Capítulo 26: Ascendiendo ( 10/11)
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Bien, tenía un nuevo vecino y era un rarito a simple vista. Genial, pensó. No sólo iba a tener que lidiar con sus problemas mentales, esquizofrénicos y demás cosas perturbadoras si no que, ahora, debía de lidiar con alguien ciego de un lado de su cara. Vivían cerca los dos y, muy seguramente, su tía lo iba a mandar a saludar o entregar un pastel al nuevo vecino o esa mierda. No niega que sintió una conexión con él y pensó que eran iguales en ciertos aspectos físicos, pero rayos ¡él parecía un zombie de verdad! No tenía vida en sus ojos, las vendas estaban tan notables en su cuerpo que me da vergüenza con solo verlo, y su bendito parche le daba un toque espeluznante.
De todos modos, ¿cómo perdió su ojo? Quizás era un accidente, se cayó o lo agarraron entre cinco y le dejaron esa parte ciega... eso o, simplemente, era un defecto de nacimiento. No le sorprendía, estaban en una época donde la mayoría de problemas genéticos eran menos raros que de costumbre. Eran especulaciones, a fin de cuentas.
Al final, no le importaba, no iba a conocerlo de ningún modo. La última vez que había conocido a alguien y puso su voluntad para conocerla mejor... la mandó al otro mundo, eclipsando sus sueños, metas y ambiciones. Quizás era mejor así, quedarse sólo, con su hermana y tía para pasar una vida llena de felicidad. Claro, la "felicidad" era variada y habían muchas personas que sentían la felicidad de una manera totalmente diferente, pero para él, una verdadera familia, era una verdadera felicidad.
Se dirigió hacia su cuarto y cerró la puerta detrás suya. Suspiró ante el ambiente deprimente de su cuarto. Todo estaba totalmente desecho, con su cama desatendida por la excesiva cantidad de tiempo que pasaba en ella sin atender a los quehaceres personales y del hogar. Además a eso, el suelo no era mucho mejor; siempre tenía alguna basura tirada por allí, una mancha de un refresco que le daba poca importancia y sus cortinas... eran un asco, llena de sangre robada desprendida de los pequeños mosquitos que se posaban en ese lugar para descansar de tanto extraer de su líquido rojizo vital.
Aunque fuesen muy importantes para la vida en el planeta, odiaba con todas sus fuerzas a los mosquitos. No había nada que hacer para quitar esas manchas de sus cortinas ya que, bueno, estaban hacer un muy bien rato allí. No había nada que hacer en eso, pero sí podía arreglar su dormitorio, o al menos intentaría hacer esa titánica tarea.
¿Dios sólo le daba las peores batallas a los mejores guerreros? Quizás. Estaba pensando que era una respuesta afirmativa.
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No era alguien quien se encargara de la limpieza primordialmente hablando, ni tampoco era un experto ordenando o limpiando; nunca le enseñaron a ser ordenado de todos modos. Barría de manera torpe, sin saber cómo era que lo hacía la gente, ¡parecía un don divino a decir verdad! Pero era simplemente práctica.
Le pidió una pequeña mano a su tía con la tarea tan "jodidamente pesada" que era barrer un poco y ordenar. No lo ayudó, pero si le enseñó a sostener la escoba. Era un avance a pasos agigantados, sinceramente hablando. Era como sí alguna especie de deidad lo bendijera con su gracia divina.
- Oye, te pregunté algo -. Abby lo sacó de su nube de pensamientos. Rowan observó a su hermana recostada en el marco de la puerta.
Aquí vamos de nuevo. Cada vez que Abby iba a preguntarle algo era para intentar convencerlo de ir a robar algo. Desde hacía un tiempo un tanto decente, se volvió una chica que robaba el dinero a la gente que le parecía rica. Sí, Robin Hood, pero peor, de bajo presupuesto y encima, una niña. ¡Era lo peor del mundo!
- ¿Eh? -. Se volteó para verla, sinceramente distraído. - Oh, sí, no voy a ir a robar contigo -. Siguió con su misión labrada por los dioses del olimpo: limpiar su cuarto y dejarlo decente. Abby suspiró.
- No esa pregunta. ¿Vas a ir a saludar a los vecinos nuevos? La tía y yo ya lo hicimos. No conocimos a su hijo porque se durmió, pero la madre es encantadora. ¡Dijo que me parecía a una tan "Aubrey"! -. Expresó ciertamente molesta y con los brazos cruzados entre sí.
- ¿Y estás molesta por...? -. Movió la mano en círculos, queriendo que aclare su punto.
- Es una manera de llamar a la berenjena. ¡Esa tipa se llama berenjena resumidamente y me dijo que parecía a ella, eso es vergonzoso! -. Exclamó con una ligera molestia, a la par que un sentimiento de vergüenza se presentó.
- Ja, tonta y no, paso. En otro momento quizás lo haga, pero no ahora; estoy trabajando aquí -.
- Hm... -. Dió un vistazo a la habitación. Era un chiquero peor de lo que recordaba. - Bueno, pues suerte con tu base de rata, supongo -.
- ¿Y no quieres ayudarme? -. Le propuso Rowan, mientras Abby se iba un poco hacia atrás.
- N-No gracias -.
- ¡Vamos, no me digas que eres una vaga y tonta para no querer ayudar a tu gran hermano mayor! -. Se burló, sonriente.
- Agh, es la sexta vez en la semana que me molestas. Buscate unos mejores insultos, tarado -. Irritada, se retiró.
Cuando la niña se fue, él sabía que podía seguir con su gran tarea sagrada. No sabía la razón, pero el hacer algunas actividades en el día lo despejaban de todos sus problemas ajenos. Casi ni se sentía triste al contrario, se sentía más vivo y con fuerzas; expresarte con acciones más que con las palabras lo hacían recuperarse parcialmente del hueco que estaba en su alma. La figura siniestra de "Algo" lo veía todo el tiempo, pero sólo la ignoraba al estar concentrado en sus actividades de arreglo de habitaciones asquerosas.
...
Pasó mucho tiempo y ya el sol se había ocultado. Miró orgulloso su habitación. La cama estaba totalmente tendida, con sus sábanas, cobijas y las almohadas. El resto de su cuarto era más alegre y presentable, aunque sus cortinas seguían asquerosas, las cambiaría mucho más tarde cuando tuviera dinero.
Se lanzó hacía su cama, listo para caer en los aposentos tan tranquilizadores y finos de Morfeo. Miró a su costado y tomó una de sus píldoras para calmar las alucinaciones tan grandes que él tenía algunas veces.
Sin tanta dilación, se durmió.
...
Su tía lo despertaba de vez en cuando, diciéndole que Abby no podía salir hoy de casa ya que estaba castigada por una mierda que hizo antes, pero él sólo respondía que sí a todo sin enterarse de la situación debido a lo somnoliento que estaba en ese momento.
Cerró levemente los ojos y el cielo ya estaba en su punto más alto. Se cubrió los ojos cuando los rayos de la misma estrella solar le impactaron por los huecos de las cortinas.
- Agh, ¿qué hora es? -. Era bastante temprano para levantarse, pero medianamente tarde para quedarse ahí acostado en la cama. Divisó su calendario y supo que día era. - Ah, sí, hoy es [ 1-3-1997 ]. Buen momento del año, ¿eh? -. Preguntó a nadie en específico.
...
Como un rayo se vistió y buscó a Abby por toda la casa al saber que debía de buscarla y procurar que no saliera de la casa. Si no podía cumplir esa tarea impuesta por su tía, nunca lograría ser independiente o aún peor, ¡su hermana lo cuidaría y se volvería la mayor!, ¡era todo menos eso!
Al no encontrarla por toda la casa, se le ocurrió una idea; debía estar robando. Era un pensamiento poco normal, pero conociéndola no era ninguna locura. Su tía no sabía lo que ella hacía, pero siempre se cuestionaba el dinero que ella traía a casa de manera irregular.
Ya sabiendo que no estará ahí en su casa, se colocó sus zapatillas y salió del hotel, listo para buscarla. Hacía un gran calor afuera, así que era encontrarla antes de que se volviera un helado derretido o una mierda así.
...
Finalmente la encontró, pidiendo el dinero del vecino en un callejón y fingiendo ser más alta, ruda y adulta en su mayoría. Sabía que no lo hacía a las malas enteramente, pero robar al vecino que conociste hace un día no era la mejor opción.
Entró al callejón y sintió un gran frío provenir del aire acondicionado de la tienda de al lado. Perfecto. Sabía que Abby no lo tomaría en serio, pero quizás lo haría si lo veía comerse un grandioso chicle. Y así lo hizo.
- ¡E-Eh, tú, déjalo! -. Expresó enojado el chico, molesto por la situación. ¡Estaba tan cansado sólo porque ella quiso salirse de la casa a robar que el calor le podía!
- ¿Otra vez tú, niño? -. Le preguntó el asaltante, sin ganas de responderle nuevamente.
- ¡S-Soy Rowan para ti! -. Exclamó, molesto y con frío en su cuerpo. Odiaba los aires acondicionados.
- Rowan... T-Te lo he dicho siete veces esta semana, ¡déjame en paz! -. La ladrona alzó la voz, totalmente aguda y nerviosa, dejando en el suelo a Sunny.
- ¡Claro que no, como tu hermano te voy a detener a punta de igualdad de genero! -. Rowan rugió internamente, mientras ponía en frente sus brazos de fideo y sin tanta masa muscular.
- ... Pero, Rowan, estás temblando -. La ladrona se calmó instantáneamente al ver de que Rowan no parecía tener confianza.
Rowan quiso calmarse, pero no lo logró... El frío y la presencia de su hermana lo hacían dar dos pasos hacia atrás. Estaba contra la espalda y la pared.
- Lo siento, hermanito -. Tronando sus nudillos, se acercó a su hermano. Esto no iba a salir bien.
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Ahora caminaba junto a Sunny. Parecía muy tímido tanto para hablar como para caminar.
- ... -. Rowan parecía no mover los labios para hablar, solo daba leves bufidos de su nariz dejando escapar un ligero humo metafórico de lo enojado que estaba.
- ... Barrió el suelo contigo -. Dejó escapar Sunny, mientras lo miraba y cargaba consigo la bolsa de la compra.
- Por lo menos a mí no me sangró la boca con nada -. Molestó un poco a Sunny con sus palabras, mientras portaba una sonrisa ligeramente fanfarrona.
- ¿Quién de... los dos aquí tiene dinero? -. Le siguió el juego, con leves dificultades para poder hablar.
Rowan notó esa dificultad. Debía de tener bastantes en su vida para poder comunicarse con la gente. No sabía la razón de momento, pero suponía que era personal... aún así, esa respuesta le hizo sentir la sangre subir hacia su cabeza. Había sido vapuleado y perdió el dinero que tenía, ¿por qué le hacía esto Dios?
- Sí, ajá -. Zarandeó, restándole importancia a lo que Sunny respondió. Sunny solo pudo inflar la mejilla derecha con puro aire de sus débiles pulmones formando un ligero puchero; la primera respuesta buena que daba a una broma en años y se la ignoraban. - ... Lamento lo de allá, tengo que enseñarle modales a Abby -. Se disculpó, ya más calmado.
Sunny aceptó las disculpas con un asentimiento y solo siguieron caminando.
- ... ¿Tus padres saben que... ella roba a gente? -. ¡Wow, qué increíble pregunta sin el ánimo de ofender a alguien con sus problemas por olvidarlos! ¡Pudrete!, pensó Rowan.
- Oh, bueno... no, vivimos con mí tía. Mis padres trabajan todo el día y vinimos a vivir con ella -. Rowan respondió sin darle muchos rodeos al asunto y se limpió su mejilla sucia por la paliza que le propinaron. Mintió en varios aspectos. Sus padres sí se fueron a "trabajar", y los dejaron tirados. Que se pudran también.
- Tú eres el nuevo vecino. Buena bienvenida, ¿no? -. Rowan se rió entre dientes, mientras Sunny solo lo miraba, un poco contagiado por la felicidad repentina y comodidad que reflejaba Rowan. Sí, quizás era una buena oportunidad para volver a empezar.
- Sí, fue un tanto inesperado... Sunny Suzuki -. Sunny le estiró su mano no tan libre por las compras, mientras Rowan miraba la misma con cierta duda.
Rowan miró la mano extendida de Sunny con cierta duda. Él sabía que no era malo, ¿pero en serio iba a hacerlo? No quería que pasara eso otra vez. ¿Para el colmo? Veía y sentía que "Algo" se trepaba en su espalda lo cuál, era imposible, ya que estaba bajo el efecto de su medicación. ¿Será que él también...?
- Rowan Woods. Un gusto, Sunny -. El jóven azabache, ni corto ni perezoso, e ignorando parcialmente la presencia de "Algo" que escalaba por detrás de él, aceptó el saludo.
Aún se preguntaba la razón de la presencia de ese ser trepando por su espalda; parecía como si sus pecados tuvieran forma humana y escalaran por ahí, totalmente conscientes de sus actos. Sunny... no sabía quién era, ya lo descubriría, pero sentía que eran iguales en algo...
- Bueno, vamos a casa, no creo que sea bueno que esos comestibles se pudran -. Mencionó Rowan, queriendo ya ir camino a casa.
- ¡O-Oh, sí, vamos! -. Exclamó Sunny, con una emoción rasposa en su garganta. Ambos aumentaron el paso.
Mientras caminaban, Rowan no pudo dejar de ojear al chico Suzuki. El mismo estaba perdido en su mente, mientras él lo analizaba. No había duda, este tipo... era exactamente la misma existencia triste que él.
Trataría que no se repitiera pero, ¿quién sabe? El tiempo hablará.
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