Capítulo 31: Detalles que enamoran
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Habían pasado algunos días y decir que se sentía peor era una mentira más grande que la estatua de la libertad. Estaba mejor de lo esperado, pero aún no podía mover activamente las piernas por alguna molestia probablemente en algún tejido o hueso roto. Era lo mismo, pero simplemente no podía mover sus piernas tan libremente como él quería. Aparte a ello, Aubrey fue una buena acompañante en todo momento, ya que no lo dejaba aburrido en aquél lugar sin nada que hacer. Jugaban juegos de niños para mantenerse distraídos, o miraban algo en una televisión vieja y polvorienta que las enfermera Carla le traía para mantenerse distraído.
- ¿La capital de China no era Pekín? -. Preguntó ciertamente curioso Sunny. Estaban viendo un programa donde eran una serie de preguntas para ganar dinero. Era un asco, y más sabiendo que la gente tenía claros guiones y eran actores la mayor parte del tiempo.
- Sí. No puedo creer que ese tipo dijera que la capital de China era Madagascar -. Aubrey puso los ojos en blanco. ¿La gente que salía en la televisión eran idiotas la mayor parte del tiempo?, su país estaba condenado.
- La mayoría actúan para que el espectador diga "mierda, yo lo voy a hacer mejor que este tipo", consiguen gente que audiciona a esto y tienen mejor índice de participantes. Les dan preguntas difíciles que seguramente no saben y fracasan, pero si ganan, terminan perdiendo el dinero que estaba de premio y luego el ciclo se repite hasta el infinito -. Era una suposición que él tenía. Tonta, seguro, pero era una suposición a fin de cuentas.
- Teniendo en cuenta cómo son las empresas y la televisión, no me sorprendería hasta este punto -. Rodó los ojos, sintiendo que la televisión y sus programas iban más y más en decadencia.
Desde hace días que Aubrey empezó a cuidarlo y había estado haciéndolo mejor de lo que pensaba. No es que la hubiera subestimado ni nada de eso, pero simplemente era una buena cuidadora. Parecía una especie de Polly pero que golpea con un bat con clavos en él. Tierna pero matona, pensó Sunny.
Ella había sido bastante atenta a todo lo que era necesario para él, parecía que hasta le iba a quitar el trabajo a medio hospital si seguía así, sin embargo, eso la cansaba mucho y hasta una vez se chocó con la pared al pensar que la puerta estaba a la izquierda, cuando se encontraba a la derecha realmente. Gracias a las palabras de Sunny, pudo hacer que se preocupara más por ella misma que por él.
Aubrey siempre había sido alguien bastante terca y cabeza dura para preocuparse por ella misma, pero eso no le importaba ya que amaba cuidar a los demás. Recuerda que cuando era niño, ella junto a Mari le cuidaban bastante todo el tiempo. Extrañaba un poco esos tiempos.
- Oye, tengo un poco de hambre, ¿puedes traerme algo de la máquina expendedora de aquí cerca? -. Preguntó Sunny con una sonrisa ligera.
- Seguro, ¿qué quieres? -. Preguntó, ya buscando un dólar del bolsillo de su pantalón. - ¿Tienes un dólar? -. Sunny puso los ojos en blanco, pensando que era una broma. Aubrey se rió de vergüenza. - Je, cierto, no tienes nada de eso. Olvidé que tienes la billetera contigo -. Se rascó la nuca con cierta vergüenza.
- Je, no te preocupes, creo que si buscas por aquí encontrarás algo de dinero. Quizás y hay uno de cien dólares -.
Buscando por cada rincón, Aubrey se encargó la dura odisea de conseguir algo se efectivo para conseguir la comida chatarra para su compañero Sunny. No tardó mucho en encontrar un billete de cinco dólares en uno de los cajones.
- ¿No será de alguien? -. Preguntó Aubrey, ciertamente insegura de gastarlo. Lo había sacado de un hospital, quizás era para alguna compra importante.
- No puede ser, la gran Aubrey que aterroriza a la policía de Farawaytown tiene miedo de usar cinco dólares~ -. Sunny se rió por lo bajo, sólo para que Aubrey le tirase una almohada sin fuerza a la cara.
- Cállate, por lo menos puedo caminar -. Contraatacó con cierta gracia en sus palabras.
Salió del cuarto para buscar alguna máquina expendedora que le diese el milagro de consumir aquella comida chatarra que, muy probablemente, estuviera en un empaque con aire en su mayoría y una papita a lo poco. Odiaba que las vendieran así.
Al cabo de dos minutos, la encontró, a la belleza de la máquina expendedora de comida basura para cualquiera. Sus refrescos y papitas eran resaltables a la vista, siendo lo único que quería que cayera bien y no se quedara allí, atascada y perdiendo su dinero.
La ranura donde tendría que poner el dinero era, para su poca sorpresa, un dólar, así que podría sacar, mínimo, dos bebidas y unas tres cosas más que quisiera. Aunque Sunny no quisiera algo para tomar, le daba igual, era su conocido y ella le iba a cuidar como nunca.
La máquina consumió el billete y las consumió entre sus fauces mecánicas. Tecleó los números correspondientes y, poco a poco, iban cayendo. Una a una ya estaban abajo y listo para ser recogidas por ella. Sin embargo, como esperaba, unas papitas se quedaron estancadas a lo último.
- Mierda -. No era momento de insultos, era momento para actuar y golpear la máquina hasta que le diese lo que quería.
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No funcionó, en lo más mínimo. Las mismas se resistían a su fuerza y ella no pudo evitar sentirse más molesta. Sin embargo, solo suspiró y se calmó. No necesitaba estar molesta todo el tiempo. Era enojona, sí, pero no era el momento ni la situación para ello.
- Déjame ayudarte con eso, chica -. Una voz femenina se escuchó detrás de ella. Se colocó al lado de la máquina y, de un fuerte golpe al costado, hizo que las papitas se tambalearan, pero no cayeron. - ... Mierda, jodió mí entrada salvadora -. Maldijo la chica.
- Buen golpe, pero déjame a mí -. Tronó sus nudillos y la apartó del costado de la máquina. De un puñetazo más fuerte que el que la chica dió, las papitas finalmente cayeron. Felizmente, las recogió.
- ... Ni yo tengo tanta fuerza de gorila -. Mencionó la joven. Era pelinegra, y se parecía bastante a ella cuando era un tanto pequeña y Mari seguía viva.
- Gracias por el intento y el cumplido supongo, lo aprecio. Aubrey Smith -. Extendió su mano libre. La joven miró su mano, ciertamente sorprendida al escuchar su nombre.
- ... Abby Woods, ¿tú no eras la que golpeó a Sunny antes de venir aquí? -. Correspondió al saludo, sólo para mirarla con una ceja levantada.
Aubrey sintió que el remordimiento subía como la espuma por todo su cuerpo y se rió, nerviosamente, para mirar a otro lado.
- S-Sí, me descontrolé. Supongo que si sabes eso, ya conoces todo lo demás... -. No podía enojarse porque le contara todo a alguien, ya que ella le contó sus problemas a Kim. Estaban iguales. La cabeza de Aubrey hizo un click al procesar el apellido de la chica. - Woods..., oh, ¿eres la hermana del tipo Rowan o algo así? -. Preguntó, comenzando a ir a la habitación de Sunny.
- Ja, ja, buena deducción, chica detective -. Abby sonrió, mientras acompañaba a Aubrey.
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El ambiente era bastante tranquilo. Abby se encontraba recargada en la pared, tomando un refresco al igual que Aubrey, mientras que Sunny comía alguna que otra papita. Venían en gran parte aire, pero bueno, no podía quejarse mucho a una empresa multimillonaria. No le iban a poner menor aire a sus productos.
- Así que eres amiga de Sunny, ¿eh? -. Preguntó con una cierta sonrisa Aubrey, mientras que Abby tomaba de su refresco.
- Sí, desde hace un tiempo. Rowan y él compartieron tanto tiempo juntos que dije, "hey, me uno a sus mierdas". Y aquí estoy -. Con aburrimiento, jugó con un bisturí que sacó de un cajón.
- Curiosa historia -.
- ¿Por qué no me visitaste antes, Abby? -. Preguntó Sunny con cierta duda.
- Al principio quise venir, pero he estado cuidando a mí tía. Ella también ha estado bastante mal desde que ocurrió el accidente por alguna razón. Recién ayer la hospitalizaron por una "intoxicación", pero no sé la razón del qué la intoxicó. Eso, y además de que tuve que trabajar a tiempo parcial en un restaurante. Pagaban bien -. Explicó Abby, terminando su bebida sin mucho problema.
Era raro. Según palabras de Rowan cuando eran más pequeños, su tía era una fumadora pero no era de consumir mucho. Se cuidaba más así misma que a sus pulmones. Irónico, pero cierto. Se iba matando de a pocos haciendo que tenga un posible cáncer de pulmón, pero por lo demás estaba excelente.
¿Qué le habrá pasado para que se haya intoxicado?
- ¿Y Rowan? -. Preguntó con curiosidad Sunny, limpiando un poco de los restos de comida que tenía en la boca.
- Me ayudó un poco en lo monetario, pero ha estado saliendo más para distraerse. Aún no se siente muy listo para visitarte. Por lo menos, eso me dijo él -.
- Ya veo... -.
¿Rowan estará mintiendo?
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La escuela era el único lugar donde Michael, James y Rowan se reunían. En el mismo salón sólo se encontró al mayor de los Woods. Rowan tenía preparado unos tres vasos con limonada en él, seguramente para festejar alguna mierda por el estilo. Tenía varias tabletas de pastillas en sus manos y las molió con un cuchillo. Tomó lo que estaba ya pulverizado y lo incorporó en dos de los vasos.
Con el mango del cuchillo, los batió y los mezcló con el líquido. Era una mezcla bastante bien batida, ya que no se encontraba nada en el fondo. Todo se mezcló con la cantidad adecuada.
- Perfecto. Espero y no sospechen -. Rowan comentó, mientras guardaba las tabletas de las pastillas en un cajón de la mesa del profesor. Si culpaban a alguien, seguramente sería a uno de aquellos profesores de mierda que no conocía.
Supuestamente, Michael y James iban a llegar al poco rato, así que preparó su sonrisa más encantadora para recibirlos.
...
La puerta se abrió de par en par y allí estaba el dúo drogadicto, bastante curiosos por la aparición de Rowan allí tan temprano. Rowan siempre tuvo problemas con los horarios por temas extracurriculares, pero ahora que estaban en vacaciones y en año nuevo no debió de ser tanto problema para él.
- ¿Y tú?, ¿te caíste de la cama o una porquería así? -. Preguntó con gracia Michael. Rowan se rió, en respuesta.
- Je, bueno, se podría decir que sí -. Rowan se rió, mientras ambos parecían confiar en él.
Grave error.
Con una sonrisa, tomó los dos vasos y se los extendió. Michael agarró uno de los vasos y preguntó, extrañado. - Primero que nada, ¿de dónde sacaste estos vasos? -. Rowan se encogió de hombros divertido. - Segundo, ¿qué vamos a festejar, exactamente? -.
- ¡Año nuevo, estúpido!, yo no he podido festejarlo con ustedes, así que dije, "hey, voy a festejarlos con mis hermanos del alma!" -. Exclamó con una sonrisa Rowan.
Eso pareció ser una excusa más que decente y convincente. Ambos chocaron vasos y los bebieron sin problema.
Rowan sonrió para sus adentros. No sospechaban nada...
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La noche había caído finalmente y Abby se había retirado hace ya un tiempo. Sólo quedaban Sunny y Aubrey en la habitación, a solas y viendo algunos programas aburridos de la televisión.
Ambos estaban de acuerdo: la televisión apestaba mucho en cuanto a calidad. Preferían, mayormente, la cantidad que algo bueno o decente para la mayoría. Odiaban ambos esos productos.
Sunny bostezó, cansado de ver esos programas, mientras que Aubrey se dió cuenta y silenció el programa, para que no llegara el ruido a molestar su conversación.
- ¿Tienes sueño? -. Preguntó con una sonrisa ciertamente amigable la chica.
Desde hace rato que Aubrey venía comportándose bien para demostrar que estaba arrepentida de su actuar anterior. Sunny ya sabía que hablaba en serio a la hora de querer disculparse, y admiraba ese detalle de ella. Sunny siempre fue partidario de que si jurabas hacer algo, tenías que demostrarlo con acciones. Si decías que ibas a ser alguien más, si no lo demostrabas por tu accionar, no iba a admirarte ni considerarte alguien cumplidor. Si prometes algo que nunca llegas a cumplir, sólo serías alguien charlatán. Al menos, ese era su pensamiento respecto a ello.
- Sí, quiero dormir un poco -. Comentó con una sonrisa sincera. Aubrey, ni corta ni perezosa, le colocó cuidadosamente una sabana por encima a Sunny. - ¿Eh? -.
- Hace frío afuera, necesitas estar calientito para descansar bien -. Su voz sonaba calmada y tranquila. Acomodó todo como tenía que ir le sonrió.
Por alguna razón, esa sonrisa le recordaba cuando era ella misma y no fingía ser fuerte. La vieja Aubrey.
Extrañaba esa sonrisa tanto...
- Yo iré a caminar un rato. Descansa, Sunny -. Se acercó a la puerta y se retiró en silencio, con una sonrisa calmada y relajada. Ciertamente, estar con Sunny era relajación al extremo.
Un silencio neutro inundó la habitación, solamente acompañado por el viento de las afueras que movían los árboles con poca fuerza. Sunny suspiró entre las sábanas, sintiendo el calor que le proporcionaba las sábanas.
Sunny sonrió, con un rubor en sus mejillas.
- ... Gracias, Aubrey -. Su sonrisa era tan relajada..., simplemente no podía no sonreír.
Aubrey era bastante buena cuidándolo. Era una buena compañía.
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