13. Verdades
Fue un beso sencillo. Draco se alejó dos segundos después de haber tocado los labios de Hermione.
Ella se quedó mirándolo con la boca ligeramente abierta y bastante aturdida, no podía creer lo que había sucedido. No tenía idea de cómo o por qué, lo único que sabía era que no debía tomarse esto muy a pecho.
Draco pareció darse cuenta de lo que había hecho, porque rápidamente comenzó a parpadear y se sentó en el césped un poco nervioso.
Hermione tragó saliva y se sentó también, pero al lado contrario de él, ambos dándose la espalda.
Ella estaba completamente confundida. ¿Por qué demonios la había besado? Hermione había creído que podían llegar a ser amigos, pero aquel beso había arruinado esa posibilidad.
Una tensión invadió el lugar, y el silencio se volvió incómodo. Se giró un poco para ver a Malfoy; él seguía mirando hacia quién sabe dónde, aún sin moverse de su posición. Hermione regresó a su lugar. Se preguntó qué era lo que Malfoy estaba pensando, tal vez ya se había dado cuenta del error que cometió.
Él no le gustaba. Y ese beso lo había dejado muy en claro. Draco era quien la había besado a ella. Hermione ni siquiera cerró los ojos para disfrutar de aquel beso, estaba demasiado sorprendida para hacerlo. El beso no fue correspondido, y eso debía decirle a Malfoy que no volviera a hacerlo. Hermione no iba a ser otra más de sus conquistas.
Cuando el silencio fue demasiado incómodo para la chica, tomó su mochila y se puso de pie.
—Creo que me iré —dijo en un tono bajo pero lo suficientemente alto como para que él pudiera escucharla.
Malfoy levantó sus ojos del suelo y la miró, pero ella desvió la mirada lo suficientemente rápido como para no llegar a hacer contacto visual.
Segundos después, sintió cómo dejó de mirarla.
—Bien —dijo solamente—. Sabes cómo regresar, ¿no?
—Sí —contestó Hermione.
Otro silencio incómodo.
—Bien —dijo ella—. Adiós.
Draco ya no le respondió.
La morena se dio la vuelta y comenzó a bajar la colina. Por suerte, recordó perfectamente el camino de regreso. Lo único malo, era que le daba un poco de miedo regresar sola en la oscuridad del bosque. A paso apresurado, comenzó su travesía mientras intentaba recordar lo menos posible aquel beso.
Cuando llegó al castillo, entró a su habitación lo más rápido posible y metió su mochila a su baúl. Ni siquiera se quitó la ropa cuando ya se había acostado en la cama. Tomó las sábanas y se cubrió de pies a cabeza.
Solo duerme, se decía una y otra vez.
Los minutos pasaban pero el sueño no llegaba a ella. Se movía de un lado a otro, pero por más que intentaba, no lograba conciliarlo.
No podía dejar de pensar en ese estúpido beso.
¿Por qué? Esa era la pregunta que no dejaba de estallar en su mente. Todo iba tan bien, parecía que comenzaban a llevarse mejor. Pero entonces llega Malfoy, y tal cual idiota la besa. Casi había imaginado una amistad con él.
Cuán ingenua había sido.
•••
—Tal vez sólo deba olvidarlo —se dijo Hermione a sí misma en un susurro en la hora del desayuno.
—¿Olvidar qué? —preguntó Ron cuando llegó a sentarse enfrente de ella.
La chica se atragantó con un pedazo de pan que había comido. Inmediatamente tomó jugo para poder pasarlo. Ron sólo la miró con el ceño fruncido mientras comía.
—Nada —respondió ella cuando se recuperó.
—Oh, vamos —intentó—. Pude escucharte.
—Son sólo cosas de chicas —excusó negando con la cabeza y deseando con todas sus fuerzas que dejara el tema.
Él frunció la nariz.
—Ah, entonces no quiero saber.
Hermione suspiró internamente y regresó la mirada a su desayuno justo cuando el azabache llegó hasta ambos.
—Hola —saludó sentándose a su lado.
—Hola —dijeron al unísono Ron y ella.
—¿Qué hay de desayunar hoy? —preguntó Harry innecesariamente, observando las decenas de platillos que tenía delante para elegir uno.
—Mentiras de Hermione —respondió Ron.
Ella se giró a mirarlo con el ceño fruncido.
—Mentiras de... ¿Perdón? ¿Por qué mentiras mías?
—Oh, vamos, mujer. Te conozco desde hace seis años —dijo Ron—. ¿Crees que no sé cuándo mientes? Además, solo comes pan cuando estás pensativa.
Hermione alejó el pan que justo en ese momento estaba comiendo. Luego se limpió las migajas que habían caído en su regazo disimuladamente. Tenía que aceptar que Ron la conocía más de lo que le gustaba admitir.
—Ron tiene razón —dijo Harry tomando el pan que ella había abandonado—. Algo te agobia.
—No es verdad —defendió la chica rápidamente—. Yo sólo tenía hambre.
El pelirrojo murmuró algo que no se entendió por la manzana que comía, luego tragó y gruñó:
—Que te crea tu abuela.
—Ron —reprimió ella con el ceño fruncido hacia él. Este bufó en cambio.
—¿Confías en nosotros? —preguntó él con los ojos entrecerrados hacia la morena y alzándole una ceja.
Eso no iba por buen camino. Era de las típicas pláticas que Ron hacía para hacerla sentir mal y que sacara la verdad. Recurría a la falacia de ad miserecordum. Maldito falaciador.
—Sí —cayó Hermione, frustrada de estar una vez más en su juego.
—¿Entonces por qué no nos cuentas? —preguntó él llevándose una ala de pollo a la boca.
—Simplemente porque no hay nada importante qué contar —respondió encogiéndose de hombros y tratando de sonar lo más casual posible.
—¿Tiene que ver con los Slytherin? —Ron le preguntó de repente parando de comer. Ella luchó por no atragantarse con su desayuno de nuevo.
—No.
—¡Ajá! —Ron la acusó con un dedo—. Otra mentira.
Ella lo miró ofendida y frustrada.
—¿Qué?, ¿y ahora qué me delató?
—Te estás quitando y poniendo tu anillo una y otra vez —observó Harry con una mirada divertida.
De acuerdo, tal vez Harry y Ron la conocían demasiado bien.
—¿Ellos te hicieron algo malo? —preguntó el Weasley rápidamente.
—¿Qué? —preguntó aturdida apenas escuchó la pregunta—. ¡No!
—Fue esa chica Ame, ¿no? —dijo él—. Siempre me dio miedo. Sabía que sería mala influencia para ti.
—¡Oye! —protestaron Harry y Hermione al mismo tiempo.
La morena se quedó unos segundos confundida por la reacción que había tenido el azabache, pero, conociendo a Ron, se apresuró a desviar el tema.
—Ella no tiene nada qué ver —murmuró en un resoplido.
—Lo sé —dijo Ron—. Es que me da miedo.
Ella rodó los ojos y luego volvió a su comida, deseando ya no volver a tocar el tema.
Justo en ese momento, por la puerta del Gran Comedor entraron Draco y Pansy. Esta última casi pegada al brazo del rubio. Venía con una enorme sonrisa, como si fuera un gran triunfo llegar junto al chico. Ambos se dirigieron a la mesa Slytherin y se sentaron a pocos metros de donde estaban Hermione, Harry y Ron.
Theo llegó minutos después y se sentó frente a ellos. Comenzaron a desayunar y entre risas, siguieron.
Hermione no pudo evitar rodar los ojos. Ella estaba en lo correcto: debía olvidarse de aquel beso. Lo único que Malfoy intentaba probar era que ella podía caer a sus pies. Pero la morena no le iba a dar ese placer. Él seguía siendo el mismo idiota de siempre y nada ni nadie podría cambiarlo.
Ella apenas notó la mirada que su amigo pelirrojo le estaba dando.
—Oh, por Merlín —dijo Ron llamando la atención de la castaña—. Es Malfoy, ¿no?
—No —respondió ella rápidamente, esperando que sonara convincente. Algo que en realidad no lo logró porque su voz salió nerviosa.
—¿Te tocó? —preguntó Ron en un gruñido. Hermione no habló, no porque no quisiera sino más bien porque no sabía qué responder.
—Por Merlín —dijo Harry con ojos preocupados demostrando su cariño paternal—. ¿Sí te tocó?
No exactamente.
—No —repitió Hermione, recordando que estaban bastante cerca de los Slytherin y que en cualquier momento podrían escuchar su conversación—. Lo juro. Hmm, estaré en la biblioteca.
Antes de que sus amigos la bombardearan con más preguntas, ella se apresuró a caminar lejos y salir de ahí.
•••
Las letras no se pegaban a su mente. Leer no le estaba sirviendo de nada. Debía mantener su mente ocupada en algo realmente necesario. Sus deberes no, ya los había terminado. A excepción de uno, pero estaba evitándolo a toda costa. Siguió leyendo libro tras libro. Y aunque algunos intentaron hacerle olvidar aquellos pensamientos, tarde o temprano, siempre volvían.
Tenía que dejarlo ir. Había sido un maldito beso que arruinó toda la poca amistad que habían logrado crear. Pero eso sería lo único que iba a arruinar, porque el nivel académico de Hermione, no. Abrió su mochila y sacó pergamino y tinta. Suspiró, se preparó, y luego comenzó a escribir el reporte.
Fue más fácil de lo que imaginó. Ni siquiera pensó en Malfoy alguna sola vez. Su concentración estaba perfectamente situada en el paisaje que habían visitado.
Llevaba escrito casi un metro de pergamino cuando alguien se sentó en la silla que estaba frente a ella.
Levantó la mirada. Oh, mierda, pensó regañándose a sí misma. Se deshizo de cualquier expresión y regresó a su reporte. Aunque esa vez fue más difícil, contando en cuenta que tenía a Malfoy sentado frente a ella.
—Me parece genial que comiences nuestro reporte de una vez —dijo él, rompiendo el silencio.
—Sí —Fue todo lo que Hermione respondió, tenía la garganta seca y tragar saliva no era algo que haría delante suyo.
—¿Te gustó el paisaje?
Ella no entendía por qué Malfoy estaba sacándole tema de conversación. ¿Acaso la expresión de Hermione no lo decía todo?
—Fue lindo —respondió en un tono lo suficientemente borde como para hacerle saber que su presencia le incomodaba.
Pero no pareció notarlo porque él sonrió y se encogió de hombros.
—Lo sé. Tenía que serlo. Fui yo quien lo eligió.
Egocéntrico.
Hermione ya no respondió y siguió escribiendo su reporte. Le quedaba poco para terminarlo por completo. Tal como había mencionado antes, sólo se enfocó en el paisaje, nada fuera de lo normal. Y con «nada fuera de lo normal», se refería a «ningún chico me besó, no debo preocuparme».
—Granger —llamó él.
—Hmm —murmuró ella para hacerle saber que lo escuchaba.
—Seguimos siendo pareja, ¿cierto?
—¿Pareja? —balbuceó ella, girándose a mirarlo por primera vez y sintiendo los nervios correr por sus venas.
—Sí —respondió Draco—. Para el proyecto del señor Binns.
Un alivio que ni siquiera ella entendía, se expandió por cada extremo de Hermione.
—Ahh —dijo ella, luego carraspeó intentando sonar cusual—. Supongo que sí.
No quería seguir siendo su pareja. Le estaría dando más oportunidades a Malfoy de intentar agregarla a su lista. Pero en realidad, debía admitir que era un buen compañero y estudiante. Además, ya no tenía otra bina a menos que quisiera hacerlo ella sola y que le bajaran puntos.
—Genial —respondió él, notándose un poco incómodo también.
Ella sólo sonrió como respuesta. Cinco minutos más fueron los necesarios para terminar el reporte. Y el rubio no se movió de su lugar ni un segundo. Ni siquiera estaba leyendo; no estaba haciendo nada, en realidad. Hermione se preguntó si estaba mirándola, pero no quiso averiguarlo. Más bien parecía que todo este tiempo había estado pensando.
Comenzó a enrollar su pergamino y luego le puso una tira para que no se soltara. Guardó su pluma y tinta, después hizo lo mismo con el papel. Cerró su mochila y se puso de pie para irse, con la esperanza de que Malfoy se quedara ahí sentado y la dejara ir.
Pero esas esperanzas cayeron cuando lo vieron ponerse de pie al mismo tiempo que ella.
—¿Adónde vas? —No pudo evitar preguntar Hermione, casi con el tono de voz asustado.
—Contigo —respondió él sencillamente.
Avanzó hacia ella y puso una mano en la parte baja de la espalda de la morena para hacerla caminar. Hermione se sintió incómoda ante el tacto, por lo que caminó más rápido para poder desprenderse de sus largos y fríos dedos.
Caminaron en silencio hasta la sala común.
O al menos ella lo intentó. Justo a unos pasillos de llegar, Draco volvió a tomar posesión de ella y la arrastró hacia una de las aulas vacías.
Ambos de adentraron y luego él puso seguro a la puerta.
—¡Malfoy! —protestó Hermione.
—¡Ey! —Malfoy la acusó con un dedo al igual que Ron—. Quedamos en que me llamarías por mi nombre.
Ella resistió los impulsos de rodar los ojos.
—¿Qué quieres? —preguntó apretando la mandíbula e intentando mantener la calma ahora que estaba en un espacio tan pequeño y a solas con él.
—Hablar de lo de ayer —respondió. Con la simple mención de eso, cada extremidad de Hermione se tensó.
—No creo que sea necesario —masculló bajando la mirada al suelo.
Él bufó.
—Oh, créeme, sí lo es.
Draco dio un paso hacia ella.
—Sólo hay que olvidarlo, ¿bien? —pidió ella con tono desesperado. Estaba comenzando a agobiarle su presencia y quería salir rápidamente.
—¿Olvidarlo? —preguntó él en un resoplido y alzándole ambas cejas—. ¿Por qué?
Ella no respondió y en cambio tragó saliva. De nuevo no se le ocurría nada qué decir.
—Contéstame, Granger.
Cada vez que él decía su apellido, ella se tensaba aún más, pero aún así tampoco respondió. Malfoy volvió a dar un paso hacia ella con la vista fija en sus ojos, llevaba de nuevo esa mirada determinada.
—¿Tienes miedo? —preguntó él después de unos segundos de incómodo silencio. Hermione tragó saliva.
—¿Miedo de qué? —replicó apenas ordenándole a sus cuerdas vocales que funcionaran. Él volvió a dar un paso hacia ella, y la morena inconscientemente dio uno hacia atrás.
—Oh —masculló él—, ¿no lo sabes?
De nuevo. Un paso hacia delante de Malfoy, un paso hacia atrás de Hermione.
—No —respondió ella lo más firme posible.
—¿Quieres que yo te lo diga? —preguntó entrecerrándole los ojos. Otro paso hacia delante, otro paso hacia atrás.
—Por favor —pidió ella tratando de aparentar tranquilidad.
Él le dio una sonrisa burlona.
—¿Acaso tienes miedo de que ese beso pueda ocasionar que te enamores de mí?
Un paso hacia enfrente, otro hacia atrás. Claro que no, Hermione ni siquiera tenía una idea de por qué le temía, tal vez era más nerviosismo que cualquier otra cosa, pero incluso eso no tenía sentido. Ella logró articular una pequeña risa sarcástica.
—Creo que no —respondió.
—¿En serio? —Malfoy volvió a acercarse, y el agobio regresó a ella. Hermione intentó dar su paso hacia atrás, pero chocó contra la pared. Se giró hacia atrás maldiciéndose a sí misma, Draco la había acorralado.
—¿Me vas a decir que no sentiste nada con ese beso? —preguntó él apenas se giró de nuevo a mirarlo, esta vez teniendo que alzar la vista para mirarlo a los ojos.
—No realmente —balbuceó ella.
Le frunció el ceño sin mucha confusión.
—¿Qué significa eso?
Ni siquiera ella lo sabía, por lo que no dijo nada. Abrió la boca para intentar darle una respuesta, pero en realidad nada llegaba a su mente. Malfoy al verla soltó una carcajada sin gracia.
—Oh, ya veo —dijo él—. No lo sabes. ¿Quieres que vuelva a besarte para que sepas qué significa ese «no realmente»?
Esa fue la gota que derramó el vaso, su paciencia se había ido y en su lugar llegó la desesperación, la frustración e incluso la rabia también.
—¡No! —protestó Hermione empujándolo de su pecho para alejarlo de ella. Lo rodeó y se dirigió a la puerta. Intentó abrirla, pero estaba con seguro—. Ábrela —pidió girándose de nuevo a él.
Él guardó una llave en su bolsillo derecho a propósito, para hacerle saber que prácticamente estaba encerrada.
—No hasta que me respondas —replicó encogiéndose de hombros.
—¿En serio quieres que lo haga? —preguntó ella comenzando a impacientarse.
Él se giró a mirarla y le sonrió con esa crueldad que lo caracterizaba.
—Estaría encantado.
Hermione lo vio con una mirada amenazante, ya no quedaba nada de su paciencia. Este chico realmente podía hacerla salir de sus casillas. Suspiró antes de comenzar a hablar.
—Ese beso no significó nada —dijo la castaña—. ¿Sabes qué es lo único que sentí? Confusión. Pero no de esa que dices tú, Draco. No porque esté imaginándome una vida contigo (no, créeme que eso sería lo último). Solo fue porque no me creía que tú estuvieras besándome. Porque debo recordarte que fuiste tú quien me beso a mí. Así que si alguien debe de estar asustado de enamorarse del otro, deberías ser tú.
«No soy estúpida. Se que ese maldito beso fue solo para que cayera a tus pies. Tienes que entender que no todas las chicas de Hogwarts se mueren por caer en tus brazos. Tal vez tengas una lista de chicas que están en espera por querer besarte, pero déjame decirte que entre ellas no estoy yo, y jamás lo estaré. Grábate bien eso, Draco. No soy una más de tus conquistas».
«Si quieres que sigamos siendo bina en el proyecto, debes alejar tus sucias intenciones de mí, que lo único que estás logrando es que vuelva a sentir repulsión por ti. Realmente había creído que podíamos llegar a ser amigos. Y si alguna parte de ti, anhela aunque sea un poco eso, sé un maldito caballero y abre la maldita puerta».
Malfoy la miró unos segundos, sin saber qué hacer o qué decir. Pero luego simplemente sacó la llave de su bolsillo y se acercó a la puerta. Hermione se movió y él la abrió. Luego el rubio se hizo a un lado para dejarla pasar primero.
Hermione suspiró cuando ya estuvo fuera. Lo que tanto la había estado molestando desde horas antes, por fin había salido.
Se alejó lo más rápido del Slytherin, y avanzó hacia su sala común.
———
No sé cómo se llama al término de "Yo no soy como las otras chicas", creo que misoginia(? pero bue, no critiquen a Hermione por eso, fue mi culpa bc yo lo escribí y ahora no puedo ni quiero quitarlo. Gg, big F.
—nico🐑
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top