Capítulo 40: Sentimientos encontrados
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Aubrey se despertó con pesar sobre sus ojos. Sintió la cálida respiración de Sunny encima de su cabello color chicle, y lo vió, con los ojos entrecerrados. Seguían en el auto, durmiendo con una manta puesta con delicadeza encima de ellos dos. La mano de la chica se arrastró mientras acomodaba la dichosa manta, queriendo salir de esa situación tan comprometedora.
Sintió que una especie de calor invadía sus mejillas, reacia a querer quitarse en un buen rato. Simplemente lo observó. Parecía un infante, durmiendo tan tranquilo y sin preocupación aparente alrededor. Deslizando su mano, la misma tocó su mejilla. Estaba ciertamente cálida. Su cuerpo recibió una ligera descarga, indicando que la sensación tan cálida y familiar era ciertamente agradable.
- ... Es lindo cuando duerme -. Susurró para sus adentros. Pronto su cara sintió una olar de calor por la vergüenza de lo que pronunció, y miró hacia otro lado. ¿Por qué lo dijo así sin más?
Y a todo esto, ¿dónde estaba Hero?
Miró con los ojos en blanco, cómo estaban ellos dos en el auto, durmiendo en una posición ciertamente comprometedora. Era de noche, y las estrellas iluminaban el lienzo oscuro del cielo.
Aparentemente, Hero los hizo dormir en el auto. Menudo hijo de-
Aubrey suspiró un poco, para mirar al chico a su lado una vez más. Y pensar que ella lo estuvo cuidando por un lapso de tres semanas. Al principio no estaba muy contenta el cómo era la relación entre ellos dos. Era muy fría y con poco ánimo de ambas partes, más de Sunny que por ella. Pero al final, pudieron reconstruir dicha relación. A pasos de pingüino, sí, pero pudieron hacer que su relación estuviera mejor que antes.
Era un bonito avance.
Sin embargo se preguntaba mucho sobre qué le pasaba. Sentir mariposas en el estómago de vez en cuando no era normal. Cuando los dos eran pequeños le pasaba lo mismo, pero con más frecuencia. Ahora, ¿por qué esa sensación volvió?
- ¿Puede ser que yo...? -. Sintió que un nudo se le formó en la garganta. No iba a decir esas palabras tan cursis en ese momento. Era mejor que una cursi.
Negó con la cabeza, mientras negaba esa posibilidad. No era probable tener eso con un amigo como lo era Sunny. Sí, tuvo errores, pero supieron llevar la relación, arreglar algunas que parecían rotas y arreglaron las diferencias.
Además, el haber escuchado la historia completa de Sunny a escondidas que tenía con Hero la hizo reconsiderar la culpabilidad de Sunny. Sí, mató a Mari, pero el castigo de ver a tu hermana muerta en tus sueños, negar su muerte en tu cabeza, crear una realidad falsa para quedarse permanentemente en un pasado que nunca volverá ni aunque más lo intentara, no comer o beber bien por un tiempo y no saber diferenciar la realidad de lo imaginario era... Diablos, un castigo duro.
Sunny tuvo suerte de que su cuerpo tuviera insulina suficiente para no agarrar una especie de diabetes. Diablos, incluso si le ocurriera un paro cardíaco, sabiendo la verdad o no, se sentiría terrible. Era un compañero a fin de cuentas.
Sin embargo, y a pesar de que tuvo un duro castigo durante esos cuatro dolorosos años, también debía de reconocer que tuvo valor. Valor para decir la verdad y encima ocultar a alguien quien ocultó todo bajo la fachada de un suicidio.
Lo observó nuevamente dormir por el rabillo del ojo. Sunny tuvo que pasar por mucho, perdió demasiado y ganó poco. Perdió a su padre, a su querida hermana, su antigua casa en Faraway, a su gato, su inocencia, su mentalidad...
Aubrey se sintió mal por Sunny ahora que lo pensaba mucho mejor y con la historia que él le había contado a Hero.
- Hm -. Miró la palma de su mano y observó nuevamente a un durmiente Sunny. Movió su mano y acarició su cabello un poco. No era suave como lo recordaba. Estaba áspero y duro.
Sí, ahora que recordaba bien, él ya no era tanto el Sunny pequeño que conoció hace bastante tiempo. Seguía conservando algunas características que lo diferenciaban de los demás, pero no era el mismo. Lo que hace el crecer no tiene nombre.
- Algo que sube, pero nunca baja -. Susurró la chica. La edad era eso, algo ascendente que no se detenía.
La luna iluminó la vista de afuera, haciendo que todo sea mucho más claro. Héctor dormía a las afueras de su casa para perros, muy tranquilos, y la residencia Ramírez se encontraba iluminada.
Si fuera otra persona la que estuviera aquí durmiendo con ella, lo mandaría a la mierda y buscaría un lugar para dormir más cómodo. Pero con Sunny no era el caso. Iba a matar a golpes a Hero luego de, posiblemente, encerrarlos en el auto, tampoco quería comprobar que las puertas no tuvieran seguro. No quería despertar a Sunny.
Con cuidado de despertar a su compañero, se acurrucó más en las mantas. Quedándose con una duda en su mente...
"¿Por qué hago esto...?". No era normal ese actitud proveniente de alguien como ella. Luego iba a preguntarle a Hero, él era como una especie de sabio. Podía ser de fiar.
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- ¿Me estás diciendo que ellos dos están durmiendo ahí? ¿En el auto? -. Kel preguntó a su hermano. La visita de Hero lo tomó por sorpresa ya que nunca le avisó que vendría. Irónico.
- Sí, no hay habitaciones de invitados y tampoco tenemos lugar para que puedan dormir -. Explicó Hero.
- ¿No tenían bolsas de dormir? -. Preguntó Basil con una ceja levantada. Kel sintió un sudor recorrer su nuca.
- B-Bueno... -.
- No, déjame contarle. Íbamos a acampar, cuando de repente... -.
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Ocurrió exactamente hace un año, a mitad de 1999. Estaban en un campamento que Hero decidió hacer. Fue su culpa el hacerlo, pero Kel hizo un desastre.
Él estaba recogiendo palos secos para que el fuego ardiera más que de costumbre.
Pero...
- ¡Hero, quemé el fuego y se está expandiendo! -. Exclamó un Kel ligeramente apurado. Hero levantó una ceja.
- Pero el fuego ya quema de por sí... Es lógicamente imposible quemar algo ya quemado -. Hero le restó importancia a lo último y se centró en el error.
- ¿Y por qué en Pokémon Rojo de la GameBoy hay tipos eléctricos que se paralizan y fuego que se pueden quemar? -. Ladeó la cabeza.
- Kel, son juegos ficticios... ¡Espera, diablos, olvidé que se estaba expandiendo! -. Hero dejo las ramas secas y salió corriendo.
- ¡Ah! -. Kel lo siguió.
Estaba todo chamuscado.
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¡Pudieron apagarlo!
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Pero con ayuda de los bomberos.
Desde ese día, sus padres los obligaron a ir con un padre responsable al menos. Kel y Hero perdieron unas bolsas de dormir.
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- Desde ese día ya no podemos ir a acampar nosotros dos solos si no hay un adulto presente -. Basil se rió, mientras que Kel se cruzó de brazos.
- No fue tanto mí culpa. Si no te hubieras distraído el fuego ya no se hubiera expandido tanto -. Kel contraatacó.
- Kel... ¿Quién fue el que le tiró gasolina pensando que era agua haciendo que se expanda más que de costumbre? -. Kel se encogió en su asiento. - A todo esto, no podemos hacer que se queden aquí a dormir esos dos. No tenemos camas. El sofá es de solo una persona y ellos ya tienen suficientes problemas como para querer amanecer con una joroba marcada -. Hero remarcó.
- En casa tengo bolsas para dormir -. Basil recalcó. - Sin embargo, creo que ya es bastante tarde para buscarlas... Y tampoco tengo llave. Podría llamar, pero no sé, me da pena -.
- Genial -. Kel se rió un poco.
Hero miró con los ojos en blanco a ambos. No sabía quién era más propenso a olvidarse las llaves. Punto a favor, Hero ya sabía a quién NO confiar unas llaves nunca.
- Recuerda que no se quemaron todas las bolsas de dormir, hermano -. Hero miró a Kel, confuso.
- ... Ah, cierto, la de Sally... -. Hero miró a Basil. - ¿Crees que él quepa en eso? -.
Kel observó detenidamente a Basil. Se levantó y se retiró. Volvió a los pocos segundos con la misma y comparó tamaños.
- ... Bueno, si enrolla las piernas quizás pueda entrar -.
- ... Mejor busca las bolsas para dormir en la casa de Basil y nos ahorramos problemas, Kel -. Hero lo miró, con seriedad en su tono.
- Okey, okey... ¡Ya vuelvo, Hero, Bagel! -. Salió de casa, camiando sin ningún apuro.
- ... ¿Me llamó Bagel? -.
...
Hero notó que estaban sólos él y Basil. Sus padres y Sally dormían con calma, así que eran los dos únicos hombres de la casa. Henry se acurrucó en el sofá, hundiendo su cuerpo de a pocos.
- Así que Basil, ¿cómo te sientes? -. Empezó de a pocos.
- ¿Eh? Oh, bastante sano y tranquilo, ¿por? -. Basil comentó, sonriente.
Era la sonrisa más forzada que Hero vió en mucho tiempo.
- ... Mientes -. Basil abrió los ojos un poco sorprendido. Hero le sonrió, tranquilamente. - Apuesto a que te sientes algo perturbado -.
- Eh, ¿supongo? -. Basil se encogió de hombros. Poco a poco, se sentía más estresado.
- ¿Qué tan bueno eres haciendo nudos con sogas para saltar? -. Esa pregunta fue más que directa.
Basil observó a Hero, sin saber muy bien sus intenciones. La idea de que lo estuviera interrogando era más clara que el agua de la fuente. Una idea cruzó por su mente tan rápido que sintió miedo.
- Eh, muy malo -.
- Mientes una vez más -. Hero iba de a pocos cavando sobre Basil. Las palabras de Henry eran como una pala, que quitaba la tierra de su cuerpo para descubrir lo que buscaba.
Algo así se sintió.
- ¿Por qué sería bueno haciendo nudos, Hero? Apenas y me puedo atar las agujetas de los zapatos -.
- No esa clase de nudos. Ya sabes, las que haces cuando uno toma la decisión de... -. Hero hizo un gesto como si tuviera algo alrededor del cuello. - Sabes a lo que me refiero, Basil. No te hagas el que no sabe a qué viene esta conversación -.
Otro golpe duro.
Basil lo observó, con impaciencia. Justo lo que estaba pensando y sospechaba.
- ... Sabes la verdad, ¿no? -.
- La deduje más bien, pero sí, se podría decir lo que la sé. No me cerró del todo que Sunny pudiera colgar a alguien sin tener ayuda de por medio y un nudo tan bien elaborado... -. Hero miró a Basil. No parecía estar enojado, sentía... lástima. - Hacer esa clase de nudos no ayuda mucho en el estado mental de la persona. Y colgar a alguien para hacerlo parecer un suicidio menos. Ahora, Basil, ¿por qué la colgaste? -.
Basil lo observó detenidamente. No parecía querer ser golpeado o castigado... Nada de eso.
El florista, sabiendo que la mentira se acabó, suspiró.
- Bueno... Verás, quiero contártelo todo -.
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