23
Junio. Año 2012.
—Entonces, ¿Quieres regresar a Estados Unidos para volver a ver a Nora?
Brianna y yo estamos conversando como siempre en su balcón y con un par de cervezas en la mano.
—Así es.
—¿Todavía sientes algo por ella?
—No —respondo directamente—. Lo que es pasado debe quedarse ahí. Mi intención con ella no es eso. Me di cuenta el otro día que lo mi corazón pide es cerrar por fin esa etapa de mi vida como es debido. Quiero ser capaz de despedirme de ella, decirle a la cara lo que una vez sentí y seguir con mi vida amorosa.
—¿En necesario hacer eso?
—Para mí, sí. Ella significó mucho en su tiempo y no quiero vivir sin arrepentimientos en nada, así que deseo hacer esto. Es un capricho mío.
—Entiendo en parte, pero... ¿Qué pasaría si te vuelves a enamorar de ella en cuanto la veas? Pienso que será inevitable que no haya una descarga de sentimientos cuando se encuentren.
—Lo sé, pero también estoy segura de que no me volvería a enamorar de ella. —Desvío la mirada—. Además, estoy segura de que ahora debe estar casada y... hasta con una familia, quizás. No podría arruinar eso.
—¿No sabes nada ella?
—Lo único que sé son dos cosas: el primer año en que me fui, Nora le habló a mi madre y le dijo que estaba en el Campus Davies de la CPMC haciendo su residencia; la otra es algo de hace tres años, ella me dijo que por fin vendieron la casa de Nora, pero nadie se ha ido a vivir ahí.
—... Espero que sea una buena decisión, Jenny.
*****
Julio. Año 2012.
Ha sido un viaje largo, pero por fin el piloto comienza a decir que estamos cerca de arribar al Aeropuerto Internacional de San Francisco. Decidí primero venir aquí y tener el viaje de regreso a Los Ángeles con mi corazón por fin en paz de este asunto.
Una vez bajó del avión, tomo de inmediato un taxi hacia el Campus Davies de la CPMC. No tengo idea si sigue ahí, pero tal vez haya colegas que sepan a donde puedo encontrarla. No lo negaré, me siento ansiosa y nerviosa, pero mi determinación es más fuerte.
Luego de un rato, por fin llego a la puerta de hospital. Vaya que el lugar es grande. En verdad espero poder encontrarla.
No doy ni dos pasos hacia adentro, cuando dos personas salen de la puerta principal hacia un automóvil rojo que los estaba esperando en la calle.
Espera... aquel tipo... se me hace conocido.
Me quedo mirándolos, es un hombre de cabello largo y rubio, con ropa elegante. Él está muy sonriente mientras sujeta la cadera de aquella mujer de cabello negro y largo. Lucen muy risueños.
Un minuto... ¿Philip? ¿Ese es Philip? Casino lo reconozco, luce... extraño. Incluso más pálido y delgado.
Pero ella...
¿¡QUÉ HACE CON OTRA MUJER?!
—¡PHILIP! —grito con todas mis fuerzas y llamo su atención.
Yo me acerco tan rápido que lo tomo por sorpresa.
—¿Q-Qué se le ofrece, señorita? —pregunta, confundido.
Parece que no me reconoce.
—¿QUÉ SIGNIFICA ESTO? ¿QUIÉN ES ESA MUJER? ¿DÓNDE ESTÁ NORA, IMBÉCIL? —Lo empujó.
—¿Qué le pasa, mujer loca? —Se molesta, pero pronto comienza a sonreír—. Espera... eres... ¿Jennifer Park? —Me mira de abajo hacia arriba—. Wow. Te ves hermosa. Lástima de que te gustan las vaginas.
—¡Vete a la mierda, imbécil! —No me voy a dejar intimidar otra vez—. ¿Dónde está Nora? ¿Le estás haciendo infiel?
—Oye, no hagas tanto escándalo. —Se pasa una mano por el cabello—. No estoy engañando a nadie porque ella y yo no estamos juntos desde hace ocho meses, creo un poco más.
—¿Qué? —Doy unos pasos hacia atrás—. ¿No... están juntos?
—No, aunque en realidad nunca nos casamos. —Cruza los brazos—. Ella me dejó a pesar de todo estos años juntos. No le importó nada nuestra relación. —Se hace el ofendido.
—¡Seguramente debiste hacer algo para que ella te dejara!
—No, claro que no. —Frunce el ceño—. Yo di lo mejor para todos y ella... no supo apreciar que siempre regresaba a su lado. Eso me pasa por salir con una perra como ella. —Me da la espalda—. Ahora déjame en paz, estúpida lesbiana.
De pronto, lo tomó de la espalda, lo obligo a que me mire y con toda mi fuerza, lo golpeo en la cara y eso provoca que lo tire contra el piso. Con la punta de mi tacón, lo golpeo en el estómago. Mientras él se queja del dolor, yo me alejo de una vez y antes de que alguien me detenga por haberlo golpeado. No negaré que me siento como una gelatina, pero la descarga de adrenalina y mi deseo de venganza son mayores.
La parte buena es que sé que ella ya no está con ese tipo, la mala es que... no tengo ni idea de donde estará ella ahora.
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