59. "Fuimos un error"

—No puedo —respondió tan pronto como encontró su voz. Algo pasó por los ojos de Draco, y entonces desvió la mirada—. Lo siento —añadió como un último recurso.

Él no respondió, solo se quedó en la misma posición varios segundos más antes de ponerse de pie.

—Me alegra que estés bien —murmuró entonces, regresándola a mirar—. Ahora, tengo que irme.

—¿Adónde vas? —preguntó de repente, sorprendiéndose a sí misma tanto como a él. Lo había preguntado sin siquiera pensarlo, tal vez su voz y deseo interior que ella intentó rechazar.

Draco la miró y luego se encogió de hombros.

—Tengo una mudanza que terminar. Tú estás bien, eso era lo que me preocupaba, pero ya puedo irme ahora que no me necesitas.

Ella no respondió y él ya no volvió a decir nada. Le dio una última mirada, como para asegurarse que estaría bien, y luego se dio la vuelta para avanzar hasta la salida de la habitación.

Y cuando apenas iba abriendo la puerta, ella tuvo la ligera impresión de que no él estaba yendo con las intenciones que había dicho.

—Draco —llamó y él se detuvo a medio umbral, con la puerta a medio camino de estar abierta por completo.

—¿Hmm?

—No vayas detrás de Nick —advirtió, e incluso ella misma se sorprendió de lo segura que su suposición sonó.

Miró la espalda de Draco estática solo unos segundos antes de escucharlo soltar un resoplido. Él volvió a cerrar la puerta y se dio la vuelta para mirarla, cruzándose de brazos.

—No puedes ordenarme eso —bufó—. Puedo ir detrás de quien yo quiera.

—No te estoy ordenando nada —dijo. Hermione se levantó de la cama y caminó hasta él, llevando como instinto sus manos hacia atrás en su espalda—. Te lo estoy pidiendo —añadió, mirándolo directamente a los ojos.

Draco desvió la mirada.

Ella podía llevar años sin mirarlo y sin saber nada de él, pero el poco tiempo que estuvieron juntos se sintió como una eternidad donde pudo conocer hasta su más mínima reacción. Antes creía que Draco Malfoy era un libro cerrado para todo el mundo y que jamás sería capaz de poder leerlo.

Ahora podía, y también aseguraba con certeza saber incluso las cosas que no decía en voz alta.

Draco tenía tantas ganas de ir detrás de Nick, pero si ella se lo pedía era capaz de ceder, así que su única arma o defensa era no mirarla.

Si ellos estuvieran juntos, Hermione avanzaría hasta él y tomaría su rostro entre sus manos para hacer que la mirara a los ojos. Luego le pediría de favor que no fuera tras Nick y le aseguraría que estaba bien y que nunca más volvería a pasar algo así.

Pero ellos no estaban juntos, así que no podía hacer nada de eso.

No podía avanzar y convencerlo de no hacer nada como lo habría hecho. Así que lo único que quedaba era pedirle algo que estaría más dispuesto a aceptar.

—¿Te quedarías esta noche? —preguntó en voz baja, y de repente se preguntó por qué él era el único que la hacía actuar de esta manera. Con Nick siempre había sido autoritaria y segura, pero Draco parecía sacar siempre su lado vulnerable—. No quiero estar sola.

Él se giró a mirarla, un poco sorprendido de que hubiera preguntado.

—¿A dormir? —preguntó y ella asintió—. Pero Blacke, ¿no vive ella aquí también? No le agrado mucho.

—Ella no estará aquí durante varios días, fue a visitar a su hermano mayor a Italia.

—Oh —Fue todo lo que él dijo al principio. Se llevó una mano a su nuca y la talló. Pareció estar pensando y luego—: No creo que sea una buena idea.

Ella había imaginado una respuesta negativa, pero cuando lo dijo de igual manera se sintió como si no hubiera estado preparada en lo absoluto.

—¿Por qué no? —se encontró preguntando antes de pensárselo mejor.

—Porque... —Suspiró—. Solo no lo es.

Hermione asintió, comprendiendo e ignorando el vacío que de repente sintió en su pecho. Miró alrededor de la habitación y luego regreso a él.

—Bueno, entonces ve a terminar esa mudanza que dices —dijo, encogiéndose de hombros. Caminó de regreso a su cama, pero esta vez hasta el respaldo y luego se sentó.

—¿Estarás bien?

Alzó la mirada hacia Draco y, recostada en el respaldo de la cama, lo observó parado cerca de la puerta, luego asintió. Él parecía estar teniendo una revolución en su cabeza, más ella no sabía entre qué se estaba decidiendo.

Después de unos segundos pareció terminar, se dio la vuelta y abrió la puerta de nuevo. Murmuró algo que ella no alcanzó a escuchar y luego salió de la habitación.

Y entonces Hermione se quedó sola en medio de la ahora oscura habitación. Miró la puerta, como con la esperanza de que él regresara; pero cuando no lo hizo solo bajó la mirada hasta sus manos y comenzó a jugar con ellas.

Había hecho bien, ¿no? Al decirle que no podía aceptar estar con él de nuevo. Draco le había confesado que todavía le amaba y prácticamente había pedido una segunda oportunidad.

Pero Hermione no quería volver a caer en el mismo hoyo. Ella quería salir del que estaba en esos momentos, ese donde había creído enamorarse de su mejor amigo y ese donde su mejor amigo la lastimó y no solo psicológicamente.

No estaba en ninguna condición para aceptar a Draco cuando él fue el inicio de todo.

Entonces, había hecho bien.

¿Pero por qué se sentía como la opción incorrecta?

Siguió mirando sus manos hasta que poco a poco su mirada cayó en sus brazos, específicamente en la tela que cubría los lugares donde habían estado las marcas de Nick. Ella había usado esencia de murtlap y un glamour para ocultarlo mientras el ungüento hacía efecto, pero aún podía sentir las marcas incluso cuando ya no estaban ahí.

Miró y miró hasta que no pudo más. De un tirón bajó las mangas de su suéter y apartó la mirada de sus manos.

La habitación estaba sola y oscura, no se escuchaba ningún ruido a excepción de los carros lejanos de la ciudad. Pero incluso aunque en otro momento le habría encantado el silencio para terminar sus deberes del trabajo, ahora era lo último que quería.

Porque cada vez que Nick salía, ella se quedaba sola y en completo silencio. Apenas habían sido unos días, pero el aislamiento nunca era algo bueno.

Ahora ella podía decir con certeza que no quería estar sola. Sabía que podía llamar a Ginny o a Harry y ellos vendrían, pero no estaba segura de si eran ellos con quienes quería estar.

Se llevó las piernas a la altura de su pecho y las rodeó con sus brazos, abrazándose a sí misma en un ovillo.

Se perdió en sus pensamientos durante varios segundos antes de que la puerta de su habitación se abriera de nuevo.

Alzó la cabeza con rapidez, y se encontró con la mirada de Draco.

—Tú no estás bien —le dijo, y Hermione bajó la mirada justo cuando comenzó a sentir un nudo en su garganta. Se abrazó más a sí misma y luego escuchó los pasos de Draco avanzando hacia ella.

De pronto quiso que se fuera porque estando frente a él sería difícil no soltar la verdad.

—Estoy bien —masculló, tan bajo que casi no se le entendió. Se obligó a no mirar hacia arriba y recargó la barbilla en sus rodillas.

Podía sentir la mirada de Draco sobre ella, pero siguió sin alzar la cabeza hasta que luego él avanzó más y se sentó a la orilla de la cama, justo a su izquierda.

Hermione alzó la mirada hacia él, pero Draco no la miró, solo se hizo espacio en su lugar hasta que ella tuvo que moverse un poco más para que cupiera. Después eso, la miró a los ojos y sonrió ligeramente.

—Una vez me dijeron que está bien no estar bien.

Draco levantó su brazo para rodearla, y ella no encontró ninguna excusa para no permitírselo. Dejó que la abraza y que la atrajera a su cuerpo.

Hermione bajó las piernas y se recargó en él, cerrando los ojos para aspirar ese aroma tan familiar que todavía podía reconocer incluso después de años. Y esa sensación de seguridad la hizo sentir tan melancólica que se acercó más a él.

Su voz de la razón le decía que estaba haciendo mal, pero en realidad ella creía que estaba haciendo todo lo bien en el mundo, porque justo así se sentía.

Draco la abrazó como si su vida dependiera de ello, y le recordó tanto a los viejos tiempos que casi sonrió para sí misma. Siempre había creído que los hombres daban los mejores abrazos, pero por alguna razón los abrazos de Draco eran sus favoritos.

Tal vez era porque sabía hacer sentir en casa a una persona, o tal vez era porque mientras estaba en sus brazos, sabía que nada podía pasarle.

Cuando estuvieron juntos, él muchas veces le decía antes de dormir que siempre haría lo que fuera por ella, y cada vez hacía énfasis en «lo que fuera». Ella incluso se había acostumbrado a escucharlo por las noches, y cuando ya no lo escuchó más... Le costó regresar a la realidad.

De alguna forma, esas palabras, a pesar de ser solo eso, la hacían sentir segura, y aún más si eran acompañadas por uno de sus abrazos.

«Yo no soy una persona de abrazos», le había dicho él un día.

Tal vez eso hacía más especiales sus abrazos. Que solo se los daba a ella.

Esto era lo que necesitaba. No a Harry o a Ginny, no estar sola. Esto: un abrazo suyo que le recordara que todo estaría bien.

—Voy a quedarme aquí si así lo quieres —murmuró él por encima de su cabello, y una sensación de alivio la recorrió ante sus palabras.

Asintió con la cabeza sin decir nada más y él la abrazó con más firmeza.

Se mantuvo con los ojos cerrados todo el tiempo, solo disfrutando de lo bien que se sentía tenerlo de nuevo, recordando con lejanía lo mucho que lo había amado y preguntándose si era posible que todo volviera en tan solo unos minutos.

O preguntándose si siquiera alguna vez se había ido.

No supo cuánto tiempo pasó, quizás fueron minutos o quizás fueron horas, pero Draco nunca se molestó en nada. Solo hasta que ella se alejó lentamente de él, fue cuando dejó de abrazarla.

Alzó la mirada poco a poco y se encontró con sus ojos calculadores, observando con cautela su expresión.

—Estoy cansada —dijo—. Creo que me iré a dormir.

Él asintió.

—Dormiré en la sala.

—No —replicó, tan rápido que se sorprendió—. No —añadió con menos desesperación—. Tú... Puedes dormir aquí.

Draco la miró con cuidado, como si temiera que ella no estuviera en sus cabales y por eso le pedía algo que nunca haría. Hermione se alejó para hacerle espacio en la cama antes de que siguiera mirándola así.

Se arropó con las sábanas y luego se recostó boca arriba, mirando el techo. No miró a Draco hasta que lo sintió moverse en la cama y arroparse también.

Ella respiró hondo.

Los separaban unos centímetros, tal vez un movimiento ligero de su mano y entonces tocaría la de él, pero no podía hacer eso.

Estaban tan cerca que dolía la falta de tacto, así que ella se concentró en el techo, incluso cuando no había nada interesante para mirar.

Draco también estaba mirando el techo, y pronto comenzó a preguntarse qué era lo que estaría pensando.

No podía saberlo ni preguntarlo, pero sí podía tratar de comprender la duda que ella traía en mente.

—Draco —llamó—, ¿fuimos un error?

Él no respondió al instante, tardó unos momentos antes de responder.

—¿Por qué lo dices?

—Fuimos todo lo bueno que viene antes del error, creíamos que todo estaba bien pero luego nos equivocamos. Fuimos la diferencia entre la medición y la realidad. Entonces... fuimos un error.

Silencio de nuevo.

—Tal vez lo fuimos —confirmó, y ella sintió otra vez ese vacío en su pecho—. O tal vez no. Tal vez éramos lo correcto... Pero no en el momento correcto.

—Éramos tan inmaduros —coincidió Hermione.

—Lo éramos.

Ella pensó, y entonces frunció el ceño.

—Pero Harry y Amelia jamás fueron inmaduros, tampoco Blaise ni Ginny. Mucho menos Ron y Jennifer... Siempre supieron las cosas que les hacían mal y lo arreglaron. ¿Entonces qué teníamos nosotros que nos hacía tan incompatibles?

—Te lastimé. Te mentí. Te engañé. Y nunca planeé enamorarme de ti. Creo que eso nos hacía diferentes y más inmaduros que el resto.

Hermione se mantuvo en silencio. Solo asimilando sus palabras y perdiéndose en sus propios pensamientos.

Él había dicho que tal vez eran los correctos, pero no en el momento correcto.

Entonces, ¿cuándo era el momento correcto?

—Todo mundo siempre supo que esto sería un error. Todos mis amigos sabían que esto iba a terminar mal y yo nunca presté atención —dijo ella.

—Un error no se convierte en verdad por el hecho de que todo el mundo crea en él.

—Pero lo fue, Draco —susurró, de repente su voz muy, muy baja—. Hicimos tantas cosas mal, nos hicimos tanto daño que pudo haberse evitado.

Él movió su mano por debajo de las sábanas, acercándola a la de ella hasta que sus dedos rozaron los suyos. Se encontró aguantando la respiración antes de que se diera cuenta, y no tuvo ninguna fuerza para alejar su mano cuando él entrelazó sus dedos.

Lo escuchó soltar un suspiro tembloroso, y ella intentó ignorar lo bien que se sentía su piel contra la suya.

—¿Eliminarías esto? —preguntó él, y ella no supo qué responder—. Si pudieras regresar en el tiempo, ¿te encargarías de que nada de esto hubiera sucedido?

Quiso decir que sí, pero las palabras no salieron. Era como si todo su cuerpo estuviera en contra de decirlo, como si toda ella misma supiera con certeza que la respuesta era no.

Que ella nunca eliminaría lo que habían pasado juntos porque probablemente era lo mejor que le había pasado.

Darse cuenta que Draco Malfoy no era el idiota sarcástico que había creído, sino alguien divertido, cariñoso, protector, ingeligente y amoroso.

No supo qué responder, en cambio, decidió engañarse a sí misma.

Giró su cabeza lentamente hacia la izquierda para mirar su perfil; Draco seguía mirando al techo.

Ella lo observó atentamente, cada facción de su cara y dándose cuenta que él seguía igual de hermoso que cuando estaban en Hogwarts y a ella le gustaba mirarlo dormir por las mañanas.

La habitación estaba oscura y la luz de la luna que tenía el ventanal apenas le daba chance de ver nada, pero aún así estaba segura que podía recordar todo. Hasta el más mínimo detalle.

—Fuimos un error —repitió, y comprendió que no era una confesión para él, sino algo para que ella misma se lo creyera.

Esperó una contradicción o incluso una de esas frases que él siempre tenía para responder mejor, pero todo lo que Draco hizo fue girarse a mirarla también.

—Fuimos un error —confirmó, y soltó su mano. Ella tragó saliva para aliviar el nudo en su garganta y siguió mirando sus ojos, parecía como si tuviera un imán; era incapaz de apartar la mirada. Pero entonces, luego de casi un minuto, la comisura de sus labios se elevó ligeramente para regarle una sonrisa antes de añadir—: Pero qué hermoso error.

Hermione también sonrió un poco, de repente sintiendo ese vacío en su pecho llenarse. Bajó la mirada hasta las manos de ambos que ahora estaban separadas, y esta vez fue ella quien acercó la suya a la de él para entrelazarla.

¿Cómo algo que estaba tan mal podía sentirse tan bien?

—Sí —respondió, lejana y mirando sus manos—. Lo fue.

—Hermione —llamó él, y el hecho de que hubiera dicho su nombre la desconcertó tanto que casi lo miró con el ceño fruncido. Draco tragó saliva antes de hablar—. Sé que tú crees que todo esto fue culpa de ambos, que no nos hacíamos bien y que ambos contribuimos para ser una pareja tóxica que solo se hacía daño el uno al otro —Hizo una pausa donde solo la miró, luego suspiró—. Pero yo creo que es todo lo contrario: creo que tú nunca tuviste la culpa de nada. Creo que, si yo hubiera arreglado mis problemas desde mucho antes, nada de ese daño hubiera sido hecho. Creo que, si yo no hubiera comenzando ese estúpido plan, nadie habría podido manipularnos hasta el grado de nosotros culparnos el uno al otro... Creo que yo fui el único que contribuyó a este final.

—Pero...

—Dilo, Hermione —atajó. Se dio vuelta sobre su costado en la cama para mirarla más directamente—. Quiero que te desahogues conmigo. Tal vez nunca sepa lo que es que alguien me rompa el corazón, pero sí sé que es demasiado doloroso romperle el corazón a la persona que amas. Así que dilo, sé que hay mucho en tu cabeza que te encantaría soltar.

Ella no habló, solo lo miró. No sabía a qué se refería, no tenía idea de si siquiera había algo qué desahogar, pero Draco la conocía demasiado bien... Entonces, ahora que él lo decía de esa manera, de repente ella comenzaba a creer que sí había todavía cuentas qué saldar.

Tal vez Hermione nunca superaría lo que pasó si no lo dejaba fuera. Tal vez era todo lo que necesitaba para realmente salir adelante.

Superando a Draco o no, ella sí quería desahogarse.

Se giró de costado así como él para también mirarlo, y aún con el movimiento, sus manos siguieron unidas.

Y entonces comenzó:

—Cuando era pequeña, en mis primeros años en Hogwarts, siempre te creí un idiota. Solo eras un chico tonto y egocéntrico que creía que el mundo giraba alrededor suyo; te burlabas de la gente por su estatus de sangre y los hacías sentir mal por algo que ellos no tuvieron la culpa. Después, creías que todos debían estar a tu servicio, como si fueras el rey del castillo que necesitaba la atención de todos. No te importaba ningún sentimiento, solo los tuyos... Y a pesar de todo eso, muy dentro de mí siempre estuvo la esperanza de que debajo de ese caparazón que aparentabas tener, había una persona con al menos poca bondad, alguien que solo había tenido una vida dura y difícil y que, detrás de esa tonta actitud, solo había alguien que necesitaba tanto amor como los demás.

»Cuando te acercaste a mí por lo del proyecto, mi instinto me decía que me alejara de ti porque ibas a terminar arruinándome, había algo que me decía que estaba en mal camino y que debía correr antes de que fuera demasiado tarde..., pero a pesar de que todos me gritaban lo mismo, quise quedarme. Me tragué todas tus malas actitudes cada vez y seguí a tu lado porque quería averiguar qué más había. Cualquier otra persona se habría rendido el primer día, pero procuparaba ver lo bueno en ti. Mamá solía decir que nadie es completamente maldad, y eso me lo recordaba todo el tiempo contigo... Quería descubrirte a ti.

Ella guardó silencio entonces, inconscientemente apretando la mano de Draco.

Parpadeó varias veces mientras respiraba hondo antes de seguir.

—Me gustaste. Cada parte de ti, no sé exactamente en qué momento comenzó o cómo pasó, pero para cuando me di cuenta ya era muy tarde. Cuando te lo confesé y tú me alejaste, me sentí tan mal que por un momento me pregunté qué había hecho mal. Me lamenté durante noches y repasaba nuestra conversación en busca de algo erróneo que me dijera por qué huiste o por qué no contestabas mis cartas. Sentí el dolor adolescente del que todo mundo hablaba y fue desesperante... La gente solía decir que teniendo apenas diecisiete años no hay intensidad en las cosas y que todo es sencillo, que no estamos con la madurez suficiente y que tarde o temprano pasará...

»Pero nadie nunca menciona que es una total mentira. Nadie nunca contradice eso para confirmar que no es algo que pase tarde o temprano, nadie nunca menciona la manera en que una mirada de la persona que quieres te ilumina el día, o el roce de su tacto, o una sonrisa... Todo el mundo cree saber todo, nos dicen que a esa edad no podemos sentir demasiado... Pero sentí tantas cosas contigo, Draco. Sentí absolutamente todo: alegría, amor, felicidad, diversión, sorpresa, decepción, tristezas, dolor...

»Cuando peleábamos o algo sucedía, yo me culpaba, siempre quería asumir el peso de todo, y la gente me decía que no era así... ¿Pero qué iban a saber los demás? Yo solo te quería a ti —Hizo una pausa y luego sonrió. Las lágrimas se estaban comenzando a asentar detrás de sus párpados—. Irónico, porque eras tú el responsable de todo el dolor y aún así quería volver a ti. Lo creía bien porque, a pesar de que hubiera un desastre a nuestro alrededor y todas las demás cosas estuvieran destruidas, tú y yo siempre éramos los únicos de pie... Pasara lo que pasara, sabía que podía contar de regreso contigo.

Se detuvo cuando sintió que su voz falló. Bajó la mirada para que no viera sus ojos llorosos, y siguió hablando, pero esta vez mirando sus manos entrelazadas.

Su voz era un hilo.

—Pero cuando Pansy me contó todo, entendí que ya era el final. No me molestó ni tampoco me dolió todo tu tonto plan, al menos no lo suficiente... Yo sabía que estabas enamorado de mí porque lo que pasamos no era algo que se pudiera fingir... Pero tampoco era algo que se pudiera perdonar, yo no podía solo olvidarlo como las otras veces y seguir como si nada hubiera pasado. Incluso yo tenía mis límites, así que decidí que era el final —Guardó silencio, ahora con las lágrimas resbalando por sus mejillas—. Quise tomar la culpa también, no me quise victimizar e intenté comprender que el final se debía a ambos y no solo a ti...

Hizo una pausa. Respiró hondo y alzó la mirada hacia él. Draco la seguía mirando fijamente.

Desenlazó sus manos.

—Pero ahora creo que todo fue tu culpa —dijo, concediéndole la razón—. Fue por ti. Perdí el único lugar en el que quería estar por ti. Si tan solo hubieras arreglado tus problemas, si tan solo hubieras sido honesto desde un principio... Jamás te habría perdido a ti y jamás habría perdido ese lugar al que sabía que siempre podía volver.

No dijo nada más. Siguió mirándolo y él no habló.

Ella respiró con dificultad, sintiendo todavía el nudo en su garganta. El silencio que siguió la abrumó tanto que no pudo mirarlo más y regresó a su posición anterior, pero en vez de mirar el techo, giró su cabeza hacia el otro lado; específicamente, al creciente menguante de luna que tenía la noche.

Después de varios minutos donde ella pudo tranquilizarse y dejó de llorar, escuchó el suspiro largo y pesado de Draco.

—Hermione, mírame.

Ella tragó saliva. ¿Cómo era que su nombre viniendo de su boca se sentía como de otro mundo?

Tardó varios segundos, pero logró darse la vuelta para mirarlo de nuevo.

Draco la observó con tanta intensidad y profundidad que por un momento se le olvidó cómo respirar, pero luego él alzó su mano, dejándola cuidadosamente sobre su mejilla.

Después limpió sus lágrimas secas con una delicadeza que solo ella era capaz de conocer.

—Te mereces un hombre, Hermione —le dijo—. Uno que esté dispuesto a hacer todo por ti y a tratarte como lo mereces. Eres una señorita, eres una dama... Y yo soy solo un chico, uno que está enamorado de ti. Pero eso no es suficiente —Ella no dijo nada, él no sonrió, pero cuando terminó de limpiar sus lágrimas, bajó la mano y solo la miró antes de añadir—: Siempre me han dicho que, si de verdad amas a una persona, debes dejarla ir para que pueda encontrar lo que merece... Yo no quiero dejarte ir. Quiero que tengas lo que mereces: un hombre hecho a tu medida... Estoy dispuesto a ser ese hombre para merecerte. Solo... —Se detuvo. Guardó silencio durante varios segundos, como si temiera decirlo, y entonce se acercó más a ella para dejar un suave y delicado beso sobre su frente—. Solo empecemos de cero —murmuró contra su piel.

Y la simple sensación de hogar que siempre había sentido con él regresó.

No importaba cuánto desastre había a su alrededor.

No importaba cuántas cosas estuvieran destruidas.

No importaba porque ellos seguían siendo lo único en pie.

—Empecemos de cero.

Pudo sentir el alivio de Draco apenas dijo eso, y Hermione no esperó ni un segundo más para acortar la distancia y enterrar su pecho en el de él, permitiendo que la rodeara con sus brazos como lo hacía en Hogwarts.

Lo abrazó como si no lo hubiera hecho antes, porque esta vez era diferente. Esta vez su abrazo significaba el regreso a ese hogar que había creído perdido.

Era mutuo, ella lo quería tanto como él ha ella. Podía funcionar, cualquier cosa que pasara, podrían superarla como siempre lo habían hecho.

Solo era cuestión de tiempo.

No volvieron a decir nada más lo que restó de la noche, se mantuvieron en la misma posición sin ánimos de separarse, y poco a poco el sueño por fin comenzó a inundarla.

Ya no sentía que algo faltara, ahora sentía de verdad podía descansar.

Aún habían muchas cosas por arreglar, nada estaba hecho todavía, pero tenían tiempo. Podían empezar desde cero al día siguiente y retomar lo que habían perdido, esta vez sin la sombra de esos niños inmaduros que habían sido.

Por ahora, solo quería quedarse así con él.

Y justo cuando ella estaba por caer completamente dormida, alcanzó a escuchar los susurros de esas palabras que tanto había extrañado:

—Yo soy tu hogar. Nadie te va a lastimar nunca, lo prometo. Haré lo que sea por ti. Lo que sea.

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top