Capítulo 30: Avivando la confianza

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Sunny se encontraba sentado en su cama de hospital, viendo la noche tan estrellada en ese oscuro lienzo llamado cielo. Las estrellas brillaban por todo el vasto universo, dando un toque tan hermoso a la noche de luna llena. Amaba estar fuera, disfrutando de que la brisa le golpeara en toda su cara y dejar que su mente fluyera en aquél tinte azabache de ensueño. Sin embargo, ahora debía permanecer en cama para tener una recuperación pronta de los sucesos que ocurrieron. No recuerda nada de ese día, así que sufrió un fuerte golpe en su cabeza.

Un choque provocado por alguien en un estado de ebriedad bastante serio. Al menos, eso era lo que Aubrey y las enfermeras le contaron. Rowan, curiosamente, se recuperó más rápido que él al no recibir todo el daño del choque pero la pareció extraño. No solo el hecho de que Rowan, si estaba totalmente bien y estable, no lo hubiera visitado en todo el día, ni en los días que estaba inconsciente como le había comentado Aubrey en su momento. Abby seguramente estaba en algún lugar robando alguna cosa sin importancia y haciéndose la Robin Hood otra vez. Solo Dios lo sabe.

- Hey, Sunny, volví -. La puerta rechinó al ser abierta por Aubrey. Estaba normalmente como siempre, aunque un poco cansada por estarlo cuidando constantemente. Las enfermeras se encargaban de la mayoría, pero su terquedad siempre la obligaba a ayudarlo aún no siendo necesaria allí.

- Te ves terrible, berenjena -. Aubrey no se molestó en querer reclamar por el apodo tan sorpresivo de Sunny. Estaba cansada en ese momento. Podría dormir encima de un horno y sería lo más cómodo del mundo para ella.

- Solo necesito dormir un poco y estaré con pilas nuevas. Algo así como un robot -. Se sentó en una silla cerca de él, mientras se retiraba dejando que crujieran sus huesos.

- Así que ese es el secreto de tu fuerza. Interesante -. Sunny comentó con cierta gracia. Las bromas tontas y el tiempo que pasó con Rowan lo hicieron cambiar bastante en su sentido del humor.

Aubrey entrecerró los ojos y miró con mala cara al joven Suzuki. Este se quedó callado por unos segundos, mientras Aubrey lanzó un largo bostezo al aire. Estaba ciertamente cansada.

- Puedes dormir, ¿sabes?, las enfermeras también pueden cuidarme -. Le recomendó el tuerto a su amiga con aires de delincuencia. Aubrey negó con la cabeza.

- No. Puedo cuidarte yo también. Solo necesito dos minutos de descanso y estaré como nueva, ja, ja... -. El tono cansado y los constantes bostezos decían plenamente lo contrario y Sunny lo sabía.

- Sé que quieres cuidarme Aubrey, pero no tienes que hacerlo todo tú sola. Es bueno que ayudes, pero otras personas también pueden hacerlo -. Las palabras de Sunny no fueron escuchadas para nada, y Aubrey hizo caso omiso a sus palabras.

- Lo sé, pero yo también puedo cuidarte. Solo necesito descansar y... -. Ronquidos suaves se escucharon, mientras Aubrey descansaba reposada en el respaldo de la silla. Esa chica dormía dónde sea, parecía un gato a estas alturas.

Sunny creía saber qué estaba tratando de hacer. Ella siempre fue ayudada por él cuando escuchaba sus problemas familiares sentados en los columpios. Se sintió escuchada en esos momentos y sólo necesitaba de ello para que la ayuden, nada más que una bonita y calmada charla. Nada fuera de lo usual. El hecho de que compartiera temas tan profundos con él se debía, principalmente, a la confianza que se tenían en aquél momento desde pequeños.

Quizás Aubrey tenía la necesidad de devolverle la ayuda que Sunny le habría brindado hace bastante tiempo, ayudándolo en ese estado físico tan deplorable. Lo que Aubrey trataba de hacer era, en pocas palabras, devolver todos los buenos gestos que Sunny hizo por ella en todo momento al cuidarlo sin descanso. A su vez, que se trataba de una manera para pedirle disculpas por haberle golpeado tan duro en el primer momento de desquite que tuvo. Sunny agradecía su ayuda, pero él sabía cuando había que parar y poner un alto a la situación actual.

Arriesgar así la salud, sus horarios de sueño, esforzándose al máximo para brindarle una pronta y mejor recuperación era algo que nunca esperaba. Él admitía que no esperaba algo así de una persona, y menos viniendo de la chica que arrastraba un bat de béisbol con clavos por todo Farawaytown para intimidar con él a la gente. Era algo que no esperaba de Aubrey, en lo más mínimo. No le molestaba el cuidado, sí le molestaba las consecuencias de la misma.

- Descansa, Aubrey -. Comentó Sunny. Si pudiera levantarse le daría una sábana para que no pasara frío en la noche, pero no era posible por el dolor que tenía su cuerpo en esos momentos. Aubrey tenía solo una forma de vestir de manera determinada, siendo la de delincuente que deja expuesta su piel y top. Al poco rato le daría un resfrío o algo similar, solo quería que ella estuviera y pasara una tranquila noche.

... ¿Se estaba preocupando de más o era sólo un pensamiento pasajero? No lo sabía, y tampoco le importaba. Sólo quería que ella estuviera bien. Si la que lo cuidaba se enfermaba, ella iba a tener un problema de autoestima y su terquedad actuaría de manera inmediata. No quería eso.

Como si Dios escuchara sus plegarias, una enfermera entró a su cuarto para revisar su salud de manera rápida y momentánea. No era raro que vinieran de vez en cuando a verlo, ya que era un recién ingresado y no era fácil tratar con un joven adolescente con esas heridas. A fin de cuentas, él era uno de los que sacaría a flote la nueva generación y enseñaría a las próximas a él cosas de la vida. Pensamiento de anciano, sí, pero qué importaba.

- Enfermera, dos cosas... -. Sunny habló. Aunque desde hace tiempo le costara hablar, solo era cuestión de adaptarse y poco a poco, mejoraba en cuestión de años. Ahora parecía como su yo de doce años que practicaba con Mari. La enfermera lo miró, expectante. - ¿Puede tapar con una manta aunque sea a mí acompañante? -. Preguntó, mirando de reojo a una Aubrey pérdida en los brazos de Morfeo.

La enfermera los miró a los dos unos cuantos segundos. Era adorable cómo se preocupaban el uno con el otro...

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[ Horas atrás ]

Aubrey era una chica impulsaba, o al menos así lo dijo Henry, el mayor del grupo. Era afirmativo esa manera de pensar de ella, pero no lo era para la enfermera a cargo del paciente Sunny Suzuki. Ella sabía que se preocupaba profundamente hacia su compañero de su pueblo alejado de todo.

Parecía una joven desesperada en que no le pasara nada malo en lo absoluto, y eso la hacía enternecer por lo buena que era para cuidar a los demás.

En ese momento, la enfermera de nombre Carla, iba llevando una bandeja con la comida hacia la habitación de Sunny. No tenía problemas para comer por sí mismo debido a que el accidente no había roto algo importante de su mandíbula ni nada parecido. Eso sí, sus brazos estaban aún dañados, así que tendría que comer por parte de alguien más.

Ahí es cuando una Aubrey, saliendo del baño, la vió llevando esa bandeja a la habitación de Sunny.

- ¡Enfermera Carla! -. Exclamó Aubrey. Carla notó que había cierta intención de ser la que ayudara en casi todo con Sunny. Parecía un poco cansada y merecedora de una buena siesta. - Déjeme darle la comida a Sunny. Quiero hacer algo por lo menos -.

- Aubrey, querida, ya hiciste bastante. Si sigues así me vas a quitar el trabajo, je, je -. Se rió por lo bajo la enfermera. Aubrey seguía insistiendo con su mirada.

Ya parecía que eran novios o algo así, porque no era normal la manera en que Aubrey cuidaba a Sunny en todo momento en el hospital.

Sin embargo, no pudo negarse a la intención que ella tenía para ayudar a su gran amigo. Una chica así, que ayudaba en todo lo posible a alguien era de admirar.

Sonriente, le entregó la bandeja con la comida para Sunny. Aubrey, rápidamente, se retiró con una sonrisa ciertamente cansada.

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Aún recuerda pasar para ver cómo estaban las cosas entre esos dos. La escena era bastante tierna, siendo Sunny quien era alimentado con poca confianza hacia una Aubrey que le daba pedazos cortados de Bistec.

- Vamos, tienes que comer -. Comentó Aubrey, mientras Sunny solo trataba de ignorar el contacto visual. Era muy vergonzoso para él.

- E-Es fácil para ti decirlo -. Cuando se trataba de demostrar la vergüenza, Sunny se llevaba el premio. No estaba acostumbrado a esto, y aún considerando la edad que tenía. Era bastante vergonzoso.

Carla solo se rió por lo bajo, mientras los dejaba a los dos en su lenta conexión de amigos.

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- Claro, Aubrey ha sido de gran ayuda. Además, hace frío afuera -. Sacando unas cobijas de una estantería cercana, cubrió a Aubrey con las mismas para que pudiera dormir sin sentir tanto frío por lo menos. También, cerró las ventanas que dejaban entrar las frescas y congelantes ráfagas de viento del exterior.

- Gracias. Y lo siguiente, ¿cuánto tiempo se supone que estaré aquí? -. Preguntó, no teniendo muchas esperanzas en tener una recuperación pronta.

- Hm, el doctor había dicho que calculaba, por lo menos, tres semanas para una recuperación completa -. Tomó una hoja pegada a la camilla de Sunny, teniendo todo el informe. - Tienes ciertos golpes bastante graves. Mayormente en tus piernas y brazos. En el cuerpo hay sólo algunos moretones provocados por algo, lo cuál no es grave del todo. Ningún hueso roto o órgano perforado, por lo que no necesitas alguna operación o transplante. En ese aspecto, no estás tan mal para ser atropellado por un auto -.

¿Cómo era posible que no tuviera algún hueso roto si el auto, supuestamente, lo atropelló?, habían cosas que no cuadraban. Como el hecho de tener moretones extraños por todo su cuerpo. ¿Lo atropelló más de una vez o qué?

Sunny agradeció a la enfermera Carla, quién se despidió del dúo. Aubrey dormía tranquilamente debido, probablemente, al gran cansancio que su cuerpo almacenaba en ella. Sunny la observó un poco, sólo para suspirar por lo imprudente que ella era a la hora de actuar o cuidar a alguien.

- Buenas noches, Auby -. Con ese pequeño apodo, se acomodó en su cama para querer dormir un poco en aquella noche tan fresca.

Aubrey sólo dejó escapar una sonrisa sutil, aún descansando tranquilamente en la silla.

Poco a poco, chicos.
Poco a poco.

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