18. Por fin amigos

Hermione se había quedado en shock. Las palabras de Draco habían sido simples y sencillas, pero de igual manera venían con un gran significado: se estaba disculpando. De una manera muy estúpida, claro, pero al menos lo estaba haciendo. Lo cual ya era un gran avance de por sí.

Ella decidió relajarse, dando un respiro hondo y luego bajó la mirada de sus ojos. Eran tan profundamente grises que la intimidaban.

—Acompáñame —pidió ella mientras se daba la vuelta para salir del baño. Rogaba a Merlín para que él no hiciera preguntas; suficiente tenía con sentirse culpable porque dejar que su mente la traicionara.

Para su crédito, Malfoy solamente la siguió en silencio. No fue incómodo. Caminaron de esa manera durante cinco minutos más hasta llegar a la enfermería.

—No, Granger —dijo Draco, llamando su atención con un roce de manos, cuando vio hasta donde lo había traído—. Si entro ahí, harán preguntas y el problema terminará afectándote también.

Tenía razón, y Hermione se encontró sorprendida por no haberlo pensado antes. Aunque igual, ese no era el por qué había venido.

—Tú sólo espérame aquí afuera —dijo ella y luego se adentró al lugar.

Buscó a la señora Pomfrey en su oficina y luego la llamó. Inventó una excusa sobre alguna tarea de Estudios Muggle para que pudiera darle algo de algodón, alcohol y esencia de murtlap. La enfermera no confiaba mucho en ella al principio, eso lo notó, pero al final terminó accediendo a regañadientes.

Malfoy estaba recargado en la pared que estaba a su derecha. Se giró hacia Hermione y luego vio con una ceja alzada las cosas que ella traía en sus manos.

—¿Qué harás con eso? —preguntó.

—Curarte —respondió la castaña—. Tienes un horrible labio morado.

Draco medio rió cuando la miró hacer una mueca de dolor.

—Pero te aseguro que el ojo de Daniel está peor —aseguró encogiéndose de hombros. La manera en que él actuaba tan tranquilo era algo que ella todavía no entendía.

Hermione rodó los ojos. Luego le hizo señas con la cabeza para que lo siguiera de nuevo. Lo guió a los baños de prefectos que casi nunca se usaban. Habían pasado años desde que un Premio Anual la había usado.

Cuando ambos llegaron, la morena mantuvo abierta la puerta hasta que él entró y luego la cerró. Se tuvo que recordar mentalmente que todo era clínico antes de respirar hondo y darse la vuelta. Draco estaba mirando a su alrededor con unos ojos curiosos.

—¿Desde cuándo existe este lugar? —preguntó.

—No lo sé —respondió, frunciendo el ceño ligeramente para pensar en la información que había leído sobre Hogwarts: Una Historia, pero fallando en el intento.

Draco se giró hacia ella.

—¿Y cómo lo conoces?

—Harry, cuarto grado.

Él bufó.

—Eso lo explica.

Hermione asintió y luego dejó las cosas que Poppy le había dado en el lavabo más cercano.

—Bien —dijo, pasándose las manos por los vaqueros mientras seguía con su mirada todos los utensilios—, siéntate en algún lugar mientras yo preparo esto.

Él obedeció y se sentó cerca del jacuzzi en una de las rocas cercanas.

—¿No sería más fácil que usaras magia para poder curarme? —preguntó él frunciendo el ceño cuando vio a Hermione acercarse con un algodón.

Ella hizo una mueca y negó con la cabeza. Lo había pensado, pero en realidad no quería reproches de Draco Malfoy por haberle movido un hueso de su perfecto rostro. La manera muggle era mucho más eficiente para ella.

—Para eso necesito estudiar curación, y apenas he leído unos libros sobre eso. Así que no tengo mucha experiencia.

Malfoy la miraba como si estuviera a punto de envenenarlo.

—¿Entonces qué es lo que quieres hacer ahora? —Alzó una mano justo a tiempo para detener el algodón que Hermione acercaba.

—Es un método muggle —dijo, rodando los ojos y esquivando su mano—. Por favor deja de chillar y déjame hacer lo que tenga que hacer.

—Tranquila, lo haré. Solo quiero saber qué demonios pondrás en mis labios.

Hermione rodó los ojos.

—Es alcohol, Draco.

—Uy, entonces sí quiero.

Él cerró los ojos y abrió la boca, esperando su medicina. Hermione le habría dado un sope si hubiera sido alguien más, pero por alguna razón, sólo bajó la mirada y soltó una carcajada.

—No de ese alcohol.

—¿Entonces? —preguntó abriendo sólo un ojo, mismo que fue alzado por una de sus cejas.

—Es puro, y sólo es para desinfectar la herida.

Malfoy se encogió de hombros, rendido una vez más, y se entregó a disposición de ella. La morena pasó el algodón por su labio y él apenas hizo una mueca de dolor que hizo que su mejilla se contrajera, fue casi imperceptible.

—Lo siento —musitó. Siguió limpiando su labio hasta dejarlo lo menos morado posible, y luego alcanzó un vial de esencia de murtlap para esparcirlo con suavidad—. ¿Cómo es que te quedó tan morado? —añadió Hermione mientras cambiaba el algodón viejo por uno nuevo.

—Él tenía un anillo de picos, mujer. Era obvio que me iba a quedar horrible.

Hermione hizo una última limpieza y lanzó un hechizo refrescante sobre sus labios antes de pasar su mirada por lo restante de su rostro en busca de alguna herida que no hubiera notado. Al no ver nada más, asintió con la cabeza.

—Listo.

Draco abrió los ojos, su expresión un poco aturdida y distante cuando lo hizo.

—Hmm —murmuró en voz muy baja, sin mirarla directamente—, me había acostumbrado.

—¿A qué? —preguntó dándole una rápida mirada mientras movía su varita para desaparecer los algodones usados.

Él ya no le respondió. En cambio, preguntó:

—¿Cuándo tiempo tardará esto?

—Sólo unos minutos —Hermione se encogió de hombros—, le puse un hechizo para que fuera más rápido el efecto de la esencia de murtlap. Y eso agregando que desinfecté antes la herida de la sangre seca que tenías, acelerará todo. Magia más métodos muggles es igual a perfección.

Draco rodó los ojos, pero ella sonrió cuando vio la esquina inferior de su labio curvarse hacia arriba. Hermione se dio la vuelta y comenzó a embotellar con cuidado la esencia de murtlap. Apretó la tapadera del alcohol y luego lo guardó en su mochila.

Hubo un momento de silencio antes de que escuchara la voz de Malfoy llamarla por detrás.

—Granger.

—¿Hmm? —murmuró ella, aún dándole la espalda.

—Mírame.

La voz de Draco estaba distante. Ella se giró y lo miró a los ojos. Él seguía sentado en el mismo lugar. Hermione no pudo reconocer qué era lo que había en sus ojos.

—¿Qué pasa? —preguntó.

Otro silencio. Y cuando pensó que él no diría nada, habló:

—Lo que dije en los baños es verdad.

Hermione bajó la vista como un mecanismo de defensa. El contacto visual hacia corto circuito en ella y de repente se sintió nerviosa y asfixiada.

—Lo juro —repitió Draco cuando ella no le respondió.

La morena se obligó a respirar hondo y levantar la mirada hacia sus ojos antes de medio sonreír.

—Está bien.

Malfoy se puso de pie y se acercó un poco a ella. Hermione tuvo que levantar más su vista debido a su estatura y la cercanía en que repentinamente se encontraban. Nunca se había sentido intimidada por alguien más alto que ella; Ron lo era y parecía ser él quién le tenía miedo a Hermione.

Pero ahora... Ella se sintió pequeña.

—No me digas que está bien —replicó él—. Necesito que me digas que me perdonas. Sino lo haces, créeme que seguiré sintiéndome la peor persona del mundo para siempre.

Hermione suspiró internamente, creyendo que haber aprendido Oclumancia había sido un punto a su favor en un momento como este. Pero ella no sabía. Su corazón pidió oxígeno de nuevo... Tal vez ya era hora de enmendar las cosas. No más dudas, no más intrigas, no más ofensas. Draco se estaba mostrando demasiado sincero. Y si ella no se arriesgaba, probablemente estaría perdiendo a una muy buena futura amistad.

Juntó todas sus fuerzas para poder articular las siguientes palabras, mientras sentía su corazón subirse a su garganta. Su mente gritaba que diera un paso atrás y saliera corriendo...

Ojalá lo hubiera hecho.

En cambio, sonrió con suavidad.

—Te perdono, Draco.

Un brillo desconocido e intrigante estalló en los ojos de él.

Hermione —dijo, haciendo énfasis en su nombre de pila—, te prometo por lo que más quieras no volver a lastimarte de alguna otra manera. De aquí en adelante seré un completo caballero y no volveré a intentar decirte qué hacer.

—Te falta algo —dijo con una mueca.

Malfoy frunció el ceño.

—¿Qué?

—Que dejarás de meterte en peleas.

—¿Qué?, ¿y eso por qué? Es divertido golpear a las personas. Y más si son unos idiotas como Daniel.

Ella sintió que sus mejillas se ponían coloradas y bajó la mirada mientras jugueteaba con sus manos.

—Sobre eso... —murmuró rápidamente—. Sólo quería darte las gracias.

Hubo un silencio más donde ella quiso que la tierra se la tragara, pero luego su burla estalló.

—¿Hermione Granger dándome las gracias?

Ella apretó la mandíbula y cerró los ojos mientras enrojecía todavía más. Negó con la cabeza al tiempo que sonreía, divertida.

—Por favor no hagas esto más difícil.

—De acuerdo —dijo, también divertido—. ¿Amigos desde ahora?

Él extendió su mano. La morena alzó su mirada hacia la suya, tratando de descubrir el enigma que era este chico...

—Amigos —Hermione sonrió y estrechó su mano también.

•••

—Y luego corrí a la enfermería como nunca antes lo había hecho —decía Draco—. Llegué y le dije a Pomfrey que un chico de séptimo me había golpeado cuando me negué a darle mis galletas.

Hermione reía como hacía tiempo no recordaba.

—No iba a decirle que una chica me golpeó —terminó.

Ambos se encontraban sentados en un pasillo vacío cerca de las cocinas. Habían pedido de favor (Hermione, en realidad) a los elfos domésticos que les dieran algunas galletas con leche. Y ahora Malfoy contaba su anécdota de la vez que ella le había dado un puñetazo en su rostro.

—No tienes idea de lo mucho que me alegra que te haya dolido tanto —dijo Hermione, realmente sintiéndolo.

—¿Te alegra? —preguntó él con ojos ofendidos—. ¡Me sangró la nariz!

Ella soltó otra carcajada cuando el recuerdo de la expresión asustada de Draco llegó a su mente de nuevo.

—Debes admitir que te lo merecías.

Draco aplanó sus labios en una sola línea y otro brillo cruzó en sus ojos antes de dejar caer la cabeza en el respaldo de la pared.

—Sí, lo sé. Era un idiota.

—¿Cómo mierda eras tan idiota?

La grosería vagó por su lengua antes de que pudiera detenerla y se sintió enrojecer una milésima de segundo antes de decidir mentalmente que no era de importancia.

—Oye —gruñó Malfoy—, bastante de hacerme sentir mal por hoy, ¿de acuerdo?

Ella rodó los ojos.

—Bien.

—¿Desde cuándo dices «Mierda»? —preguntó Draco, divertido y mirándola de reojo—. Nunca creí escuchar a la perfecta Hermione Granger diciendo palabras obsenas.

—Y no tienes idea de cuánta vergüenza siento cada que las digo —contestó ella antes de poder detenerse—. Pero creo que ya me acostumbré un poco.

—¿Sientes vergüenza?

Hermione lo miró, también girando su cabeza para quedar pegada a la pared como él lo había hecho.

—Demasiada —confesó.

—¿Por qué? —Draco la miraba como si hubiera dicho una barbaridad y su tono de voz casi parecía ofendido. Como si le hubieran dicho que le habían arrebatado toda su herencia.

—Precisamente lo que dices tú —murmuró, mordiéndose el labio inconscientemente—. Yo no soy mucho de decir esas palabras. Me regaño internamente cada vez que las digo.

—¿Pero por qué? —siguió preguntando Draco, aún mirándola incrédulo—. ¡Decir palabras obsenas está bien!

Hermione de repente frunció el ceño.

—¿Bien?

—¡Sí! ¡Te hace sentir liberado!

—¿Liberado?

—Mira —él abrió ambos brazos sin previo aviso, girándose para mirar al techo y luego gritó:— ¡Mierda!

Hermione abrió los ojos y, antes de que su mente racional le gritara que lo reprendiera, ella apagó esa voz y se encontró soltando una carcajada.

—¡Deja de reírte e inténtalo! —dijo Malfoy, girándose a ella de nuevo—. Vamos, grita: ¡MIERDA!

—¡Cállate! —Esta vez ella dio una rápida mirada al pasillo para asegurarse que seguía vacío.

—¡PUTA MADRE!

Hermione se encontró riendo de nuevo.

—¡Cállate por favor!

—No lo haré hasta que tú lo hagas.

Ella rodó los ojos, muy reacia a admitir que la situación le divertía.

—Mierda —dijo en un susurro apenas audible, su cuello enrojeciendo.

—¿Qué? —Malfoy se llevó una mano a su oreja, a pesar de que sí la había escuchado—. Disculpa, no te oí.

—Mierda —repitió un poco más alto, esta vez el calor llegando a sus mejillas.

—Oh, vamos, Granger. Sabes que puedes hacerlo mejor.

Ella podía.

—¡Mierda!

—¡Casi! —El rostro de Draco se iluminó y sonrió—. ¡Más fuerte!

—¡Mierda!

—No, no. Así mira: ¡MIERDA!

Hermione soltó una carcajada y luego reunió todas sus fuerzas, olvidándose de repente del enrojecimiento que había florecido en su cuello y mejillas. Estiró los brazos como Draco lo había hecho antes y luego gritó:

—¡MIERDA!

—¡Eso es! Ahora juntos.

—¡MIERDA! —gritaron ambos al unísono.

Draco era un idiota, realmente Hermione sí se sentía liberada. Quedaban diez minutos para la hora de dormir y ahí se encontraban ellos gritando groserías sin que algo más importara. Ni siquiera la mente racional de la morena parecía estar despierta.

—¡PUTA MADRE! —gritó Malfoy.

—¡PUTA MADRE! —repitió ella y luego al escucharse así misma soltó una gran carcajada que se tapó con su boca para ocultar la mínima vergüenza que todavía tenía.

—¿Te sientes más liberada, no? —preguntó Draco cuando la vio reprimir la carcajada.

Hermione estuvo a punto de contestar cuando una voz la interrumpió.

—¿Quién anda ahí?

La castaña abrió los ojos completamente asustada. Era la voz de la profesora McGonagall. Estaban tan ocupados haciendo esa estupidez que ninguno recordó que alguien podría escucharlos.

—¡Es la profesora McGonagall! —susurró Hermione, histérica.

Draco rápidamente se levantó y tomó la mano de la chica.

—¿Qué haces? —preguntó ella en un susurro.

—¿Hola? —volvió a decir la profesora, cada vez se escuchaba más y más cerca—. ¡Escucho voces y la hora de queda está por llegar!

Hermione no lo pensó más veces y se levantó enseguida antes de que la subdirectora tuviera tiempo de lanzar un encantamiento de detección. Al instante, Malfoy la comenzó a jalar y ambos corrieron muy rápido.

Era una escena divertida, Draco era alto y tenía más fuerza, mientras que Hermione era pequeña y frágil; él la llevaba como un trapo. Aunque, debía admitirlo, se sentía demasiado divertida al estar huyendo de un maestro. Malfoy dio vuelta a la izquierda y siguieron corriendo.

—¡Estoy cansada!

—¡Shhhh!

—¿Adónde vamos?

—¡Shhhh!

Ella frunció el ceño aunque no pudo verla por el ajetreo.

—¡No me shushees!

Draco se detuvo tan bruscamente delante de una pared que Hermione chocó a lado de él. Tomó la barbilla de la morena y la alzó para mirarla directo a los ojos.

—¡Shhhh!

Hermione se alejó.

—Muy gracioso —masculló sarcástica. Luego se giró para mirar la pared donde él los había traído. Un recuerdo estalló en su mente—. Conozco este lugar.

—¡Shhhh!

—¡Malfoy!

—¡Estoy pensando! —dijo él y luego se giró a Hermione con el ceño fruncido—. ¡Y no me llames así!

Ella suspiró y esperó a que Draco hiciera lo que debía. A los pocos segundos, una puerta se fue materializando en la pared. Ella estaba en lo correcto: era la Sala de Menesteres. El rubio miró a ambos lados y luego jaló a Hermione hacia la puerta.

—¿En qué pensaste? —preguntó ella.

—Ya lo verás —Fue todo lo que respondió.

Draco abrió la puerta y rápidamente se adentraron al lugar. Ella no pudo ver nada.

—¿Por qué no hay luz?

—Porque necesitaba un lugar que al entrar no hubiera luz.

El ambiente era frío, así que supuso que donde la habitación los había traído era una simulación al aire libre.

—¿Y por qué? —preguntó ella.

Escuchó el bufido de Draco a su lado.

—Porque quise hacerme el interesante, ¿por qué otra razón sería?

Hermione rodó los ojos aunque sabía que él no podía verla.

—¿Estás lista? —preguntó su voz.

—Sí.

Mágicamente, el lugar cobró toda luz necesaria. Ella no podía creer lo que tenía delante. Era... Sólo era muy bello para describirlo.

—Wow —Fue todo lo que su lengua pudo decir.

Ella sintió los hombros de Malfoy ensancharse con suficiencia a su lado.

—Te dije que el paisaje que había encontrado era increíble.

—Pero eso no es justo —murmuró, aún demasiado aturdida admirando el lugar—. Fue la sala quien te lo dio. De haberlo pensado antes, yo también pude hacerlo.

—Sí, pero no lo hiciste.

Ella rodó los ojos e intentó caminar, aunque algo se lo impidió. Siguió la dirección de lo proveniente y se sonrojó al darse cuenta que seguía tomada de la mano de Draco. Él también pareció darse cuenta y luego la soltó.

Hermione ignoró aquel hecho y siguió avanzando hacia la hermosa laguna que estaba enfrente de ella.

Era pequeña, el agua era cristalina y fácilmente podía verse la arena que corría debajo de ella. Fuera del castillo ya era noche, así que la morena debía suponer que era un factor influyente del por qué era de noche aquí también. Por increíble que pareciera, la luz de la luna se reflejaba en el agua. Al rededor había arbustos y unos cuantos árboles. Y el césped olía maravilloso. Todo estaba perfecto.

—¿Es lindo, no? —preguntó Malfoy cuando se posó a lado de ella.

Hermione se hincó y apreció la limpia y reluciente agua. Siempre le había gustado lo cristalina que podía verla.

—No te diré que no —respondió—. Este lugar es bellísimo.

Draco comenzó a caminar hacia la derecha sin decir nada más.

—¿Adónde vas? —preguntó.

—Le pedí algo a la sala y ahora voy por ello.

Hermione se quedó observándolo con el ceño fruncido hasta que volvió. Traía una manta junto a él.

—Hazte a un lado —dijo cuando llegó hasta ella.

—Se dice «con permiso» —informó Hermione.

Malfoy suspiró y rodó los ojos.

—Con permiso —dijo en un canturreo burlón. Pero para ella fue suficiente.

Sonrió triunfante y se hizo a un lado. Él extendió la manta hasta que quedó bien acomodada y luego se recostó en ella. Hermione también se sentó en la esquina sin que dijera nada. La morena se acercó a la laguna y metió su dedo al agua, jugando con ella.

En otra vida, le habría gustado manipular el agua.

—¿Cómo fuiste tan inteligente al pensar en esto? —preguntó Hermione, de repente pensándolo.

—Soy el segundo mejor alumno del curso después de ti, ¿qué esperabas?

Ella bufó y luego también se recostó. Sorprendentemente, también había un cielo estrellado en el techo. Todo parecía tan real que después de unos segundos de apreciación ella comenzó a olvidar que era una simulación.

—Ya encontré a la Osa Mayor y la Osa Menor —avisó la voz de Draco a su lado.

—Yo encontré a Orión —avisó también ella.

Un suspiro.

—Cierra los ojos y disfruta de este lugar, Granger. Merece un buen reporte.

Ella obedeció y aún así habló:

—Mis reportes siempre son buenos.

—Sí, pero ahora queremos uno perfecto.

Hermione ya no respondió y siguió disfrutando de la brisa que le regalaba el viento. Era increíble como la magia podía crear un paisaje tan real. No entendía el fin de ese proyecto, Hogwarts en sí ya era una maravilla.

—Granger —llamó Draco, sacándola de sus pensamientos luego de unos minutos de silencio cómodo.

—¿Hmm? —murmuró ella sin abrir los ojos.

—¿Quieres entrar?

—¿Adónde?

—Al agua.

Ella abrió los ojos y luego se giró para mirarlo con el ceño fruncido. La expresión de Draco no estaba vacilante y no parecía ser una broma.

—¿Al agua? —preguntó incrédula—. Ninguno trae ropa de baño. Además, ya es noche.

—Que sea de noche no debe impedirnos nada —dijo él sentándose en la manta—. Y no te preocupes por lo del bañador; es lo mismo que la ropa interior.

Draco se puso de pie al mismo tiempo que Hermione se sentaba. Rápidamente y antes de advertirlo, se comenzó a quitar la camisa blanca que traía, dejando desnudo su estómago.

—¿Enserio te vas a meter? —preguntó, un poco aterrada.

Un leve encogimiento de hombros.

—No veo nada que me lo impida.

Se bajó los pantalones y quedó sólo en unos bóxers negros que le llegaban al muslo.

Hermione tragó saliva y desvió la vista. Nunca había visto a un chico sin tan poca ropa y no supo si eso la hizo sentir incómoda o nerviosa.

—¿No vendrás? —preguntó él.

—No —dijo en un murmullo.

Hubo silencio antes de que una risa suave atravesara el lugar.

—¿Por qué no me miras?

Hermione casi podía sentir una sonrisa triunfante en su rostro. Malfoy no esperó respuesta y se adentró al agua.

—¡Por Merlín, Granger! —dijo él, una vez dentro—. ¡El agua está increíble!

Ella giró su vista hacia él y pudo darse cuenta que se había ido hasta el centro y rociaba agua en su rostro. Debía admitir que ganas no le faltaban para entrar. Draco se giró hacia ella.

—Dime cuánto tiempo llevas sin meterte al agua.

—Todos los días me baño —respondió con una sonrisa astuta.

—Graciosa. Sabes a qué me refiero.

Ella resopló.

—No lo sé, ¿tal vez dos años?

—¡¿Dos años?! Mierda, Granger. ¿Cómo aguantas dos años sin entrar al agua? —preguntó y ella sólo se encogió de hombros en respuesta—. Anda, entra aquí.

—No traigo ropa de baño —dijo ella—. Y antes de que lo sugieras, no me verás en ropa interior.

Draco rápidamente alzó ambas manos a la altura de su cabeza e hizo expresión inocente.

—Prometo no intentar nada.

Hermione rió. Debía admitir que se sentía bien convivir con él.





















———
Me han pedido que escriba esta historia desde el punto de vista de Draco. Debo admitir que la idea me llamó mucho la atención, hay varias cosas que les sorprenderían en las acciones que tiene el hurón 👀

—nico🐑

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