19
Londres, Inglaterra.
Diciembre. Año 2006
Han pasado cuatro meses desde que he estado en esta ciudad, trabajando como fotógrafa de la revista de moda, Revolution. En el momento en que llegué, me di cuenta de que no sabía nada de este mundo de glamur, elegancia, belleza y, sobre todo, perfección. Por eso, mantener el ritmo de trabajo ha sido bestial: eventos, pasarelas, reportajes, colecciones, etc.
Sinceramente, creí que solo me dedicaría a estar detrás de una cámara, pero también (y por indicaciones de la jefe de redacción) me ha tocado escribir artículos y reportajes.
Como dije, mi conocimiento es nulo en este campo, así que me ha tocado desvelarme varias noches estudiando sobre modelos, diseñadores, marcas, incluso tipos de telas, los miles de colores que existen y las últimas tendencias.
Lo peor de todo es las relaciones públicas. Toda mi vida siempre fue callada e introvertida y, sinceramente, me cuesta forzarme, sonreír todo en tiempo y por eso he tenido varios dolores en la mandíbula. También odio el ruido excesivo de la música y la gente, cada una más superficial y falsa.
Mierda. Ni cuando estuve en la escuela tuve que esforzarme tanto. Quizás fue una mala idea meterme a un mundo tan alejado a lo que soy.
Lo único bueno de esto es... que cada vez que salgo del horario de trabajo, puedo caminar y dejarme llevar.
Hoy, por fin, marco mi tarjeta y por fin salgo del edificio de oficinas donde está la revista. Mi departamento no está tan lejos, así que solo camino hacia allá. Al ir por la calle, puedo notar el ambiente navideño que ya está presente. Inclusive en mi única parada regular antes de llegar a mi departamento, una pequeña tienda de libros antiguos.
—Hola, Jennifer. Nunca fallas en estar aquí, ¿Verdad?
La dueña del local, una mujer de cabello castaño corto y diez años mayor que yo, ya me conoce a la perfección por siempre venir a buscar alguna novedad o simplemente a mirar un rato.
—Cierto, este lugar se ha vuelto mi favorito, Señorita Harper. ¿Algo nuevo?
—Pues como hoy es primero del mes ya han llegado una caja de libros, ¿Quieres darles un vistazo? Con tanta limpieza, no los he desempacado.
—¿Quiere que le dé una mano?
—¿Segura? ¿No estás agotada por el trabajo?
—No hay problema, así también puedo mirar con detenimiento los libros.
—En ese caso, muchas gracias.
Ya he estado aquí tantas veces que ya reconozco fácilmente las secciones donde deben ir cada libro. Son cinco cajas, llenas de libros viejos y seminuevos. Muchas veces donados o intercambiados. Aquí, muy pocas veces, hay nuevos. Es una lástima de que venga muy poca gente, se pueden encontrar varias joyas.
Al abrir la tercera caja, el primer libro que me encuentro es Persuasión de Jane Austen. Una edición del 2001. De inmediato miro el calendario, hoy es primero de diciembre.
Qué... irónico todo.
*****
Cuando por fin llego a mi departamento, la noche por fin ha caído y enciendo la luz justo al lado de la puerta principal. Así, me doy cuenta del desastre de lugar que es: libros apilados en el piso, ropa desordenada y revuelta entre la sucia y la limpia, basura de hace días, trastes sin lavar. Quisiera decir que no he tenido tiempo por el trabajo, pero también ha sido causa mía por desinterés en querer cambiar algo.
Lo peor de todo no es eso, sino el frío ambiente y no me refiero a la calefacción, más bien a la soledad. Vivo sola. Tampoco puedo tener una mascota. Siento que no podría hacerme cargo de ella. Vaya, ni si quiera tengo alguna planta.
Así solo me quito los tenis, me quito el saco y me dirijo al balcón hacia mi único consuelo a esta soledad, el cigarro. No me enorgullece haber empezado a fumar, pero eso me ha calmado un poco. Me siento un asco de tan solo pensar eso último.
Es lo que más me duele lo sola que me he sentido en estos meses. Ni siquiera he podido acercarme a alguien de trabajo y siempre rechazo las pequeñas fiestas entre colegas. Por ende, tampoco me he puesto a conocer a alguien.
No puedo... verme en algo romántico ahora.
Más cuando, ella sigue rondando mi mente muy seguido. Como hoy en la librería.
Saco mi teléfono y miro el último mensaje que le envíe. Desde entonces, no he recibido respuesta o llamada de ella. No tengo idea de si me extraña, me odia o... ya se ha olvidado de mí.
En cambio, yo... la sigo recordando muy seguido. El trabajo, por más pesado que sea, es la única forma en la que podido escapar de esos recuerdos tan grabados en mi corazón de nuestros días juntas.
Mierda. Ya no sé qué más hacer para poder... olvidarme y aceptar de una vez que ella jamás estará conmigo.
¿Por qué sigo con esa falsa esperanza? Odio estar sola, tal por eso me aferro, pero duele más de lo que soporto. ¿Quizás... debería planear y hacer algo? Sin embargo, no sé qué. No tengo nada en mente. Solo viví para estar a su lado, ahora no tengo idea.
Estoy tan desesperada y sin rumbo.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top