17

El parque frente a mi casa es bastante amplio, aunque no lo parezca. Por lo menos, son cuatro cuadras lo que abarca el lugar. Hay bastantes árboles, juegos para niños y una gran fuente en medio. Lamentablemente, está un poco sucio y descuidado, pero sigue dándole algo de vida a esta zona.

Mientras me acerco a la fuente, puedo distinguir sin duda a Nora. Está muy hermosa, aunque solo está usando jeans y una playera sencilla de color rosa. Sí, ella luce bien con cualquier cosa. O quizás solo la estoy viendo con "ojos de amor". No sé.

Al estar a escasos metros, me nota y se ponen contenta. Yo le devuelvo el gesto.

—Lamento este plan tan improvisado, Jenny —se disculpa.

—No tenía nada que hacer, en realidad. —Alzo y bajo los brazos—. ¿Sabes? Pensé que solo seriamos tú y yo este verano.

—Lo sé y yo también pensé que Philip no iba a venir conmigo, pero cuando le dije que estaría contigo estos días, dijo que quería conocerte más de cerca e insistió.

Maldito.

—Entonces, ¿En verdad hoy seremos solo tú y yo o al final vendrá Philip?

—No, él tuvo que regresar a San Francisco... por unas cosas, regresará en un par de días.

No me gustó como sonó, pero me da igual.

—Bien, ¿Qué quieres hacer? —pregunto.

—Vayamos por un helado a la esquina. —Señala—. ¿Sabes que ahora venden uno de manzana verde?

—Qué asco. Odio la manzana.

—Lo sé, pero yo la amo.

Ella está por caminar, pero la detengo. Mejor se lo doy ahora antes de que lo olvide otra vez.

—Espera, te... compré esto. —Le entrego la bolsa—. Espero te guste.

Nora abre la bolsa y se queda impresionada.

—¡Qué hermoso vestido! —se emociona—. ¡El bordado de las esquinas parece manzanas, ja, ja, ja! ¡Muchas gracias, Jenny! Te hubiera traído algo.

—No, estoy bien con que tú seas feliz.

Así, ambas por fin vamos hacia el puesto de helados.

*****

Por una hora hemos paseado y hemos estado hablando, como siempre lo hemos hecho. Estoy muy contenta y desearía que solo fuera así, hablando de cosas triviales: películas, libros, comida, música y nuestro día a día. Sin embargo, en mi mente tengo rondando la idea de que tengo que decirle sobre la carta a Inglaterra y sobre... lo que siento.

Debo esperar un buen momento y entonces yo...

—Jenny, ¿Recuerdas que te tengo que contar algo importante? —Nora se muestra algo seria.

—Yo también.

—Entonces tú primero.

—No, tú primero. Lo mío... puede esperar un poco más.

Llevo seis años esperando, un poco más no será nada.

—Jenny, ¿Te acuerdas lo que te dije cuando regresé, que me quedaría en San Francisco?

—Sí.

No me gusta el presentimiento que estoy teniendo.

—El próximo semestre también comienzo mi pasantía en el hospital de la ciudad, ¿Sabes? —Sonríe—. Yo... y Philip estaremos juntos, ya que fuimos asignados al mismo lugar por nuestras excelentes notas.

—¿Qué? ¿En serio? —pregunto, nerviosa.

—Sí. Es por eso, que él sugirió una idea hace unos días y le dije que sí, sin dudar.

—¿Qué idea?

—Él y yo vamos a vivir juntos, en un departamento, en San Francisco. Hoy fue a ver los papeles y creo que pronto comenzaremos nuestra vida juntos.

—Entonces... ¿Fue él que te dijo que vendieras la casa para cubrir los gastos?

—Sí, me hizo darme cuenta de que no quiero un lugar que me trae malos recuerdos y que mejor lo usara para mi futuro.

Siento... como el mundo... se rompe en mil pedazos, como yo me quiebro y no puedo detenerlo. Quiero gritar, llorar, enojarme, gritar, destruir. Soy un mar de emociones desastrosas ahora, pero no hago nada. Solo estoy sentada, con la mirada baja y en blanco.

—Supongo que... al final... yo... —murmuro.

—¿Qué pasa, Jenny? —me pregunta, asustada y preocupada—. ¡Jenny, reacciona! ¡Estás muy pálida! ¡Jennifer!

—¡SOY UNA ESTÚPIDA! —grito y me cubro el rostro con las manos—. ¿CÓMO ES QUE PENSÉ QUE... YO PODRÍA...? ¡MIERDA!

—Jenny... dime que pasa... no entiendo nada.

—¡TÚ NUNCA ENTIENDES NADA! —saco toda mi frustración— ¿En verdad eres estúpida? Sigo sin entender, ¿Por qué estás con él?

—Pensé que ya habías entendido el por qué.

—¡NO SÉ SI ERES MUY INGENUA O ESTÚPIDA! ¡ÉL MIENTE! ¡ÉL NO ES BUENO! —Cada vez, enfurezco más.

—¿CÓMO PUEDES DECIR ESO? —Ahora, Nora está molesta—. ¡TÚ NO LO CONOCES COMO YO! ¡ÉL ME AMA Y YO LO AMO, SIEMPRE HA SIDO ASÍ DESDE HACE MUCHO TIEMPO!

JA, JA, JA, JA, JA. EN SERIO, ¿CÓMO PUEDE DECIR ESO? ¡ESTOY QUE ME HIERVE LA SANGRE! ¡YO...!

—¿Te ama? —me rio sin parar—. Así te dijeron los demás idiotas con los que has salido, ¿No? Tú caes muy rápido ante las palabras de cualquiera que te diga eso, ¿No lo crees? Como una zo...

Antes de que pudiera decirlo, ella me golpea con una cachetada. La miro a los ojos y la noto, no triste ni enojada, sino decepcionada. Entonces me doy cuenta de que tal vez sí me pase con eso último. Me cegó el enojo.

—Lo siento mucho. —Bajo la mirada, avergonzada—. Es que yo... estoy...

—Jennifer, puedo entender lo decepcionada que te puedes sentir —responde, firme—. También sé que no quieres verme sufrir, pero para mí... Philip ha sido la primera persona que fue amable conmigo. Yo... me sentía triste y perdida en los primeros días que llegué a Los Ángeles. Luego ocurrió todo eso con Isabella y si bien, Philip no estaba conmigo en público, cuando estábamos solos, me hacía sentirme feliz y calmada. Me daba fuerza. Yo conocí todas sus facetas, buenas y malas, y me dolió que se haya tenido que alejar y estar con alguien que odiaba por mi culpa.

Sigue hablando.

—Cuando nos reencontramos, yo creí que él había cambiado y al principio solo quería retomar la amistad, pero descubrí que él sigue siendo igual a aquellos días, alguien que sueña en grande y tan cariñoso conmigo. Eso me dio la seguridad para intentarlo una vez más y estar a su lado. Yo... estoy segura de lo que hago y, si llego a tropezarme como con los otros, entonces me levantaré y seguiré adelante. Jenny, prefiero romperme el corazón a arrepentirme de nunca haber vivido y, quizás, en haber dejado ir al mi "príncipe".

No dejé de mirar su rostro con cada una de esas palabras y por fin entendí. Ahora no tengo duda sobre lo que tengo que hacer.

—Entonces, ¿Ese es el camino que quieres? —pregunto.

—Sí, lamento decepcionarte.

—Yo también, porque ahora me toca decirte algo. Yo... me iré a Inglaterra un tiempo.

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