46. Villanos
—Está bien, déjame ver si entendí: ¿tú te arrojaste desde tu casa del árbol con una capa de Superman porque tu mamá te dijo que "podías ser lo que quisieras ser" y quisiste volar?
—Me rompí una muñeca y un tobillo y tuve que pasar dos semanas en el hospital antes de que me dieran de alta. Desde ese entonces, mamá se encargó de explicarme bien las cosas.
Hermione carcajeó, y de verdad que lo hizo, incluso comenzó a dolerle el estómago por tanto que había reído esta noche. Hacía mucho tiempo que no se divertía de esta forma, y de alguna manera se sentía como si su vida se estuviera reiniciando.
—¿Quién es tan tonto para hacer algo así? —preguntó, poniendo una mano sobre su estómago para tratar de evitar que doliera.
—Yo lo soy —contestó Nick, y mientras ella volvía a reír, él tomó la botella de whiskey y le dio otro largo trago. Cuando terminó, se la pasó a ella.
Hermione la tomó, pero esperó hasta que su risa se terminara —lo que llevó como un minuto— antes de dar un trago.
Ambos se hallaban sentados en el suelo de la cantina donde Nick trabajaba. Eran alrededor de las seis de la mañana, y aunque habían comenzado un sábado por la noche, ya era domingo. La Habitación estaba casi vacía, y quienes seguían ahí no estaban del todo conscientes porque dormían en el suelo o en los sillones.
Hermione y Nick eran las únicas almas vivas del lugar, y llevaban horas sentados en el mismo lugar solamente bebiendo y hablando de lo primero que llegaba a sus mentes.
Estaban muy, muy borrachos. Se habían bebido ya dos botellas de whiskey y estaban yendo por la tercera. Hermione estaba en esa etapa donde ni siquiera recordaba que existía y apenas reconocía a quien tenía a lado suyo.
Abril había llegado, y a pesar de que las cosas con respecto a Draco seguían siendo difíciles de manejar para ella, había comenzado a llevarlo de una mejor manera gracias a la compañía de Nick. Él le agradaba a Harry y Ron, así que técnicamente no era ningún problema para ellos, y Hermione se sentía bien.
La carta que le había escrito había cambiado muchas cosas. Ahora que ella sabía la verdad, podía entender todas las acciones de Nick; podía darse cuenta que no tenía una mirada enamorada hacia ella, sino solo una de protección, y por supuesto, podía notar para quién iba esa mirada enamorada en realidad.
Como sea, las cosas mejoraron un poco. Y Hermione esperaba con ansias cada semana los sábados para estar con Nick hasta altas horas de la madrugada y olvidar de su existencia.
Aunque nunca sucedió tanto como esta noche, donde Hermione literalmente podía reír si veía a sus propios pies moverse para decir «¡Oh, mira! ¡Tengo el poder de mover mis pies!».
Claro que Nick tampoco estaba lúcido, él ya se había caído como cinco veces en solo una hora mientras intentaba hacer un baile que su tía le había enseñado de pequeño.
—¿Sabes qué es lo peor? —preguntó Nick en un hipo, y le arrebató la botella para dar otro trago.
—¿Qué?
—¡Que yo recuerdo que sí volé!
Ella volvió a carcajear, cerró los ojos cuando fue suficiente y pidió piedad a un ser misericordioso para que su panza dejara de doler.
—Duele —murmuró entre la risa, inclinándose hacia delante y odiándose al instante por ello porque solo le provocó más risa, y por tanto, más dolor.
Nick bufó. Se inclinó hacia adelante también y le dio unas palmaditas en la espalda.
—Ey, mocosa —dijo—. Deberías dejar de reír.
—¡Excelente consejo, Einstein!
Él resopló. Movió su mano y la inclinó para que ella se recargara de nuevo en la pared, pero hicieron una cosa extraña y eso terminó en una cercanía más grande; hombro contra hombro.
—La botella —recordó Nick con voz borracha, y abrió y cerró su mano como niño chiquito para que ella la tomara y se la entregara en su mano.
—Ya no deberíamos de beber —dijo Hermione, obligándose a dejar de reír, dejando caer la cabeza contra la pared y cerrando los ojos.
—Oye, yo vivo para este momento.
No lo miró, pero por el sonido, supo que había bebido un muy largo trago. Después lo escuchó quejarse de que se había terminado, murmurando que iría por otra botella.
Intentó ponerse de pie, pero ella alzó la mano y tomó la suya para detenerlo.
—No más whiskey —dijo.
—¿Ron, entonces?
—No más alcohol —aclaró.
Lo escuchó bufar y luego lo sintió volver a sentarse a su lado. Y de repente algo le recordó que aún tenía sujetada su mano, y eso la hizo abrir los ojos y alejar el tacto.
—¿Pongo música? —preguntó Nick.
—No.
—Qué bueno. No quería pararme.
Eso la hizo querer reír, y tuvo que pegarle a Nick como reprimenda en el pecho por regresarle el dolor.
—Mierda, tan menuda pero con la mano tan pesada, ¿eh? —se quejó Nick, y ella giró la cabeza hacia él para encontrarlo con los ojos cerrados y descansando su cabeza en la pared.
—Ni siquiera te pegué fuerte.
—Lo sé, pero me gusta dramatizar las cosas.
Ella se obligó a solo sonreír para evitar la risa, y entonces se concentró en Nick.
En su defensa, estaba muy borracha y su mente era un lío mientras lo observaba. El cómo su cabello ondulado y negro como la noche caía sobre su frente y cubría sus orejas. Esa nariz tan respingada que se preguntaba qué tan buenos genes habrían tenido sus padres para heredarle algo así. Esos pómulos que eran adictivos para seguir mirando. Esos labios tan rosados y carnosos a los que ella nunca había prestado suficiente atención hasta ahora.
Esa mandíbula tan marcada que...
Ella tragó saliva y cortó sus pensamientos, porque sabía perfectamente a quién le recordaba esa mandíbula.
Siempre sucedía lo mismo. Hermione creía estar bien, pero algo pasaba que le recordaba a Draco y entonces regresaba a estar donde comenzó: en un pozo de eterna tristeza.
Había procurado no llorar por él, porque por supuesto que no lo merecía. Sin embargo, fue imposible evitar las lágrimas algunas cuántas noches.
Pero hoy, estando ahí con Nick, se decidió a no llorar.
Él abrió los ojos y suspiró al aire. Parpadeó, somnoliento y claramente con el sueño comenzando a inundarlo. Por lo general, Nick siempre acompañaba a Hermione hasta la Torre de Gryffindor, pero esta vez parecía estar demasiado borracho para siquiera ponerse de pie.
—No creo poder acompañarte hoy —le dijo, como si hubiera leído sus pensamientos.
Se giró hacia ella y le dio una sonrisa tonta, sus ojos luchando por permanecer abiertos.
Ambos quedaron cara a cara, apenas escasos centímetros separándolos el uno del otro. Aunque Nick no parecía estar preocupado o siquiera en cuenta de eso; solo estaba mirando sus ojos.
Hermione, en cambio, sí estaba consciente de su cercanía, pero tampoco tenía la fuerza para alejarse. Había luchado tantas veces contra sus impulsos y contra su propia mente para no pensar en Draco y no ir a buscarlo. Entonces ahora todas sus reservas de voluntad estaban terminadas.
Ella miró los ojos de Nick también, y con todo el alcohol del mundo, comenzó a creer que el verde no estaba tan lejos de ser gris. Y el negro de ser platino...
Terrible error.
Hermione se acercó y lo besó, apenas siendo un roce de labios que logró despertar a Nick. Él se alejó de ella en cuento se dio cuenta de lo que había hecho y la miró con toda la sorpresa en su expresión.
La mente de Hermione quiso dar explicaciones por eso, quiso retractarse y ponerse de pie para salir corriendo, pero todo eso estaba dormido gracias al alcohol y, en cambio, solo se quedó en la misma posición y todavía mirando a Nick.
¿O Draco?
¿A quién tenía delante?
Fuera quien fuera, le regresó el beso. Y se sintió como una descarga eléctrica en todo su cuerpo que la hizo estremecerse y regresó un poco de su mente solo para moverse junto a esos labios.
Alguien se movió delante de ella para tener una mejor posición, y Hermione aprovechó para atrapar la cara de esa persona y acercarla más.
Aún así, no sabía a quién estaba besando...
¿Era Draco? Así no besaba él. Definitivamente no era malo, pero tampoco era el beso al que ella se había acostumbrado.
Esos ojos... ¿Eran verdes o grises? ¿Por qué no podía diferenciar un color de otro?
Bueno, eso no importó, porque Hermione quiso desahogarse en algo y apenas se dio cuenta de lo que hacía antes de que se moviera hasta quedar a horcajadas sobre la persona a quien besaba.
Rozó sus cuerpos, y la cercanía se sintió como una recarga de vida, obligándola a perseguir esos labios con mayor necesidad.
Draco... Él era...
Ella llevó sus manos hasta su cabello, enredando sus dedos en él al tiempo que alguien mordía sus labios, haciéndola jadear. Jugó con los rulos de ese cabello y entonces...
Rulos.
Este no era Draco.
Se separó de la persona con una respiración agitada, y apenas miró esos ojos verdes, toda la realidad la golpeó como un balde de agua helada.
Nick la miró de la misma manera que ella a él, como si ambos supieran que habían cometido un gran error. Pero Hermione decidió meter la pata aún más:
—No eres él —susurró, y no pudo evitar que el tono de su voz saliera decepcionado.
Se arrepintió al instante de haberlo dicho, porque no pensó si eso lo lastimaría de alguna manera. Aún así, lo que dijo la sorprendió:
—Y tú no eres ella.
Hermione negó con la cabeza y él también, con una pequeña sonrisa triste.
—Creo que debería volver a...
—Sí —interrumpió y la ayudó a ponerse de pie—. ¿Quieres que te acompañe?
Pero por la mirada que llevaba, se notaba que lo único que necesitaba era un largo descanso, así que solo negó con la cabeza y se despidió de él con una sonrisa antes de darse la vuelta e irse.
Tardó como cuarenta minutos en ir de regreso a su sala común porque debía cuidar que nadie la atrapara en ese estado, y además de que hacía eses al caminar.
Y aunque le costó aún más subir las escaleras hasta su dormitorio, la parte difícil fue cuando se arropó en sus sábanas y la dura realidad le recordó que había pensado en Draco mientras besaba a Nick.
¿En cuánto tiempo se suponía que se superaba a un desamor?
•••
Hermione había aprendido a mirar muy disimuladamente. Sabía cuándo debía mirar y cuándo no, y también sabía cómo actuar si la descubrían.
Era algo que odiaba de sí misma, porque algunas veces, cuando ella acompañaba a Harry y Ron a los campos de Quidditch para sus entrenamientos, a lo lejos podía observar al equipo de Slytherin practicando también, y entonces era difícil mantener su mirada alejada de Draco.
Trataba de detenerse, pero siempre era como un magneto que la atraía de nuevo, y una vez que lo hacía, era difícil alejarse.
Él nunca la notó. Ni en los entrenamientos, o en los partidos, o en las clases, o en las comidas.
Y aunque se escuchara acosador, en realidad no era así, simplemente su subconsciente parecía saber en qué momento mirar hacia un lugar para encontrarlo específicamente a él.
Apestaba. Porque ella odiaba ver cómo todavía no lograba salir de su propio pozo de tristeza y decepción mientras él se sumergía en un mundo de libertad y diversión.
No era que le molestara verlo feliz... Era solo que mirarlo así le hacía creer que solo se había enamorado ella sola.
Honestamente, ¿a este chico no le dolió ni siquiera un poco?
¿Entonces por qué a ella sí y en una gran magnitud? Estaba harta de que las cosas siempre le afectaran solo a ella, quería seguir adelante así como él lo había hecho. Quería reír junto a sus amigos así como él lo estaba haciendo en estos momentos mientras Blaise le decía algo antes de comenzar el entrenamiento.
Ella no debía estar mirándolo, se suponía que había venido a apoyar a Harry y Ron. Pero era imposible no sentir curiosidad por descubrir el secreto de Draco; descubrir cómo había superado todo tan rápido.
—Tierra llamando a Granger.
Reconoció al instante a esa voz, y fue eso lo que la desconectó inmediatamente de su conexión con Draco y la hizo girar la cabeza.
Pansy estaba sentada a su lado, y le tenía una sonrisa poco sincera.
—¿Qué haces aquí, Pansy? —preguntó Hermione, y su tono de voz salió más cortante de lo que esperaba.
Ella solo se encogió de hombros, desviando la mirada al campo.
—Nada en especial —respondió—. Ya sabes, apoyando a mi equipo así como tú. Apoyando a Blaise... Apoyando a Draco.
Hermione se obligó a mantener la paciencia y dejó su expresión impasible mientras seguía mirándola. Ella sabía qué era lo que intentaba hacer, pero no planeaba caer en su juego otra vez.
—¿Cómo van tú y él, eh? —insistió Pansy cuando la morena no respondió nada—. Escuché que tuvieron una mala racha. Hmm, era de esperarse, supongo.
—Supongo —coincidió Hermione, pero solo para que se callara y se fuera de una vez. No quería ser ella quien debía irse porque quería probarse a sí misma que podía con Pansy Parkinson.
Ella le sonrió y regresó su mirada a Hermione, ladeando la cabeza.
—No pensé que las cosas fueran a terminar tan rápido —murmuró con cierta burla, y sus ojos casi irradiaron diversión—. Con lo enamorados que se veían el uno del otro, creí que tal vez las cosas serían otro cuento.
No dijo nada más, pero siguió mirándola con esos mismos ojos burlones. Y Hermione, reuniendo toda su decencia, se mantuvo quieta en su lugar y sin apartarle la mirada.
—Vamos, Pansy. Sé que tienes más por decir, no viniste hasta acá para hablar de mi vida amorosa.
Pansy soltó una pequeña risa, negando con la cabeza.
—Inteligente como siempre, Granger —dijo—. Tienes razón, no vine aquí para eso. Pero es aburrido llegar a mi punto desde un principio, déjame poner mi monólogo...
—De cualquier manera, tu objetivo es siempre arruinar mis cosas. Hazlo de una vez. Inténtalo.
Esta vez, Pansy no sonrió. Solo la miró fijamente y poco a poco comenzaron a invadirla muchos pensamientos hasta que le regaló una sonrisa triste a Hermione.
—Soy la villana en tu cuento, ¿no, Granger? —preguntó y luego suspiró, desviando la mirada al cualquier lugar menos ella.
Hermione tragó saliva y también apartó la mirada, dejándola en el aire, donde Harry y Ron iban de un lado a otro en sus escobas.
—Tú te has encargado de serlo —dijo como respuesta, encogiéndose de hombros.
—Las personas son buenas o malas dependiendo el punto de vista.
—No puedes no considerarte una villana teniendo en cuenta todo lo que has hecho, Pansy —masculló.
La azabache bufó y se giró para mirarla, pero Hermione siguió con los ojos en el cielo.
—¿Las cosa que yo he hecho? —preguntó—. Soy la villana de tu cuento porque así lo has decidido. Todos tenemos luz y oscuridad, Granger; es nuestra decisión elegir a quién le mostramos cada una. Puedo ser la mala contigo, ¿pero podrías imaginar quién es el o la villana conmigo? ¿O has imaginado siquiera si tú eres la villana en algún cuento?
Hermione la miró, apretando la quijada.
—Jamás he hecho nada malo a nadie. No soy la villana de ningún cuento.
—Al menos no conscientemente —respondió Pansy, y le otorgó la sonrisa más falsa de su vida.
—¿Cuál es tu punto? ¿Qué es lo que ganas con esto?
—Soy una persona muy vengativa —replicó la azabache con un tono de voz casual, como si fuera la cosa más normal del mundo—. Pero Draco tiene la culpa de todo esto, él me convirtió en lo que soy. ¿Lo ves, ahí? —preguntó y apuntó a Draco, y cuando Hermione se giró se encontró con su mirada sospechosa unos segundos antes de que la apartara—. Él nos está mirando porque sabe qué es lo que estoy haciendo. Lo conozco mejor que nadie, y sé que en estos momentos se está quemando de miedo porque sabe de lo que soy capaz.
—¿Por qué le importaría? —preguntó Hermione, su voz con una nota amarga antes de regresar a mirar a Pansy—. Él terminó conmigo, no debe de interesarle lo que me digas o no.
—Respuesta incorrecta —Pansy hizo una falsa expresión de tristeza—. A él le importa. ¿O es que acaso aún no te das cuenta de qué fue lo que pasó, Granger?
Pansy alzó su mano y rozó con delicadeza la piel de Hermione antes de que esta se alejara tanto hasta el grado de tener que encontrarse de nuevo con la mirada de Draco. Esta vez, ella encontró un ápice de desesperación en sus ojos.
Eso la sorprendió tanto que no pudo apartar la mirada, y entonces Pansy aprovechó el momento para acercarse más y rozar su oído.
—¿Por qué razón Draco terminaría contigo si eres el amor de su vida? —susurró, y tal vez hubo una nota amarga en su voz también—. ¿Qué o quién tuvo ese poder?
La manera en que ella mencionó "quién", hizo que su garganta se secara. Su mirada se perdió en aquellos ojos grises que la miraban fijamente desde el otro lado del campo; Blaise le hablaba a Draco, pero este lo ignoraba.
Y pronto, mientras ella miraba esa expresión perdida del rubio, la respuesta vino a Hermione:
—Fuiste tú.
—Bingo.
Hermione respiró hondo, apretando con sus manos la madera de la banca donde se hallaba sentada. Se obligó a apartar su mirada de Draco y regresó a Pansy, quien ahora tenía la mirada más triunfante que jamás hubiera conocido.
—¿Por qué?
—Draco y yo seguimos siendo fantasmas el uno del otro —respondió Pansy, aún sonriendo—. Eso nos otorga mucho poder sobre el otro aunque intentemos detenerlo, y supongamos que sé algunos secretitos sobre...
—¿Qué demonios ganas tú? —escupió Hermione, sintiendo una enorme furia crecer en su estómago y expandirse por todas sus extremidades poco a poco.
Esta vez la sonrisa de Pansy se eliminó por completo y unos ojos fríos aparecieron en su expresión.
—Te dije que soy muy vengativa. Yo soy la villana en tu cuento, ¿no, Granger? —preguntó, y luego con una mirada de odio y una ladeada de cabeza apuntó a Draco—. Bueno, ese chico de ahí es el villano de mi cuento. Él me quitó todo lo que yo quería, hasta lo más mínimo. Solo estoy regresándole el favor: le quité a lo que más quería.
Hermione tragó salivar para aliviar el nudo de su garganta.
—¿Qué fue eso que tanto hace que me odies? ¿Por qué yo tengo que salir afectada?
Pansy frunció el ceño y regresó a mirarla. Luego medio rió, burlona.
—¡Merlín, no te odio! —dijo—. Claro que me pareces la chica más molesta del mundo y creo que tienes un pésimo sentido de la moda, pero no creo que seas tan importante para merecer mi odio. Es a Draco a quien quiero lastimar, y eres tú el camino más fácil para lograrlo. Nada personal...
—¡Nada personal! —soltó Hermione, riendo también, pero lejos de sentir gracia—. Arruinas la única relación que he tenido solo porque quieres hacerle la vida imposible a Draco por venganza de no sé qué, ¡pero es nada personal!
Pansy rodó los ojos y resopló.
—Sí, Granger, es nada personal porque no es a ti a quien quiero...
—¡Pero lo hiciste! ¡Lo obligaste a terminar conmigo!
—No es conmigo con quien debes estar molesta —masculló Pansy, perdiendo todo rastro de su burla—. ¿No piensas acaso cuál fue la razón para que él pudiera manipularse tan fácil? No es por mí por quien debes preocuparte... Abre. Los. Ojos.
Pansy dio una última falsa sonrisa e intentó levantarse para irse, pero Hermione se apresuró a tomar su muñeca y en un agarre bestial, la regresó a su lugar.
—¡Joder, Granger! ¡Tienes unas putas ga...!
—No caeré en tus malditos juegos otra vez, Pansy —siseó Hermione, demasiado cerca de su rostro para causar al menos un poco de intimididad—. Lo hice una vez, y supiste jugar muy bien con mi mente. No está sucediendo de nuevo. Sea lo que sea que haya pasado entre Draco y tú no me importa, porque es pasado: tú eres pasado. Y no voy a permitir ni un minuto más que te metas en nuestras vidas solo para cumplir tus caprichos. Aléjate ahora que te lo estoy advirtiendo por las buenas. Dices que eres capaz de mucho, pero tú no tienes idea de lo que yo soy capaz cuando lastiman a las personas que me importan. Así que una vez más, Pansy: ve a joder a alguien más, que conmigo terminaste.
Pansy arrebató su muñeca de un tirón, sus ojos irradiando odio y furia. Se puso de pie y con una mirada dura y fría, se dio la vuelta y comenzó a bajar las gradas hasta perderse en los campos y regresar al castillo.
Cuando estuvo lo suficientemente lejos, ella regresó su mirada al campo de Quidditch, dándose cuenta que Gryffindor estaba hecho un círculo en el césped compartiendo tal vez estrategias mientras que Slytherin se preparaba para su turno de entrenamiento.
Hermione captó la mirada de Draco, y sin decir nada y con toda la seguridad del mundo, se puso de pie y también bajó las gradas para irse al castillo.
Sabía lo que hacía y también sabía que no se estaba equivocando.
Y lo comprobó cuando miró por encima de su hombro y miró a Draco siguiéndola desde varios metros atrás.
Se obligó a no sonreír y regresó su mirada al frente hasta que entró al castillo. Una vez dentro, dirigió su camino hasta las mazmorras.
En ningún momento miró hacia atrás para comprobar que él seguía siguiéndola porque sabía que era así incluso si no podía escucharlo o verlo.
Una vez llegó a la sala común de Slytherin, dijo la contraseña —otorgada anteriormente por Nick— y atravesó la lared para ir directo a la habitación de Draco.
Cuando llegó, solo se recargó en la pared, mirando la puerta hasta que escuchó sus pasos acercarse. Él la miró, pero ella siguió en su misma posición hasta que Draco sacó sus llaves y abrió la habitación.
Hermione fue la primera que entró, siendo recibida por la oscuridad del lugar y apenas unas tenues luces color verde al fondo. Tal como lo recordaba.
Todo se volvió más oscuro cuando escuchó la puerta cerrarse detrás de ella, y fue ahí donde se dio la vuelta para enfrentarlo.
Él estaba de pie, aún con su uniforme de Quidditch y observándola atentamente.
Ambos se miraron en silencio durante varios minutos, compartiendo quién sabe qué, hasta que Draco fue el primero el hablar.
—¿Qué te dijo?
Hermione se encogió de hombros.
—La verdad —respondió, y lentamente comenzó a acortar los metros que los separaban—. Que ella es un fantasma de tu pasado y por tanto tiene mucho poder sobre ti, lo que provocó que te obligara a terminar conmigo, cuando en realidad no querías hacerlo.
Cuando Hermione quedó delante de él, disfrutó de ver su nerviosismo, pero no demostró esa satisfacción, porque seguía con esa mirada fría y dura.
—Lo siento —dijo Draco en voz baja—. Nunca quise causarte daño. Me odié a mí mismo todos estos meses y me sigo odiando por...
—No hables —calló Hermione, y alzó una mano para dejarla sobre su pecho y empujarlo hasta que quedara contra la puerta—. No me importa qué haya pasado entre tú y ella, pero es pasado. ¿Lo entiendes, Draco Malfoy? Soy tu presente y tu futuro, así que es la última vez que miras al pasado. No juegues con el tiempo porque puedes perderlo todo.
Draco tragó saliva pero no dijo nada. La mano que Hermione tenía sobre su pecho bajó hasta quedar en su corazón y sonrió lentamente cuando sintió sus latidos demasiado rápidos.
Mentiría si dijera que no amaba la manera en que ella lo descontrolaba.
—Pansy me dijo que tú eres el villano en su historia —dijo Hermione, alzando la mirada para mirar sus ojos de nuevo—. ¿Es cierto?
Él asintió lentamente.
—Siempre seré el villano en alguna historia.
Hermione también asintió, encogiéndose de hombros en un acto de rendición.
—Entonces me enamoré de un villano. ¿Qué es lo que me ofreces a cambio por arruinarme?
Draco se lamió los labios, tomó de la muñeca la mano que Hermione tenía sobre su pecho y la bajó, obligándola a retroceder mientras él se erguía sobre ella y tenía que alzar la cabeza para sostenerle la mirada.
Una mirada que tenía fuego.
—Este villano quemaría el mundo por ti. ¿Te es suficiente?
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