Capítulo 34: Movilidad

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Hace tiempo atrás, Aubrey se encontraba bastante triste en el parque. Su madre y padre se pelearon otra vez por una tonta razón como lo era que un vaso de plástico se cayera al suelo. No se rompió porque, bueno, era de plástico, pero se molestaron.

No los entendía, y menos a su padre, ¿por qué le echaba la culpa de todo a su madre cuando fue él quién provocó la disputa? Simplemente era alguien violento e impulsivo en todos los aspectos posibles. Quizás de allí sacó ella sus características que salían a flote la mayor parte del tiempo con gente desconocida o compañeros de clase.

Las peleas siempre se ocasionaban por algún tema en concreto que sea verdaderamente malo. Si eres borracho te irías a pelear hasta con un poste, pero nunca una pelea entre gente sobria se haría porque solamente a uno de ellos se le resbaló un vaso tonto.

Por esa razón, y al no querer verlos pelear más, se escabulló de la casa. No le importaba demasiado su opinión de si debía hacerlo o no, ya que ellos eran los menos indicados para decirle que hacer. ¿Cómo planean controlar a su propia hija si no pueden hacerlo consigo mismo en todo momento? Eran hipócritas.

El parque siempre fue su zona de confort dónde se columpiaba constantemente. Los columpios eran su lugar favorito en todo el mundo. Sentir que te balanceabas adelante y atrás, tomando cada vez más impulso para llegar más y más alto la hacían sentir como un pájaro que volaba libremente por el cielo. Sentía que podía tocar las estrellas incluso.

Sin embargo, estaba ella sola, nadie quería ir a un parque a las cuatro de la tarde. La mayoría de padres estaban durmiendo para tener la mayor parte de las energías el próximo transcurso de las horas. Claro, sus padres no dormían por esas horas ya que volvían en ese momento del trabajo, y sólo comían Pizza o algo se trajeran del trabajo. No les gustaba tampoco cocinar, y menos con el estrés que eso conlleva y la poca paciencia que se tenían el uno con el otro.

Siempre pensó que debían de separarse. Si no se gustaban ni agradaban, ¿para qué seguir juntos? Herencia. Su padre era alguien de familia bastante rica, siendo el próximo que heredaria la fortuna de sus padres al ser hijo único. Su padre se casó con ella porque quería esa herencia, y no la tendría a menos de haber formado una familia.

Y ahora la tenía, pero era infeliz. Seguro que las abandonaría cuando consiga ese dinero.

Así fue, pero ese es tema de otro costal.

Ella amaba los columpios, pero no le gustaba estar ella sola allí, meciendo el columpio dónde se sentó de manera aburrida. ¿Qué sentido tenía balancearse en el columpio si nadie te está viendo? O peor, ¿por qué hacerlo sola? Era más divertido hacerlo con varios amigos cerca.

Miró para abajo, con cierta tristeza, sólo viendo sus pies.

- ¿Aubrey? -. Reconocería esa voz aunque estuviera con amnesia. Miró al frente para notar a aquél chico que le ayudó en su momento más frágil.

- ¿Sunny? -. Preguntó Aubrey con sorpresa. - ¿Qué haces aquí...? -.

- Lo mismo iba a preguntarte. Estaba aburrido en casa y decidí venir jugar aquí o algo. Kel, Basil y Hero están ocupados y Mari duerme -. Comentó con calma Sunny, sentándose con un poco de timidez en el columpio al lado de Aubrey.

- Ya veo... -. La tristeza de Aubrey en su tono era ciertamente palpable y Sunny lo reconoció a la primera de cambio.

- ... ¿Quieres hablar de algo? -.

Aún recordaba aquél encuentro casual y poco esperado para ella. Desde ese momento, él se volvió un amigo en el que podía hablar sobre sus problemas. Él era de los pocos que conocía sus problemas familiares y, prácticamente, casi toda su vida en casa.

Su corazón se sentía bien al desahogarse, debido a que Sunny era alguien en quien podía confiar en todo momento. Amaba la compañía de Sunny a su lado por esas épocas.

Si bien todo lo que hizo al matar a Mari fue algo duro, el sentimiento permaneció durmiente en todo momento por su etapa rebelde.

Sin embargo, y con sus nuevas interacciones, era probable que...

Quizás...

Quizás ese sentimiento podía volver...

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A

pesar de que la recuperación de Sunny tardaría máximo unas tres semanas, ya empezaba el momento donde tenía que hacer ejercicios y "caminar" de a pocos por su cuenta. Era complicado mantenerse de pie con las piernas tan dormidas y con dolores exagerados, pero podía hacer un intento.

Aubrey miraba de cerca a Sunny, quién se encontraba frente a las dos barras de metal a las cuales podía aferrarse sin problema alguno. Aún sentado en la silla de ruedas, sudó frío por su frente.

- Bien Sunny, ¿estás listo? -. Preguntó la enfermera Carla, mientras que Sunny asentía con la cabeza. - Entonces ve, tómatelo con calma. Aubrey y yo te sostenemos -.

Sunny miró de reojo a Aubrey, mientras esta asintió con una sonrisa en su rostro. El nerviosismo se pasó con rapidez al notar la confianza que estaba puesta en él y suspiró para calmarse así mismo.

- Bien... Aquí vamos... -. Se dijo así mismo.

Quiso " pararse" usando la fuerza de sus dos brazos en la silla de ruedas, pero Aubrey fue la más rápida y la primera en ayudarlo a levantarse. Aunque sus piernas temblaban y dolían, no significaba que no se pudiera mantener en pie. Gracias a la ayuda de la enfermera Carla que se terminó uniendo unos segundos después y a la de Aubrey, pudieron hacer que se lograra colocar en las barandillas de metal.

- Bien, camina poco a poco. Así, empezarás a usar tus piernas y veremos si necesitas un poco más de descanso para que se recuperen aún. Es como aprender un nuevo idioma. Cuesta, pero al final puedes -. Dijo la enfermera Carla.

Los pasos fueron muy cortos. Se sentía como una especie de bebé que volvía a caminar luego de nacer. Sus piernas temblaban con pavor, a la par que él caminaba con dificultad. Aubrey lo miraba levemente sonriente, notando el avance tan lento pero eficaz que hacia su amigo.

- Va bien -. Soltó Aubrey con una sonrisa al lado de la enfermera. No necesitaba mucha ayuda en ese momento, así que estaban las dos juntas viendo el progreso.

- Sí, esperemos que tu novio logre terminar bien esta parte -. Comentó la enfermera Carla con cierta gracia en la parte de novio. Sabía que no lo eran, pero era divertido jugar con ello.

- Sí, eso espero... -. Aubrey sólo quería que Sunny pasara bien esa parte por su cuenta. Quería que volviera a ser él mismo.

- ¡Vaya, no lo negaste! -. Comentó Carla, mientras se reía por lo bajo.

- ... -. Aubrey se mantuvo neutra, pero era un manojo de nervios en el interior. Un tinte rojizo se formó en sus mejillas. - No es mí novio. Cállate -.

La joven se acercó a Sunny para ayudarlo a seguir manteniendo un poco el equilibrio. Carla lo notó, ambos eran buenos chicos que se cuidaban mutuamente aún en esta situación tan compleja. Sólo sonrió, sabiendo que Sunny estaba en buenas manos.

...

- Bien, lograste caminar por la andadera. Es un gran avance -. Sonrió el doctor anotando los resultados en un papel.

- Se lo agradezco, doctor -. Comentó con una ligera sonrisa Sunny, sentado en la silla de ruedas nuevamente mientras Aubrey tomaba el contról de la misma.

- Bien. Señorita Aubrey, joven Sunny, pueden retirarse -. El doctor comentó con una sonrisa ligera.

Los dos adolescentes se despidieron por ahora del doctor. Lo iban a ver otro día para seguir con la andadera y demás cosas para recuperar su caminar.

Sunny aún le agradaba el pasillo tan blanquecino que había en las paredes y el techo. Era tan minimalista que le gustaba bastante. Simplemente, le atrapaba ese diseño, era como si ya lo hubiera visto antes en HeadSpace.

Aunque bueno, toda cosa blanca y negra la vió en su desaparecido HeadSpace, así que no debía sorprenderse demasiado a estas alturas.

- Sinceramente, fue entretenido hacer eso, debo de decir -. Sunny comentó con cierta sonrisa en su voz. No recibió respuesta.

Miró para arriba a Aubrey, quién miraba imperturbablemente hacia adelante. Parecía pérdida en sus pensamientos, pero no reconocía la razón de esto. Quizás fue una conversación con la enfermera Carla, ya que luego de eso estuvo bastante callada y extraña. No entendía ni a Aubrey, ni a las mujeres en general.

- "Cálmate Aubrey, que NO hayas respondido que NO es tu novio no significa que te guste y tampoco significa que le gustas a él. ¡Quiero decir, no es posible que a él le guste, para nada! ... ¡¿Entonces por qué sintió la necesidad de no responder antes?! ¡¡Ahhhhhh!!" -. Ciertamente la mente de Aubrey estaba hecha un caos mientras pensaba con los ojos abiertos. Claro, veía y actuaba con normalidad viendo alrededor, pero era preocupante que no hablara lo más mínimo.

- ¡Aubrey! -. Exclamó Sunny, mientras movía de un lado al otro su mano frente a la cara de la chica. Parpadeó un poco y lo miró, un poco confundida y nerviosa.

- ¿P-Pasa algo? -. Preguntó. Ella no siempre fue alguien nerviosa siempre y cuando no fuera una prueba sorpresa o algo que pasaba en su familia.

- No hablaste por unos diez minutos, y ya casi llegamos al cuarto. ¿Ocurre algo que me quieras decir? -. Sunny preguntó, con una genuina preocupación.

Aubrey lo miró por unos segundos. Aún y con el paso del tiempo, él seguía preocupándose por su amiga. Será más grande en altura, con otra mentalidad, con otro físico, con nuevas amistades, casa, pertenencias... Pero siempre va a ser el mismo Sunny que se preocupa por sus amigos.

Sonrió. Genuinamente Sunny era único.

- No, estaba pensando algunas cosas sin importancia. Por ejemplo, ¿quieres ir a la cama caminando tú sólo? -. Preguntó con cierta gracia.

- Apuesto dos dólares a que puedo -. No tenían dinero, pero podía ser un reto divertido cuando ella le deba dos dólares.

- No tenemos dinero, así que apuesto un chicle a que no puedes -. Aubrey contraatacó a Sunny en su apuesta.

- Hecho -.

Los dos rieron por lo bajo, mientras iban a la habitación del joven tuerto.

Paso a paso, él se recupera.

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El cementerio siempre fue un lugar imperturbable. La casa de los ya fallecidos era algo sagrado para quienes pasaron a otra vida y nos observaban desde el cielo o el infierno. Todo dependía de qué hayan sido en vida.

Rowan se quedó estático frente a la tumba de su antigua mejor amiga. Amanda descansaba allí, sepultada bajo dos metros de tierra y en un ataúd hecho de madera. Seguramente su cadáver hubiera sido comido por insectos hambrientos, así que solo quedaría su esqueleto por lo menos.

Siempre tuvo la teoría de que aunque la gente muriera, si se las enterraba en la tierra, esas almas pasarían a ser parte del mundo y siempre estarían con sus seres queridos en el lugar donde sea.

- Hey, Amanda. Hace años que no te veo, y perdón por no traer flores. Odio hacer esto y más en esta situación -. Rowan tenía los ropajes cambiados a unos totalmente oscuro. Las anteriores prendas, manchadas de la sangre de ellos, fueron quemadas en el patio del colegio junto a los cadáveres. Aunque estos últimos no fueron quemados de por sí en su mayoría. Los escondió en los arbustos porque tampoco le importaba que alguien descubriera los cuerpos. Tuvo su venganza, lo que tanto había buscado. - Verás, pasaron muchas cosas. Sólo quería decirte que esto..., eh, bueno, no debió de ocurrir. Si sólo no fuera tan manipulable, quizás estarías viva. Comeríamos algún que otro helado y veríamos las peores películas de la década para criticarlas y decir que los directores son unas mierdas sin cerebro -.

Se rió por su propio chiste. Aunque hubiera hecho ese acto tan deleznable, era lo que desde un inicio quiso hacer, pero no pudo nunca porque lo tenían siempre atado de la correa como a un perro.

- James no tenía la grabación que me incrimina de tu suicidio. No sé dónde la ocultó, pero probablemente esté en su casa. No creo que pueda llegar allí y decir "hola buenas tardes, sé que su hijo está desaparecido, pero puedo husmear sus cosas sin permiso?". No creo que aquello sea posible. Hice lo que pude. Obtuve la venganza por los dos. Ellos me hicieron así y yo te hice esto. Ahora, los dos pagaron su destino -. Miró al cielo con una sonrisa calmada. - La gente dice que la venganza no te llena. Dicen que cuando la cumples te sientes vacío, sin propósito a seguir... Se equivocan bastante -.

Se agachó y tomó una rosa que tenía en su bolsillo. Era lo primero que tuvo a mano en el jardín de la escuela.

- Sé cuánto amabas las rosas y la naturaleza en general. Tú eras mí propósito a seguir con mí venganza y matarlos. Quizás no querías esto y debes de estar, muy seguramente, horrorizada por lo que cuento. Sin embargo... -. Colocó cuidadosamente la rosa recostada en la tumba mientras sonreía. - Mí propósito cambió. Me sentí completamente lleno al asesinarlos, pero ya sé cuál es mí propósito. Quiero seguir adelante con mí familia. Abby me necesita más que nunca y yo a ella, pero si quiero conseguir eso..., necesito quitarme a Sunny del camino. Cuando estemos en igualdad de condiciones y salga del hospital, nos veremos cara a cara. Seguramente me delate a la policía, y no quiero que Abby sepa lo que hice con tanta antelación -.

El viento sopló en su nuca, indicando una respuesta.

- Lo sé, sería mejor hacerlo todo cuando está indefenso, ¿pero qué tiene de divertido ver a una tortuga que no puede darse la vuelta? Todas mis víctimas fueron en igualdad condición física, más no mental. Amanda, James y Michael... fueron ustedes mis víctimas. Prefiero que estén posiblemente en buen estado para poder hacer que vivan una vida menos dolorosa. James y Michael se lo merecían, pero tú no. Lo siento nuevamente, Amanda. Además, esto sería irónico. Un asesino contra otro asesino. ¿No crees que sería interesante? Uno de los dos se quitaría a uno del medio por el bien de los demás. Básicamente, sería un perder perder, ¿pero qué más da? Mí vida ya estaba en la mierda cuando te perdí y ahora lo está más por el asesinato doble que me lancé... Aunque quiera parar, no puedo. Así es como soy. Inseguro -.

A los pocos minutos, Rowan suspiró y se dió la vuelta. El viento soplaba fuertemente.

Seguramente, "Amanda" no estaba feliz con su decisión.

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