20. Aprendiendo modales

—Y entonces, ¿Malfoy te pasó la lengua por el cabello o algo parecido? —preguntó Amelia cuando Hermione llegó hasta su dormitorio y la encontró goteando de agua. Ella había olvidado que no estaba seca.

—No. El paisaje al que fuimos era una laguna. Ambos terminamos dentro... Nada que fuera por obligación —añadió cuando vio la ceja alzada de Amelia.

—¿Cumplió lo que le dije? —preguntó de repente y Hermione frunció el ceño, así que aclaró—: Sobre lo de estar dos metros alejado de ti a menos...

—... Que yo le permita más cercanía —interrumpió con amabilidad—. Sí, lo cumplió.

Amelia le siguió alzando una ceja hasta que por fin se rindió. Se encogió de hombros con indiferencia y luego se dio la vuelta para alejarse hasta las demás chicas mientras Hermione buscaba ropa en su baúl para ir a darse un baño.

•••

—Granger —saludó una voz conocida cuando Hermione terminaba sus deberes del día.

La morena alzó la vista a través de sus pestañas y, al notar que era Jennifer, sonrió y levantó la mirada por completo.

—Jennifer —saludó también—. Hola.

—¿Puedo...? —preguntó apuntando a la silla que estaba delante de ella, y Hermione se apresuró a asentir. La rubia se sentó pocos segundos después al tiempo que la morena comenzaba a guardar sus deberes.

—¿Sucede algo? —preguntó Hermione cuando la notó un poco incómoda.

Jennifer suspiró y se mordió el labio, pero no afirmó o negó nada. Se recostó por completo en la silla y la miró con una sonrisa de lado perfectamente entrenada, como si tener esta expresión agradable ya fuera un hobby para ella.

—Draco y tú son pareja en el equipo del señor Binns, ¿cierto?

La pregunta la tomó por sorpresa, así que no tuvo tiempo de controlar su expresión. Alzó ambas cejas inconscientemente y luego frunció el ceño.

—Hmm —murmuró confundida—. Sí, somos equipo... ¿Por qué?

—Por nada interesante, en realidad. Es sólo que... Ya sabes, toda la escuela sabe que él te odiaba casi tanto como lo hacía con Potter y... —Jennifer se detuvo al ver la mirada incómoda y cabizbaja que le dio Hermione, quien aparentemente se sintió un poco ofendida ante el comentario—. Oh, mierda. Perdón, esta no era mi verdadera intención al venir aquí.

—Está bien —Hermione negó con la cabeza y medio sonrió para restarle importancia. Luego resopló—. Aún recuerdo lo mucho que él me aborrecía, incluso tal vez lo sigue haciendo. No me importa, yo sólo... Me bastan con que podamos convivir lo suficiente para terminar el proyecto sin matarnos antes de tiempo.

Jennifer resopló y luego dejó caer el rostro entre sus manos unos segundos antes de recomponerse y mirar fijamente a Hermione, quien de repente se sintió intimidada ante sus profundos y hermosos ojos verdes.

—Yo sólo venía a ver cómo estabas, en realidad —dijo la rubia—. Temía que Draco hubiera puesto algún maleficio en ti o algo parecido. Ya sabes, que sea tan amable con aquellos que no son exactamente de su círculo social no es algo que se vea todos los días.

Hermione sonrió.

—Bueno, parece ser que estoy completamente libre de magia oscura.

Jennifer le dio una última mirada cerrada antes de sonreír de lado.

—Eres buena chica —dijo. Luego se puso de pie, aún sonriendo, y se alejó a pasos elegantes fuera de la biblioteca.

La morena no supo exactamente cómo reaccionar. Se quedó mirando el lugar por donde se había ido la Slytherin durante unos minutos más antes de parpadearon y fruncir el ceño. Recogió las cosas que le faltaban y luego se puso de pie, saliendo de la biblioteca.

Apenas llevaba dos pasillos recorridos cuando escuchó dos voces lejanas teniendo una conversación algo... rápida. Hermione consideró la idea de darse la vuelta y buscar otro atajo, pero decidió que ya estaba bastante cerca y tendría que pasar frente a ambas personas.

Dio vuelta en la esquina y, al ver la mata pelirroja que tenía a pocos metros, regresó hasta la pared y se mantuvo pegada a ella para que ninguno la viera.

—No puedes reclamarme nada —gruñó la voz de Ginny—. Ni tú ni nadie va a decirme qué hacer o no y con quién.

Un tarareo de alguien más, Hermione creía que tal vez lo conocía.

—No puedes sólo ir a besarte con otro chico frente a mí para darme celos porque pasé un día con otra chica que sabes claramente es nada mío.

Blaise. Era la voz de Blaise Zabini.

—No somos nada —dijo Ginny, su voz seria y plana—. Puedo besarme con quien yo quiera y tú puedes salir con quien quieras igual. No eres mi dueño, Blaise.

—No lo soy. Lo sé.

—Entonces déjame ir. Estoy harta de tener esta conversación con...

Hermione frunció el ceño al no escuchar ninguna voz más. Pero pronto abrió los ojos sorprendida cuando se dio cuenta de por qué ya ninguno estaban hablando. Las respiraciones entrecortadas y el ligero choque de labios le hicieron saber a la morena que debía irse de inmediato. Decidió muy segura que no interrumpiría nada y se dio la vuelta para buscar otro atajo hacia la sala común de Slytherin.

•••

—¿Entonces estás lista?

—¡Mierda! —gritó Hermione al salir del baño de haberse lavado los dientes, llevándose una mano al corazón cuando este comenzó a latir muy rápido. Observó con ojos aterrados la figura de Malfoy divertida en su cama.

—Eso es, Granger —Él sonrió—. Gritar una grosería funciona, ¿no?

Ella se ruborizó considerablemente y rodó los ojos antes de volver a mirarlo.

—¿Qué haces aquí?

—Quedamos en que iríamos hoy por el último paisaje —contestó cerrando los ojos y tratando de acoplarse a la cama de la morena—. Por Salazar, esto es bastante incómodo, ¿cómo duermes aquí?

Ella ignoró su pregunta y se acercó para bajar sus pies de su cama, pues aún llevaba zapatos puestos.

—Draco, no puedes estar entrando a mi habitación cada que se te plazca.

—¿Por qué? —Se encogió de hombros—. Amelia me da permiso.

Hermione medio rió sin gracia y negó con la cabeza al tiempo que guardaba su cepillo de dientes en su baúl con un movimiento ágil de varita.

—No, no lo hace —dijo.

Un chasquido de lengua por parte de Draco.

—Tienes razón, no lo hace, pero, ¿y eso qué? —Después pareció recordar algo y tronó los dedos con una sonrisa—. Pero Pansy sí.

—Es la habitación de mujeres —informó cruzándose de brazos y alzándole una ceja. Con la mirada más penetrante que pudo crear a escala Malfoy, logró que él se sentara sobre el colchón con un resoplido.

—Eso no tiene nada de malo —contestó rodando los ojos.

Ella entrecerró los ojos.

—Algunas veces necesitamos privacidad. Ya sabes, cambiarnos, bañarnos, alistarnos... —dijo—. Cosas que probablemente no hagan los hombres.

Él también le entrecerró los ojos.

—Haré como que nunca insinuaste que no me bañaba —murmuró.

—Tienes que salir, Draco —Ella suspiró—. No puedes entrar a una habitación de chicas así como si nada.

Malfoy bufó.

—No hay nadie en la habitación, Granger.

Hermione se acercó a Draco y luego lo tomó de brazo para levantarlo de su cama.

—¿No vas a ponerte otra cosa? —preguntó este mientras lo hacía—. Allá fuera hará frío y no quiero arrastrarte a la enfermería por algún resfriado o algo parecido.

—No iremos a ningún lado hoy, Draco —decidió con voz firme—. Estoy cansada.

Ella comenzó a empujarlo desde su espalda hasta dejarlo en el umbral de la puerta incluso cuando él se hacía el pesado para que batallara en hacerlo. Al final lo logró y él se dio la vuelta con otro resoplido.

—Pero la entrega del reporte es para este miércoles.

Hermione había contemplado ya eso.

—Podemos ir mañana —Se encogió de hombros—; habrá visita a Hogsmeade. Y soy bastante rápida escribiendo los reportes, así que el tiempo podrá alcanzarnos.

—Pero eso le quita la diversión —gruñó Draco.

—No tiene nada de divertido que puedan expulsarnos.

—No lo harán —aseguró él con una mirada que no delataba nada—, confía en mí.

Hermione rodó los ojos, sin ganas de seguir con la conversación y extrañando su cama con necesidad.

—No voy a escucharte hasta que aprendas a tocar la puerta cada que quieras entrar a mi habitación.

—No sólo es tuya —Bufó él—. También es de otras chicas.

Ella asintió.

—Otras chicas que también necesitan privacidad —Sonrió forzosamente y luego cerró la puerta antes de que él pudiera detenerla, convocando su varita en un proceso rápido y sigiloso—. Pide permiso para entrar y luego hablamos.

Hubo un silencio, y entonces un bufido con gracia.

—Tal vez no lo sepas, Granger, pero mi orgullo está por el cielo —dijo a tientas su voz desde el otro lado de la puerta. Un tono que ella no pudo identificar.

—El mío también.

Hermione caminó hasta su cama y se sentó en ella, teniendo en cuenta que el orgullo de Malfoy era grande, probablemente estaría así durante varios minutos.

—Sabes que puedo abrir la puerta, ¿verdad? —preguntó luego de unos segundos de los que pareció estar aguantando las ganas de gritarle a través de la puerta. La morena sonrió aunque sabía que él no podía verla.

—No, no puedes. Le puse seguro y además tengo tu varita.

—No tienes mi varita, por qué tendrías mi... —Silencio. Luego un suspiro cansado—. Sí, tienes mi maldita varita. Carajo, pondré un hechizo para que no la vuelvas a tomar.

Ella no pudo ocultar su carcajada.

—¡Te escuché, maldita ladrona de varitas!

—Son las siete de la tarde, Malfoy. Si quieres que negociemos sobre ir o no ir a Hogsmeade deberás aprender a pedir permiso para entrar.

—Granger... —Draco gruñó, fastidiado—. No me hagas perder mi orgullo, por favor. Hazlo por el proyecto. No hay necesidad de que me dejes caer tan bajo.

—Aún tenemos el día de mañana —Él ya no volvió a hablar, y Hermione se abstuvo de imaginarse su autocontrol al otro lado de la puerta—. Estoy esperándote... Recuerda que tengo tu varita...

Otro silencio. Hermione comenzaba a recostarse en la cama cuando escuchó unos toques indispuestos en la madera de la puerta.

—¿Quién? —preguntó, intentando no sonar demasiado arrogante. Él no respondió, así que repitió—: ¿Quién es?

—Draco —contestó su voz entre dientes.

Ella sonrió, practicando su perfecto tono.

—¿Qué necesitas, Draco?

—¡Ay, por favor, Hermione!

La mencionada se aclaró la garganta hasta que él guardó silencio, ignorando la extraña sensación de que la llamara por su nombre de pila.

—Bien... —refunfuñó su voz, un ligero toque a la puerta que le hizo saber la había dejado caer sobre esta—. Granger, soy Draco, ¿puedo pasar a tu humilde morada?

Se puso de pie, caminó hasta la puerta y luego la abrió. Draco estaba ahí de frente y, aunque ella estuviera muy por debajo de estatura con él, alzó la barbilla y se sintió superior.

—Por supuesto —dijo, sonriendo—, puedes pasar y aquí está tu varita.

Draco la tomó y luego le hizo una mueca de disgusto que ella tomó más como gracia que como burla.

—Muy graciosa —masculló.

—Y así será todo el tiempo que quieras venir a mi habitación.

Él bufó.

—Entonces será una tortura —dijo al tiempo que ella rodaba los ojos—. ¿Nos vamos?

—Draco, no voy a escaparme de Hogwarts —contestó en un suspiro, su triunfo decayendo al darse cuenta que seguía con lo mismo.

—¿Pero por qué no? —preguntó él cansado.

—Porque no. ¿Qué caso tiene escaparnos hoy cuando mañana hay salida? Hasta un niño de primer grado puede entenderlo, ¿por qué tú no?

—Porque los niños de primer grado están acostumbrados a hacer todo lo que diga papá, mamá y los maestros. De hecho, igual que tú. ¿Eres una chica de primer grado, Granger?

—No me provoques —advirtió ella con un dedo acusador y una ceja alzada.

Él medio rió.

—Oh, vamos, será divertido.

—¿Será divertido que haya posibilidades de expulsarnos si nos descubren? —preguntó la morena, arrastrando las palabras. No creía que hubiera alguien tan terco como ella, pero parecía que sí—. No, gracias, prefiero no divertirme hasta mañana.

—¿Siempre te paras a pensar en las consecuencias de todo? —Draco se llevó las manos a los bolsillos de sus jeans como siempre lo hacía y rodó los ojos.

—No siempre —respondió ella, pensativa de repente—. A veces soy un poco impulsiva.

Un brillo esperanzado pasó por los ojos del rubio.

—Pues sélo en estos momentos. Necesito a la Granger impulsiva por unas horas, ¿por favor?

Hermione cambió el peso de su pie e hizo una mueca fingida.

—Hmm. Ella está dormida.

—Pues dile que despierte.

La morena chasqueó la lengua, negando con la cabeza.

—Creo que no se va a poder, justo acaba de tomar su siesta.

Draco soltó una pequeña risa baja.

—De acuerdo —dijo—, ¿entonces podría tomar a la Granger que está despierta en estos momentos y mostrarle que en la vida deben correrse riesgos?

Hermione fingió pensarlo durante unos segundos, teniendo la esperanza de que si alargara más la conversación, se haría más tarde y entonces irían hasta el día siguiente.

—Creo que esta Granger prefiere abstenerse.

Draco gruñó.

—¿Y lo hará siempre?

—Mientras eso la mantenga viva, me parece que sí.

Draco suspiró impacientemente.

—No tienes remedio, ¿cierto? —preguntó alzando una ceja.

—Hmm... —murmuró la morena, comenzando a divertirse con los ojos desesperados del chico que tenía delante—. ¿Con qué Hermione desea hablar?

Él la miró fijamente durante unos segundos antes de un brillo desconocido pasara por sus ojos.

—Con la que me golpeó en tercer grado —dijo.

—Hola —saludó Hermione, sonriendo y levantando su mano de manera alegre.

—¿Podemos ir entonces? —preguntó en un suspiro.

Hermione suspiró también y se talló la sien, cansada de su juego y sin tener más cartas bajo la manga.

—Es que no entiendo tu insistencia por ir hoy —dijo en voz baja—, cuando podemos ir mañana sin ningún problema.

—La diferencia es que hoy iremos sólo nosotros y el lugar nos pertenecerá.

Ella lo miró durante unos segundos antes de alzar una ceja altanera.

—Eso es muy egoísta —dijo.

—Nop, se llama originalidad.

Hermione negó, frunciendo el ceño.

—No, no es cierto.

—Lo sé, no se me ocurrió otro nombre —Ella medio rió—. Pero a lo que me refiero es... —siguió Draco—. Que a veces es lindo hacer las cosas que nadie más hace. Es decir, vivirlas primero. Y no me vayas a decir que ya hemos hecho esto antes porque juro que me voy enojado a mi habitación.

Ella cerró la boca justo cuando estaba a punto de decir eso. Después escuchó a Malfoy dar una respiración honda.

—Para vivir la vida, a veces necesitamos correr riesgos, Hermione.

La morena se abstuvo de mencionar que ese era un comentario muy al estilo Gryffindor que él podría llegar a repudiar si lo decía alguien más, pero el que de nuevo la hubiera llamado así la hizo cerrar la boca. Suspiró, rendida y, sabiendo que se arrepentiría después, asintió lentamente.

—De acuerdo —masculló, sintiendo el golpe en su orgullo—. Iremos. Pero quiero que regresemos temprano.

Draco sonrió con triunfo y estuvo de acuerdo en un asentimiento de cabeza también. Hermione le pidió que la esperara fuera de su habitación y luego fue a ponerse algo de ropa cómoda para la ocasión. Terminó usando unos jeans negros y una camisa de manga larga; pero sabía que probablemente haría frío, así que se puso su chaqueta. Guardó todo lo que necesitaba en su mochila (esta vez se aseguró de que sí tuviera varita) y luego salió después de acomodar su cabello en un moño.

—Estoy lista... —Pero las palabras de la morena quedaron en el aire. Hermione frunció el ceño. Draco no estaba fuera de la puerta esperándola. Miró hacia ambos lados y cuando comprobó que no estaba, bajó las escaleras hasta la sala común.

Recorrió toda la estancia en busca del rubio hasta que lo encontró; aunque muy por dentro, deseó no haberlo hecho. Draco se encontraba sentado en uno de los sofás más largos, con Pansy recargada en su hombro mientras él le contaba algo al oído y ella parecía luchar entre reír o mantenerse seria.

Debía admitirlo, no le agradó aquella escena.

Estuvo a punto de ir hasta ellos e interrumpir su tonta escena cuando se detuvo de inmediato. ¿Cómo por qué tendría esa reacción? Movió su cabeza de lado a lado lentamente para poder eliminar cualquier pensamiento erróneo de su mente y luego volvió a posar su vista en Malfoy.

Él ni siquiera se molestaba en mirarla, aún no la notaba. Eso significaba que tendría que intervenir, incómodamente. Se acercó con lentitud y se aclaró la garganta para llamar su atención.

Pansy ya estaba riendo cuando volteó a mirarla.

—Oh... —dijo, de repente su risa terminando para dar paso a una sonrisa y mira burlona—. Granger.

Hermione sólo asintió en respuesta. Draco la miró también y luego susurró algo a la azabache; esta asintió con la cabeza con una sonrisa y luego él se puso de pie.

—¿Nos vamos? —preguntó a Hermione.

Ella no respondió y sólo se dio la vuelta para salir del lugar. Draco la siguió y ambos se dirigieron a La Habitación. La morena fue la primera en entrar. No conocía otra salida además de la que estaba en la taberna, así que supuso que debía ir ahí. Malfoy no la detuvo, así que supuso que estaba en lo correcto.

Cuando entraron, el lugar estaba solo. Era obvio, aún era muy temprano para una fiesta, sin mencionar que los lunes había poca gente.

Hermione avanzó hasta la taberna para poder cruzarla cuando del cuartillo salió Nick, quien se hallaba cargando una charola de botellas de lo que parecía Whiskey de Fuego y con un trapo en su hombro.

—¡Hey! —saludó Hermione apenas lo vio. Había pasado mucho desde que habló con él; tenían poco tiempo para hablarse en las clases porque cambió su horario y casi nunca coincidían y él pasaba mucho en la taberna. Sin mencionar que algunas veces parecía evitarla.

Nick rápidamente levantó la mirada hacia ella apenas la escuchó.

—¡Hey! —saludó él, igual de alegre.

El azabache dejó charola y el trapo en la barra y luego levantó la puertilla que dividía esta para poder abrazar a Hermione.

—Cuánto tiempo sin verte... —murmuró ella en el abrazo.

—Lo sé —murmuró él también, recargando su barbilla en su frente—, pareces extrañarme mucho.

Ella rodó los ojos y rió. Segundos después, Draco se aclaró la garganta llamando la atención de ambos. Nick y Hermione se separaron.

—¿Nos vamos? —preguntó Draco en tono borde.

Hermione parpadeó. Luego asintió con la cabeza. Malfoy pasó rápidamente la barra y se perdió en la taberna sin siquiera esperar a la morena. Ella rodó los ojos y luego se despidió de Nick prometiendo que vendría a visitarlo.

Ya se arrepentía de haber venido.

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