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Advertencia: Capítulo un poco picante.
Una semana después, Saiko y yo no hemos vuelto a hablar. Es como si una ignorara a la otra, aunque eso no sea del todo cierto. Desde aquel beso, mi mente no deja de recordar lo bien que se sintió, además de pedirme a gritos más.
¿Estaría bien acercarme y... decirle que repitamos? ¡Ay! ¿Desde cuándo soy así de pervertida? ¡Qué vergüenza!
Por otro lado, me he quedado observando más Saiko: la misma mirada indiferente, parece lucir orgullosa de su largo cabello; parece que no le importa mucho socializar porque siempre está en un rincón solitario, sin embargo, es capaz de saludar con una sonrisa amable a quien se le acerca; tampoco nada la detiene si tiene que decirle la verdad cruda a alguien. Qué cualidad más admirable, le envidio.
Ella me parece tan irreal e increíblemente atractiva, pero... a la vez no dejo de pensar que falta algo.
Solo... algo más.
Hoy el profesor de historia está asignando parejas para realizar una investigación. Es el turno de Saiko.
—Wilson, ¿Ya sabe a quién elegirá para el proyecto? —le preguntan.
—Sí, elijo a Jennifer Park.
¿Qué?
¿A mí?
*****
A la hora de la salida, yo estoy saliendo por la puerta principal cuando siento a alguien que llega corriendo detrás de mí.
—¡Jennifer! —Es Saiko con una enorme sonrisa—. ¿Por qué no me esperaste? Recuerda que tenemos que hacer el proyecto juntas.
Estoy muy nerviosa y confundida para responder.
—¿Qué tal si lo hacemos en alguna de nuestras casas? Será más cómodo que la biblioteca o área de estudios, más si nos tardamos un poco —sigue hablando—. Aunque la mía está más hacia la ciudad y es un piso, ¿Dónde vives tú?
Yo levanto la mano y señalo hacia el parque.
—En la casa después del parque —respondo con un tono de voz lleno de nervios.
—¿En serio? Wow. Qué práctico. Seguramente nunca llegas tarde. —Me toma de la mano—. ¿Por qué no nos vamos de una vez?
No entiendo. No entiendo nada. Me asusta lo animada que es. Tampoco entiendo por qué me habla con tanta familiaridad si nos hemos evitado luego del beso. Luego de ser arrastrada por ella, llegamos frente a mi casa y la invito a pasar. No, más bien ella entra a la fuerza y no me opongo. Saiko empieza a mirar mi casa, sorprendida.
—¿Dónde están tus padres? —pregunta.
—Llegan tarde del trabajo. —Sigue observando mi casa—. ¿Por qué... miras así mi casa?
—Es que la primera vez que estoy en una casa tan pequeña y americana.
—¿Eh? ¿Por qué dices eso?
Saiko se entristece un poco.
—Yo... viví mucho tiempo en Japón, de donde es mi madre. —Baja la cabeza—. Hace dos años mi padre se divorció de ella y desde entonces nos las pasamos viviendo en pisos lujosos u hoteles. Según él, algún día comprará una casa para vivir juntos en un solo lugar, pero... eso nunca va a pasar.
Las últimas palabras la noto con bastante resentimiento.
—¿Extrañas tu antiguo hogar?
—La verdad es que sí, ahí vivía con mi abuela y extraño a Mamá. —Cruza los brazos—. ¿Podemos cambiar de tema?
—... Claro.
Luego ambas subimos a mi habitación y mientras voy preparando una pequeña mesa en el piso, Saiko se queda mirando mi librero.
—Cuantos libros de terror y misterio tienes, ¿Cuál es tu favorito? —me pregunta.
—No tengo una en específico, por ahora. Aunque amo mucho las historias de Stephen King y H.P. Lovecraft, ¿Qué hay de ti?
—No, a mí no me gusta leer. Yo prefiero las películas y las series de terror, mis favoritas es la de Scream. —Sonríe—. ¿Qué tal si vamos al cine este fin de semana? Iremos a ver la que quieras.
Aunque me gusta la idea, aparto la mirada de ella, me siento en la orilla de la cama y me quedo callada unos segundos.
—No entiendo —digo por fin—. ¿Por qué... un día me besas y al otro me ignoras... pero ahora quieres hacer el trabajo conmigo y salir? —Me llevo las manos a la cabeza—. Es todo... tan confuso y... me asusta lo siento, ¿Por qué? ¿Por qué... duele tanto?
Mierda. Creo que estoy llorando.
No quiero que ella me vea...
De pronto, siento como me toma de las manos y las apartan de mi cabeza para luego tener el rostro de Saiko en frente mío y cuando me doy cuenta, ella me roba otro beso. Una vez más, siento algo muy fuerte en mí y las lágrimas siento que incluso aumentan.
—Me gustas Jennifer. —Esas palabras vienen de los labios de Saiko—. No te voy a negar que me siento muy atraída a ti solo físicamente, pero también quiero conocerte más. Quiero saber todo de ti y realmente... no sé cómo. —Coloca sus manos en mi rostro—. Considero que soy... un poco tímida en ese aspecto, pero no sabes lo grande que está creciendo mi deseo de que seas mía.
Estoy viendo sus ojos, es la primera vez que alguien me ve así y me dice que me desea. No sé... me siento... feliz.
—Tú... también... me gustas —alcanzo a decir, tartamudeando—. No he dejado de pensar... en ese beso.
Saiko sonríe.
—Ni yo, jamás había besado a una chica tan linda.
—¿Yo?
—Si vuelves a cuestionar eso, te voy a patear el trasero. ¡Jenny eres increíblemente guapa! —Coloca sus manos en el sujetador de mi cabello y lo deja libre—. Lo sabía, con el cabello suelto te ves muy sensual. Amo el cabello lindo.
El que me diga tantos cumplidos me pone... muy...
De pronto, yo la sujeto de los brazos y me comienzo a acercarme muy lento. Saiko se queda sorprendida, pero vuelve a mostrarme su sonrisa pícara.
—Jenny —susurra—, no tienes que contenerte conmigo. Sé que quieres más que un beso. Haz lo que quieras y yo lo haré lo mismo.
Es lo último que me dice antes de que nuestros labios vuelvan a encontrarse. Poco a poco, los besos pasan de la boca al cuello, las manos de ambas comienzan a tocar más y más partes del cuerpo de la otra. Muy lentamente, terminamos acostadas en la cama y las ropas comienzan a caer una por una mientras el pudor se va perdiendo.
No niego haber leído de sobre sexo en libros, pero la realidad es increíblemente diferente. La piel de Saiko es muy blanca en cada rincón de ella, además de suave y dulce. Mi lengua no resistió la tentación de probar cada rincón que ella me ofreció. Sus ojos no dejaban de verme y yo a ella, fue intimidante, pero a la vez muy estimulante.
Descubrí mucho de mí y de lo increíblemente adicta que soy a los besos. No quiero que nadie vea esta cara de mí, me siento muy... salvaje. No sabía que mi nombre se escuchaba tan bien hasta que ella lo susurraba a mi oído mientras yo jugaba con mis manos.
Mientras tanto, siento que las manos de Saiko son tan calientes que queman mi cuerpo. Sabe dónde tiene que encenderme. No tengo idea si también es su primera vez y realmente no me importa si así no lo fuera.
Para mí lo es y creo que es algo que jamás podré olvidar.
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