Capítulo 52: Vísperas del final

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Ahora, unos seis individuos se sentaron en la mesa de madera, uno sentado al lado del otro. Parecía haber un silencio ciertamente incómodo para todos ellos.

- Así que... Mamá, eh, ¿por qué la puerta está rota...? -. Bueno, una pregunta ciertamente normal teniendo en cuenta cómo estaba la cosa.

La mirada de la matriarca vagó por la habitación, tratando de encontrar una razón lógica al cómo ella la había terminado rompiendo. Aunque algo se pasó por su mente primero.

- ¿Cómo lo sabes? -. Preguntó, con una ceja levemente levantada.

- Eh, me lo contó Abby -. Mintió. No iba a decirle que había una carta que le contaba eso con tintes de misterio.

- Oh, bueno, eso tiene sentido. Verás, era un Jueves a la mañana... -.

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La señora Suzuki vió en el reloj que se acercaba la hora del trabajo. Se vistió lo mejor que pudo para la ocasión, y es que su despertador se había estropeado recientemente y olvidó mandarlo a reparar o, mínimamente, comprar uno en segunda mano.

O usar el de Sunny. Nunca pensó en ese posibilidad.

Llegaba tarde, y podrían descontarle su paga por una simple llegada tarde o unos segundos de más. Tenían que ser puntuales, y ella no estaría llegando ni a la hora acordada a este paso.

Tomó sus llaves y se acercó a la puerta para abrirla. Luego colocó las llaves en la puerta antes de querer cerrarla. No pensó en desayunar, ya que eso le quitaría más tiempo del que no disponía actualmente.

Al salir del departamento quiso cerrar la puerta, solamente que esta rebotaba y no podía cerrarse. Aparentemente no se había dado cuenta que le puso el seguro y eso estaba impidiendo que la misma se cerrase.

Luego de un rato, azotó la misma y... ¡"Cerró"! Solamente que... Bueno, el seguro estaba en el suelo, arrancado por la fuerza que tuvo que haber hecho...

- ... Mañana lo arreglo -.

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- Y no pudiste arreglarlo -. Concluyó Sunny con una cara de acantilado, al igual que casi toda la pandilla. Aubrey ciertamente no le pareció que la madre de Sunny fuera tan fuerte...

Aunque una madre enojada o frustrada es más poderosa que cualquier luchador. Así que no veía esa posibilidad nula.

- No. El dinero que gané y parte de tú dinero se usó para pagar al hospital. Ahora estoy trabajando con un puesto más accesible y, aunque gano ligeramente menos, es más manejable -. Se encogió de hombros, restándole importancia.

- ¿Y por qué no lo visitó en el hospital? -. Aubrey interrumpió de improvisto. Si bien no la culpaba del todo al no querer o poder visitarlo, por lo menos podía dar una excusa válida.

- Aubrey -. Susurró Sunny a su chica, ciertamente en contra de que ella hiciera esa pregunta. La madre pareció notar algo de chispa entre esos dos... Quizás estaba imaginando muchas cosas... ¿Verdad?

- Tranquilo, Sunny... Aubrey, ¿no? -. La ex-delincuente asintió con la cabeza, mientras que la madre suspiraba profundamente. - Odio los hospitales. He estado en tres en mí etapa como madre y han sido una tortura mental para mí. Todas esas veces que fui, fueron por cosas malas. Sí, allí nacieron Sunny y Mari, pero también vinieron miedos que ni yo sabía que tenía... -. Su mirada se arrugó con dolor. - Aún recuerdo la vez que Sunny fue hospitalizado por casi ahogarse en su lugar secreto... Aunque Mari lo logró salvar de ahogarse, finalmente lo tuvimos que llevar al hospital por si las moscas. Luego, cuando Mari... -. Su voz se detuvo y miró de reojo a Sunny. Suavidad había en su mirada.

El joven notó su mirada y sólo asintió. Sabía que superar un dolor como que otro hijo matara a otro no se podía olvidar tan fácil. Ella aún la recordaba con cariño. Él también lo hacía.

Los padres, a veces, tienes heridas que tardan más en cicatrizar que cualquier otra persona. La muerte de un familiar, un hijo o un amigo siempre les duele y lo recuerdan fervientemente.

Ella no lo culpa, sabe que fue un accidente. Aunque pasó hace mucho tiempo, ella también se avergüenza de lo que hizo: dejar a tu hijo morirse casi de hambre y no darle visitas diarias le fue difícil al principio, y luego se volvió estresante buscar un lugar para que los dos viviesen... Simplemente era una etapa que ella no quería recordar.

- Ya saben, lo que pasó con Mari, la llevaron al hospital y nos quedamos allí, para ver si podía hacerse algo... Pero luego, cuando Sunny estuvo allí, sin un ojo y en una cama de hospital... -. Respiró profundamente, calmando sus nervios y miedos. Parece que Mari aprendió eso de su madre. - Simplemente me sentí horrible. No... Quería perder lo poco que me quedaba. Al único hijo que podía perder... Y si bien no ocurrió para mi bienestar, desarrollé una especie de fobia a los hospitales. No me gusta... ver familiares así, al borde de la muerte o en un estado comatoso, para que los médicos te digan que no saben cuándo va a despertar. Es... Una pesadilla que no desearía tener nunca más. Pero así es la vida -. Sonrió con pena a Sunny. - Lamento no haber estado allí, Sunny. Se supone que soy la madre responsable, pero no sé cómo serlo realmente. Esto no es como un deporte que prácticas hasta que eres profesional... La paternidad viene y aprendes con ella, aunque si eres como yo y no te quedas casi nunca aquí por trabajo, termina pasando esto... -.

- Mamá... -. Dejó salir Sunny con un ligero toque triste.

- Pero bueno, lo importante es que estás aquí. Y tus amigos también. Está bien que tengas amigos con los que contar -. La matriarca sonrió, contenta por el avance que hizo Sunny.

El niño que se culpaba así mismo y se encerró en su propia burbuja, terminó rompiendo la misma y abrazando la realidad como es. Un gran cambio.

La pandilla sonrió, contenta por lo que su madre había dicho.

Aubrey, sin tener mucha discreción y ante la nula mirada de nadie a su alrededor, tomó y enrolló su mano con la de su amado.

- Mamá... ¿Crees que podamos...? -. Preguntó Sunny con cierto nerviosismo en sus palabras. - ... ¿Pijamada? -.

- Oh... ¡Oh! ¡Claro que pueden quedarse aquí a dormir! Hay algunas bolsas de dormir que trajo la mudanza a aquí. Pueden usarlas, no me molesta. Pero no se queden hasta tarde -.

La noticia puso feliz al grupo, aunque más a un Kelsey que empezó a saltar de pura alegría y felicidad. ¡Otra noche de pijamadas! ¡Súper!

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Kel fue el primero en dormirse. La película de Capitan SpaceBoy fue un tanto épica y aburrida al mismo tiempo. Fue un balance no tan perfecto, pero no era algo para dormirse a la media hora de empezar al verla.

Aparentemente, a Kel no le importó mucho eso y decidió dormirse hasta que llegara la parte donde se disparan seguidamente y sin contexto alguno de los hechos. Así le gustaban las películas a Kel: al grano, con todo lo entretenido de una, y sin tanto de por medio.

Sólo quedaban los otros cuatros, que se mantenían en un fuerte de almohadas para estar lo más juntos posible. Aubrey se encontraba en el lateral izquierdo, mientras que Sunny estaba a su costado, seguido de Hero y Basil. Kel había dormido en el sillón, acaparando todo.

Venganza al no darle el sofá esa vez, pensó Aubrey.

Luego la película siguió, haciendo que uno a uno terminaran por consolidarse ante los brazos de morfeo. Primero Basil, luego Hero, y ahora le estaba dando un sueño bastante importante a Aubrey, quién parecía marearse por los nombres de los créditos.

- ¿Estás bien? Siempre puedes dormir, Aubs -. Susurró con un tono cariñoso el tuerto a su enamorada. Aubrey sonrió, correspondiendo a su tono.

- Sí, creo que tienes razón. Voy a dormir un rato, no te quedes despierto tanto, ¿okey? -. Aunque eran recientemente unos tórtolos y se habían besado antes, eso no quitó que ambos estuvieran nerviosos, sonrojados y se besaran de manera torpe.

Los dos se rieron un poco. Aún eran unos tontos e iban aprendiendo por la marcha. Era muy pronto para ser "profesionales" en esto.

Paso a paso.

Aubrey se acurrucó a su costado, mientras comenzaba a quedarse dormida con una sonrisa pacífica.

La luz disminuyó su intensidad, y la televisión se apagó gracias a Sunny, quién se había escabullido entre el fuerte para apagar la misma, sin querer despertar a alguien. El mismo permaneció despierto durante toda la película y estaba más despierto que nunca.

Su cabeza hacía una especie de malabareos mentales sobre lo que decía exactamente la carta.

Lo denunciaría a la policía, pero no tenía mucho con qué hacerlo. Una carta no era una "prueba" realmente sólida y, generalmente, podían culparlo a él por inventar alguna clase de pruebas. Podría denunciarlo por haberlo llevado al hospital, pero tenía una coartada seguramente, y no iba a arriesgarse.

...

- Supongo que iré. No me queda de otra, Rowan -. Tomó la carta entre sus manos y miró la puerta, quien lo llamaba tentadoramente.

Iba a ser una noche agotadora.

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Sunny llegó a la escuela donde asistía. Las grandes puerta de metal le dieron la bienvenida estando totalmente abiertas. El ambiente oscuro que se cernía sobre toda la escuela martillaba su mente, la cuál se aceleraba con la sola idea de entrar.

Miró por la ventanas. Todo estaba apagado, como debía de ser.

Miró la carta, ya en sus manos una vez más y miró nuevamente al gran edificio frente a él. Suspiró, rascándose la cabeza.

- Espero que esto valga la pena, Rowan. No quiero una broma de ningún tipo -.

Sus pasos se escuchaban con eco por todo el lugar donde caminaba. El tétrico y sombrío ambiente lo hacía sentirse incómodo.

El sonido de una lata aplastandose lo hizo ver debajo suya. Una lata totalmente aplastada que él recordaba haber aplastado hace meses atrás.

¿Aún seguía aquí? Que pésimo trabajo hacen por el medio ambiente.

De todos modos, sólo pisó una lata. Nada más... ¿No?

...

Sunny no supo por qué, pero sintió que ahora había alguien quien lo vigilaba por los huecos de las ventanas. Veía ojos por dónde no había nada, y se sentía observado.

Quizás hacer ruido no fue la mejor opción, después de todo.

Sunny maldijo para sus adentros y miró la puerta para entrar a su tormento futuro...

[ Es un duro camino hacia adentro ].
[ Algo va a morir dentro tuya ].
[ Tu psique se va a romper ].

[ ¿Quieres entrar? ].

[ > Sí < ]. [ No ].

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