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Brianna Garner, una mujer de 35 años y la jefa de redacción de la revista Revolution es considerada una de las mejores en este mundo y los rumores dicen que pronto será la nueva directora de la revista. Es una mujer muy estricta, severa y puntal, pero que logra sacar el mejor potencial de todo el equipo y logra los mejores resultados. Es alguien imparable y digna de admiración de los que trabajamos con ella.

Me falta mencionar que es una mujer bastante hermosa: cabello anaranjado, largo y rizado; piel de porcelana y ojos color ámbar, además de alta y con un porte elegante en todo momento. A veces la han confundido como modelo cuando vamos a eventos o pasarelas. Ella me ha demostrado muchas veces que lo que una viste importa mucho si se quiere triunfar en este mundo.

Sí, esta increíble mujer es la que estoy esperando en la recepción para ir a comer a su casa y no puedo estar más que nerviosa por la situación. Ella debe comer en restaurantes elegantes y caros, además de que hoy vino con ropa elegante, mientras que yo vine de tenis y sudadera roja. Pararme junto a alguien así... es incómodo.

Por fin, las puertas del elevador se abren y de ellas sale la Señorita Garner, la cual al verme se me acerca con su sonrisa amable.

—¿Lista, Jennifer?

Asiento y salimos de una vez. Caminando por la calle, me encuentro con una tienda al otro lado de la calle con promocionales de San Valentín. Faltan 10 días todavía. Siempre he pesado que estos deben ser los peores días para tener un corazón roto o una decepción amorosa, todo el ambiente te lo recuerda. Maldita sea.

Luego de un rato, llegamos a la calle donde está la librería a la que suelo frecuentar, pero no me esperaba que nos detuviéramos frente a una puerta justo al lado.

—Llegamos —dice la Señorita Garner y abre la puerta—. Adelante.

Al entrar lo primero que hay son unas escaleras que llevan hacía justo al piso arriba de la librería. No me... esperaba que la Señorita Garner viviera justo arriba de ese lugar. Así, entramos a un departamento de colores vibrantes, muchas plantas y con estilo bohemio. La sala está separada de la cocina y comedor por un medio muro y justo al lado puedo ver un corredor hacia cuatro cuartos.

También hay muchos estantes con libros, un poco de ropa regada, al igual que zapatos y, lo más curioso, juguetes como muñecas y peluches.

—Lamento el desorden, toma asiento en la sala en lo que preparo la comida.

Desde anoche me imaginé este sitio y la verdad es que esperaba una casa como las de las revistas o que al menos fuera ordenado. Esto me ha tomado por completo por sorpresa.

Me quedé sentada y sin moverme mucho, hasta que veo una revista en la pequeña mesa en medio de la mesa. Supongo que no habrá problema si la leo un poco. Como imaginé, es una revista de modas, pero en francés. La estoy ojeando un poco, hasta llegar un artículo sobre una sección de fotos que hubo en frente de la Torre Eiffel y...

Espera... no... puede... ser... cierto... ¿Es... ella? ¿En serio... es ella? No... puedo creerlo. Al final... ¿Cumplió su sueño?

Estoy... feliz por ella.

Luce tan... hermosa.

—Brianna, ya llegué. —Escucho a dos personas subir por las escaleras.

—¡Mamá, ya llegamos! —Esa es la voz de una niña.

Dejo la revista a un lado y me levanto. Justo en ese momento, veo a una niña (como de 7 años, de cabello corto y color castaño y peinado con trenza) que corre y abraza a la Señorita Garner, y justo después a la otra persona.

—¿Señorita Harper? —La dueña de la librería.

—Buenas noches, Jennifer. —Me recibe con una sonrisa—. Gracias por aceptar la invitación de Brianna.

La Señorita Garner toma en brazos a la niña y se acerca a la Señorita Harper y la toma de la cadera.

—Jennifer, quiero presentarte formalmente a mi familia. —Luce orgullosa—. Mi pareja, Samantha Harper y nuestra hija, Nicole.

Yo... me quedé sin palabras.

*****

Durante toda la cena, el ambiente fue muy relajante y familiar. Comimos espagueti y carne, todo preparado por mi jefa. Debo admitir que tiene muy buen sabor. Yo me quedé callada la mayoría del tiempo, ya que me quedé mirando la buena química que había entre ambas mujeres. Fue muy adorable.

Si así se ve, ¿Cómo se sentirá estar al lado de alguien que amas?

Al terminar, aunque me ofrecí a limpiar los platos, la Señorita Garner me invitó a ir al balcón a hablar. Cuando salimos, hacia un poco de aire, pero era un tanto relajante. Como me gustaría un cigarrillo ahora. Justo cuando saco la caja, de inmediato la guardo. Estoy en casa ajena, no es correcto.

—No hay problema si fumas aquí —dice la Señorita Garner—, pero te aconsejo que dejes ese vicio. No trae nada bueno a largo plazo, lo digo por experiencia propia.

—¿Fumaba?

—Bastante, pero desde que estoy con Samantha y Nicole, ya no. —Sonríe—. ¿Te sorprendió que yo también soy lesbiana?

—Sí.

—Yo pensaba que no, ya que estoy al tanto de los rumores sobre mí en la oficina por el hecho de que no me han visto con algún hombre. —Suspiró y se recargó en el borde de barandal—. Supuse que este mundo sería más abierto con la homosexualidad, pero también en este lugar te llegan a juzgar. Creo que jamás escaparemos de los estúpidos prejuicios de la gente, ellos siempre buscaran algo con que tirarte: tu físico, tu raza, tu estilo de vida, tu situación económica y, este caso, a quien decido amar. Es una situación de mierda.

—Lamento si es muy personal, pero... ¿Cómo... usted... se dio... cuenta de que...? —Estoy muy nerviosa.

—¿De qué me gustan las mujeres? ¿De qué soy lesbiana?

—Sí.

—Antes de eso, ¿Por qué tantos nervios de hablar sobre el tema?

—L-Lo siento, es que... es la primera vez que... lo hablo con alguien más —confieso con la cabeza baja.

—Ahora lo entiendo —Suspira—. Yo recuerdo que siempre me sentí así. Jamás me atrajeron los chicos y, para ser sincera, creo que a ellos tampoco les gustaba, siempre les parecía alguien ruda, directa y seria. Intimidé a muchos y solía hablar a mis espaldas de lo "poco femenina" que solía lucir.

—¿Poco femenina? ¡Usted impone demasiado con esa aura de mujer fatal! —levanto la voz, molesta.

—Muchas gracias por el cumplido, Jennifer. Entré a este mundo por casualidades de la vida y aprendí algo muy importante. Podrás tener la apariencia más bella de mundo, pero servirá de nada si no tienes confianza, valor y amor en tu corazón. Trillado, pero una vez lo aprendes, nada te podrá parar y en cualquier ámbito de la vida.

—Suena más sencillo decirlo que hacerlo —admito.

Nos quedamos calladas unos segundos, hasta que la Señorita Garner se me acerca un poco.

—Lamento si me entrometo mucho en algo que no me importa, pero hay algo que debo decirte. Como tu jefa debo confesarte que cada vez tu desempeño laboral deja mucho que desear, más este último mes. Sé que eres muy buena fotógrafa, pero las fotos que has sacado útilmente lucen tan... descuidadas y poco llamativas. No podemos bajar la calidad de la revista. —Se pone seria—. Podría pedir tu renuncia en cualquier momento y a alguien más calificado.

—Lo... entendería perfectamente.

—Sin embargo, no quiero hacerlo. —Continúa hablando—. Soy alguien que no da segundas oportunidades, pero mi amigo, el profesor Banks, fue muy insistente conmigo para ver tu trabajo y lo amé desde el primer día en que lo vi. Tu trabajo no solo es talento, también mucho esfuerzo. Pude verlo en estos meses, alguien que no sabe nada de este mundo, pero se forzó en estudiar, aprender, preguntar y no rendirse. Por eso quiero darte una ayuda. Te recomiendo visitar a un psicólogo para que puedas sacar todo y ser guiada por un profesional, pero, si tú quieres, también me gustaría escucharte, más que ahora sé que nunca has hablado de este tema con alguien.

Mierda. Quiero llorar, jamás alguien me había trasmitido este tipo de confianza.

—M-Muchas gracias —tartamudeo.

—No es nada, eres parte de mi equipo y no solo estoy hablando del trabajo. —Guiña el ojo—. Entonces, ¿Es por esto por lo que has estado tan distraída últimamente?

—En parte, pero hay algo más. No, alguien más. —Bajo la mirada—. Esa persona sigue dentro de mí y es... la razón por vine aquí.

—¿Quieres contarme? Tengo algo de experiencia en estos de las relaciones y quizás pueda aconsejarte en algo en todo este mundo.

No creo encontrar mejor momento para desahogar todo lo que tengo atorado, así que es ahora o nunca.

—Todo comenzó en mi tercer año de preparatoria...


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