54. El regreso de Nick

—¿Qué...? —intentó Hermione, pero las palabras murieron en su garganta. Lo intentó de nuevo—: ¿Qué haces aquí?

—¿Te refieres a si qué hago aquí en Londres o qué hago aquí frente a ti?

Ella frunció el ceño, algo perdida mientras observaba la sonrisa burlona que tenía Nick.

Él había cambiado. Si fuera posible, era unos centímetros más alto, su cabello seguía siendo igual de negro que la noche, pero habían ciertos mechones que parecían de un castaño —aunque eso podía ser por el sol—, sus ojos seguían siendo igual de verdes, pero ahora sus pestañas eran más rizadas y largas, dándoles un aspecto más grande y llamativo. Todo en él seguía perfecto, y de alguna manera, había mejorado. Nick siempre había sido tan menudo como ella, pero ahora parecía que estar lejos tanto tiempo le vino bien para reportar un cuerpo saludable.

De cualquier forma, captó tu atención más de lo usual. O tal vez era porque llevaba poco más de dos años sin mirarlo y sin saber específicamente de él.

Había escuchado que salió de Europa después de Hogwarts, pero nada después de ahí; e incluso cuando ella quiso contactarlo luego de unos meses, él nunca respondió a sus cartas.

Sin embargo, ahora estaba frente a ella, vestido en un traje de vestir y más guapo de lo que recordaba... Así que, técnicamente, ella no tenía mucho qué decir.

Hermione no había cambiado mucho en los dos últimos años, tal vez su cabello había dejado de ser tan desastroso, pero ella seguía igual. De alguna manera, eso la hacía sentir pequeña ante él.

—¿Vas a aceptar mi invitación a un té? —preguntó Nick, sacándola de sus pensamientos cuando ella no dijo nada—. El brazo se me está cansando.

Ella parpadeó, regresando a la realidad. Miró el brazo todavía extendido de Nick y luego le regaló una sonrisa confusa antes de alzar sus manos y hacer que él lo bajara.

—¿Qué haces en Londres? —preguntó, regresando a mirarlo—. Lo último que escuché de ti fue que saliste de Europa, pero luego no supe más. Ni siquiera respondiste mis cartas.

Nick hizo una mueca.

—Tus cartas... —murmuró—. Tengo una explicación, la cual estaré encantado de contarte si aceptas mi invitación al té.

—No puedo... Mi tiempo del almuerzo termina en pocos minutos, debo regresar al...

—Ministerio, lo sé —atajó Nick y luego se encogió de hombros con otra sonrisa—. Yo sí supe de ti en los últimos dos años, El Profeta llega demasiado lejos cuando se lo propone, y trío de ustedes ha logrado sobresalir después de todo.

Hermione parpadeó con confusión antes de sonreír.

—Bueno, si deseas esperar hasta que salga del trabajo, podríamos vernos en algún lugar.

—Eso estaría bien —coincidió Nick—. ¿Quieres que te acompañe de regreso al Ministerio?

No encontró una excusa para decirle que no, así que dejó que la acompañara las pocas cuadras que faltaban para llegar, entreteniéndola mientras le decía lo extraño que fue para él mirar a Amelia al borde de un colapso, siendo su recibida a Londres de nuevo.

Se despidió de ella amablemente y luego se alejó sin decir nada más.

Hermione se obligó a olvidarlo lo que restó del día, y solo hasta que Ginny llegó a su oficina y cerró la puerta con rapidez fue cuando lo recordó.

—Nicholas Blythe, Slytherin —dijo apenas entró—. Tú lo conocías, ¿no? Eras su amiga.

Ella frunció el ceño y asintió.

—¿Qué con eso?

—Está afuera siendo fotografiado y entrevistado por muchos reporteros. Se está llevando la atención y está preguntando por ti. ¿Por qué carajo estás aquí dentro enterrada en papeles sobre la crianza de dragones?

—¿Fotografiado y entrevistado?

—No me jodas con que no sabes nada de él —bufó Ginny, y cuando la morena se encogió de hombros, ella gruñó y luego se sentó en la silla frente a su escritorio—. Hermione, él es Nicholas Blythe, olvidado en Hogwarts pero siendo un maldito dios en MACUSA.

Los ojos de la morena se abrieron un poco.

—¿MACUSA?

—Estás muy perdida, ¿cierto?

Ginny resopló y luego se puso de pie para rodear el escritorio y llegar a ella. Comenzó a guardar todos sus papeles a pesar de las protestas de Hermione, y después la obligó a tomar sus cosas para ponerse de pie.

Le preguntó a dónde iban, pero la pelirroja solo la hizo callar y la arrastró desesperadamente hasta el fondo del pasillo, donde se hallaba el baño más cercano. Empujó la puerta y luego la cerró con seguro antes de girarse y mirarla de pies a cabeza.

—¿Qué mierda traes puesto? —protestó Ginny.

Hermione se miró a sí misma. Llevaba un pantalón negro de vestir, una camisa blanca de manga larga y de botones, y encima llevaba un chaleco de terciopelo color beish. También traía unos botines cafés y su cabello estaba agarrado en una coleta.

—¿Qué tiene de malo?

—¡Que afuera está Nicholas Blythe y tú traes puestos lentes de lectura!

Ella se miró al espejo y se los quitó rápidamente. Por lo general, no dejaba que nadie la mirara con esos lentes.

Suspiró y regresó a Ginny.

—¿Qué tiene de especial Nick? —preguntó—. Quiero decir, hoy lo miré y se notaba igual que siempre. Tal vez un poco más...

—¿Sexy? —atajó Ginny.

—Eh... Iba a decir más elegante, pero ahora que lo mencionas...

—Sí, ahora está significativamente más sexy —confirmó su amiga—. Tienes al Director de Seguridad Mágica más guapo de MACUSA, está preguntando por ti y tú llevas puesto una mierda por atuendo.

—¡Oye!

—¡Serás comida viva allá fuera si te presentas así con él! —chilló.

—Nick me acaba de mirar hace unas horas exactamente con este atuendo y no pareció molestarle.

Ginny resopló mirando al techo, luego se acercó al lavabo y sacó de su bolso su maquillaje. Hizo una seña a Hermione para que se acercara, y cuando ella lo hizo, le dijo que se soltara el cabello.

—No voy a permitir que salgas así.

—Se verá muy obvio —refutó Hermione—. Él ya me miró con este atuendo, y si ve que me maquillé creerá que lo hice por él.

Ginny se detuvo a medio camino de ponerle rubor, pareció pensárselo durante varios segundos, y luego se rindió.

—Tienes razón —bufó.

Después de eso, decidió que quitarle su chaleco, arremangar sus mangas hasta sus codos y ponerle algo de labial sería suficiente. Según ella, así Nick vería un cambio llamativo pero no muy llamativo.

Hermione solo se dejó llevar, ya había aprendido que darle la contraria a Ginny no siempre resultaba bien.

—Entonces, queda así: Nick se volvió una cara famosa por ser el primer hijo de muggles en lograr uno de los puestos más altos de MACUSA en tan solo dos años. ¿Comprendes lo grande de eso?

—Supongo —contestó Hermione, justo cuando Ginny la hacía caminar hasta el centro de la civilización del Ministerio.

Ella alcanzó a divisar a Nick muy rápido, pues literalmente tenía a medio Ministerio rodeándolo, y aunque muchos podrían decir que él lo estaba disfrutando, Hermione lo conocía y podía asegurar que estaba incómodo.

Ginny le estaba diciendo algo, tal vez alguno de sus consejos, pero ella no pensó cuando la ignoró y caminó hasta Nick.

Él fue rápido al notarla y cuando le sonrió juró haber visto una mirada de agradecimiento. Hermione inclinó su cabeza hacia la salida y él se despidió vagamente de los reporteros antes de seguirla.

Ella se adelantó y salió primero por la chimenea, no quería causar un escándalo en el primer día del regreso de Nick.

Caminó una cuadra lejos, y cuando lo miró reaparecer, le sonrió desde la distancia para instarlo a acercarse.

—Un chico famoso, ¿eh? —canturreó cuando él llegó a su lado—. No sabía eso.

—No me sorprende —Nick se encogió de hombros y comenzó a caminar junto a ella—, tú nunca fuiste de leer revistas de farándulas, y eran las únicas que hablaban de mí; ya sabes que El Profeta solo escribe cosas sobre el Reino Unido.

—Director de Seguridad Mágica —repitió Hermione, de repente sintiéndose orgullosa de él—. Eso es un gran título, me alegra que hayas llegado tan lejos.

Él bufó.

—No seas modesta. He estado al pendiente del Ministerio Británico, y muchos dicen que podrías llegar a ser Ministra de Magia.

Ella desvió la mirada y decidió no responder a eso. En lugar de eso, se dedicó a cambiar de tema.

—Supongo que la razón por la cual no contestaste mis cartas era porque estabas muy ocupado. Ahora lo entiendo.

—Sí... —dudó Nick—. En realidad, siempre leí tus cartas, pero no creí que merecías que contestara. Quiero decir, dejaste muy en claro que te lastimé y volver contigo no haría de mucho ayuda. Además, ¿de qué iba a servir mi yo de hace dos años? Por eso me fui, y ahora que regresé tengo una buena base.

Hermione asintió, reacia a molestarse por nada.

—¿Y por qué volviste? Creí que Londres no te gustaba mucho.

—Y estás en lo correcto —coincidió Nick—. Pero MACUSA ha estado recibiendo muchas alertas de magia negra por parte del Reino Unido; me pidieron venir a investigar, así que aquí estoy.

—¿Tiene esto algo que ver con Jennifer Bane?

Nick se detuvo de repente, frunció el ceño y luego se giró a mirarla.

—¿Bane? ¿La Bane que yo conocí?

—La ex novia de Ron, sí.

—¿Qué sucede con ella?

—Parece ser que le borraron muchos recuerdos y, técnicamente, es una arma mortal para el combate. Igual de buena para ello que Harry.

Nick abrió la boca para decir algo, pero luego se detuvo. En cambio, sacó una pequeña libreta de su chaleco y luego con su varita encantó algo en la hoja. Después lo guardó y le sonrió.

—¿Crees que podríamos no hablar de trabajo por hoy? —preguntó amablemente—. Llevo dos años metido en casos de magia blanca y magia negra, necesito emborracharme como en los viejos tiempos.

Hermione soltó una carcajada.

—Oh, sí, sobretodo porque es buena idea.

—¿Quién dijo que no lo sería?

Se mantuvo reacia al principio, pero luego de unas horas ambos ya se encontraban en el bar más lejano del centro de la ciudad. No necesitaban crear farándula, solo diversión.

Así pasó el primer mes, Nick llegó a visitarla por lo menos tres veces a la semana, la llevó a almorzar y cada sábado por la noche se escabulleron hacia el mismo bar con la intención de olvidarse de todo.

Se sentía como en los viejos tiempos, cuando se emborrachaban hasta tarde y reían por cualquier estupidez.

Y eso, de alguna manera, le hizo saber que Nick siempre sería ese pilar que la ayudaba a mantenerse.

Él había estado yendo a terapias para controlar sus ataques de ira, y había llegado contento porque decía llevar más de un año y medio sin la presencia de alguno; pero eso también le preocupaba.

—Es posible que cuando vuelva, sea horrible, Hermione —le dijo un día, cuando habían decidido ir a su departamento mientras Amelia estaba fuera del país—. Llevo mucho tiempo sin tener un arranque, tal vez cuando llegue uno, todo se pueda ir al carajo.

Ella estaba recostada en el hueco de la ventana, disfrutando del sol y pintando con sus acuarelas. Era su día libre en el trabajo, y desde que Nick había llegado, era el día que más esperaba de la semana.

—De eso se tratan tus terapias —le recordó—. Te ayudan a que tus ataques de ira desaparezcan.

—Me ayudan a controlarlos —corrigió—. ¿Pero cómo puedo aprender a controlar algo que no se presenta?

Hermione guardó silencio durante varios segundos.

—Si vuelven algún día, estaré ahí para ti entonces.

No escuchó ninguna respuesta por parte de él, así que alzó la cabeza para mirarlo, pero Nick ya la estaba mirando a ella desde el otro lado de la sala.

Él estaba pálido, y luego de unos segundos pareció reaccionar y se acercó a Hermione. Llegó hasta la ventana y después de hincó para quedar a la altura de ella.

—Si vuelven algún día, promete que tú no estarás ahí.

A Hermione se le secó la garganta, más no supo si fue por lo que dijo e insinuó, o por la cercanía en que tenía su rostro frente a ella. Tal vez ambas cosas.

—¿Por qué? —logró preguntar.

—Mis peores arranques son los que no tengo consciencia de mí mismo. Podría hacer cosas terribles y no darme cuenta hasta que sea demasiado tarde. Y teniendo en cuenta que mi ira lleva años resguardándose, podría terminar mal. Así que si algún día regresan promete que tú no estarás ahí. Solo vete, ¿está bien?

—Pero...

—Eres mi única amiga, Hermione. No querría que te fueras si ves mi peor lado. Y no puedes odiar o temer a lo que no ves, ¿cierto?

Ella solo se limitó a asentir, y después de eso, Nick cambió de tema abruptamente. Hermione trató de seguirle la conversación, pero ella se mantuvo en el tema anterior, o específicamente... En Nick llamándola «amiga».

Extrañamente, se sintió vacía cuando él la llamó así.

Con el paso de los meses, Nick y Hermione comenzaron a hacerse más cercanos. Y debido a eso, comenzó a hacerse difícil que la farándula los capturara, así que de poco a poco empezaron a tomar atención en las revistas de chisme local.

Primero iban de un pequeño apartado al final de una página, luego la mitad de una, luego una completa y por último la portada de un artículo.

Todo el mundo mágico creía que ellos estaban juntos, e incluso Amelia y Ginny mostraron su eterna aprobación, pero Hermione estaba del otro lado de la moneda y podía ver lo que todos no...

Nick siempre la había querido como una amiga —hizo cosas estúpidas que pudieron malinterpretarse como otras intenciones, pero nunca fue así—, así que ella no tenía idea de si alguna vez sus sentimientos cambiarían a algo amoroso.

En cambio, los sentimientos de Hermione...

Gracias a él ya no eran confusos.

—¿Qué hay aquí dentro? —preguntó Nick un viernes de mayo.

Él estaba sentado en el escritorio de la habitación de Hermione y tenía un desastre de papeles en él: su investigación sobre otro caso de magia negra. El caso de Jennifer se había cancelado por pruebas o incidentes insuficientes; quien fuera que lo hubiera hecho, la había planeado muy meticulosamente.

Ella alzó la mirada del libro que leía desde la cama y observó que Nick tenía una cajita de madera en sus manos.

Tenía la caja de madera en sus manos.

Hermione se apresuró a ponerse de pie y casi se resbaló con la alfombra. Sin embargo, logró llegar sana y salva hasta él para poder arrebatarle la cajita.

—Un «déjala ahí, por favor» habría bastado —se burló Nick antes de volver a revisar sus apuntes.

Ella le dio una sonrisa de boca cerrada y regresó a sentarse en su cama. Después observó la cajita con ojos lejanos.

Dentro de ella estaba oculta una parte de su pasado que se había encargado de enterrar durante casi tres años. Había querido enterrarlo literalmente, pero nunca tuvo el valor, así que se limitó a guardarlo en esa cajita y no volver a abrirlo jamás.

Llevaba mucho tiempo sin abrirlo, su fuerza de voluntad era muy grande; pero varias veces se encontró al borde de hacerlo.

—Nunca podrás saber si ya superaste algo si no te pones a prueba —La voz de Nick resonó en la habitación y eso la regresó a la realidad.

—¿Eh? —preguntó alzando la cabeza hace él.

Nick le sonrió y luego se puso de pie para caminar hasta ella. Eso la puso nerviosa por alguna razón, o tal vez era por la enorme confianza que ahora tenían y eso los llevaba a prendas muy ligeras cuando estaban solos.

Seguramente medio mundo ya creía que habían tenido que ver, pero él no la había tocado de esa manera desde el día que regresó a Londres.

Un Nick de un short negro, una camisa de resaque blanca y un desordenado cabello azabache se sentó a su lado en la cama.

—¿Quieres que la abra yo? —preguntó, apuntando con la mirada a la cajita de Hermione.

—Eh... Yo no... —Se detuvo, respirando pesadamente mientras seguía mirando la madera y tallándola con su dedo pulgar.

Nick guardó silencio unos segundos antes de volver a hablar:

—No podemos hacerlo hoy si no quieres. Solo digo que así será más fácil y...

Él se detuvo cuando la miró atraer su varita para levantar el encantamiento y poder abrir la caja. El pequeño cerrojo se movió y, cuando se abrió, ella se quedó en silencio mirando lo que había dentro.

Era el anillo que Draco le había regalado.

Durante los primeros meses, estuvo vibrando con mucha intensidad, pero luego solo se detuvo. Y entonces ella decidió deshacerse de él, pero no tuvo el valor, así que optó por encerrarlo; desde entonces había estado ahí y Hermione no se había atrevido a abrirlo.

Tal vez porque no confiaba en su yo del pasado, tal vez creía que si vibraba una vez más ella no aguantaría y contestaría para decirle lo mucho que lo extrañaba.

Era una opción más segura el mantener el anillo alejado de su alcance.

—El anillo de Malfoy —dijo Nick a su lado, y eso la hizo fruncir el ceño y mirarlo.

—¿Cómo lo sabes?

—Siempre lo traía puesto en quinto grado. Tenía la idea cliché de que se lo daría a la persona que más quisiera... Pansy soñaba con tener ese anillo algún día, pero nunca pasó. Creí que Malfoy solo estaba jodiendo cuando decía eso.

Ella regresó a mirar el anillo, pero lo mantuvo dentro de la cajita. Suspiró lentamente, repitiendo en su mente lo que Nick había dicho y encontrando el significado.

—Él encantó este anillo —dijo, no muy segura del por qué pero necesitaba decirlo—. Tiene un encantamiento de protección o algo así, sirve como comunicación y un radar si se usa de la manera correcta... Usarlo al menos una vez emitiría una especie de señal a Malfoy que lograría que se comunicara conmigo o que supiera dónde estoy y...

—¿Quieres hablar con él? —atajó Nick, y ella lo miró con confusión—. Quiero decir, ahora. Tal vez eso te ayude.

Hermione negó con la cabeza.

—No quiero hablar con él.

—No necesitas mostrarte fuerte conmigo.

—Nick, en serio. Yo no... No quiero hablar con él.

Y por primera vez en mucho tiempo, ella lo decía de verdad.

Tenía frente a ella el anillo que era prácticamente un puente direco a Draco, y no tenía ni la más mínima intención de llamarlo y tener una conversación con él.

Era feliz tal y como estaba, y no necesitaba que Malfoy viniera a arruinar todo.

Se puso de pie y caminó hasta el bote de basura, alzó la tapadera y luego dejó caer la cajita con el anillo dentro. Se sacudió las manos como si le repeliera y luego sonrió hacia Nick.

Se sintió como si descargara una tonelada de peso de sus hombros.

—Em... Diría que felicidades pero... —Nick se ruborizó y desvió la mirada hacia la ventana—. Hermione, no llevas nada además de una camisa larga y calzones.

Ella se miró a sí misma. En otras circunstancias, también se habría puesto roja. Pero se sentía empoderada por haber tenido el valor de tirar la única cosa que todavía la ataba a Malfoy, así que regresó a mirar a Nick y se encogió de hombros con una sonrisa retadora.

—¿Qué tiene de malo? —dijo—. Todo Londres ya cree que tú y yo follamos, ¿no?

Él la miró y le alzó una ceja.

Hermione soltó una risa y luego caminó hasta la esquina de su cama para regresar a su libro. Y para cuando alzó la mirada hacia Nick, él la veía diferente.

Eso tal vez fue lo complicó las cosas, porque semanas después, Hermione era otra más en el montón de las que deseaban ir tomada de la mano de Nicholas Blythe.

En realidad, ella siempre iba tomada de su brazo, pero con el paso de los días no pudo evitar querer más. Y entre más cercanos se hacían, más ella se encontraba detallando su rostro y sus actitudes.

Y luego, ya ni siquiera pudo negárselo a sí misma.

Nick le gustaba, y mucho. La pregunta era si él le gustaba a ella, porque parecía seguir mirándola como una amiga.

Pasó alrededor de tres semanas intentando ahuyentar sus sentimientos. Pero una tarde de agosto, cuando ambos se encontraban en su habitación jugando al tablero de parchís, Nick se encontraba burlándose de Hermione por haber sido comida por tercera vez seguida; y la única manera que ella encontró para hacerlo callar fue besándolo.

Se separó de él apenas se dio cuenta. Y luego cayó en que tal vez fue una muy mala idea porque ella estaba con las ropas más ligeras del mundo y no creía si el rechazo en esas condiciones sería una buena idea.

Él la miró.

Ella lo miró.

Y luego:

—Solo sexo, sin sentimientos —propuso él.

—Trato —aceptó ella.

Hermione estaba conciente de que se le fue media dignidad ahí, pero lo olvidó cuando Nick la atrajo a él y la alzó para llevarla a la cama.

Nadie podía culparla. Llevaba meses sin tener nada con nadie, después de Malfoy solo hubieron algunos chicos de las citas clandestinas que Amelia le conseguía, pero ninguno había sido lo suficientemente bueno.

Esa noche, con Nick todo se sintió suficientemente bueno. O tal vez era el hecho de que por él sí sentía algo.

Pero para cuando terminaron y él se fue, Hermione no pudo evitar recordar la manera en que Malfoy la abrazaba después de terminar. Y luego se odió por recordar eso así que se echó a dormir.

Por supuesto, la relación del «solo sexo, sin sentimientos» nunca funciona. Primero llegaron los celos, luego el querer estar demasiado tiempo con el otro, y por último, la caída: esa donde ambos se desahogan y deciden que intentarlo de la manera correcta sería una buena idea.

La revista de Bruja Semanal se encargó de hacer llegar su relación por todo Reino Unido, tal vez incluso más allá del continente debido a la influencia de Nick en Estados Unidos. Pronto se volvieron en uno de los centros de atención después de el anuncio de la relación formal de Harry y Ginny.

Todo iba perfecto. Nick era querido por sus amigos y amado por sus padres, y ella se sentía viva de nuevo con él.

Pero como siempre, él debía venir a arruinarlo.

Porque encontrar a Draco Malfoy borracho e inconsciente fuera de su departamento definitivamente era una forma de arruinar todo.



















———

Sí, sí, ya volvemos con Draco. No sé ustedes pero yo sí shipeo a Hermione con Nick ajjaja, tengo una debilidad por Best Friends to Lovers :')

—nico🐑

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