17. Lo que Daniel ocasionó

Hermione escuchó el cansado gruñido de Malfoy a su espalda.

—Granger, no miento cuando digo que ahí dentro hay sólo idiotas —dijo en un intento de hacerla cambiar de opinión. Pero ella siguió caminando y él resopló antes de seguirla—. ¿Enserio irás tú sola por tu varita a una habitación llena de chicos sólo para ir con Krum?

Hermione comenzaba a impacientarse. Si tan sólo Malfoy pudiera ser un poco caballeroso, esta situación no estaría sucediendo y podrían tener una conversación civilizada.

—Sí —respondió ella cansadamente mientras seguía avanzando a la sala común de Slytherin.

Él gruñó de nuevo.

—¿Por qué?

—Porque no voy a hacer lo que tú quieras, Malfoy. Recuerda que yo no soy como esas personas con las que acostumbras estar. No voy a convertirme en una seguidora tuya.

—Sí, lo sé perfectamente —contestó y ella por el rabillo vio que rodaba los ojos—. Pero sólo estoy pidiéndote que no vayas con Krum.

—Entonces dame un argumento válido por el cual deba dejar plantado a un chico lindo como él.

Hermione pudo ver cómo Malfoy hacía una mueca de disgusto, aunque sin mirarla a ella.

—¿Enserio te parece lindo? —preguntó—. Está horrible. ¿Acaso no has visto sus cejas? ¿Su acento no te molesta ni siquiera un poco?

La morena rodó los ojos justo cuando dieron vuelta en una curva. Odiaba cuando la gente se ponía a criticar el físico de los demás, pero de Malfoy no podía esperar más.

—¿Siempre te fijas en el físico? —replicó Hermione con una pregunta.

Él se encogió de hombros.

—La mayoría de las veces.

Ella lo miró de reojo, dándole una mirada molesta. Una creativa lista de insultos cruzó por su mente pero se obligó a mantenerse callada.

—Idiota —Fue todo lo que se permitió despotricar.

—Bueno, bueno... No siempre.

Hermione dijo la contraseña para poder entrar y sin importarle quién estuviera en la sala común, subió rápidamente las escaleras de las habitaciones de chicos. Nunca había estado en la habitación de Malfoy, y debía admitir que se sentía nerviosa.

—¿Segura que quieres entrar? —Draco preguntó cuando la alcanzó—. No miento cuando te digo que está repleto de hombres. Y repito, la mayoría son unos idiotas.

Ella le frunció el ceño, aún subiendo las
escaleras.

—¿Y qué demonios hacen tantos chicos a esta hora en una sola habitación?

Malfoy alzó ambas manos en señal de paz.

—No me mires a mí —dijo—, no tengo nada qué ver.

Hermione suspiró y puso su mano en la perilla una vez llegó al dormitorio. Aunque justo antes de abrirla, se detuvo y comenzó a preguntarse si en realidad valía la pena arriesgarse tanto.

—Aún puedes aceptar mi oferta —ofreció él, dándole una mirada medio divertida y suplicante.

Ella no tenía muchos ánimos de salir a Hogsmeade, pero tampoco de ir con Draco. Le molestaba que él siempre quería hacer lo que él deseaba. Alguien ya debía hacerle saber que sus órdenes no siempre serían realidad. Esa era la mayor razón por la que no aceptaba su propuesta.

Movió la perilla y entró.

Al momento se arrepintió. Había por lo menos diez hombres en la habitación (entre ellos Blaise y el chico de séptimo grado que Hermione nunca supo su nombre) y todos giraron su rostro en cuanto la chica se adentró a la habitación. La miraban con cejas alzadas. ¿Qué hacían tantos hombres ahí? No tenía idea. Lo único que veía eran miles de empaques de frituras y bandejas de comida ya vacías por todo el suelo.

Se giró hacia Malfoy para preguntarle dónde tenía guardada su varita, pero antes de poder hacerlo, hizo una seña de candado a su boca, dando a entender que él no diría nada. La morena le rodó los ojos desesperadamente y se dio la vuelta de nuevo.

Avanzó hacia la que creyó era la cama de Malfoy (lo supuso porque era la más limpia y lujosa). Toda la habitación se quedó en silencio mientras Hermione avanzaba. Era realmente incómodo.

—¿Qué hace ella aquí? —preguntó el chico de séptimo. Hermione vio de reojo cómo Draco solo se encogía de hombros. Él estaba recostado en el umbral de la puerta esperándola.

—Viene por unas cosas —se limitó a responder.

Hermione comenzó a rebuscar más rápido en el baúl de Malfoy; era el único lugar que se le ocurría que podría estar su varita.

Quería salir cuando antes de aquí. Toda la habitación la miraba, parecía como si se hubieran pausado para que ella hiciera lo que debía. Y era realmente porque sentía todas las miradas sobre ella, y no exactamente de una buena manera. Se arrepintió mucho de haberse puesto las mallas que le quedaban demasiado pegadas a sus piernas; nunca las usaba, pero por alguna razón creyó que hoy que iría a Hogsmeade sería buena idea hacerlo.

Después del primer minuto, ella realmente quería que la tierra se la tragara.

—¿Qué está buscando? —preguntó Blaise rompiendo el silencio. Hablaba como si Hermione no estuviera ahí, y eso la hizo sentir más incómoda.

—¿Busca algunos de tus condones para pasar la noche, Draco? —preguntó otro chico.

A Hermione casi se le cae la boca de la impresión. La vergüenza la invadió y se tornó totalmente roja. Algunos chicos comenzaron a reír por el comentario. Malfoy intentó decir algo pero Hermione lo interrumpió.

Esto era una mala señal. Ella era pésima controlando sus réplicas cuando la ofendían de una manera tan atroz. En ocasiones como esta, su instinto impulsivo de Gryffindor relucía en todo su esplendor.

—¡Por supuesto que no! —protestó indignada dándose la vuelta y llamando la atención de todos, lo que la hizo enrojecer más—. Vengo por algo que a ustedes no les incumbe.

Oh, Harry. Cuánto necesitaba a Harry en estos momentos. Ella sabía que era su habitación, pero él casi nunca entraba más que para dormir, odiaba el lugar tanto como ella justo ahora.

—Uy, uy, uy... —canturreó el chico de séptimo, con una mirada medio lasciva que casi la hizo querer vomitar—. La leona tiene garritas...

Hermione comenzaba a molestarse, pero de una extrema rabia. Giró su mirada hacia Draco, pero él sólo la miraba con expresión de «Te lo dije». Ella sólo quiso maldecirlo por actuar tan idiota, por su culpa ahora se hallaba en esta asquerosa situación.

Decidió que los ignoraría para salir más rápido, luego se dio la vuelta y siguió buscando en el baúl.

—¿Y cuánto tiempo tardarás en buscar eso que no nos incumbe? —preguntó el mismo chico molesto de séptimo. Su tono demasiado arrastrado—. Porque yo estoy viendo algo que sí me incumbe y no sé qué podría suceder...

Hermione casi vomitó al darse cuenta de que se refería a su trasero. Sintió que de repente se ponía pálida y se puso de pie con rapidez, dándose la vuelta para enfrentarlo con una mirada enfurecida. El chico sólo la miraba con ojos divertidos, como si realmente lo estuviera disfrutando.

—Daniel  —dijeron Blaise y Draco al mismo tiempo, ambos tonos extrañamente mortales.

—Es suficiente —añadió Malfoy, sorprendentemente con un tono aún más mortal que el anterior—. Te lo advierto.

—Oh, vamos, amigo —replicó el mencionado, sonriendo perezosamente—. ¿Cómo esperas que reaccionemos si traes a una chica tan candente a esta habitación?

—¡Idiota! —gritó Hermione totalmente ofendida. Empuñó sus manos hasta que sintió que las uñas le rasparon. Estaba temblando.

—No lo tomes a mal, Granger —murmuró con un ridículo guiño del ojo que más bien pareció un tic—. Te estoy haciendo un cumplido.

Un profundo gruñido desgarró el ambiente.

—¡Te dije que pararas! —Draco avanzó rápidamente hacia Daniel y este último se puso de pie.

Estuvieron a punto de iniciar una pelea cara a cara de no ser porque fueron detenidos por otros alumnos tomando sus brazos.

—¿Qué es lo que pasa contigo, Malfoy? —refutó Daniel a unos centímetros de la cara del rubio—. Has estado bastante marica estos últimos días. ¿Esta chica es la razón?

Draco se movió pero Blaise lo tomó más fuerte de los brazos. Hermione sólo miraba la escena aterrada. No tenía idea de qué hacer o cómo reaccionar. La idea más razonable que cruzó por su cabeza fue salir corriendo y después pedir a Malfoy su varita, pero otra parte de ella le gritaba que debía quedarse para impedir algo estúpido.

—No te culpo —Daniel dijo de nuevo con una sonrisa lasciva y miró de pies a cabeza a Hermione, quien de repente se sintió pequeña ante sus ojos—. Probablemente yo también lo haría.

Draco se deshizo del agarre de Blaise y con una sola mano logró darle un puñetazo en el rostro a Daniel. Este último solo giró toda su cabeza y luego escupió sangre al suelo.

—Maldito idiota —escupió Malfoy, de repente lleno de rabia—. ¿Cómo te atreves...?

Daniel y Draco comenzaron a moverse desesperadamente para intentar soltarse de los agarres, mientras que Hermione seguía sin saber exactamente qué hacer.

Daniel logró darle también un puñetazo a Draco, sólo que él no llegó a escupir sangre. O al menos no quiso mostrarlo.

—¡Basta! —gritó Hermione avanzando hacia ellos, ordenando a sus músculos moverse en un intento de detener las peleas de bárbaros que siempre se creaban entre los hombres.

—No te acerques, Granger —advirtió Blaise con una voz dura y forzada mientras seguía tomando a Draco por los codos. Pero a ella no le importó. Se acercó demasiado y se puso en medio de los dos chicos; sólo por instinto, protegiendo el lado de Malfoy.

—¡Detente! —gritó hacia Daniel, no sabiendo si sería del todo útil con alguien tan animal como él.

El chico no la miró, pues aún veía con ojos furiosos a Malfoy, pero sí le dedicó una sonrisa.

—Aléjate, Granger —dijo—. Sería una lástima arruinar esa carita de ángel que tienes.

—¡Atrévete a hacerlo, idiota! —refunfuñó Draco.

—¡No! —gritó Hermione, tratando de mantener la distancia entre los dos cuando comenzó a ser aplastada por ambos cuerpos—. ¡Basta ambos!

Ella sintió cómo unos largos dedos se enrollaban en su brazo derecho y luego la jalaban hacia atrás para impedir que siguiera aplastándose. No hacía falta voltear para saber que era Malfoy.

—¿Qué mierda está pasando aquí? —preguntó la voz de Harry poniéndose delante de Hermione en menos de un segundo. Ella nunca había sentido tanto alivio de verlo.

—¡No es tu asunto, Potter! —gruñó Daniel cuando logró zafarse de su agarre, sin embargo, esta vez no intentó volver a golpear a Draco, aunque seguía mirándolo furiosamente.

—Se convierte en mi asunto cuando intentas golpear a mi mejor amiga —dijo un desafiante Harry.

Ahora tal vez también esto era mala idea. Su mejor amigo era también muy impulsivo y probablemente sería peor con un Slytherin delante.

Hermione sintió otros dedos cerrarse en su brazo y jalarla. Se sintió aliviada al darse cuenta que era Ron. Él la atrajo hacia él y la rodeó con sus brazos.

Draco hizo un rápido movimiento para salir de su agarre y lo logró. Se puso a lado de Harry y miró a Daniel, desafiante. Hermione habría querido una foto de ambos haciendo un complot si hubiera podido.

—No vuelvas a faltarle al respeto —gruñó con el mismo tono de voz mortal que había tenido antes. Si Hermione hubiera estado más cuerda, habría pensado en esa línea como una hipócrita, pero en estos momentos a ella poco le importó.

—¿Y quién me lo va a impedir? —replicó Daniel entrecerrando los ojos hacia ambos.

—Yo lo haré —respondió Harry.

Malfoy sólo lo miró confundido. Luego avanzó hasta el buró que estaba a lado de su cama y abrió un cajón. Sacó la varita de Hermione para entregársela sin siquiera mirarla y luego salió de la habitación sin decir nada más.

Ron la jaló y junto a Harry salieron de la habitación.

—¿Estás bien? —preguntó el azabache cuando los tres llegaron a la sala común, lejos del alboroto. Hermione sólo asintió con la cabeza—. ¿Qué pasó allá arriba?

Ella vaciló.

—Yo... Iba... No creo querer hablar de eso ahora.

Harry y Ron se miraron el uno al otro y ella no pudo deducir qué era lo que intentaban decirse.

—Está bien —dijo Ron al final, sorprendiéndola—. Puedes irte si eso quieres.

—Gracias —murmuró ella, sin saber exactamente qué más decir. Sonrió a sus amigos y se alejó hasta llegar a las escaleras de los dormitorios de chicas. Ya no tenía ánimos de ir con Víktor. Cuando lo viera le pediría disculpas por haberlo dejado plantado.

Cuando llegó a su habitación cerró la puerta detrás de ella y suspiró mientras dejaba caer su cabeza en la madera.

Gracias a Merlín no había nadie en la habitación. Avanzó hasta la cama más cercana y luego se sentó en ella.

Suspiró de nuevo. ¿Enserio tanto problema había sucedido solo por un comentario? Pero no fue cualquier comentario, se recordó ella misma. El chico de séptimo había sido demasiado grosero con lo que dijo. Y además, no fue culpa de Hermione que todo aquello sucediera. Aunque ella no pensaba lo mismo. Draco había terminado golpeado, y todo por defenderla. ¿Realmente la había denfendido? Ella estaba muy sorprendida. Normalmente Malfoy era quien hacía las ofensas.

Y entonces recordó cómo lo había visto salir con todo el labio partido por el golpe que le dio Daniel. Rápidamente volvió a ponerse de pie y salió de la habitación.

Cuando llegó a la sala común, miró sigilosamente a sus amigos. Ellos estaban hasta el fondo sentados en una mesa. Harry y Ron estaban de espaldas así que no podrían verla. La única que logró divisarla fue Ginny, pero Hermione sabía que era lo suficientemente cautelosa como para no mencionar nada.

Cruzó el lugar y luego salió de ahí. Una vez fuera, trató de pensar adónde pudo haber ido el rubio. Debido a que tenía una herida, Hermione debía suponer que fue a la enfermería. Pero no creía que él quisiera rebajarse a admitir que alguien lo goleó, así que su segunda opción fue el baño de chicos.

Casi corrió hasta llegar ahí. Tardó aproximadamente siete minutos para llegar cuando se detuvo en la puerta. Eran los baños de hombres, se suponía que la entrada de mujeres no estaba permitida. Aunque a Hermione pareció valerle un comino. Movió la perilla y entró. Los baños eran iguales que los de mujeres, sólo que aquí había unos cuantos retretes.

—¿Hola? —habló alzando la voz y escuchando su propio eco.

—¿Quién está ahí? —respondió la voz de Draco, un poco ahogada. Su teoría fue acertada.

—Soy Hermione.

Se escuchó un bufido.

—¿Y qué mierda haces aquí?

La puerta de un baño de la izquierda se abrió de un portazo, haciendo que ella dieron un pequeño salto, y de él salió Malfoy con un labio dolorosamente hinchado.

—Yo sólo... —Hermione intentó, pero ahora no entendía por qué había venido. Draco la miró con la ceja alzada, luego la pasó de largo y llegó hasta el lavabo. Abrió el grifo y se echó agua en el rostro.

—Es el baño de hombres —dijo él luego de unos momentos—. No debiste haber entrado en un principio.

—Lo sé...

—Pudieron haber estado más hombres aquí —interrumpió. Él tocó su labio partido y luego hizo una mueca de dolor que después intentó reprimir cuando se recordó que ella seguía aquí.

—Sólo quería venir a ver cómo estabas —murmuró Hermione con la mirada baja, sintiéndose repentinamente tonta.

Él la miró a través del espejo durante unos segundos antes de desviar la mirada.

—Pues estoy bien —respondió entre dientes—. Ahora puedes irte.

Pero Hermione no quería irse en realidad. Por alguna tonta razón (tal vez por su nobleza), creía que lo mínimo que podía hacer ahora era estar con él.

—¿Cómo sigue tu labio? —preguntó cautelosamente, intentando sacar un tema de conversación muy pobre.

—¿Cómo lo miras? —preguntó incrédulo mirándola a través del espejo de nuevo. Luego se dio la vuelta para mirarla directamente.

—Está menos hinchado —observó positivamente Hermione.

Él le rodó los ojos.

—Sí, bueno, ni siquiera hubiera estado hinchado si me hubieras hecho caso.

Hermione se mantuvo en silencio unos segundos antes de entrecerrarle los ojos.

—¿Qué intentas insinuar? —preguntó, no muy segura de querer saber la respuesta.

—Que si hubieras dejado a Krum desde un principio, yo te hubiera regresado tu varita sin ningún problema y ambos fuéramos felices y sin labios partidos.

Ella no respondió y sólo lo miró a los ojos. No encontraba nada qué decir. Lentamente la actitud idiota de Malfoy estaba volviendo.

—De igual manera no fuiste con Krum —añadió Draco en un tono casi molesto. Él rodó los ojos de nuevo.

—No tenía ganas —contestó aplanando los labios en una sola línea para mantener a raya sus emociones.

—Pues tus caprichos hicieron que mi labio doliera.

—Te estabas comportando como un idiota, Malfoy —Hermione refutó—. Querías que hiciera todo lo que tú dijeras. Y no es así, debes entender que no todos estamos a tu disposición.

—Sí, ya lo sé, Granger. Tú eres diferente. Ya me ha quedado muy claro —masculló y enfatizó la palabra «diferente« haciendo comillas. Eso en realidad la comenzó a molestar.

—Fuiste tú quien inició la pelea —espetó con voz enojada.

—Sí, pero por tus caprichos fuimos a la habitación. Donde yo te advertía que habrían muchos hombres. Pero todo porque querías hacerte la Gryffindor.

E iban con lo mismo. Malfoy ponía a Hermione furiosa cada vez que insinuaba eso sólo por su casa. Con este chico retrocedía dos pasos cada vez que creía avanzar uno.

—¡No es mi culpa que tengas amigos tan pervertidos! —gritó— ¡Yo no hice nada!

—¿No fue tu culpa? —el rubio se acercó peligrosamente a ella hasta quedar a pocos centímetros— Hermione, ese maldito trasero que te cargas insinúa a todos.

Su nombre de pila nuevamente. Usado en una oración asquerosa. Ella no pudo haberse sentido más rabiosa.

La chica apretó los dientes totalmente furiosa. Levantó la mano y le dio una tremenda cachetada.

A Draco se le volteó la cara que intentó suavizar poniendo una mano encima. Tensó la mandíbula pero no la miró.

—Creo que tuve suficientes golpes por hoy, ¿no?

—¡Y te mereces más! —le gritó en cara.

No podía creer lo que había dicho. Hermione sólo venía ayudar. ¿Y qué era lo que recibía? Un Malfoy echándole en cara que todo fue su culpa y además insinuando sobre su trasero. Quería maldecirlo miles de veces por ser tan idiota. La morena lo rodeó para hacer su salida furiosa, pero Malfoy rápidamente se dio la vuelta y la tomó de la muñeca.

—¡Está bien! —dijo—. ¡Me los merezco!

—¡Suéltame! —gritó la chica.

—Por favor, Granger...

Ella dejó de forcejear, lo miró y luego suspiró intentando mantener la calma.

—Suéltame, Malfoy —exigió con voz tensa.

—No —dijo él. Hermione se desesperó y comenzó a mover su mano para poder salirse de su agarre. Sus dedos estaban tan clavados en su muñeca que estaba segura que después quedarían marcados.

—¡Voy a decirle esto a Ame! —dijo en un pobre intento de amenaza. Malfoy no respondió—. ¡Estás violando la regla de los dos metros!

Él bufó.

—Me importa un comino.

Draco hizo una maniobra y tomó también la otra mano de Hermione.

—Suéltame —volvió a protestar ella, sintiéndose temblar nuevamente.

—No hasta que te calmes.

—¡No quiero calmarme!

—¡Agh! Carajo, Granger. Debes dejar de ser tan malcriada.

Hermione le alzó ambas cejas. ¿En realidad se había atrevido? ¿Es que acaso nunca se había mirado a un espejo?

—¿Ah? —bufó molesta—. ¿Entonces soy yo la malcriada?

Malfoy tensó la mandíbula y cerró los ojos durante unos largos segundos antes de abrirlos y suspirar. Ella se dio cuenta que algo en su mirada cambió y de repente lo encontró con una expresión cansada.

—No, mierda, no. Soy yo. Soy yo, Hermione. Yo soy el maldito malcriado que te hizo la vida imposible durante cinco putos años. Te vi llorar por mi causa y me valió un entero cacahuate. Te insulté hasta el cansancio y ahora me arrepiento. Soy un completo idiota, pero prometo ya no serlo más. Disculpa por como te traté hace unos momentos. Es que estoy malditamente molesto porque Daniel te haya faltado al respeto. Me recuerda a mí mismo los años anteriores.

«Perdón, maldita sea. Solo soy un chico de dieciséis años que se arrepiente de haberle hecho daño a una chica tan buena como tú. Prometo no volver a ofenderte de ninguna manera. Solo por favor deja de echarme en cara la mierda de persona que soy porque viniendo de ti, me hace sentir horrible».

Dicho eso, Draco soltó ambas muñecas, como si creyera que había sido suficiente por una noche.

Y para ese momento, Hermione ya había dejado de luchar en su agarre, sintiéndose con la garganta seca.

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