Capítulo 11: Nuevo futuro: Flor ( 2/5)
Si bien Sunny ha pasado por un cambio importante en su vida, ¿cómo le habrá ido a los otros luego de tanto tiempo?.
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Basil abrió sus ojos, dejando que las retinas se adaptaran a la luz del lugar. El florista solo pudo responder con un bostezo ante el sueño que tenía. Se había quedado despierto hasta tarde viendo una película y se quedó dormido. No había nada que hacer particularmente interesante en el 1999. Era un año que inició muy bien por él, ya que consiguió un gato para cuidar. Lo llamó Fern. Era bastante bonito y juguetón, aunque muy dependiente del cariño extremo. Así eran los gatos, a fin de cuentas.
Su cuerpo crujió, mientras se sentaba en su cama. Sus ojos se cerraron más por un reflejo que por otra cosa mientras la nítida luz solar se asomaba entre sus cortinas. Salió de su cama con pesar y se calzó con sus pantuflas de conejos. No le importaba mucho vestirse ya que poseía sus prendas del día anterior. Una camisa blanca y pantalones cortos marrones. No era muy exigente con la forma de vestir.
Salió de su cuarto para ser recibido por el apabullante y exquisito olor de una tarta recién horneada. Sus fosas nasales se sintieron llamadas por este olor, incluso cuando se estaba cepillando los dientes. Luego de tantos minutos, se acercó al comedor para ver a su cuidadora Polly con una tarta en sus manos. Ella se parecía más como su madre que nunca estuvo a una cuidadora, y a él le gustaba mucho eso de tener una figura materna.
- Buenos días, Polly -. Saludó el joven, mientras la mencionada le devolvió el saludo, sonriente.
- ¡Buenos días, Basil! -. Emocionada saludó a su criado. - Adivina que hice -.
- No sé. ¿Una tarta? -. Preguntó, fingiendo no saber nada.
- Oh, vaya, acertaste, ¡eres bueno en saber las cosas! -. Exclamó con cierta gracia, dejando la mencionada tarta en la mesa.
Basil observó con hambre aquélla tarta, sintiendo cómo su estómago pedía digerir ese alimento.
- Por cierto, ¿has visto a Fern? -. Preguntó el chico sentándose en la mesa.
- Ah, sí, está durmiendo encima de mí cama. Es muy apegado a todos en general, ¿sabes? -. En un plato sirvió una rebanada a Basil, mientras ella también se servía un poco de la misma.
- Sí... -. Respondió, mientras comía tranquilamente.
La vida de Basil era cíclica. Demos un ejemplo. Imagínense que el mundo es una rueda que gira y gira sobre su propio eje. De hecho, eso es el mundo en sí, pero tomemoslo de una manera no tan literal. Imagínense que la vida es una rueda de bicicleta, que gira y gira yendo para una dirección en específico. No hay tiempo para frenar y probar o experimentar cosas nuevas porque, bueno, no para. La rueda de la vida es repetitiva, y eso es lo que Basil ha experimentado día, tras día, tras día...
Su rutina consistía en levantarse de su cama cubierta de pelos de gato, desayunar lo que le preparaba Polly, y salir a con su jardinería. Parecía que pudiese hablar con las plantas por tanto tiempo que dedicaba a su pasatiempo favorito, pero no más lejos de la realidad. Él las entendía, y quería ser como ellas. Estar plantado en la tierra, nutrirse sin moverse y generar oxígeno para ayudar a los seres vivos a su alrededor.
Basil era un alma caritativa, pero muy hipócrita en el fondo. Lo sabía muy bien.
Terminando la tarta tan exquisita que su "madre" había preparado, se dispuso a cambiar su rutina aunque sea por ese mismo día, y salió hacia afuera para caminar un rato. Se despidió de Polly y atravesó el marco de aquel rectángulo de madera que lo separaba con el exterior.
Los rayos lumínicos y solares le dieron justamente en la cara. La dorada estrella gigante hecha de llamas abrazaba al mundo con un calor reconfortante para algunos, o de muerte para otros. Sin embargo, para el joven Basil era reconfortante. Se sentía como una flor.
Poniéndose pie firme fuera de su casa, comenzó a caminar a paso lento. No tenía a dónde ir, así que ¿para qué apurarse siquiera? Tampoco quería sudar por caminar más rápido de la cuenta. No era esa su idea.
Basil miraba a sus alrededores, visualizando los cambios más notorios a su alrededor. Desde que Sunny se había apiadado de su tan triste existencia y se marchó, no hubieron cambios realmente significativos o notables en la abandonada Farawaytown. Pareciera como si ese lugar hubiera desaparecido de los mapas o algo similar, porque nunca era mencionado en ningún periódico o algo.
Eso no importaba de todas formas, ya que estaban bien con todo lo que tenían. Escuela, Othermart, Gino's Pizza, una iglesia... no era la gran mavilla, pero estaba bien para no estar aburrido en todo el lugar.
De lo que podía destacar que agregaron o arreglaron en vistas generales son los juegos del parque, mejoraron la escuela agregando un nivel secundario gracias al dinero que tenían, habían nuevos vecinos en la casa de los Suzuki, pero no era una pareja con un hijo o algo similar, solo era un tonto y aburrido profesor de Literatura. Basil no despreciaba la literatura, le gustaba la misma, pero era muy pesado a veces.
Sus ojos se detuvieron en los columpios del parque, los cuales se movían por alguna mini ráfaga de viento ocasionada por la sombra del árbol. Recordaba ese lugar donde Aubrey y Sunny se sentaban y pasaban el rato. Aunque, a su vez, le recordaba la conversación que tuvo con la delincuente.
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[ Flashback ]
[ 17 de Agosto de 1998 ]
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Basil se encontraba en el parque, extrañado por no ver a su antigua bully por allí. Ella lo había citado a ese punto de encuentro, ¿por qué no vendría? No habían problemas entre ellos actualmente y se llevaba genial con sus otros amigos. ¿Le molestó algo que hizo? ... ¿O descubrió la verdad? El sólo pensar en eso, le ocasionó una descarga eléctrica que lo hizo sentir miedo por ese pensamiento.
Se merecía que lo golpeara y humillara por toda la eternidad, pero por alguna razón, aún sentía miedo... pavor. Sí, Sunny le dió esa nueva oportunidad, pero aún pensaba que no la merecía en vistas generales..., por otro lado, su lado más profundo le hacía creer que no era malo disfrutar la vida que consiguió a partir de arruinar la de su mejor amigo colgar a su hermana. Era algo humano culpar a otros. ¿Desde cuándo su mente había estado en conflicto...?
Se calmó al golpear sus palmas con su cara. Creía que su vida estaba bien, pero claramente no lo está. Desde que por un acto reflejo para protegerse así mismo y Sunny colgó a Mari, tuvo ciertos impulsos mentales de hacerse sentir como todo estaba bien y que no era su culpa. Quizás se estaba volviendo un psicópata en potencia, pero calmaría lo mejor que pudiera sus instintos. Tampoco ayudaba el hecho de que hubiese apuñalado a Sunny en el ojo.
- Hey -. Sacó de su debate mental la voz femenina de su amiga. Aubrey parecía normal, vistiendo las mismas ropas que todos los días, solo que con el cabello atado en una coleta. - ¿Esperaste mucho? -.
- ¿Eh...? -. Se quedó estático, viéndola por unos segundos. - Oh, no, acabo de llegar -. Explicó con antelación.
- Que bien. No soy la única que llega veinte minutos tarde, entonces -. Se encogió de hombros, mientras se echaba en uno de los columpios. Basil la miró por unos segundos, y esta lo invitó a sentarse palmeando el asiento.
Extrañado por tal petición, simplemente acató la órden sentándose en el columpio izquierdo. Los pájaros cantaban sobre ellos, mientras alguna que otra hoja caía con suavidad al suelo.
- ¿Alguna razón por la que me llamaste aquí? -.
- Directo al grano. Obstinado, no voy a mentir -. Expresó con naturalidad Aubrey, mientras movía un poco el columpio hacia los costados. - Me preguntaba si..., agh, sonará hipócrita, pero necesito el contacto de Sunny -.
Basil levantó una ceja, extrañado por la petición de Aubrey. No era nada común que la chica que dejó con moretones a un chico busque contactarlo.
- ¿Para que le dejes su único ojo morado? Primero muerto -. Expresó con una burla en sus palabras notoria.
- Ya te dije que lo sentía. Yo... me dejé llevar por mí enojo -.
- No es conmigo a quien tienes que pedirle perdón -. Basil la miró, con un ligero toque de molestia.
- Y es por eso que necesito su contacto y te hablé a ti por eso -. Explicó la delincuente, con los brazos cruzados.
- Lo sé. Te lo daré, pero no sé siquiera si sigue usando ese número -.
Por un segundo, pudo notar como en la chica surgía un atisbo de alegría y esperanza. Parecía arrepentida, pero tenía que demostrarlo.
Solo esperaba que Sunny le contestara, ya que no aguantaría a una Aubrey molesta todo un año.
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[ Actualidad ]
[ 6 de Enero de 1999 ]
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Al final, Basil tuvo que aguantar a una Aubrey molesta por todo el resto del año. Quizás había perdido su Siemens S10 o se lo robaron y no había manera de contactarlo. Era un pena, pero por lo menos hizo el esfuerzo de ayudar a Aubrey con su arrepentimiento... claro, eso era los primeros días, luego no pudo por sus enojos constantes y frustraciones en la escuela.
A veces, sentía que Sunny faltaba allí y hacía mucha falta para todos. En especial para él. ¿Dónde estaría parado si no fuese por Sunny? No lo sabía, y no quería saberlo. Quizás en una mala novela televisiva.
... Basil ciertamente necesitaba una psicóloga para tratar sus problemas e inseguridades constantes. Quizás lo haga más tarde.
Girando sus ojos, miró a la cancha de Básquet, dónde su amigo de tez morena y siempre animado Kelsey estaba ahí, tirando desde en medio de la cancha su pelota para mejorar su puntería. Quizás sea bueno hablar con un amigo de vez en cuando.
Con una sonrisa, se acercó al gigante, para ver que podían hacer ese día tan soleado y caluroso...
...
Si bien la vida es aburrida, es nuestra desición ponerle diversión y abrirnos más hacia el exterior. Somos los que deciden su propio destino y salir de ese eje de aburrimiento constante en el que estamos atrapados constantemente.
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