14. Molesto

Casi una semana había transcurrido desde el beso que Draco había dado a Hermione.

Después de que ella se le hubiera revelado en aquella aula vacía, no habían vuelto a intercambiar palabras. Se seguían viendo en sus clases, eso era obvio, pero ni uno ni otro se atrevía a hablarse. Hermione comenzaba a impacientarse, pues debían terminar su proyecto. Ella no creyó que después de decirle esas cosas, él se pondría sus moños y le dejaría de hablar.

Suspiró mientras comía una tostada a la hora del desayuno en un jueves de febrero. Unos días más y ya entrarían en marzo.

—¿Qué te pasa? —preguntó Ginny, quien estaba sentada a su lado izquierdo—. Estás más callada de lo normal.

Habían dos cosas que la estaban atormentando, la primera era lo de Malfoy. Realmente le molestaba que él hubiera dejado de lado el proyecto que afectaba a ambos, sólo por aquel incidente; y la segunda era que no le había contado nada a Ginny. En realidad, no le había dicho a nadie. Eso la estaba carcomiendo, se sentía con la necesidad de contárselo al menos a una persona.

—No pasa nada —respondió Hermione forzándose a darle una sonrisa a su amiga. Por más que quisiera soltar el tema, no sabía cómo hacerlo.

—Te conozco lo suficiente para saber que algo te pasa —le replicó ella rodando los ojos—. No me creas tonta.

—No te creo tonta, Ginny —Fue lo único que se le ocurrió decir.

No lo era, para nada. Era demasiado inteligente y astuta. Tal vez un poco más para el agrado de Hermione. Y no porque odiara esa parte de ella, sino porque gracias a eso, la morena nunca podía mentir sin ser descubierta por Ginny. Esta era una experta descubriendo mentiras, y aún más si quien las emitía era alguien pésima para ellas, como Hermione.

—¿Entonces por qué no me cuentas eso que tanto te agobia? —preguntó Ginny en un susurro, ya que Harry y Ron se acercaban a ellas. Su amiga sabía perfectamente cómo manejar las situaciones.

Hermione agradeció la llegada de sus amigos para desviar el tema de conversación, aunque se sintió culpable por ignorar a la pelirroja, quien resopló ante su actitud.

—Hola —saludó Hermione cuando los chicos tomaron asiento, rezando a Merlín para que trajeran consigo algo interesante para hablar que desviara la atención.

Pero no pareció ser así.

—Hola —respondieron ambos.

—¿Qué hay de desayunar? —añadió Ron, dándole una mirada hambrienta a los platillos que tenía delante suyo.

—Mentiras de Hermione —dijo Ginny en un susurro apenas audible solo para la castaña.

Hermione se abstuvo de darle una mirada reprochable y pronto sintió a la pelirroja rodar los ojos. Ella y su hermano tenían maneras muy parecidas de atraparla.

—Yo desayuné tostadas con mermelada —se limitó a decir Hermione a su amigo, esperando que Ginny no le respondiera algo tonto.

Él solo asintió y tomó la primera cosa que vio en la mesa. Harry tomó pastel de calabaza con un zumo y luego ambos comenzaron a comer. La de cabello espeso sacó un libro para leer mientras sus amigos terminaban de desayunar para después ir a clases. Ginny se paró cinco minutos después y avanzó a su clase, ya que el aula a la que ella iba estaba un poco más retirada.

—Vas a contarme —dijo al oído de Hermione como exigencia, no como petición, antes de salir por la puerta.

La morena la miró alejarse. Sí, definitivamente le contaría todo. ¿Quién mejor para contarle todo lo sucedido con Malfoy? Además, sabía que no la dejaría en paz hasta hacerlo.

—¡Hermione! —Una mano se puso en la mesa con brusquedad, haciendo dar un pequeño brinquito a todos los presentes, y atrayendo la atención de la morena.

Giró su cabeza y se encontró con Amelia. Sonrió.

—Hola —saludó.

—Hola —respondió de vuelta sentándose a su lado, justo al frente de Harry, los miró—. Hola chicos.

Tomó la tostada de mermelada que Ron estaba por meterse a la boca y comenzó a comérsela.

—¡Oye! —protestó Ron en un gruñido—. Estaba... ¡Auch!

Un pequeño sonido hueco hizo saber a Hermione que Ron había sido golpeado en las costillas. Frunció el ceño cuando la idea de que fue Harry pasó por su mente, pues era el único suficientemente cerca para hacerlo.

—¿Qué decías? —preguntó Amelia cuando terminó de masticar para no hablar con la boca llena. Tenía una mirada completamente casual, como si sólo estuviera tomando su desayuno en presencia de alguien más.

—Ya nada —bufó Ron, después de darle una mirada extraña a su mejor amigo—. Me haré otra.

Amelia sólo frunció el ceño, encogiéndose de hombros y siguió comiendo. Cuando terminó su bocado, pareció recordar a qué había venido y se giró con Hermione.

—Quiero decirte algo —avisó a la morena.

—Dime.

—Me —Luego empezó a reírse sola y aún más cuando Hermione frunció el ceño—. Bien, olvida ese chiste. ¿Segura que quieres que lo diga aquí?

Ella tardó en entender el chiste, pero luego frunció aún más el ceño hacia la castaña.

—¿Por qué no podrías? —replicó tomando una copa.

Amelia se mordió el labio y luego se encogió de hombros.

—No es que no podría. Me refiero a que... A la mierda, lo soltaré de una vez. Draco quiere que vayas hoy a su habitación.

Hermione casi se atragantó con el jugo que estaba tomando. Al igual que Ron con su tostada. Amelia soltó una carcajada al ver que el pelirrojo se manchó de mermelada su túnica.

La morena, en cambio, tosió unos momentos antes de volver a recuperarse para poder hablar, pero Ron lo hizo primero.

—¿Malfoy? —preguntó— ¿Para qué la quiere Malfoy en su habitación?

—Sí —coincidió Harry, con el ceño fruncido—. ¿Para qué la quiere en su habitación?

Amelia y Harry conectaron miradas por apenas unos instantes, pero luego las desviaron.

—No lo sé —contestó esta, encogiéndose de hombros y con un tono casual—. Sólo me dijo eso. Sabrá Merlín qué mierda quiere que le hagas.

Lo último lo dijo con un canturreo divertido. Dio un trago de un zumo y a través de sus pestañas vio la mirada asqueada que le dieron Ron y Hermione.

—¡Ay, no, por favor! —Ron hizo una extraña mueca, como si estuviera tratando de quitarse la imagen mental que se había creado. Luego tomó una servilleta para limpiarse la mermelada que se había manchado.

—Tú cállate —dijo Ame hacia Ron—. No tienes derecho a opinar sobre esto. He visto como Jennifer entra a tu habitación cada maldita tarde.

Harry escupió el zumo de naranja que estaba tomando y luego comenzó a reír con ganas.

Hermione abrió los ojos como plato. Y Ron simplemente se puso tan rojo como su cabello. La risa de Harry era contagiosa, por lo que Amelia no pudo evitar unírsele. Hermione estuvo a punto de reír también, pero su sorpresa era mayor.

—¿Jennifer Bane y tú? —preguntó Harry cuando sus risas habían cesado un poco.

—Mierda, ¿acaso no los has visto, Harry? —preguntó Ame— Se dan unos tremendos revolcones.

Hermione abrió más los ojos hacia Ron.

—¡Eso no es cierto! —protestó él y luego se giró con mirada suplicante hacia la morena, como si temiera que en cualquier momento le enumerara las mil razones por las cuales hacer eso en la escuela estaba mal—. ¡Te juro que no es cierto, Hermione!

Ron parecía un niño chiquito tratando de enmendar el error que sabía que había cometido, lo cual esta vez sí causó gracia en la chica y se tapó la cara para después reír.

—¡Eres un cerdo! —dijo aún con sus manos en su rostro.

Escuchó el resoplido de Ron, girándose hacia Amelia.

—Mierda —dijo él—. ¿Ella te lo dijo?

—No —le respondió ella encogiéndose de hombros—. Fue una suposición, pero acabas de confirmármelo.

Ron abrió la boca y, si Hermione antes creía que no podía ponerse más colorado, ciertamente se había equivocado. Harry parecía incluso que estaba por quedarse sin aire mientras reía con la tostada en su boca y una mano tapándose esta para no verse maleducado.

—Eres un idiota —le reprochó Harry en un intento de parar sus risas.

—Cuida tus palabras, Potter —dijo Ame mientras se ponía de pie—. Quién te asegura que dentro de poco no estarás igual de atontado con él...

Sonrió con una mirada que la morena no pudo identificar y luego se alejó. Hermione levantó la mirada justo a tiempo para poder ver cómo los ojos de Harry la seguían disimuladamente hasta que salió por las puertas del Gran Comedor.

•••

—Entonces, ¿para qué mierda te quiere Malfoy en su habitación? —preguntó Ron por milésima vez.

Hermione había obligado a Harry y Ron a hacer sus deberes, así que ellos se encontraban en una mesa de la sala común de Slytherin. Pero el pelirrojo no dejaba de preguntar por aquello.

—No tengo idea —respondió ella por milésima vez.

Tenía pensado no ir, de hecho. Ella no creía que fuera buena idea. Si Malfoy quería contarle o decirle algo, podía decírselo en persona, y no obligarla a subir hasta su habitación. Le hacía quedar como alguien que debía seguir sus instrucciones y no quería ser así.

—Pero debe haber al menos algún motivo que puedas imaginarte —murmuró Harry, distraído con sus deberes.

Molestarla, por supuesto.

—Tal vez quiera hablar del proyecto de señor Binns —replicó la chica al fin. Realmente estaría feliz si el asunto fuera para eso.

—¿No estabas con ese tal Nick? —preguntó Ron—. No recuerdo su apellido.

Harry pareció un poco sorprendido y alzó la mirada de sus deberes para mirar a Hermione.

—Espera —dijo frunciendo el ceño—. Es cierto. ¿Ya no estás con Blythe?

Ron hizo una mueca al recordar el apellido gracias al azabache. Hermione negó con la cabeza.

—Me dijo que no podría hacer el proyecto conmigo. No me dio razones.

—Qué idiota —bufó Harry, compartiendo una mirada con Ron—. ¿Por qué haría eso?

—Ya me cae mal —dijo Ron—. ¿Quién desperdicia el que le hagan la tarea?

—¿Por qué? —preguntó ella, ignorando su pregunta burlona y resistiéndose de rodar los ojos—. Es buen chico. Sólo debió tener algún problema.

El pelirrojo bufó.

—Por su culpa ahora estás con Malfoy.

Harry rodó los ojos, como si de repente hubiera recordado ese hecho. Tomó su pluma y comenzó a garabatear en la esquina de su pergamino; claramente ya estaba aburrido de hacer los deberes.

—Debe ser muy molesto hacer bina con él —masculló luego de unos segundos.

Hermione suspiró pesadamente, indicándoles que era mejor terminar la conversación. Siguieron haciendo sus deberes durante cinco minutos más, hasta que de el azabache resopló y casi arrojó su pluma a la mesa.

—Mierda —dijo Harry rompiendo el silencio—. No puedo. Hermione, ayuda.

—Dame un minuto —replicó ella con una rápida mirada mientras se dedicaba a terminar unos apuntes.

—Pusiste las constelaciones invertidas —Hermione escuchó la voz de Amelia—. Por eso el diagrama salió mal.

La morena levantó su vista y sonrió a su amiga, esta se sentó en la silla de a lado de Hermione y tomó la tarea de Harry para analizarla. Frunció el ceño mientras la revisaba. Hermione agradeció que ya le estuviera ayudando ella y volvió a su trabajo para terminar más rápido.

—¿Significa que tenemos que volver a hacerlo? —preguntó Ron a Amelia. Esta le alzó una ceja.

—¿«Tenemos»? —repitió ella—. No, sólo Harry.

El pelirrojo se ruborizó con ligereza y luego sonrió inocentemente hacia su mejor amigo.

—Es que no entendía y le copié —dijo.

—¡Ron! —reprimió Hermione mirándolo de mala manera apenas escuchó.

—¡Es que es bastante difícil! —se defendió él en un gruñido.

—No lo es —replicó Amelia, aún analizando el pergamino que tenía delante. Ella sacó su varita y comenzó a corregir los errores del diagrama de Harry mientras les explicaba por qué. Después de unos minutos, los chicos entendieron y lo rehicieron ellos mismos.

Amelia se volvió hacia Hermione.

—Hey... —susurró. La morena levantó la cejas en señal de que tenía su atención—. Malfoy te está esperando.

—Dile que no iré —contestó Hermione del mismo modo. Harry y Ron comparaban sus diagramas por lo que no les prestaban atención—. Y que si quiere decirme algo, que venga y me lo diga en la cara.

Ella sabía que era una tontería y que podía ser que Malfoy la estaba necesitando de verdad para ver algo de su proyecto, pero no quería arriesgarse. Amelia se dio por vencida y sólo se encogió de hombros.

—¿Estará alguien hoy en la habitación? —preguntó Hermione luego de unos segundos, cuando escribía las últimas palabras de su ensayo.

Amelia lo pensó unos segundos antes de responder.

—No lo creo. Jennifer estará con Ron. Yo estaré en la fiesta. Y las demás probablemente fuera o aquí en la sala. ¿Por qué?

—Quiero darme un largo baño y ponerme unas mascarillas que mamá me envió de su viaje a Italia.

Su amiga le alzó el pulgar.

—Me encargaré de que nadie entre, no te preocupes.

Hermione sonrió en agradecimiento y tomó sus cosas una vez hechas para después ponerse de pie e ir a su habitación.

Apenas entró y no perdió el tiempo. Puso seguro a la puerta (aunque sabía que no serviría de mucho si alguien usaba el hechizo) y fue directo a su baúl a buscar ropa. Sacó unos vaqueros de mezclilla y una camisa gris de manga larga. Puso todo sobre su cama y tomó sus mascarillas.

Se adentró a los baños y se dio una larga y tranquilizante ducha. El agua caliente siempre le hacía olvidarse de todos sus problemas del colegio. Cerró la regadera para no perder más agua. Se enrolló en una sola toalla y tomó otra para el cabello.

Se acercó al espejo y comenzó a aplicar la mascarilla. Tardó aproximadamente unos quince minutos para que quedara bien adherida y luego se puso una especie de elástico en sus ojos. No podía ver nada. Supuestamente era para relajar el párpado, según su madre.

A ciegas, se quitó la toalla del cabello y palmeando pudo tomar el cepillo. Abrió la puerta del baño y salió de ahí mientras pasaba su cepillo de arriba a abajo por toda su melena.

Pero entonces una extraña sensación de ansiedad comenzó a invadirla cuando reconoció un aroma diferente en la habitación.

Mierda, pensó para sí misma. Rápidamente se quitó la mascarilla de los ojos.

—¡Draco! —gritó— ¡¿Qué demonios haces aquí?!

Él no contestó, estaba lo suficientemente ocupado mirando a Hermione con la boca ligeramente abierta. Se encontraba recostado en la cama que quedaba enfrente a los baños, y tenía ambos brazos detrás de su cabeza.

—Mierda, Granger... Hmm...

—¿Qué? —preguntó esta, frunciendo el ceño. Ella siguió la mirada del rubio hasta llegar a sí misma. Casi quiso que la tierra se la tragara, había olvidado que aún estaba en toalla. Rápidamente se cubrió con sus manos—. ¡Cierra los ojos!

Él le dio una sonrisa burlona.

—¿Por qué? Estoy bastante bien así.

—¡Malfoy!

—Ya, ya, está bien —respondió rodando los ojos. Él sacó sus manos de detrás de su cabeza y tapó sus ojos. Hermione aprovechó el momento para correr hasta su cama y tomó sus vaqueros para después ponérselos rápidamente.

Casi sintió la mirada del chico, así que levantó la vista hacía él y, efectivamente, tenía un orificio abierto entre sus manos. Al notar que Hermione lo había descubierto, volvió a cerrarlo.

La morena tomó una almohada y con máxima puntería, le dio justo en la cara.

—¡Oye! —protestó él sin quitar sus manos de sus ojos.

—Idiota —reprochó ella en un susurro rodando los ojos. Tomó sus cosas y avanzó al baño para poder vestirse tranquila. Se puso el sostén y luego la blusa. Cepilló su cabello y lo dejó suelto para que pudiera secarse. Se enjuagó la cara con agua para que la mascarilla saliera y luego la secó.

Recogió sus cosas y salió del baño.

Draco estaba jugando con el peluche que Ron había regalado a Hermione en uno de sus cumpleaños pasados.

—¿Qué haces aquí? —preguntó ella acercándose a él para poder arrebatarle a su peluche y poder regresarlo a su respectivo lugar.

—¿Quién te lo dio? —preguntó en cambio.

Ella se cruzó de brazos.

—Yo pregunté primero.

—¿Quién te lo dio? —repitió, su tono decidido.

Hermione rodó los ojos.

—Ron —respondió.

Malfoy volvió a dar una rápida mirada al peluche y frunció el ceño, luego regreso su vista a ella.

—¿A la comadreja le gustas? —preguntó.

—¿Qué? —La morena se mantuvo aturdida durante unos segundos—. Por Merlín. ¡No!

—Hmm —murmuró él.

—¿Qué haces aquí? —volvió a insistir Hermione.

—No quisiste ir a mi habitación —contestó encogiéndose de hombros—. Y Blacke me dijo que tú dijiste que mejor te lo dijera en la cara. Así que aquí estoy.

Ella esperó a que dijera que era una broma, pero cuando no fue así, suspiró desesperada.

—¿Y acaso no pudiste esperar a que yo saliera?

Malfoy le alzó una ceja.

—Tardas mucho.

—Repito, ¿acaso no pudiste esperar?

—¿Te molesta que te haya visto casi desnuda? —preguntó después de darle una sonrisa burlona y una mirada divertida.

Sí, a ella le molestaba, y mucho. Hermione no respondió y en cambio se cruzó de brazos, pero con su silencio dijo todo. Draco rió descaradamente.

—Por favor, Granger —canturreó—. Tú un día me viste en toalla también. Ya era hora de que me regresaras el favor.

Ella alzó ambas cejas, ofendida y el chico volvió a reír.

—Era broma.

Hermione apretó la mandíbula y le rodó los ojos de nuevo. Comenzaba a impacientarse.

—¿A qué vienes?

—Por lo del proyecto, ¿a qué otra cosa vendría?

Draco se sentó en la cama.

—¿Tiene que ser justo ahora? —preguntó Hermione—. Tenía planeado dormir unas horas.

—Lamento interrumpir tu futura siesta —dijo con un tono de voz que claramente dejaba en claro que no lamentaba nada—, pero debemos seguir con nuestro trabajo.

—Quedamos en que yo elegiría el siguiente paisaje.

—Y sigo respetando eso —Malfoy se puso de pie de nuevo en un salto—. Sólo vengo a presionarte porque quiero terminar lo antes posible este trabajo.

Hermione suspiró. Mínimo en algo estaban de acuerdo.

—Está bien —dijo—. Prometo tener listo algún paisaje para este lunes al menos.

—¿Lunes? —Draco preguntó—. No, que sea este fin de semana.

—¿Por qué?

—Porque así podremos dormirnos hasta tarde.

Malfoy caminó hasta la salida y Hermione lo siguió. El chico se quedó en el umbral y la morena cuidando la puerta para poder cerrarla.

—No quiero volver a ir a un paisaje de noche —Ella le replicó luego de unos segundos de analizar lo que había dicho.

—¿Por qué?

—Porque no.

—¿Tienes miedo a que vuelva a besarte? —Él alzó una ceja burlona, de repente encontrando el tema divertido. Hermione resopló.

—Nos vemos, Draco.

Cerró la puerta en su cara y se dedicó a dormir unas horas.

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