Capítulo 21. Ascendiendo ( 5/11)
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Su madre no estaba en casa. En cambio, Rowan y Abby se encontraron con una mujer mucho más mayor. Parecía fumar mucho y eso no le agradaba al olfato a Rowan ni a su hermana adoptiva. Antes que siguiera fumando de ese palo de nicotina, habló.
- Yo soy Beth. Los voy a cuidar mientras su madre vuelve de un viaje bastante largo... -. Comentó, mientras se sacaba el cigarrillo de la boca. Ellos solo sabían que tenían unos abuelos y poco más. Además, tampoco les agradaban mucho ellos dos a todo el resto de la familia al saber que Charlotte o Lorenzo tuvieron una familia y unos mocosos aunque una sea adoptada. - Yo soy la prima de su madre, pero pueden considerarme como su tía -.
- ¿Tía? ¿Los tíos no eran los hermanos de nuestros padres o algo así? -. Ladeó la cabeza Abby, con cierta confusión.
- Yo pensé que eso era una manera de referirse a alguien en español -. Como siempre, Rowan mostraba de que neuronas estaba hecho.
Beth solo pudo suspirar, cansada tan pronto por la tontería que Rowan decía. Un chico así cansaría a quien sea, no importa lo fuerte que sea alguien mentalmente, alguien así solo te puede sobrepasar sin más. La actual cuidadora y responsable de ambos solo miró, decepcionada por la capacidad mental de Rowan.
- Sí, pero viví con ella toda mí vida. Básicamente, soy considerada como su hermana mayor, así que creo que eso debe de contar cómo tía -. Se encogió de hombros, restándole importancia a la situación.
Abby solo pudo pensar un poco. No tenía mucho sentido de que su madre se hubiese ido sin despedirse, era como si no los quisiera ver nunca más o, peor aún, que los hubiera abandonado como lo hizo Lorenzo antes. Negó con la cabeza, su madre era mil veces mejor que eso. Ella no iba a hacer lo mismo, eso lo sabía. La conocía perfectamente para saber que no tomó esa desición. Vacilante, Abby se acercó y comenzó a hablar con la tía Beth.
Rowan se quedó ahí, estático y quieto. ¿Alguien más quería abandonarlo? Charlotte, su madre, los acababa de dejar sin decir nada a un "viaje" largo. Sospechaba porque, bueno, su madre fue despedida hace dos días. No era lógico pensar en una solución que no sea un abandono tan pronto. Su padre, Lorenzo, también lo abandonó en un momento bastante complicado de familia que atravesaban todos. ¿Cómo puede un padre abandonar a su esposa, a sus dos hijos y seguir como si nada en la vida?
Fingiendo apariencias. Eso siempre lo tuvieron en la sangre toda la familia. Cada uno ha fingido no tener dolor emocional, físico o mental sólo para hacerse el ser más perfecto a ojos de otros. ¿Te duele ese golpe? No, fue una caricia. ¿Te dolió lo que dijeron? No, no me afectan sus palabras. ¿Te dolió la muerte de tu abuelo? No, no lo conocía muy bien. Excusas, para ocultar cosas.
Desde ese día, Rowan no había sido el mismo. Ser abandonado dos veces por sus padres era duro, y supuso algo...
¿Era él el problema real de eso? Abby con su madre y padre tenían una muy buena relación. Sonreían y reían, ¿pero qué pasaba cuando estaban con él? Eran duros y exigentes, para hacer que se prepare para un futuro mucho más cómodo y sin inconvenientes, supuestamente. ¿Aún sabían cómo es era él? Pues pareciera que no. Un chico que acuchillo una vez a su hermana por comerse su postre no era alguien que llegase lejos en la vida, supuso.
Pero no importaba el pasado ahora, ¿verdad? ¡Claro que importaba! Era EL pasado lo que nos formaba para EL futuro. ¿Qué ocurría cuando el pasado y el futuro se ven marcados por el mismo suceso traumático de ser la principal causa de que te abandonen? Miedo. Miedo a ser abandonado una vez más, por todos otra vez.
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¿Por qué se iban? No lo entendía. Ellos eran buenos hijos. Daban lo mejor de sí para enorgullecerlos constantemente y ahora resulta que no era suficiente para ellos. El ser humano es un ser frágil, pero también muy egoísta. Quizás él también lo era, ¿pero lo era más que los otros? Él, bajo su punto de vista, no. Era una persona buena y nulamente egoísta...
¿Entonces por qué los abandonaron así de fácil? ¿No les importaban a fin de cuentas?
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Pasó bastante luego de ese día. Rowan ahora tiene catorce años y Abby también. La edad de su tía no era relevante en ese momento. Esta etapa es el punto de quiebre de todo.
No había mucho que hacer en esa secundaria. Sus dos mejores amigos se mantenían ocupados la mayor parte de la semana con los trabajos impuestos por su profesor, y no tenían bastante tiempo para jugar juntos o pasar la tarde por ahí. Era tan aburrido... deseaba pasar tiempo con alguien, pero no tenía a nadie. ¿Amigos? Más allá de esos dos chicos, no tenía ninguno. ¿Abby? Su hermana, actualmente, estaba pasando por una etapa ciertamente rebelde y robaba a gente sin que su tía lo supiera. Él trataba de detenerla cuando había oportunidad, pero no lograba mucho. Además, no había mucho amor de hermanos. No se llevaban bien.
Estaba muy solo en esa cárcel llamada secundaria estadounidense.
...
- Oye, te dije que me pasaras de esa. No he fumado en todo el día y ya me siento agotado -. Un Michael mucho más grande le reclamó a James. Ambos estaban en el patio del colegio, escondidos para no ser pillados por los maestros.
- Tranquilo, dios, ya voy a darte un poco, sólo espera -. James lo relajó, mientras fumaba bastante tranquilo de su cigarrillo con cierta sustancia metida en la misma.
Drogas. Hay muchas formas de consumirlas, ya sean en inyecciones o inhalando las mismas por la nariz. Sin embargo, para ellos, la mejor manera es simplemente fumarla. Enrrollan la marihuana en un pedazo de papel y, con un encendedor, la encienden para poder fumarla sin ningún inconveniente.
Parecían muy felices, al estar bajo los efectos de la misma; todos sus problemas parecían irse como si nada.
- Así que fumando otra vez, ¿eh? -. Una voz femenina los sacó de su nube de felicidad.
Una joven de su misma edad les llamó la atención. Cabello blanquecino atado en dos coletas, ojos de una tonalidad púrpura y una expresión monótona digna de ser la delegada, la brillante del curso y, por supuesto, la que llama la atención y lleva a las personas con el director por si hacían algo indebido. Era su mano derecha, básicamente.
[ Intenté que fuera lo más parecido al dibujo de Omori, pero no me convenció tanto ].
- Michael, James..., ya no me sorprenden, ¿saben? -. Les comentó, cruzada de brazos y sin mostrar expresión alguna.
- ¿Cómo nos... encontraste? -. Le preguntó incrédulo James.
- Idiotas, fuman en frente de una ventana. Se los ve aún si se esconden -. Apuntó detrás suya.
En efecto, había una gran ventana que los delataba, ¿cómo no se habían dado cuenta de aquella obviedad? Quizás ya estaban muy drogados para saber que era una ventana o simplemente orientarse.
- Amanda Enoka Adams -.
- Sí, esa soy yo. Buenos días -. Bromeó, mientras tomaba a Michael de la camisa. - Ahora escucha bien. Tú vas a agarrar a tu otro amigo drogadicto y me seguirán a la oficina del director. Ahora -. Lo soltó de la camisa y lo miró, esperando que hiciera caso.
Michael odiaba a esta chica. Todos sus problemas ocurrían porque ella los encontraba haciendo esas cosas en primer lugar. Quizás también era culpable por hacerlas, pero no lo era bajo su punto de vista. Simplemente, esta tipa lo hacía rabiar del enojo.
James era un caso similar al de su compañero. Ambos tenían a esta tipa como la desencadenante de sus problemas escolares y es que no lo era. Era la que controlaba los problemas de la escuela actualmente y la que promovía el órden. Era un ejemplo a seguir, pero no para ellos.
Accediendo a la órden, los dos acompañaron a la delegada a la sala del director del lugar. No estaban de muy buen humor.
...
Por un lado, tenemos a un chico que solo quiere divertirse con amigos, que no tiene a ningún amigo allí en la escuela. Traumado por el abandono constante y bajo en notas académicas.
Por el otro, tenemos a una chica sin amigos probablemente por su naturaleza extraña, seria y mandona que hace todo para mantener un órden. La más lista y joven de su curso que, lo único que busca, es prosperar y conseguir amigos en el camino.
Por el medio, un grupo de dos compañeros que odian a la chica y son amigos del primero, un joven de catorce años. Da igual dónde vayan, ella los encontrará tarde o temprano y los hará conocer sus problemas con el director.
¿Qué ocurrirá de ahora en adelante con éste contexto?
Cosas malas. Eso es seguro.
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