Epílogo: Perdón
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[ 05 - 07 - 2018 ]
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Como todos dicen, la vida prosigue. Al igual que en una metáfora o forma de verlo anteriormente dicha, la vida es una rueda que gira y gira de manera que no se atreve a detenerse. La edad, en su concepción básica, es algo que sube pero jamás baja. Claro, al menos que en tu país hayas nacido con un año y no cuenten los meses para luego cambiar esa regla y seas más jóven. Es probable de que ocurra en un país asiático.
A las afueras de una ciudad cualquiera, una cafetería nombrada "Sun of the hills" cerraba sus puertas. Un empleado, presumiblemente "el dueño" del local, giró el letrero que pasaba de un emocionado "abierto" a un deprimente "cerrado".
— Bien, ya cerré. Ha tenido bastantes clientes actualmente. Me gusta como va marchando la cosa —. Una voz femenina comentó, presumiblemente sonriendo.
Se quitó la gorra que guardaba su cabellera rosada chicle atada a una cola de caballo. Aubrey había abierto una cafetería con Sunny hace unos años cuando los dos contrajeron matrimonio. Los dos trabajaban en el mismo lugar, aunque Sunny hacía otras… cosas también. No era su único trabajo.
Había madurado mucho con el pasar del tiempo, y sus conocidos podían dar rienda suelta a esa idea.
Todos estaban en sus treintas, algunos pasando ya a los cuarenta con una vida solitaria y entresante. Ejem, Hero. De todas formas, Aubrey, con unos 36 años de edad, se dirigía a su hogar que compartía con el amor de su vida y la belleza que había concebido hace ocho años atrás, cuando tenía unos 28 años.
Le dolió cuando dió a luz, y se sentía avergonzada por los cambios de personalidad tan constantes durante la labor de embarazo aunque fuese normal para una embarazada.
Ciertamente, se arrepentía de haberle hecho un año casi demencial a Sunny.
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— ¡Eso no es justo, papá! —. Exclamó una pequeña sentada en un sofá junto a un hombre mayor y para nada robusto. Sus dedos tocaban los botones del contról desesperadamente.
— Si quieres mejorar, vas a tener que pasar por encima mía~ —. Tarareó el padre, mientras los personajes de la pantalla se defendían, bloqueaban y golpeaban.
De un momento a otro, el personaje del padre le ganó los dos rounds al personaje de su hija, llevándose la victoria del encuentro. La pequeña dejó escapar un resoplido frustrado, mientras que el padre le palmeó cariñosamente la cabeza.
Sunny ciertamente no había cambiado mucho. Fue al gimnasio, aunque lo dejó a las dos semanas. Sin embargo, y aunque no entrenara o hiciera algún deporte realmente, su físico de palo se mantenía constante. Su ojo malo, apesar de no ver nada con él, dejó al mismo a la intemperie todos estos años, no necesitando usar el parche por un tiempo. Su cabello corto se mantenía vigente y unos pelos se notaban en su rostro, indicando que iba a crecerle una barba. Ah, Aubrey no le dejaría tener una de todos modos.
— ¡Eso fue trampa, ese personaje está roto! —. Señaló la pequeña, mientras que Sunny se reía con gracia.
— ¡Para nada! Es el peor personaje de los veinte que hay. Acéptalo, nadie puede contra mí en estos juegos. Soy un friki gamer, pequeña. Es hora de que entiendas eso —. Aparentemente la pequeña soltó un puchero.
Melody, su hija, era como una Aubrey muy pequeña. No, en serio, era literalmente eso. Claro, tenía sus diferencias, aunque no eran tan notorias. A ella realmente le gustaba acomodar su cabello por encima del hombro y jugar a la consola con su padre. Realmente no era secreto saber quién le inculcó ese fino arte llamado: ser gamer.
— Bueno, Melody, cariño, ¿puedes traerme un vaso de agua? Me duele la garganta, por favor —. Se tocó la garganta con cierto tono áspero en su voz. Su hija, muy a su pesar, aceptó por su buen corazón.
Mientras ella hacía eso, cambió para que la imágen diera las noticias. Habían cosas que estaba viendo antes de jugar con su pequeña.
"Y según dicen en el mundo del baloncesto, el jugador Kelsey Rodríguez se retirará de la N.B.A. dentro de dos años. Ha tenido una carrera digna de ser comparado con los mejores de este deporte".
Bien por él, pensó Sunny. Kel se hizo un gran renombre y pudo pasar a la historia de una competición tan competitiva y complicada como lo era la N.B.A. Aunque le gustara bastante más el fútbol, no dejaba de ser impresionante lo que uno podía lograr con dedicación y esfuerzo.
Los canales no mostraron algo que llamara más su atención luego de ello. Su hija, bastante rápido, le alcanzó el vaso de agua y Sunny, con cariño, le revolvió el cabello.
Aunque ella odiara eso, Sunny no podía resistirse a hacerla enojar de vez en cuando. Se volvía una loca totalmente, pero era divertido verla correr desesperada de un lado a otro tratando de acomodar su cabello. Ciertamente era su hija.
Tomando su agua, su mirada divagó por el salón. Ahora, ahí habían bastantes cuadros que eran bastante curiosos. Se levantó y comenzó a verlos, llenando su ser de una sensación nostálgica.
— El florista Basil hace protestas para proteger la naturaleza, en contra de que se vaya a construir un estadio de béisbol. "Nadie es fanático del béisbol. La naturaleza es lo más impresionante del mundo. No hay que perturbarla", comentó. El jugador de baloncesto profesional Kelsey Rodríguez apoyó al florista —. Una sonrisa inundó su rostro. La fecha fue de hace unos cuatro años atrás. Ese recorte de periódico era bastante divertido si lo veía de un modo realmente gracioso.
— El hermano del jugador profesional de baloncesto Kelsey Rodríguez, Hero Rodríguez, consolidó su matrimonio con Abby Woods, una famosa cirujana del condado. ¡Amor entre sangre! —. Ah, sí, olvidó eso.
Si bien Hero se había convencido así mismo de que Mari era la única que realmente lo hizo sentirse realmente amado, con el tiempo se dió cuenta de que necesitaba dejar de pensar así. Tenía que dar un paso, y Abby lo ayudó con ello.
Más tarde que nunca, en el año pasado, se casaron. Muy tierno para ser verdad, y muy raro para no serlo.
Todos tenían un final "feliz"…
…
Sus manos tomaron con cariño una foto de Mari y él, dormidos en un pic-nic cuando ella todavía vivía y eran unos niños tontos.
La tía que nunca pudo conocer Melody.
La amiga que no vería a sus amigos avanzar y vivir.
La hermana que él mismo mató…
Pero ya había pasado mucho tiempo. La visitaba a menudo, y eso era suficiente. Él viviría con ese dolor cargándolo en sus espaldas, pero ya lo superó adecuadamente con el tiempo. Claro, la herida sigue allí, ardiendo con menos fuerza que antes y cicatrizando, pero ya será otra mancha más para el tigre.
Pero luego…
Una foto, de Rowan, él y Abby, sonriendo. La tomó bastante triste. Entre ellos tres, solo dos pudieron salir a flote con su vida. ¿Y Rowan? Sunny acortó el reloj y el tiempo de vida de su amigo. Era una herida que no sabía cuando iba a dejar de arder y quemarlo por dentro.
Pero sabía que no iba a ser temprano. Después de todo, así era la vida.
La vida es una montaña rusa. Hay altos y bajos como cualquier cosa, pero esos altos y bajos realmente, podían ser una cachetada de realidad muy dura para cualquier persona. Porque así era la vida: una experiencia que te golpea hasta cuándo estás en el suelo o te suelta una esperanza para conseguir vivir un día o semana más.
Así era la vida.
Él tuvo suerte en algunas partes, pero en otras, el daño se lo buscó así mismo por su actuar tan desesperado y malo…
No podía dejar de culparse así mismo.
Era mentalmente algo malo…
De pronto, unos brazos abrazaron su cuello y la cabeza de Aubrey se acomodó en su hombro, sonriente.
— Hola, Sun~ —. Esa cálida voz de bienvenida lo hizo sentir que los problemas se iban retirando de a pocos. Aubrey era una especialista en hacerlo sentir bien mentalmente.
— Auby… —. Susurró con una sonrisa. Se giró y la atrajo en un cálido abrazo, no sin antes haber dejado los cuadros a un lado.
El abrazo duró unos cuantos minutos para separarse y compartir un beso cariñoso. Seguían siendo malos besando. No habían mejorado en ningún momento, pero para ellos era más que suficiente. Al rato se separaron.
— ¿Cómo estuvo el trabajo? —. Preguntó, un poco más animado luego de ese momento de observación.
— Aburrido, como siempre. También es tu trabajo, ¿sabes? —. Le tocó levemente la nariz, con una sonrisa.
— Je, lo sé, pero tuve otro paciente psicológico para mi turno en ese momento justamente —.
Aubrey le dió una sonrisa ciertamente juguetona. Sabía que mentía.
— Por favor, Sunny, ya sé que te quedaste aquí a jugar con la pequeña. No tienes que mentirme —. Sonrió, ampliamente.
— Lo siento —.
— No te disculpes. Ya hablamos de esto —.
— … ¿No lo siento? —.
— Mejor, creo —.
Ambos rieron en silencio, a la par que iban con su hija al sofá. Aubrey la atrajo a su regazo y Sunny se sentó a su costado, poniendo el videojuego. La madre se estiró los dedos.
— ¿Estás listo para perder, Sun? —.
— Para ganar, sí. Además, yo nunca pierdo en un juego —.
Ambos comenzaron una partida. Aubrey para vengar a su pequeña, y Sunny para defender su título de gamer friki.
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[ Horas más tarde ]
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La tumba de Rowan se quedó allí, inexpresiva observando la figura de Sunny, totalmente abrigado por el frío que hacía en esas épocas. Sentía que debía de visitarlo. Hace tiempo que no lo hacía realmente.
— Hey, hola Rowan… Ha pasado un tiempo… Sí, puede ser que hace un mes no haya pasado por aquí, pero el trabajo me mantiene ocupado. Soy… psicólogo y dueño de una cafetería junto Aubrey. Es bonito a decir verdad. Ser psicólogo me mantiene un tanto ocupado a decir verdad, pero no es nada grave ni preocupante. Tú hermana… se casó con Hero. No es algo que esperara realmente, pero hey, bien por ella. No te lo conté antes principalmente porque no recordé decírtelo. Puede ser que ya te lo haya dicho ella cuando te visitó, pero por mí parte no lo hice y debo disculparme por ello… Debo… Debo decir que lo siento. Ya lo escuchaste muchas veces durante más de diez años, pero aún quiero disculparme. Aún no me recupero realmente de esto… Tu madre ha estado bien, nada del otro mundo. La mía vive con Basil y Polly por un tiempo hasta que pueda comprarse otra casa. De momento, esa es la vida… Simplemente sigue y avanza aunque no lo queremos en algunas ocasiones… —.
La voz de Sunny se detuvo por unos instantes y dejó escapar un suspiro. Se rió un poco.
— Lo siento, parezco algo tonto haciendo esto tan seguido. Entre tú y Mari se me hizo común hablar con ustedes. Gracias por haberme dejado ser tu amigo en ese tiempo, y lamento lo que hice nuevamente… Nos vemos otro día, Rowan. Descansa en paz —. Se arrodilló frente a la tumba para hacer la señal de la cruz.
Aubrey había contagiado su espíritu cristiano a toda la familia. Poniéndose de pie nuevamente, se comenzó a retirar, con rumbo a su hogar.
…
Debajo de un árbol, Rowan lo observaba, sonriente. No estaba vivo. Era simplemente un espíritu que veía a su mejor amigo retirarse a seguir con su vida que forjó. Aunque no lo admitiera, estaba orgulloso.
— Disculpas aceptadas, Sunny —.
Una hoja cayó frente a Rowan, y ya no había nadie allí parado.
El silencio y la brisa del viento acompañaron el ambiente, meciendo los árboles y plantas del lugar. Como cuando una madre se pone a acunar a un bebé que llora.
Aunque Sunny no lo sepa, ya fue perdonado… Hace demasiado tiempo.
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~ Bueno, este fue el final de la historia más larga y duradera de la cuenta.
Si llegaste hasta este punto, debo de decirte gracias.
Gracias por apoyar este relato tan edgy algunas veces y random hasta el final.
Soy Sage, y me despido.
Adiós ~.
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