22. Decepción

Hermione se sonrojó, incluso si hubiera querido no hacerlo, no habría podido evitarlo. Cuando se sintió demasiado nerviosa ante la mirada de Malfoy, regresó su vista al cielo.

A los segundos, sintió cómo Draco desvió su mirada también. Sabía que lo que él había dicho fue una especie de cumplido, pero ella estaba tan desacostumbrada a eso que no sabía qué decir o cómo reaccionar.

Ambos se sumergieron en un silencio profundo, pero en ningún momento incómodo. Parecía que, muy en el fondo, disfrutaban de la compañía del otro. Hermione no se daba cuenta de eso, por supuesto.

—¿Desde hace cuánto tiempo cantas? —murmuró Draco de repente. La morena parpadeó antes de contestar.

—No lo sé. Supongo que desde pequeña —Se encogió de hombros—; papá me cantaba esa canción cada que le hacía esa pregunta... Se la hacía bastantes veces.

Draco sonrió de lado.

—Sí. Me di cuenta.

—Es como una melodía para mis oídos —siguió Hermione, ajena a que pudiera aburrirlo en algún momento. Sólo soltaba lo primero que llegaba a su mente—. Y aún más si la canta papá; él tiene una voz preciosa.

—Bueno, entonces eso explica por qué cantas bien.

Ella se giró para mirarlo, frunciendo el ceño y, cuando él le alzó una ceja, soltó una risa tonta.

—Por favor —dijo, bufando para restarle importancia—, eso no es nada. Deberías escuchar cómo la canta él.

Él se encogió de hombros, de repente burlón.

—Bueno —Draco rió—, me refiero a que para tener esa voz aguda y de pito que tienes tú, cantas muy bien.

Hermione alzó ambas cejas, fingiendo sentirse ofendida.

—¿Crees que tengo voz de pito? —preguntó y Draco volvió a encogerse de hombros.

—Sólo un poco. No era como que ningún día quisiera arrojarte un zapato para que tu voz dejara de resonar en un radar de veinte metros cerca de mí.

Ella echó la cabeza hacia atrás y carcajeó durante unos segundos antes de regresar su mirada a él. Draco parecía estar estudiándola detenidamente.

—¿Sabes algo? —preguntó, mirándola fijamente.

Hermione alzó ambas cejas para hacerle saber que le prestaba atención, dándose cuenta un tanto confundida que él parecía estar perdido en sus pensamientos.

—Eres interesante —terminó él, logrando que la chica frunciera el ceño—. Quiero decir, si alguien pasara tanto tiempo contigo, estoy seguro de que no se aburriría. Tienes mucho qué contar y con qué entretener. Por más insignificantes que sean tus anécdotas, siempre causas un efecto en las personas.

Hermione sonrió, aún un poco confundida y luego ladeó la cabeza sin perder el contacto visual.

—¿Causo un efecto en ti? —preguntó. Él rió un poco en voz baja al mismo tiempo que desviaba la mirada de ella. Luego negó con la cabeza lentamente.

—Esas cosas no se preguntan, Granger —murmuró, más para sí mismo que para ella. Luego alzó la cabeza y la miró, haciendo una ligera mueca—. Además, recuerda que yo...

—... No eres de esos chicos —suspiró ella, de repente muy consciente de lo que sentía. Luego hundió sus hombros—. Sí, lo entiendo.

Draco sólo apretó sus labios en respuesta y se giró para seguir mirando las estrellas del cielo.

•••

—¿Puedo preguntarte algo? —preguntó Hermione cuando llevaban medio camino para regresar a Hogwarts. No habían tenido ningún imprevisto con Hogsmeade, nadie se había dado cuenta que estuvieron ahí. Y ella debía admitirlo; no se arrepintió de haber cedido a ir.

Cuando Hermione decidió que ya tenía suficiente información para su reporte, le pidió a Draco volver; al fin y al cabo, él prometió regresar temprano y no se veía que quisiera hacer lo contrario.

—Suéltalo —contestó Malfoy.

Ahora ella intentaba buscar las palabras para hacerle la siguiente pregunta. Era muy sencilla para decir, pero tal vez a él podría no agradarle. Y también se estaba arriesgando a arruinar el buen momento que tenían; con Draco nunca se sabía cuándo y dónde serían sus altibajos. Suspiró, reuniendo todo su valor.

—¿Por qué no crees en el amor? —por fin se atrevió a preguntar.

El chico se giró hacia ella y la miró detalladamente y con el ceño fruncido, como si estuviera buscando el por qué de esa pregunta en el rostro de ella. Pero aún así, Hermione no se atrevió a apartarle la vista.

—¿Por qué crees que no creo que en el amor? —contestó él regresándole una pregunta.

Hermione parpadeó.

—Pues... —vaciló unos segundos—. Siempre pareces insinuarlo. Dices que no eres de esos chicos que quieren de esa manera. No te gustan las cosas serias y... Bueno, que no le des una oportunidad a Pansy ya dice mucho.

Draco se encogió de hombros.

—Ya, pero, ¿cuándo he dicho que no creo en el amor?

—Hmm, supongo que en ningún momento —Se encontró diciendo después de una rápida recopilación de conversaciones en su mente. Era verdad, él no lo había dicho.

—Ahí está, que no quiera algo serio y que no sea de esos chicos, no significa que no crea en el amor.

—Pero es lo que aparentas.

Malfoy alzó una ceja y la miró con unos ojos que ella no entendió muy bien qué trataban de decirle.

—Las personas aparentan muchas cosas, Granger; siempre. Debes aprenderlo.

—¿Entonces sí crees en el amor?

Draco miró hacia el frente. Se quedó en silencio durante varios segundos más, parecía que estaba pensando su respuesta. Luego se giró hacia Hermione de nuevo.

—Sí —contestó—. Creo en el amor.

—¿Entonces significa que sí vas a casarte? —preguntó ella de una manera divertida.

Él carcajeó y negó con la cabeza.

—Una cosa es creer en el amor y otra muy diferente es casarse —dijo, y luego frunció el ceño—. ¿Por qué tantas preguntas?

Hermione suspiró.

—Estoy siendo curiosa, disculpa.

—No importa. Normalmente mis pláticas son muy triviales y esto es más interesante de lo que he hablado en meses.

La morena volvió a sonreír, si Malfoy ya le había dado prácticamente el permiso, entonces ella se sentía libre de preguntar todo lo que llegara a su mente.

—De acuerdo —dijo desviando la mirada otra vez—. Si entonces sí crees en el amor, ¿por qué no te das una oportunidad con Pansy? Tal vez ella podría hacerte feliz.

Él hizo una mueca, negando de nuevo.

—No lo creo. Ella ya me hace feliz, pero no de esa manera. Pansy es de esas chicas que sabes que no podrán pasar de más de una amistad —Hermione asintió con la cabeza para que supiera que entendía a que se refería. Pronto escuchó a Draco suspirar—. Además... Pans no es para mí, yo ya le he hecho suficiente daño.

La curiosidad de Hermione goleó con rudeza sus entrañas, pero se obligó a mantenerse a la raya para no ser entrometida. Así que mejor achicó su pregunta:

—¿Y quién sí lo es?

Draco aplastó sus labios en una sola línea y se mantuvo en un largo silencio antes de hablar:

—No quiero pensar en eso ahora.

Ella odió a su lengua preguntona, pero se encontró hablando antes de poder detenerse.

—¿A qué te refieres? —preguntó lentamente.

Malfoy se detuvo en medio del camino de repente y ella también lo hizo. Él se pasó una mano por su cabello y respiró hondo antes de mirarla a los ojos.

—A que soy un chico que apenas va a cumplir sus diecisiete años —contestó—. Un estúpido chico que apenas se va enterando de cómo funciona la vida. Tengo muchos años para pensar en el amor (si es que algún día quiere llegar a mí). Mi punto es; que la gente no debe apresurar lo que algún día llegará. Todos buscan complacerse y llenarse sentimentalmente cuando lo único que necesitan es estabilidad emocional en sí mismos, es por eso que siempre buscan a alguien..., «a su media naranja». Maldita sea, lo que el mundo necesita saber es que todos nacemos completos. ¿Qué prioridad hay de tener a alguien cerca de ti para poder vivir? ¿Por qué esa persona puede tener el control sobre ti? Ella simplemente llega y te pone el mundo de cabeza; te lastima, te hiere. ¿Y sabes qué es lo que uno hace? Se lamenta. Una y otra vez hasta el cansancio. ¿Cómo una persona puede llegar a hacerte dependencia de ella? Es una tontería. El amor te va a llegar cuando tenga que llegar, no debes apresurarlo porque lo único que logras es que te joda la vida... Te lo digo yo, que he visto a mis personas más cercanas morirse por alguien.

Hermione se quedó sin ninguna respuesta. Y es que realmente no había una para discutirle lo que había dicho. Pero aún así, quiso volver a arriesgarse, sabiendo que incluso podría estar en aguas peligrosas.

—¿Tienes miedo a enamorarte? —preguntó en voz muy baja.

Draco se giró a mirarla de nuevo, sin ninguna expresión, y luego, cuando comenzó a caminar, volvió a desviar la mirada hacia el frente.

—Digo que todo llegará a su debido tiempo —contestó, indiferente.

—Pero si es así... —insistió ella—. ¿Cuándo sabrás tú que ha llegado el momento si ni siquiera le das la oportunidad?

El rubio suspiró, de repente cansado.

—Yo solo lo sabré —contestó—. Y si no es así, tampoco es que me importe mucho. Todo mundo puede vivir sin alguien que esté a su lado todo el tiempo. El tener pareja no tiene por qué ser el objetivo de todos.

—Y por supuesto que no lo es —ella replicó lentamente, mirándolo—. Pero tampoco está mal sentir amor de vez en cuando.

Draco volvió a mirarla. Un brillo a través de sus ojos.

—Tal vez —Fue todo lo que dijo. Ella sonrió un poco y luego desvió su mirada al frente.

—Será mejor que nos apresuremos antes de que sea la hora de dormir.

Draco asintió con la cabeza y apresuraron el paso para poder regresar al castillo. Ambos fueron en silencio, cada uno perdido en sus propios pensamientos. Ella no sabía qué pensaba él, pero la morena tenía su mente ocupada en qué fue lo que pudo haber sucedido para que el chico tuviera esas opiniones. Un parte de ella sabía que él tenía razón, pero otra parte le decía que necesitaba un poco de cariño.

Parecía reacio a querer sentir nada.

•••

Después de despedirse de Draco, Hermione casi corrió a su habitación para poder plasmar todo lo que lo vio del paisaje en su reporte. Tenía tanto que escribir, y no le importaba dormirse hasta tarde. Encendió su luz de noche y comenzó a escribir ahí en su cama, conjurando una mesita de madera para apoyarse.

Amelia no estaba, y no tenía idea de dónde podría estar. Las demás chicas estaban en la habitación, pero parecía que no podían dormir.

—Granger —llamó Jennifer desde su cama, con ojos entrecerrados—, te adoro, ¿pero podrías apagar la maldita luz?

Hermione asintió con la cabeza rápidamente y comenzó a rejuntar sus cosas para irse a la sala común. Podría terminarlo al día siguiente, pero le faltaba muy poco para acabar su reporte que no le importó demorarse un tiempo más.

La sala común estaba desierta, la única luz que relucía era la de la chimenea y las farolas. Sólo habían unas cuantas alumnas de séptimo grado, pero no parecía que le fueran a prestar atención a Hermione.

Dejó sus cosas sobre la mesilla más cerca a la luz y se sentó en la alfombra. Sacó pluma y tinta, y luego comenzó a escribir. Ni siquiera necesitaba pensar, era como si su mano escribiera todo por ella; como si ya supiera qué pondría.

Obtuvo unos diez minutos de silencio cuando escuchó un ruido que la sacó de sus pensamientos.

Se giró y pudo darse cuenta que ya no había nadie, estaba sola. Frunció el ceño y regresó su mirada al reporte. Ya casi era la una de la madrugada, así que debía apresurarse.

Otro ruido volvió a sonar detrás de ella, y esa vez volvió a girarse. Sólo que ahora sí encontró a alguien.

Resistió los impulsos de rodar los ojos al recordar que no debía ser infantil y regresó su mirada a su proyecto.

—¿Qué haces despierta a estas horas? —preguntó Pansy Parkinson detrás suyo.

Hermione no respondió y siguió escribiendo, creyendo que así la azabache decidiría irse.

—¿No responderás? —La voz de Pansy se escuchaba lejana, parecía que había bebido mucho.

Ella se giró para poder mirarla después de apretar los dientes.

—¿Qué quieres? —preguntó. Pansy alzó ambas cejas.

—Sólo estoy intentando entablar una jodida conver...

La azabache no terminó de hablar porque tropezó con la esquina de un sofá y luego cayó de rodillas a la alfombra. Hizo ademán de querer vomitar y se puso pálida por completo. Hermione se levantó de su lugar y corrió hasta donde estaba ella. Intentó ayudarla a levantarse pero Pansy alzó una mano entre ambas, alejándola.

—No te acerques —gruñó y luego se volvió casi verde.

—No seas ridícula —replicó Hermione y la tomó del brazo para poder levantarla, incluso aunque ella no quisiera.

Pansy intentó alejarla pero al final se dio por vencida y se dejó levantar. Hermione la llevó hasta un sillón cerca de la chimenea y la sentó, mirándola a los ojos.

—¿Quieres vomitar? —le preguntó.

—No —respondió con rapidez—. Estoy bien.

—Vamos al baño... —insistió Hermione, aún viendo a Pansy demasiado pálida.

—Dije que estoy bien —masculló ella entre dientes con una mirada que le hizo saber no debía decir nada más. La morena saliva y resistió los impulsos de rodar los ojos otra vez.

—¿Por qué eres así? —preguntó Hermione, cansada—. Sólo intento ayudarte.

—Nadie pidió tu ayuda. No tienes por qué ser buena conmigo. No te necesito.

—Y no estoy diciendo eso, sólo intento ser buena persona —contestó.

—Pues no lo seas, sólo quiero que te vayas.

Hermione suspiró internamente. Regresó a su mesilla y se sentó para terminar lo más rápido posible su proyecto. Unos cuántos párrafos más y estaría listo. El problema ahora era que Pansy no dejaba que pudiera concentrarse. La azabache no hacía nada más que recostarse en el sillón y relajarse, pero su simple presencia causaba un efecto en la morena que la hacía incomodarse.

Intentó seguir escribiendo, y cuando apenas comenzaba a recomponerse, Pansy interrumpió su inspiración.

—¿Por qué eres buena? —preguntó.

Hermione frunció el ceño y levantó su vista para mirarla. Ella seguía recostada y ni siquiera había abierto sus ojos.

—¿A qué te refieres?

—Conmigo, con Draco —respondió Pansy con rapidez, como si fuera la respuesta más obvia—. Siempre hemos sido malos contigo, ¿por qué ser buena con nosotros?

Ella desvió su vista al reporte de nuevo, incapaz de buscar una respuesta inclusive si intentara buscarla en su mente. Era su simple naturaleza.

—¿Por qué no me respondes? —volvió a preguntar Pansy.

Hermione se encogió de hombros.

—No sé qué responder.

La azabache por fin abrió sus ojos y se sentó de mejor manera para poder mirarla fijamente.

—Te hemos hecho la vida imposible cada que tuvimos la oportunidad desde hace casi seis años —dijo, estudiando a Hermione atentamente—. Draco te llamó «Sangre sucia», incluso le da asco estar cerca de ti. Y yo, he hablado pestes de ti a tus espaldas, y en persona se nota perfectamente que no me agradas en lo absoluto... ¿Qué más necesitamos hacer para que tú nos odies también?

—Nada —respondió Hermione—. Odiar es una palabra muy fuerte y...

—Y debería ser bien puesta en nosotros —interrumpió Pansy, dándole una sonrisa que ella no supo identificar. Los ojos de la azabache estaban perdidos en alcohol.

—No —La morena negó—. Por más que ustedes me hayan hecho la vida imposible, nunca podría odiarlos.

—¿Pero por qué? —Pansy de repente parecía desesperada por saber la respuesta. Ella resopló—. Sólo dime el por qué.

Hermione miró todos lugares de la sala común, un tanto incómoda mientras buscaba una respuesta que no sonara tan arrogante. Al final reunió todo su valor.

—Tal vez porque soy mejor persona que tú.

Pansy alzó ambas cejas y frunció los labios, luego miró de pies a cabeza a Hermione, tragándola viva con esa mirada perdida.

—¿Sólo que yo? —preguntó—. ¿Qué hay de Draco?

—Él está cambiando —contestó la morena, no sabiendo exactamente por qué seguía en la conversación—. Draco incluso me ha pedido disculpas.

Pansy rió amargamente en voz muy baja, pero ni siquiera así apartó su mirada de los ojos de ella.

Draco —repitió, imitando cómo la morena había llamado al rubio—. ¿Entonces tú y él son amigos?

Hermione sólo se limitó a asentir con la cabeza.

—Ese es tu problema —replicó Pansy en un suspiro y ladeando la cabeza ligeramente—; que eres muy ingenua. Te crees todo lo que la gente te dice.

—¿Qué quieres decir? —preguntó Hermione luego de unos segundos de meditación sobre si quería seguir en el lugar. Su curiosidad podía más.

Pansy curvó sus labios en una sonrisa amarga.

—Que Draco no se acerca a ti por conveniencia propia, Granger.

Hermione no hizo ninguna expresión, sólo la siguió mirando, sin deshacer el contacto visual. Aunque incluso si hubiera querido moverse, no habría podido.

—¿Enserio crees —siguió la Slytherin— que Draco quiso ser tu amigo porque realmente le apetecía? Por favor, él siempre te ha odiado desde el fondo de su alma.

La morena seguía congelada, como si su mente estuviera saturada. Pansy tomó su expresión como un triunfo a pesar de su ebriedad.

—¿Sabes qué es lo que siempre hacía cada que llegaba de estar contigo? Se quejaba. No hacía otra cosa más que decir que eras una arrogante que necesitaba que le bajaran los humos. Siempre decía que le daba asco siquiera rozarte. Eres Hermione Granger, ¿cómo mierda pensaste que él podría llegar a ser tu amigo o siquiera querer conocerte?

Por primera vez, Hermione no tenía nada qué decir, pero aún así se obligó a hablar. Dándose cuenta hasta ese momento que había estado conteniendo la respiración.

—¿Entonces por qué él me dice todo lo contrario a lo que tú me dices ahora? —preguntó, incapaz de subir más la voz.

—Se le llama actuación —contestó Pansy dando un hipo—. Draco solo se acercó a ti por una apuesta. Yo y él apostamos a que podríamos sacarte todo el jugo en el menor tiempo posible... Veo que él ya lo ha logrado y mejor que yo; logró que le hicieras todo el proyecto del señor Binns.

Hermione miró su reporte sin ninguna expresión.

Aguantó la respiración de nuevo.

Todo de repente comenzó a nublarse y ya no podía recordar dónde estaba.

Todo era una farsa.

Malfoy nunca quiso ser un amigo realmente.

Una apuesta.

Las personas aparentan muchas cosas, Granger; siempre. Debes aprenderlo.

Debió haberlo esperado.

Recogió todas sus cosas, y sin hacer caso a la mirada burlona y al mismo tiempo ganadora de Pansy, subió las escaleras hasta su habitación.






















———
Guárdense su odio para Draco más adelante porque esto todavía no es lo peor bbs.

—nico🐑

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