53. Un amor no correspondido
Dos años después.
Mirarse al espejo y no recordar el pasado en cada parte de su piel se convirtió más fácil con el paso del tiempo.
Pero eso no quería decir que no hubiera dolido el proceso.
Desde que dejó Hogwarts, cada mañana ella se levantaba con nuevo vacío en su pecho que le recordaba que no había sido un mal sueño y que lo que antes había creído casi perfecto, ahora solo estaba arruinado.
Una parte de ella se había querido engañar en que las cosas no eran tan malas como parecían, y que con el esfuerzo suficiente podrían volver a ser tan buenas como antes.
Pero siempre algo le recordaba que estaba mal; que tarde o temprano el dolor se calmaría y luego lo podría superar.
Sin embargo, esa fue la parte más difícil. Porque ella esperaba que fuera un «temprano», y terminó siendo un muy «tarde».
Pasó un año entero antes de que Hermione dejara de preguntarse por qué las cosas debieron haber terminado como lo hicieron. Y luego pasó otro año entero negándose a «las puertas de amor» —como decía Ginny—, solo por el hecho de que no se sentía lista.
Había entrado a trabajar al Ministerio, en el Departamento de Regulación y Control de Criaturas Mágicas, concentrándose en los derechos de los elfos domésticos y cualquier otro que necesitara su ayuda. Le iba muy bien, y ella estaba tranquila con eso, así que no necesitaba distraerse con otra persona solo porque sus amigos la notaban más alejada.
Sinceramente, Hermione no entendía por qué ellos decían eso si se reunían al menos dos veces a la semana todos juntos y luego dormía en el mismo departamento que uno de ellos.
No había sabido absolutamente nada de Malfoy desde que bajó del expreso aquel día y lo perdió de vista al atravesar la barrera que dividía el andén.
Esperó al menos escuchar noticias suyas en algún momento, pero no encontró nada relevante porque incluso parecía estar muerto.
Solo que, de hecho, no estaba muerto.
Malfoy se había casado con Astoria Greengrass después de unos meses al salir de Hogwarts, y Hermione fue incapaz de ignorarlo porque la noticia estuvo en primera plana de la farándula durante las semanas previas a la boda.
Por supuesto que ella no miró fotografías, en ningún momento. Sus amigos se encargaron de ello, y aunque en otras circunstancias ella habría alegado que era su decisión qué ver y qué no, en ese momento se encontró agradeciéndolo.
Había estado preparada para que cada uno hiciera su vida después de terminar, era lo que se suponía que ambos debían hacer. Y ella lo había aceptado, pero en esos momentos no estaba segura de poder soportarlo, o al menos no en un lapso tan corto de tiempo.
Lloró, incluso cuando se prometió no hacerlo. Se creyó una estúpida al principio por dejarse llevar por el recuerdo de lo que fueron, pero luego recordó que no estaba mal llorar.
Merecía llorar lo que fueron, al menos así creía que las cosas dejarían de doler. Ella debía aceptar que todo había terminado antes de permitirse avanzar.
Antes de poder concentrarse en otra cosa o en otro alguien.
Apenas salió de Hogwarts, se dedicó a buscar un trabajo en el Ministerio, y rechazó los puestos superiores que le ofrecieron por el hecho de salir con honores; eso mientras Harry y Ron se iban a una Academia de Aurores.
No los miró durante meses, pero siempre estuvieron en contacto con al menos tres cartas a la semana.
Y en una de las cartas de una de esas semanas —exactamente la tercer semana del segundo año de la Academia—, Hermione se enteró de algo grande.
Harry, Ron y Hermione no habían tenido contacto con casi nadie después de Hogwarts; al menos no con Slytherin's o aquellos conocidos.
La única que siempre se mantuvo en contacto y con ellos fue Amelia, pero luego de ahí, muchos parecían simplemente haber desaparecido del mundo.
Y una de esas personas fue Jennifer.
Ron nunca pudo superar la traición que ella le hizo —una que, hasta la fecha, todavía no había tenido el valor de contarles—, así que al salir de Hogwarts, decidieron simplemente hacer las pases, pero no hubo amistad ni relación.
Solo conocidos.
Hermione recibió esa carta por parte de Harry, diciéndole que había entrado una nueva chica a la clase.
Y esa chica era Jennifer. La cosa extraña estaba en que ella... parecía haber olvidado que alguna vez existió Ron.
Recordaba a Harry, pero era como si se hubiera olvidado de que conocía a Ron y de que alguna vez fueron pareja, o de que alguna vez lo quiso.
Jennifer llegó a la Academia de Aurores para convertirse en el centro de atención casi tanto como Harry; ella llegó y ya sabía cientos de tácticas para ganar un combate ella sola contra toda una clase entera.
Como si hubiera sido entrenada por el mismísimo diablo.
Rápidamente se convirtió en alguien fácil de notar, y para cuando Ron quiso acercarse al menos para saludar, ella lo ignoró como si no existiera. Al principio, Ron creyó que estaba molesta o algo parecido, pero Jennifer se acercaba a Harry y nunca pareció dar indicios de ello.
Solo era con Ron. Entonces un día él intentó ponerla a prueba, y Jennifer... Bueno, ella estuvo a punto de mandarlo a San Mungo.
Porque por alguna razón, Jennifer había perdido todos los recuerdos que tenía de Ron. Era como si alguien lo hubiera arrancado de su mente y, por tanto, eso la hubiera convertido en una persona totalmente diferente.
Ron se preocupó. Aún no podía olvidar la traición, pero quiso a Jennifer mucho, así que intentó descubrir qué era lo que sucedía. Pasó meses intentándolo, y solo una tarde ella pareció recordar algo. Entonces, desde ese momento, él se propuso regresarle sus recuerdos incluso si eso significaba dejar atrás la traición.
Ron se volvió a ganar la confianza de Jennifer, e hizo que salieran de la Academia al menos una vez a la semana para ir a ver un sanador de la mente en San Mungo. Este les había dicho que, efectivamente, alguien había usado magia negra en Jennifer para eliminar sus recuerdos con Ron.
La pregunta del por qué seguía estando ahí, pero nadie podía contestarla. Y por más que Jennifer intentaba recordar, no sucedía nada.
Pasó el tiempo, y mientras Hermione seguía sumiéndose en su trabajo en el Ministerio y obligando a su mente a dejar atrás todo lo que tuviera que ver con Malfoy, Ron y Jennifer seguían en la Academia de Aurores, y ella poco a poco iba recordándolo.
Ron había mencionado una vez en una de sus cartas que se sentía como si estuviera enamorándola otra vez.
Y Hermione se sentía feliz por él, porque su ánimo había estado por los suelos cuando terminaron, y ahora que parecía que las cosas se estaban arreglando —de una extraña manera—, él se miraba más alegre y más vivo.
Había mucho a su alrededor, y Hermione solo se concentraba en que las criaturas mágicas tuvieran unos derechos justos.
Era lo único en lo que se podía distraer. No era que se la pasara llorándole a Malfoy todo el tiempo; había aprendido a entender qué estaba bien y qué estaba mal.
Y luego comprendió que nadie moría de un corazón rato. Ella no sería la excepción.
—¿Qué te parece ese chico? —preguntó Amelia, sentada justo frente a ella y observando disimuladamente a un chico que estaba haciendo fila en la cafetería del restaurante que estaba cerca del Ministerio—. Trabaja en el Departamento de Misterios, es soltero desde hace unos cinco meses, es dos años mayor que tú y es lindo.
Hermione ni siquiera alzó la mirada de los papeles que tenía delante, solo frunció el ceño y siguió mordiendo el bolígrafo que traía entre sus dientes.
Amelia siguió hablando, pero cuando ella no le prestó atención, alzó sus dedos y los tronó frente a ella.
—¿Eh?
—Que si te quieres casar conmigo —bromeó, aunque rodó los ojos mientras lo decía.
Hermione sonrió y regresó a los papeles.
—Me encantaría, pero hoy no estoy disponible.
Amelia bufó.
—Lo sé, tienes tu cabezota —dijo mientras comenzababa a arrebatarle los papales de las manos— metida en esos documentos desde que llegamos aquí.
—¡Ey!
—No vinimos hasta acá para que ignores cómo te hablo, Hermione.
—Tampoco vinimos para que intentes conseguirme pareja, Amelia —abatió, mirando cómo la castaña guardaba las cosas en su propio bolso, haciendo que se rindiera contra el asiento en un resoplido.
—Solo intento sacarte esa cara de amargada que tienes siempre —replicó, y entonces alzó una mano para llamar al mesero—. Ya sabes, funcionó una vez, puede funcionar de nuevo.
Hermione bufó y se cruzó de brazos. Amelia se refería a Jeremy; lo había conocido en un bar muggle, ella se había emborrachado hasta que ni siquiera recordó quién era y encontes el chico halló la manera de contactar a Hermione para que fuera por ella.
Jeremy la ayudó a llevar a Amelia a casa, y luego de ese día, él y Hermione comenzaron a mantener contacto. Fue lindo al principio, él siempre fue todo lo necesario para que una relación funcionara... Se sentía como la persona correcta, solo que no era el momento correcto.
Ella aún no estaba lista, y aunque lo intentaron durante algunos meses, la cosa no salió como esperaban y Hermione lo terminó. Ambos juraron terminar como amigos, pero luego de unas semanas perdieron contacto.
No supo qué le pasó porque se fue del país por trabajo, y desde entonces ella había estado feliz y soltera, y Amelia tratando de quitarle la cara de «amargada».
—Estoy bien por el momento —dijo Hermione, y luego miró a Amelia y le alzó una ceja—. Eres tú quien debería quitar su cara de amargada cada vez que miras a Harry y Ginny juntos.
La mirada burlona y altanera que había tenido Amelia se transformó en unos ojos entrecerrados como las rendijas de una serpiente. Murmuró un «ja, ja» antes de recargarse en la silla y tomar el menú, momento exacto donde llegó el mesero y les tomó la orden.
—No estoy celosa de ellos —masculló Amelia después de unos minutos, mientras se llevaba un pedazo de crepa con miel a la boca. Curiosamente, no sonaba a que estuviera mintiendo—. Es solo que... me cuesta aceptarlo, al menos por el momento.
—Me sorprende, de hecho —Hermione se encogió de hombros—. Ya sabíamos que Harry y Ginny estaban muy unidos, era fácil atar cabos sobre lo que pasaría después. Tú los mirabas y no parecías estar molesta.
—Porque no lo estaba. Pero ya sabes... Toda esa estupidez de ser la ex que él trata como si fuera la persona más importante que tiene... Se puede confundir.
Hermione masticó más lento, tratando de adivinar qué era lo que Amelia sentía realmente.
—¿Quieres... hablar de eso?
Amelia la miró y se lamió los labios. Parecía que estaba por decir que no, pero luego su expresión se tornó a una lejana cuando miró por encima del hombro de Hermione; y cuando ella se giró, notó que Harry y Ginny ya habían llegado para almorzar junto a ellas.
Ron se hallaba con Jennifer, así que rara vez se les unía, pero siempre terminaban siendo algo extrañas las comidas cuando Amelia se les unía.
Desde su lugar, Hermione miró la belleza que deslumbró Ginny apenas entró, con su larga cabellera roja cayendo hasta su cintura y ese atuendo tan formal, pero al mismo tiempo casual que llevaba. Harry iba a su lado, igual de guapo que siempre, estaba tomando su mano y mirando por todo el restaurante hasta que sus ojos cayeron en ella y Amelia. Sonrió y luego ambos se acercaron.
Harry había regresado a Londres por las vacaciones de verano.
Las saludaron y luego se sentaron, y el tema de conversación se perdió cuando ellos llegaron. Hermione no supo si Amelia estaba fingiendo, pero no se notó para nada incómoda o afectada de que Harry y Ginny estuvieran frente a ella en toda la comida.
Para cuando terminaron, fue Hermione quien sacó a Amelia fuera del restaurante para hablar con ella.
—¡Dios, Harry estaba por contar cuando se cayó del caballo en Hirlanda! —protestó cuando la arrastró hasta afuera y el viento le rozó el cabello lacio.
—¿Podrías dejar de actuar como si ellos no te importaran, por favor?
Su réplica hizo callar a Amelia, y esta frunció el ceño poco a poco hasta que su sonrisa se hizo cada vez más pequeña.
—¿De qué hablas?
—Puedo ver la manera en que tus ojos se iluminan cuando lo ves, Amelia. Y también miro el anhelo cuando lo ves con Ginny... No lo había notado antes, y lo siento, pero eres muy buena para actuar como si no te importara.
—Porque no me...
—No mientas —atajó Hermione, y captó el momento exacto donde la mirada de Amelia se desvió a la mesa lejana donde Harry y Ginny seguían hablando, a través de la ventana—. ¿Puedes solo... hablar conmigo?
Amelia salió de su ensueño y regresó a mirar a Hermione. Luego le sonrió.
—No hay nada de qué hablar, lo juro. No me molesta que ellos dos estén juntos, me alegra. Ginny la pasó de la mierda con Blaise y estoy feliz de que haya encontrado a alguien que sí merece. Y Harry... Siempre he querido lo mejor para él, no importa con quién sea. ¿Feliz?
Luego se dio la vuelta y comenzó a caminar lejos de Hermione. La morena miró a Harry y Ginny una última vez antes que comenzar a seguirla. La llamó por su nombre varias veces, pero Amelia seguía sin girarse y no paraba de alejarse.
Hermione apresuró sus pasos detrás suyo.
—¿Podrías solo dejar de pensar en los demás y decirme lo que sientes tú?
—No te queda decir eso, Hermione —canturreó Amelia con una risa amarga—. Eres la persona menos indicada.
—¿Qué? ¿De qué...?
—Hablo de que siempre te preocupas por el bienestar de los demás —atajó Amelia, mirándola por encima del hombro pero aún sin detenerse—. Si alguien tiene un problema, buscas arreglarlo, pero ni siquiera puedes arreglar los tuyos.
—¿Los míos? —preguntó Hermione, un poco indignada—. ¿A qué te refieres?
Amelia se paró bruscamente y se dio la vuelta para enfrentarla.
—Me refiero a que sigues queriendo a Malfoy y te paras ahí frente a un escritorio todos los días a fingir que no es así.
Hermione guardó silencio. Pero no porque quisiera darle la razón, sino porque la caminata la había dejado sin palabras y tampoco sabía qué contestarle.
—Yo... No sigo quieriendo...
—Por favor, Hermione —Amelia medio sonrió y resopló—. Tú no eres tan buena como yo para fingir que las cosas están bien. No puedes escuchar de mis problemas si todavía no eres capaz de sostener los tuyos. No puedo apoyarme en tu hombro si tú necesitas uno también.
Hermione carcajeó sin gracia, solo porque necesitaba llenar el incómodo silencio.
—¿Entonces ahora necesitas que todos estén bien para que tú estés bien? —abatió—. Amelia, todos tenemos nuestros problemas; y eso no significa que tú no puedas lidiar con los tuyos.
—¡Yo lidio con los míos cada día! —Fue apenas un chillido muy bajo, pero Hermione alcanzó a notar cómo se le quebró la voz—. ¡Lidio con las mierdas de mis padres! ¡Mi hermano falleció el año pasado! ¡No sé dónde demonios está Jane! ¡Y el chico que amo está enamorado de mi amiga y no puedo hacer nada al respecto! ¡Pero eso no quiere decir que estaré por ahí dándome por vencida!
—¿Entonces yo me doy por vencida?
—¡Te diste por vencida en el momento exacto donde decidiste que terminar con Malfoy arruinaría tu vida! ¡Te diste por vencida en el momento donde le dejaste tener control sobre ti! ¡Te diste...! —Amelia se detuvo y tomó aire, las lágrimas parecían picar detrás de sus párpados—. Te diste por vencida cuando dejaste que se llevara lo que te hacía feliz. Así que, lo siento, Hermione, pero sí eres la persona menos indicada para decirme que hable de lo que yo siento.
Hermione tragó saliva, sintiéndose enferma de repente. Miró a Amelia respirar hondo varias veces antes de que se tranquilizara y apartara la mirada de ella.
—Tienes razón —dijo Hermione, bajando mucho la voz y con un tono de rendición. Eso hizo que Amelia regresara a mirarla—. Tal vez lo siga queriendo un poco... Y tal vez eso me convierte en una tonta porque ha pasado mucho tiempo y porque él ya está casado... Pero es precisamente por eso por lo que ya no tiene caso que hable de lo que yo siento. No hará ninguna diferencia.
Amelia negó con la cabeza, como si estuviera decepcionada de ella, aunque luego se lamió los labios y se encogió de hombros.
—Entonces ahora me entiendes —susurró—. No hablo de lo que yo siento porque no hará ninguna diferencia... Fui yo quien terminó a Harry, Hermione —añadió luego de unos segundos—. Fui yo quien decidió que lo nuestro no era suficiente para mi hambre de conocer todo en el mundo. Creí que podíamos seguir siendo amigos, pero él quería darse un tiempo. Y mientras ambos estábamos en ello, comencé a darme cuenta que lo extrañaba... No como pareja, sino como amigo. Luché por su amistad, y una vez que la obtuve, noté que él todavía me quería. Pero yo no lo quería a él, así que me ocupé de que dejara de tener sentimientos por mí.
»Harry necesitaba a alguien que fuera capaz de todo por él, y no a alguien que lo dejara cada vez que quisiera solo porque se sentía asfixiada. Ginny era la persona correcta, así que cuando los miraba juntos, yo solo podía pensar que era lo mejor y me alegraba ver la mirada de Harry iluminarse cada vez que la miraba. Pero a medida que eso pasaba, él me miraba de una manera diferente, me comenzó a tratar como algo más allá de una mejor amiga, y me dijo que siempre sería capaz de todo por mí, y también me dijo que estaría muy feliz de ir a mi boda en algún día.
»La diferencia es, Hermione, que desde ese día yo no me pude imaginar una boda con otra persona que no fuera con él. Comencé a sentir cosas que creí muertas, y cuando menos lo esperé, ya me había enamorado de nuevo de él, pero él ya estaba enamorado de Ginny. ¡Y estoy bien con eso, lo juro! Ellos se ven perfectos el uno con el otro, y me alegra saber que no le arruiné la vida. Es solo que... Algunas veces me pregunto qué hubiera pasado si yo no lo hubiera dejado. Me pregunto si la que estaría sentada con él ahí en ese restaurante sería yo, o si me miraría de la misma forma en que la mira a ella.
»Pero entiendo que eso ya no va a pasar. Entiendo que él me llama su «alma gemela», y sé que me ama..., es solo que ya no lo hace de la manera en que me gustaría. Así que sí, estoy... Estaré bien, Hermione, como dije: solo me cuesta aceptarlo por el momento. Además, tengo más problemas para concentrame que en un amor no correspondido.
Amelia le dio una sonrisa triste, y Hermione apenas alcanzó a divisar el más mínimo rastro de una lágrima antes de que se diera la vuelta y comenzara a alejarse.
Ella se mantuvo quieta en el mismo lugar, sin tener idea de qué hacer, y justo cuando creyó que ya había sido suficiente y cuando Amelia se perdió en la siguiente cuadra, Hermione se dio la vuelta para regresar al Ministerio.
—¿Problemas en el paraíso?
Hermione casi soltó un gritito al quedar frente a otra persona que ella conocía muy bien y que no había mirado en poco más de dos años.
Ella lo miró con los ojos muy abiertos, haciendo memoria sobre lo que había oído de él después de que salió de Hogwarts, pero solo llegaron pequeños fragmentos.
Sin embargo, llegaron muchas preguntas.
—¿Aceptarías un té? —preguntó Nick con una sonrisa divertida, extendiéndole su brazo para que lo tomara.
———
Como ya se dieron cuenta, cada pareja tiene su propia historia. Ningún personaje está vacío y libre de problemas; así como Hermione tiene sus cosas, los demás también. Estos capítulos me sirvieron para hacerles saber de un vistazo rápido cómo son las historias de cada quien.
Tengan en cuenta que también hay una historia de Theo y Luna, pero para eso no encontré manera de meterla en estos capítulos, así que se las dejo a su imaginación.
En fin, hice eso porque creí que los personajes lo merecían, y también porque no sé si alguna vez vaya a publicar las historias de los demás; así que esto es como un seguro o compensación por si no lo hago. Ya que, si no las publiqué, al menos sabrán de qué van.
En mi opinión, la historia de Harry y Amelia es de mis favoritas, siento que es la más real de todas porque es algo que nos pasa a todos alguna vez en la vida: el amor no correspondido. De hecho, me hace recordar a la frase de Klaus y Caroline de TVD: "Él la amó demasiado rápido. Ella lo amó demasiado tarde". Momento llorasión :(
Me retiro amixes, xoxo.
—nico🐑
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