mi padre.
Bien, eso sí que no me lo esperaba. Ahora comprendo porque está en el instituto.
—Wow, ¿Entonces todo este tiempo has estado por mero trabajo en el instituto?
— Así es —da un suspiro. —Y ya que está por terminar el año, el proyecto se va acabando — confirma.
—Y... ¿Qué tipo de proyecto es? — no pude evitar preguntarle. Clarences sonrió, después de todo, era la pregunta que esperaba le hiciera, puesto que omitió la mejor parte.
— Bien, estoy diseñando la casa de su hija mayor. Está por casarse y su padre quiere darle la sorpresa.
Me quedo boquiabierta. Que buen padre debe ser el director Lawrence.
—Vaya, un padre de esos para llevar — digo, causándole gracia a Clarence.
Seguimos comiendo hasta terminar llenos, charlando de trivialidades como por ejemplo, su color favorito, el cual descubrí es el azul.
—¿Y cuál es el tuyo? — me preguntó.
—Amarillo —le respondí. —Pero no el amarillo chillón, sino un amarillo más opaco, con solo un poco de brillo. Como el de los girasoles.
Me recosté sobre la alfombra y Clarence hizo exactamente lo mismo que yo. Estábamos tan cerca que sentía como nuestros dedos rosaban. No quería volver la mirada a él. Sabía que si lo hacia, en cualquier momento podría besarlo y eso no hace una chica como yo.
—Es agradable tu compañía Sam — mi corazón se aceleró de felicidad. ¿En realidad Clarence disfrutaba de mi compañía? Eso sí que era algo nuevo para mí y una novedad.
—Me alegra saberlo —contesté con una sonrisa en mis labios.
Si me alegraba saberlo, por eso es que el cosquilleo no pasó desapercibido.
—¿Por qué arquitectura Clarence? — le pregunté soñolienta, el sueño definitivamente me estaba matando.
Los dos permanecíamos bocarriba hablando y susurrando despacio. Odiaba abarrotarme de comida porque despues me daba sueño. Y ésta vez no era la excepción. Cerré los ojos. No quería pero lo hice.
—Es mi pasión, recrear bocetos de cientos y cientos de edificios, casas. Ser creativo... me recuerda a ella...
El sueño me ganó, y justo cuando escuché su última frase me quedé profundamente dormida.
(***)
Despierto posando los ojos en el ventanal que queda en el patio trasero. Afuera ha oscurecido «¿Cuánto tiempo he dormido?» Me pregunto. Miro hacia el suelo a mi lado y veo a un Clarence durmiendo plácidamente. Me le quedo mirando por un buen de tiempo.
Sus pestañas largas y oscuras parpadeaban cada determinado tiempo, como si estuviese teniendo un sueño. Su nariz, tan cálida y perfilada, inhala y exhala constantemente «¡Pues claro, si no respira se ahoga!». Veo sus deliciosos labios, y de la nada, me afloran unas inmensas ganas de besarlos, me dirijo a su mentón cuadrado. Su rostro es perfecto, tan perfecto para mí. Es como si lo hubiesen tallado los mismos dioses y puesto en él la belleza que tiene.
¡Dios mío! Pero que romántica soy.
El cabello, que en ocasiones lo había visto peinado hacia un lado o hacia atrás, ahora lo traía revuelto y alborotado. Me acerco más hacia el lugar donde se encuentra recostado en la alfombra, al parecer la desvelada que se dio yendo hacerle compañía a su padre lo dejó exhausto porque no siente cuando me le acerco. Observo la hora en el reloj dándome cuenta que hemos dormido tres horas. Tomo las puntas de los mechones de su cabello, y comienzo a juguetear un rato con ellos. Me gusta molestarlo. Decido seguir haciéndolo hasta que se despierte y poder ver el par de ojos azul oscuro que tiene.
¡Parece una piedra! Con nada se despierta.
—Si sigues de molesta no te dará tiempo de evitar lo que te quiero hacer Samadhi.
Alarmada por sus palabras mi corazón se acelera, y lo siguiente que hago es pararme corriendo. No sin antes lanzarle unas cuantas gotitas de agua que se me había tirado al suelo. Pero él es más ágil con sus movimientos. Y con uno solo logra levantarse para después perseguirme alrededor del sofá. Lo rodea de tal manera que yo quedo justo en una esquina sin salida.
Trato de golpearlo — claro, no tan fuerte — con mis manos para poder quitarlo, pero éste las sujeta con fuerza poniéndolas sobre mi cabeza pero sin lastimarme.
Una electricidad circula a nuestro alrededor, y por un momento me siento en una burbuja compartida solamente por nosotros dos. Suspiro profundamente y miro esos hermosos ojos azules, tan profundos como el mar. Las pupilas se le dilatan por el deseo, deseo de besarme ¿quizás?... Da un suspiro y siento su aliento fresco chocar con mi rostro. Cierro los ojos por un momento esperando un beso, pero vuelvo abrirlos cuando no lo recibo.
—¿Qué me haces, Stone? — susurra cerca de mis labios, tan cerca que siento el movimiento de ellos al hablar. Me quedo sin palabra, y lo único que quiero es besar, besar sus deliciosos labios que yacen sobre los míos.
Poco a poco me suelta de su agarre, pero sin moverse hacia atrás. ¡Dios! ¿Estoy segura de querer besarlo? No es un secreto que no desee sus labios, pero...
Decido rodearle el cuello con los brazos, y Clarence me toma de la cintura atrayéndome a su pecho el cual sube y baja tan rápido como lo hace el mío.
—Bésame —susurra.
¡Pero que mierda Clar! ¡Si tú eres quien me tiene que besar!
Me enfado por su petición, y cuando estoy a punto de salir corriendo me detiene. Junta sus labios con los míos y por fin puedo sentirlos. Suaves, jugosos y carnosos, tal como me los había imaginado en algún momento. La respiración se agita, y no solo la mía, sino también la de él, como si hubiésemos estado deseando esto desde hace muchísimo tiempo. Había besado a unos cuantos chicos, pero ningún beso se comparaba al suyo, tenía un atisbo de necesidad, un sentimiento completamente diferente.
Yo fui quien primero se separó de nuestros labios , la respiración comenzaba a faltarme y tomé una bocanada de aire. Sentía como un martillo golpeaba fuertemente mi corazón, pero no para partirlo en mil pedazos. ¡No, no, no! Si no para sentir miles de emociones en él.
No pude resistirme y ahora fui yo quien volvió a besarlo, pero ya no un beso tierno como el de hace unos segundos, sino un beso más y más brusco. Un beso traicionero juntos. Su lengua se unió con la mía jugando y saboreando juntas el sabor. Lo tomé del pelo enredandolo en mi puño para estirarlo un poco, pues la situación ya era suficientemente buena como para no hacerlo. Él, en ningún momento me soltó de la cintura, y con un movimiento me alzó sobre sus caderas para después rodearlo con mis largas piernas. Miles de sensaciones sobresalían de mí, en las cuales la chica perfecta estaba encerrada, pero a la vez quería salir.
Clarence se dirigió al sofá y yo me senté a horcajadas sobre de él sintiendo el bulto entre sus piernas. ¡Joder, me asusté! Pero eso no evito el balanceo y roce que yo misma hice.
¿Pero qué diablos estaba haciendo? ¡Yo no sería la cualquiera de nadie! ¡Ésta no era yo! Así que como pude me solté de su agarre dejándome caer al suelo de espaldas. ¡Vaya inteligente! Me paré. ¡Dios mío qué horror! La temperatura se había dirigido a mis mejillas seguramente por el tono que tomamos ambos.
—Esto no puede ser — susurré para mí misma.
Volteé hacia donde se encontraba Clarence quien estaba frotándose las sienes con sus pulgares aun sentado en el sofá.
—Lo siento — levantó su mirada penetrante a la mía, la cual ahora me aterraba aún más, pues ésta demostraba el deseo voraz. —No era mi intención...
—¡No Clarence, si era tu intención! — respondí molesta. Pero no molesta con él, si no conmigo misma. Di un profundo suspiro para tranquilizarme, y me senté justo al lado de él. —Bien, tal vez la intención fue de los dos, ¿No crees? Digo, no es raro que alguien quiera besarte a ti —añado sin pena. Lo mío nunca ha sido la pena.
Clarence esbozó una sonrisa dejando un casto beso en mi nariz. Un gesto que solamente Brad hacía. Brad... creo que ya es hora y dejar de pensar en él.
—Tal vez... — respondió juguetón apretando mi cachete. —¿Quieres ir? — me preguntó después de unos segundos.
— ¿A dónde? —cuestioné.
— Ah mi departamento, claro — puse cara de horror. —Te presentaré a mis amigos mal pensada — aclaró.
Di un suspiro.
— Menos mal —digo con burla —¿Estará Samantha Jones? —pregunto. Claro, en broma y a la vez porque quería saberlo. Pero Clar negó dándome un no como respuesta.
Me tomó de la mano, para después pararnos del cómodo sillón y dirigirnos a la salida. No quise ver más allá del bulto entre sus piernas, pero si lo hice de reojo. ¡Dios, que sucia!
— ¡Espera! — exclamé. Por poco lo olvidaba.
Me solté de su agarre y me fui corriendo escaleras arriba para ir por la cazadora de Clarence. Después me la puse, no sin antes perfumarla con mi fragancia corporal favorita.
—Perfecto — confirmé más para mí misma.
Salí de la habitación y regrese a donde me esperaba él y al verme con su cazadora puesta me sonrió. Después de ello, los dos salimos en silencio tomándome de nuevo la mano.
—Por cierto, ¿Dónde está tu madre? — me preguntó.
—Aun no regresa, ella sigue de viaje —le hice saber.
No me había percatado de que la Jeep de Brad estaba estacionada justo frente a mi casa. Una emoción me inundo por un momento, para después caer de golpe a la realidad cuando Clarence abrió la puerta de la Jeep.
—¿Por qué vienes en la Jeep de Brad? — le recriminé cuando escuché el sonido de la alarma al abrir la Jeep. Clarence vaciló, y después respondió.
—Me... me la prestó.
—Si bueno, Brad no le presta su Jeep ni a Sony. Así que no te creo.
Le dije molesta, y como no estarlo, me extrañaba que Clar trajera la Jeep de Brad. Digo, él es mi amigo... creo.
—¡Bien! Me has pillado — dijo con algo de molestia y sarcasmo. Volvió a suspirar, eso se volvía habitual en él —. Brad es mi hermanastro.
Confirmó.
Abrí los ojos como si fuesen a salirse de sus órbitas. ¡Genial! Le conté al hermanastro de Brad que estoy o estaba — en realidad ya no se — enamorada de él.
—¡Genial! ¿Le has dicho algo? —tenía que preguntar y confirmar que no haya abierto la boca y le haya dicho a Brad de mis sentimientos por él.
—¡Dios! Por supuesto que no — me dijo. ¡Que alivio! —, y menos si no eres de su tipo. Se burlaría por andar creando chismes.
¡Auch! Eso sí que dolió. Sabia de sobra que no era del gusto con las que solía andar Brad, pero que su hermanastro me lo confirmara dolía más. Tantos años y seguía sin dejarme yo misma en claro que Brad es el tipo de chico que le atraen las rubias. Por eso es que anda con Sony.
—Sabes, no tenías por qué decirlo de esa manera —respondí tajante. —Se de sobra que no soy su tipo, no tienes porque confirmármelo.
—Pues no, no lo eres. Sabes, creo que mereces algo mejor que Brad.
¡Si claro!
— ¿Y ese mejor eres tú? —contesto con sarcasmo mientras me abre la puerta para subir a la camioneta —Olvídalo, mejor sola que mal acompañada.
Clar sube a la Jeep encendiendo el motor. Unos minutos después ya nos encontramos de camino a su apartamento.
—Eso no decías hace un rato.
¡Sabía que lo diría! Haberlo besado podría haber sido el peor error de mi vida. Pues me lo echaría en cara cada que pudiese, si no es que toda la vida.
—Si bueno, no eres al primero con el que me doy un beso —me defiendo.
Éste sonrió mostrando su dentadura perfectamente blanca. «¿Es que acaso no se podía ser? No sé, ¡Menos perfecto!».
—Si bueno, he tenido mejores besos.
¡Oh no cariño! Eso sí que no te lo permito.
—Si bueno... — mierda, ¿y ahora que decía? —¡Cállate!
Me sentía ofendida, ¡¿Como que no le gustó mi maldito beso?!
Clarence se rio a carcajadas. No aguantaba su estupidez, claro me había ganado por ésta vez. Decidí callarme aunque sea por un rato en el camino a su apartamento. ¿No le gustó mi beso? ¿Tan mal besadora soy?
Durante el camino permanecimos en silencio. Pero al llegar al apartamento me volvió a dirigir la palabra.
—¿Qué? ¿Te comieron la lengua? —me pregunta justo cuando aparca en el estacionamiento.
—Si, los gatos. Porque tú, ni comer la lengua sabes.
Esperé a que él bajara primero. ¡Claro que tenías que abrirme la puerta Clarence! Y para mi satisfacción lo hizo. Rodeó la Jeep para después abrir la puerta del copiloto ayudándome a bajar.
— Ves que si puedes ser un caballero Clar — musité.
— No lo arruines por favor...
No pude evitar reírme, me divertía tanto hacerlo enojar. Sabía que no era del tipo que le abría la puerta a la damisela pero me causaba una gran satisfacción ser la primera, que conmigo si lo hiciera.
—Ven aquí —me atrajo hasta él dándome otro beso en los labios rodeándome con sus manos la cintura.
Los nervios afloraron y por inercia lo tomé del cuello de la playera que llevaba puesta. Nuestras lenguas jugaron por un rato acariciándose una a la otra y lo que comenzó como un tierno beso se volvió más brusco.
—Dime ¿No me sé comer tu lengua Sam? —susurra.
Lo empujo riéndome sin contestar a su pregunta. Paso de largo siguiendo el camino a la recepción con Clarence siguiéndome el paso. Al llegar a la recepción noto a un enojado Brad esperando a Clar. Me mira por un momento poniéndome de nervios. Le esbocé una sonrisa y éste vino hacia mí.
—¡Samadhi! — exclamó mi nombre dándome después un casto beso en la nariz mientras me elevaba entre sus fornidos brazos. Me puse nerviosa a tal acción, y un ligero revoloteo en mí apareció después de que hizo aquello.
— ¡Hola Brad! —le saludé entusiasmada cuando me bajó. Me alegraba verle aquí. Pero a una persona que yacía justo a mi lado pude notar que no.
—Vine por mi camioneta —aclaró dirigiendo su mirada a Clar.
Éste ultimo le sonrió.
—Toma, hermanito — le dijo entre dientes mientras estrechaba el brazo hacia él dándole las llaves de la Jeep.
Brad le sonrió, pero no una sonrisa de cariño. No, no, no. Si no una sonrisa de maldad. Después, dirigió su mirada hacia mí haciendo flaquear con su mirada verdosa.
—Sam, necesito tu ayuda con el regalo de Sony —informa. —¿Crees que mañana pueda pasarme a tu casa?
¡Por supuesto!
—Sabes que si Brad — le respondí y una lluvia de emociones saltaron dentro de mí.
Escuché el resoplido de Clar.
—¡Bien! Bueno, nos vemos mañana Sam.
—Claro, ahí te espero —añado sonriéndole.
Clarence se adelantó al ascensor y me fui corriendo tras él en cuanto Brad salió. El ambiente se tornó un tanto extraño y tenso, sentía que Clarence me estaba ignorando, o que tal vez estaba molesto conmigo.
—¿Te pasa algo? — le pregunté, pero éste negó recargandose en la pared metalica del ascensor.
—¿Por qué aceptas que vaya a tu casa, Sam? — eso sí que era extraño.
—Porque Brad es mi amigo, Clar —contesto. —Además requiere de mi ayuda.
— Bien, eso no es lo que me has dicho — respondió tajante. —Me has dicho que te gusta y estas eternamente enamorada de él.
¡¿Pero que rayos le pasaba?! El que esté enamorada de Brad no lo hace menos amigo.
— ¿Qué te ocurre? —le pregunto. —¿Acaso estas celoso o algo por el estilo? Porque de ser así, de una buena vez te digo que...
—¡Vete! — espetó justo al escuchar el "ding" que indicaba habíamos llegado a su piso.
Tragué en seco sintiendo un ligero estrujón en el pecho, ¿realmente me estaba corriendo de nuevo? Lo miré directamente a los ojos notando la molestia que había en ellos. ¿Qué rayos hice mal? Hace apenas unos momentos estábamos bien. Y ahora él estaba mal.
Clarence salió del ascensor y siguió su camino hacia la puerta de. apartamento. Lo siguiente que hice yo fue oprimir el botón del primer piso e irme a casa de nuevo. Estaba sorprendida por la actitud de él hacia a mi. Nos habíamos besado, si, pero eso no era para tanto ¿O sí?
Al salir del ascensor ya en el primer piso, vi entrar a William con su primo Lucas al edificio.
—¡Sam! — exclamó William.
Esbocé una sonrisa sólo para él y me encaminé a su posicion.
—Hola Will — fue lo único que respondí dándole después un abrazo. Seguía desconcertada por la actitud repentina de Clar.
—¿Qué te trae por acá? Hoy fiesta no hay — dijo bromista y relajado.
Lucas, me sonrió y después habló:
— Subamos al apartamento, traemos algunas cosas para ver películas o jugar videojuegos —me dijo, mostrando una bolsa color naranja con lo que parecía ser comida chatarra, pero me negué.
—Lo siento, será otro día, yo ya me iba —dije encogiéndome de hombros.
— ¿Sola? — interfirió Will. —De ninguna manera, vamos yo te llevo a casa.
—No quiero molestar —le digo.
—No es molestia —añade. —No permitiré que te vayas sola, así que yo te llevo.
Al principio me negué, pero William no aceptó un no como respuesta. No me quedó de otra que acceder a su petición. Bien, después de todo lo podría conocer aunque sea un poco.
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