Perdón

Una noche, fría, helada.

La nieve caía por las calles, llenando las pistas, aceras, jardines, parques, y techos. Indicando la estación invernal.

-¡Te di todo, mi amistad, mi hogar, mis cosas, mis secretos!. - Sonaba roto, su voz entrecortada no ayudaba mucho a entender las frases. - ¡Y solo seguiste tomando! Dime ¡¿Qué me queda ahora?! ¡Ni siquiera a la persona que más he amado! - Lagrimas caían por sus mejillas, y chocaban el suelo, sus ojos rojos por la congestión vascular. - ¿Y vienes aquí a pedir perdón? - abrió sus brazos y manos mostrándose mejor, un hombre, destruido. - Así es como se ve el perdón.

-..¿Qué...Qué podemos hacer?- ¿Podemos? - Así es tu y yo. - No hay ningún podemos, solo estás tú. Y sin importar el costo, lo que puedes hacer es. Largar a la mierda de mi vista, no vuelvas más. No me busques, y no vuelvas a mi casa. - Se sentó en una pequeña silla de madera, volviendo su vista desganada a la mesa tomando del vaso con un líquido dorado rojizo, moviéndolo un poco con su mano, para al final terminar bebiéndolo todo. - ¿Qué esperas? Lárgate. - Per. - ¡QUE TE LARGUES! -

El grito resonó por toda la casa intimidándome y forzándome a irme de la casa. Al cerrar la puerta detrás de mí, no pude evitar suspira. ¿Cómo llegué a esto?

Fui caminando por la acera (o lo que pensaba que era, pues la nieve ya tenía 10 centímetros de alto). Teniendo pequeños flashbacks de como llegue a esta situación.

Sé que puedo dejarlo allí, es lo que quiere. Pero algo en mí, me lo impide. ¿La culpa, talvez? No lo sé, y allí me apareció una pregunta

¿Cuándo fue la última vez que sentí culpa?

No lo recordaba, tal vez, cuando era un chaval todavía, pero eso fue hace tanto tiempo que me impide recordar.

Tal vez, no.

Siento, algo incómodo dentro de mí, que, me impide seguir adelante sin voltear a ver mis pasos que trazan el camino lejos de esa casa.

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-Oye, déjame entrar. - Volví a tocar la puerta por quinta vez hoy día. He tenido la determinación de venir todos los días justo después del trabajo. Toco la puerta como mínimo unas 10 veces al día.

Pero como siempre, solo se puede escuchar un frío silencio detrás de aquella puerta de madera.

¿Debería de tumbar la puerta? Cada día me preguntaba aquella misma pregunta. Pero después de dudar unos pocos segundos me arrepiento y me alejo de la puerta.

Al final de todo, faltan dos días para el funeral, espero poder hablar con él allí.

Avanzó por la acera, aun nevaba. Faltaba por lo menos un mes para que pare de nevar. Caminando, volteé y vi mis pasos sobre la nieve. Siempre seguía las pisadas que dejaba el día anterior, se volvió un pequeño habito.

Este pequeño momento de alejamiento siempre era aprovechada por mi mente, cada vez que me alejaba de aquella casa sentía un agrió y asqueroso sabor en la boca, y siempre me preguntaba lo mismo. ¿Será culpa?, aunque, nunca lo niegue, nunca lo acepte.

Quizás, ¿Será por miedo? Miedo, a aceptar la verdad, miedo a aceptar la culpa, miedo a ¿Dejar de mentirme a mismo?

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Día de lluvia. Cliché a mi parecer, pero no me quejaré.

Con un paraguas y un traje negro miro desde lejos el funeral de la amada del que hace un tiempo fue mi amigo.

Su cabeza, chocando con la madera del ataúd, inexpresiva, sin lágrimas, como si ya no las tuviera, y sus ojos, muertos, fríos, como si de hielo se tratase.

Sus labios, moviéndose forma nerviosa, como si se trabara entre susurros. Unos segundos después levantó la cabeza y miró dentro de la pequeña parte abierta del ataúd en la cual debería de estar el rostro de su amada.

Pasó su mano por la abertura y empezó a moverla de forma constante, como si estuviera acariciando su cabello o su rostro de forma delicada.

Después de unos segundos más observándolo, note miradas sobre mí, volteé la mirada y note los ojos de casi todos los presentes sobre mí. Miradas llenas de odio, asco, cada una llevaba un gran deseo de desahogo sobre mi persona.

-¡Oye!- Un hombre se levantó, calvo y con su cara lleva de arrugas, pero su mirada, imponente y su rostro denotaba agresividad. Vestido con un traje azul oscuro para la ocasión. - No eres bienvenido aquí. Ni siquiera sé porque carajos no estás tras las malditas rejas, ese lugar es el adecuado para la gente de tu calaña. - Señor, yo no hice nada. Yo no estaba cond.- ¡Pero pudiste detenerla! ¡Ella estaba borracha, tu sobrio! ¿¡Te dignas a venir aquí, como si no fuera tu puta culpa que estuviera en la maldita caja de madera?! - Yo..y... yo.- ¿Tú? ¿Tú, qué?- .......-

Un pequeño bufido salió de la boca del mayor y su rostro se suavizó un poco mostrando ahora una mirada de pena. - ¿Sabes? Intento entender lo que pasaba por tu cerebro en este momento, tu vida pasando por tus ojos, el miedo que sentiste al ver a ella en aquel.... estado. Pero simplemente no puedo, ella, era una sobrina preciada. - S..si, era una buena amiga para mí tambien. - Chico, no estamos en confianza los dos, te sigo culpando de lo que le pasó, pero, joderte no la traerá de vuelta, eso lo sé. A diferencia mía, aquel chico de allá, está destrozado, no verá nunca más a la persona que lo hizo sonreír. -Volteó a mirarme. - Tú fuiste alguna vez su amigo más cercano, intenta ver si puede ayudarlo, pero, en caso alguno no puedas. Huye, y témele, porque hay que tenerle miedo a aquel que ya no tiene nada que perder. Y esa persona, ha perdido todo su mundo, toda su realidad. - No, no me alejaré de él. - .... -

Aquel señor solo atinó a suspirar y retirarse. Mirando a los costado logro visualizar a cientos de miradas sobre mí, hasta los ojos de él. Lo recalco, esos ojos tan vacíos de algún brillo llegan a dar miedo y hacer que un escalofrío recorra todo mi cuerpo.

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-Ya intenté todo, no sé qué hacer para ayudarlo. - Primero, antes que todo, ¿Por qué lo quieres ayudar? - Miré con incredulidad al bar tender, después mis ojos se abren con sorpresa, era una calca completa de mí, pero con la diferencia de las vestimentas que llevábamos puestas.

¿Quién eres? La pregunta rebotaba por mi mente.

¿Acaso no lo sabes ya?

¡¿Q...Qué rayos?! Me levanto bruscamente del asiento, tirando el vaso de cerveza al suelo.

No te pongas nervioso. Suspiró mientas agarro el trapeador al lado mío y empiezo a limpiar el desastre.

-¿Q..Qué estás haciendo? - Agarró mi cabeza, duele, mientras observo como el bartender gira su cabeza en duda. - Estoy trapeando el desastre que has causado. - NO, eso no. ¿Por qué escucho esa voz en mi cabeza? - Abrió su boca, sorprendido. Como si hubiera resuelto un gran misterio.

¿Te refieres a esto?

Agarró mi cabeza de nuevo, me daba mareos escuchar aquello.

-¿C..Cómo lo haces? - ¿Eso tiene importancia? Terminemos con el problema principal antes de seguir con los secundarios. - Regresó a su lugar de bartender empezando a limpiar vasos nuevamente mientras me mira, esperando una respuesta que por algunos minutos no recibió. - ¿Y bien? ¿Vas a hablar? - Ah. ¿Qué? - ¿Por qué quieres ayudar a tu amigo? - Pues, ¿porque es mi amigo? - No me ha respondido todavía. ¿Por qué quieres ayudar a tu amigo? Vamos, piensa. - Pero si ya te he dicho! - ¿Me vez con cara de idiota? Busca desde en tu mente, repasa todo. Desde que empezó todo hasta que llegaron los problemas-

Mi mente se nublo en ese momento, bajando la mirada a la madera de la barra.

¿Por qué lo quiero ayudar?

Lo he intentado desde hace dos semanas, han pasado 4 días desde el funeral. Lo que significa que ha pasado 2 semanas desde el accidente. Todavía lo recuerdo.

Mi amigo me había dicho por la mañana que lo ayude con algo ya que ellos me mantenían económicamente, yo los ayudaba con los quehaceres de la casa en su mayoría, aunque mi amigo no lo quisiera aceptar. Ella y yo éramos mejores amigos, aunque me gusta creer que lo seguimos siendo por más que ella, bueno.

Hace dos semanas, ellos tuvieron una discusión (Típico en las parejas y en los matrimonios), ella salió llorando, sosteniéndose en mi emocionalmente para que la consolará. Por mensaje su pareja me pidió que hiciera algo con mi vida y la pusiera contenta, así la reconciliación sería más fácil.

Hice caso al mandato e inmediatamente la convencí para salir un rato, a despejar la mente. Al cruzar la puerta pude sentir el aire chocando mi rostro, refrescante. Pasamos por diversos lugares, poco a poco esa cara larga fue cambiando a una de diversión, hasta que por fin salió una carcajada.

Después de haber salido unas cuantas horas terminamos en un pequeño bar. En la barra nos sentamos, ella pidió unas cuantas cervezas, las cuales rechacé, no era tomar en esos momentos (Y pensar que ahora me bebo unas 3 botellas al día.).

Pasamos unos minutos tranquilos, creo que ya habían pasado 30 minutos desde que estábamos allí, dos botellas terminadas por mi amiga, ya un poco ebria. Le terminé contando algunas anécdotas de su esposo, que seguro olvidaría al día siguiente.

Al momento de salir, yo la llevaba mientras ella tambaleaba con una sonrisa boba en su rostro. Estábamos a punto de pedir un taxi cuando un auto viejo, descuidado se cuadro en frente nuestro.

De él descendió una el que parecía una joven con capucha, de su bolsillo sacó una navaja mariposa y nos apuntó con el arma corto punzante. Su mano temblaba, y exigía con su voz tartamuda nuestro dinero. Yo llevaba dinero que me había dado mi amigo, lo saqué, me parecía un chico inseguro, pensé en desarmarlo con la poca experiencia que tenía.

Al acercarme cuidadosamente a darle el dinero, miré al chico y su navaja, tenía miedo, podía morir si hacia algo mal, por más que el chico temblaba podía apuñalarme si quisiera.

Le lancé el dinero en la cara esparciéndose por el aire, aproveché su momento de desconcierto e intenté desarmarlo haciéndole una llave. El chico reaccionó de forma violenta golpeándome con el mango del arma con furia y fuerza, desorientándome y nublando mi vista, mi visión se nublaba mientras podía ver como el chico soltó la navaja y salió corriendo mientras se le caían las llaves del auto. Solo recuerdo un gritó detrás de mí antes que se vuelva oscuro.

Tengo pequeños recuerdos de estar en el asiento del copiloto abriendo los ojos levemente, pero cerrándolos de nuevo, y eso fue antes de que mi cuerpo reaccionará bruscamente y mi cerebro se despertará de un brinco, mi respiración era agitada, el auto estaba al revés y al voltear a mi costado me horroricé a tal punto que vomité hay mismo.

Al momento que llegó la policía y me empezó a interrogar yo seguía impactado, desconcertado de lo que había pasado en aquel sitio. Al terminar de relatarle lo que pude al oficial me pidió que exhalara en un pequeño artefacto, al parecer era para ver si estaba borracho, a lo cual salió negativo.

Al cabo de unos días pasó lo que tenía que pasar, me echo de la casa y desde ese momento intentó buscar su perdón.

Pero ahora seguimos con la misma pregunta. ¿Por qué lo quiero ayudar?

Porque siento culpa.

¿Por qué sientes culpa?

Porque siento que lo que le pasó a ella fue completamente mi culpa. Si tan solo le hubiera dado el dinero a ese joven. Hubiera pedido un taxi y nada hubiera pasado.

¿Estás consciente de cargar con ese peso a pesar de que existe la posibilidad de que él no te perdone?

Claro, al fin y al cabo, eso es lo que hace un amigo. Si no le cuento la historia entonces él seguirá creyendo que es mi culpa. Pero si le cuenta, puede que, aunque su ira hacia mí se apacigüe, en ese caso se quedará sin objetivo alguno en la vida, el no merece el suicidio, no tuvo la culpa de nada, quiero que, viva feliz y creo que, ella también lo querría.

....¿Sabes que puede intentar matarte, verdad?

Lucharé, pero en caso se amerite, aceptare la muerte, aunque sepa que eso no lo calmará completamente, espero que alguien lo ayude con sus penas.

Ese es un pensamiento muy inmaduro e infantil de tu parte.

Es lo único que se me ocurre.

....No te detendré

Okey.

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Despierto nuevamente en este pequeño apartamento, sus condiciones eran deplorables, pero al menos era barato.

Me levanto de las mantas que uso como colchón y estiro mi cuerpo para ir directamente al baño para darme una ducha. A veces adoraría un buen baño con agua caliente, pero eso ya es cosa del pasado.

Salgo del departamento, es sábado. Un día libre del trabajo. Tengo pocas opciones, en realidad solo una y tiene que ver con regresar a aquella casa a tocar nuevamente la puerta y esperar a que sea abierta.

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Al final me decidí por la única opción que se tenía.

Al acercarme a la casa noto como las pisadas que había dejado el día anterior empiezan a desaparecer junto con la nieve, dando fin al invierno e iniciando una nueva temporada.

De esta forma, empiezo mi rutina volviendo a tocar la puerta mientras pasa el tiempo, llamando cada cierto tiempo, esperando a que él u otra persona abra la puerta.

Pero, esta vez siento algo diferente. No sé porque, normalmente en las horas que me encuentro parado en frente de la puerta siempre escucho algo, aunque sea el ruido mínimo de alguien dentro de la casa, lo cual me da indicios de que él se encuentre allí.

Dudé durando unos segundos, pero después pateé la puerta decidido. Está puso resistencia y no se abrió, pero se logró escuchar claramente a la madera crujir, dando a entender que la madera no aguantaría mucho más.

Ya había dudado mucho, y ya había realizado la primera acción para abrir la puerta. No dudé en embestir la puerta con mi cuerpo, usando toda la fuerza que tenía. Miro como la puerta cae junto a mí al suelo. Observo la casa con cuidado, llena de polvo, sin limpiar.

Me apresuro a subir las escaleras de la casa, directo a la habitación de mi amigo.

Abriendo la puerta que se interponía con rapidez, observo con horror el cuerpo de la persona a la que estaba buscando, colgado con una cuerda que se encontraba siendo sostenida por un tablón de madera que sobresalía del techo, el cuerpo aun temblando mientras daba arcadas dando a entender que seguía vivo y sus pulmones exigían oxígeno.

No sé en qué pensar, mi cuerpo actuó solo cuando empecé a morder la soga que sostenía su cuerpo, mientras movía mi mandíbula cortando cada pequeña fibra de la cuerda desde mis ojos empezaron a salir lágrimas.

Muerdo la cuerda con rapidez, frustrándome porque a pesar que lo hiciera con fuerza y moviera mis dientes está no cedía.

Al cabo de unos momentos empiezo a jalar la cuerda en direcciones contrarias enfocándome en la parte mordida para que se rompa. Gritaba y jalaba con fuerza, deseando con cada una de mis palabras que aquella cuerda sea destruida.

De pronto, siento como mi cuerpo cae al ya no sostenerse de nada, escuché el ruido fuerte de mi cuerpo cayendo encima de algo, o alguien.

Miro debajo mío encontrándome con mi amigo, inconsciente. Me levanto rápidamente, limpiándome las lágrimas con mi camiseta.

Lo miré fijamente, y acerqué mi oído nariz, no respiraba. No sabía qué hacer, tenía celular pero no saldo, hacía tiempo que no tenía linea telefónica.

Empiezo a empujar su pecho de arriba hacia abajo con las dos manos, agarro aire y empiezo a darle respiración boca a boca.

Intercalo entre las compresiones en el pecho y la respiración boca a boca, simplemente no esta funcionando. Quizás estoy haciendo algo mal.

Me encontraba en una batalla mental mientras hacia las comprensiones, que al sentir una mano en mi hombre la alejo con brusquedad dándome la vuelta. Veo dos oficiales de pie mirando como intentaba reanimar a mi amigo.

Uno de ellos rápidamente me aparto y verifico su respiración dándose cuenta que todavia no respiraba empezó a hacer las mismas acciones que yo. Al cabo de unos segundos, simplemente despertó tosiendo bruscamente e inhalando fuertemente.

Miró por toda la habitación, confundido y nos vio a los tres. En aquel momento empezo a sonar una alarma de ambulancia cerca y uno de los policías se apresuró a llevarlo junto con la ayuda.

Al levantar mi vista, me encuentro con la mirada del otro oficial. Sus ojos me miraban fijamente, estudiándome.

-Necesitamos sabes que ha pasado aquí. Nos llamaron por el sonido de la puerta principal rompiéndose, dudo que haya sido tu amigo así que supondré lo siguiente. - Se tomó un tiempo suspirando antes de continuar. - Te encontrabas de camino a visitarlo. No contesto el teléfono, llevabas un tiempo esperando y te preocupaste. No escuchaste ruido alguno proviniendo de la casa por más que te haya avisado que no saldría a algún sitio este día. Tumbaste la puerta, y lo encontraste colgado, lo ayudaste, pero no respiraba. Y unos segundos después llegamos. ¿Me equivoco? - Preparado para responder, me di cuenta de un dolor constante en mi mandíbula, teniendo que aguantar el dolor de esta para poder hablar. - No. - Entonces. ¿Qué pasó? - Yo.... Él dice no ser más mi amigo. Aunque yo lo veo como un amigo. - Entonces? - Estaba tocando la puerta, como mayormente lo hago. Esta vez no escuche nada detrás de la puerta. Él, no sale de la hacienda para nada. Algo estaba mal, así que tumbé la puerta y lo encontré perdiendo el aire, colgado.

En su mano una libreta, escribiendo la que creo es mi declaración de los hechos. Al terminar, solo suspira y me ayuda a levantarme del suelo.

-Vamos. - ¿A dónde? - Tengo que llevarte al hospital. O, ¿Acaso no quieres ver a tu amigo? - Si, por favor.

Caminamos, con él delante, hasta que me abrió la puerta trasera de la patrulla. Mientras que su el otro oficial se encontraba esperando en el asiento del copiloto mirando su teléfono.

Entre al asiento y él se sentó en el asiento del conductor. Para empezar a dirigirnos hacia el hospital.

-Así qué, ¿Cuál es tu historia? - Su acompañante habló, ganándose una ligera carcajada de mi parte. - Una llena de errores. - ¿Qué tanto te ha sucedido para decir eso? - Creo que decir eso a dos hombres con placas será más perjudicial que beneficioso para mí. - Oye tranquilízate, no vamos a arrestarte por cometer un par de pequeñas infracciones, solo son pequeñas multas. - ..... - Un suspiró salió de mi boca. - En resumidas cuentas. Se ha jodido mi amistad, por la creencia de que soy el responsable de un gran desastre que afecto al que alguna vez me considero un amigo gravemente. - ¿Qué sucedió? No creo que una perdida material haya sido para tan..- Una perdida, familiar. La única que le quedaba. - Oh. Eso cambia las cosas, y mucho. -

Un silencio se formó dentro de la patrulla, uno bastante incómodo para las personas al frente, pero, no se mostró molestoso para mí en ningún momento, ciertamente me encontraba acostumbrado a estos pequeños lapsos de tiempos.

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-Y, hemos llegado, puede bajarte chico. - Anda con cuidado, no queremos arrestarte por algun desliz de tu parte. -

Cierro la puerta del vehiculo detrás de mí. Y avanzo hacia el hospital, mirando a la gente esperar en sillas y muchos enfermeros caminar en diferentes direcciones.

Decido caminar hacia el mostrador, ignorando a los transeúntes que buscaban llegar a su destino.

-Bienvenido señor. - Busco a un amigo. - Oh, bueno, ¿Puede decirme su apellido? Para poder indicarle en que habitación se encuentra. - Davis. - Okey déjeme ver. -

Unos pequeños minutos llevaron la búsqueda en aquel computador que tenía aires de antigüedad.

-Aquí, lo he encontrado. Aunque ahora mismo no pued - Esperaré. Esperaré - ..Okey señor, por favor, le invito a sentarse y yo le avisare cuando pueda pasar. - ..Gracias.

Me dirijo hacia una de las sillas, recostándome en esta me dispongo a esperar, suspirando en el asiento.

El día no fue como me lo esperaba, fue más. Movido. Creí que seguiría la rutina de siempre, aquella a la cual, odio admitir, pero me habría acostumbrado a esta con rapidez.

Sintiendo mis ojos pesados, y sintiéndome cansado después de pasar por algunos momentos tensos, decido que un pequeño momento de descanso no me vendría nada mal. Así que cierro los ojos, dejando que la pesadez de mis parpados reduzca mi visión hasta volverla nula.

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-Así que, lo salvaste de morir. - Si, supongo que sí. - ¿A qué viene esa duda? El chico ya tenía su último respiro, literalmente. - Solo, que, aunque crea que hice lo correcto no sé cómo lo abra visto. - ¿Qué cosa? - El que yo lo salve o bueno, que lo hayamos salvado de suicidarse. - No te entiendo, ¿A quién le gustaría morir? Inclusive tú, no has hecho ni un solo intento porque tu amiga muerta te ayudo, ¿No es así? -

Un suspiro retenido durante un pequeño tiempo salió de mi boca, bajando la mirada a mi cerveza, dude durante un segundo hasta que tome unos cuentos tragos.

-Es, diferente. - ¿Enserio? ¿Qué cosa es diferente? - Todo, todo es diferente. Él me culpa a mí. En ese tiempo, yo nunca la culpe a ella, yo siempre sabía que yo tenía la culpa, además fue muy estúpido él casi, casi. -

Una amarga risa salió por mis labios. Tomé otros 3 tragos para escuchar a mi contraparte.

-Por casi haberte suicidado por un mal de amor. ¿Verdad? - Si. Ahora supongo que entiendes porque son dos cosas muy diferentes. - En parte. Dime, ¿Aceptaste la ayuda de tu amiga al inicio? - ...No, en ese momento, mi pensamiento se encontraba nublado por la tristeza. - ¿Y esto no es casi similar a lo que le pasa al chico? ¿No se encuentra nublado por la tristeza o la cólera? - ¿Qué?

Un suspiró salió de su boca, sentí su mirada, observándome con una mueca que se preguntaba la razón por la cual no entendía sus palabras.

- Lo que trato de decir es que hasta tú necesitaste a alguien para poder superar algo, no importa la culpa, siempre haces caso omiso hasta que, de tanto intentar, aquella persona por fin hace que vuelva el tú que conocía. - Entonces, ¿No importa lo tanto que me culpe, con el tiempo va aprender a aceptarlo? No lo creo. - Aférrate a sus sentimientos, creencias, todo con tal de ayudarlo. Úsalos para que entre en razón poco a poco, recordándole que la vida sigue por más que alguien ya no este. - Deuteronomio 31,6 - Exacto. Eso y el tiempo, son tu mejor aliado para traer de vuelta a aquel que fue consumido por la tristeza. - ...Pensé que no me iba a ayudar con esto. - Las personas mienten por el bien de otras, llámalo un pecado venial. Vine a hacerte entrar en razón y buscar una manera más, pacifica. - Bueno, ¿Gracias? Lo siento no soy bueno para estas cosas. - Tanto tiempo solo ha afectado a tus habilidades sociales, lo entiendo, tranquilo. No me necesitarás más, o al menos eso espero. - ... -

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Siento mi hombro moverse repetidas veces, alguien moviendo mi hombro es lo que me encuentro al despertar de aquel pequeño sueño.

-Señor, lamento interrumpir despertarlo, pero ya puede visitar a su amigo. Se encuentra en la habitación 46, tercer piso. - Gracias. -

Me levanto del asiento, sin escuchar lo que aquella dama quería decir a continuación. Dirijo mis pasos hacia el ascensor más cercanos, introduciéndome en este para pulsar el botón indicado.

Unos cuantos segundos después me encuentro caminando, mirando las puertas de cada habitación por la que pasaba, visualizando el número puesto en esta. Pensando en que sería lo primero que diría o siquiera haría cuando esté en su presencia.

Hasta que llegue a la puerta con el número 46, me quede hay, parado, mirando el número en esta.

Sentía las miradas de la gente que pasaba, pero no me importaban. Solté un suspira, decidido a empezar a reconstruir algo que se destruido a causa de un desastre del cual no tuve control.

Abrí la puerta, y ahí se encontraba, sentado en la camilla, mirando a la ventana. Pasé a la habitación y cerré la puerta detrás de mí.

Al verme, pensé que empezaría a gritarme, a insultarme, a despreciarme como la última vez que nos vimos cara a cara, solos.

Pero no sucedió nada de eso, solo me miró. Y pude ver el ya casi inexistente rastro de lágrimas de invadieron su rostro.

Me acerqué a él, pero con cada paso, veía como se estremecía en su asiento cada vez más, como si yo lo aterrorizara, no, decidí dejar atrás aquel pensamiento.

Al momento de llegar al costado de él, veo como tiembla. No miró sus ojos, no quiero saber que me dicen en este momento en el que he tenido la valentía para acercarme.

Abro los brazos y me acercó más a él, él solo atina a cerrar los ojos con fuerza. Yo solo dejo caer mis manos en su espalda, al obtener tacto con la bata de hospital mis ojos empiezan a humedecerse por segunda vez en el día.

-Lo siento, lo siento, lo siento. - Apreté un poco más el agarre. - Lamento no haber actuado a tiempo, yo, yo no tengo excusa para hacerte cargar todo esto solo. Debí haber insistido más, romper la maldita puerta cada día, solo para consolarte, porque a mí ella tambien me importaba, lo lamento, perdóname, por favor. -

Suplicas salían de mi boca, puras y reales, dando a cuenta que lo había entendido, no me culpaba por su muerte.

Me culpo por haber dejado a mi amigo solo, sin apoyo.

-Lo lamento mucho haber sido tan mal amigo. -

Levanto mi vista un poco, dejando su hombro en el cual lloré en paz, y veo como lágrimas salen de sus ojos ya rojos.

-He tenido, tiempo, para pensar en todo. Lo siento, pero, no puedo perdonarte, no ahora. -

Mis sentimientos querían salir, irme corriendo, al no obtener aquello que quería. Pero los reprimí, esto no se trataba de mí ahora, se trata de él.

-Tranquilo, vine mentalizado en que eso pasaría, vine a apoyarte, tú necesitas una recuperación de aquello por lo que has pasado solo todo el tiempo. - Siento que es mejor que me dej... - No, ya he cometido ese error una vez, no dejaré que te suicides. - Pero, pero, mi vida sin ella no es nada, entiéndelo.

Nos trabábamos con cada palabra que decíamos, las lágrimas salían a montones y los mocos de los orificios nasales no faltaban.

-No, ¿Crees que esto es lo que ella hubiera querido? - ....No, pero. - Pero nada, tu mujer, mi amiga, me hubiera dicho que te cuidara, y eso es lo que haré a partir de hoy día. - Sabes, que aquello no hará que te perdone con mayor facilidad. - Si no hubiera sabido los riesgos ni siquiera hubiera venido hasta aquí. - Okey.

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Tranquila esposa mía, su rostro me lo dice, ha sufrido al igual que yo, sus ojeras, no duerme bien, tranquila, lo he perdonado.

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Y aquí estamos gente, el one-shot de fin de año.

Bueno ya que no me entran ideas para el tema del proxima año, les dejare una pequeña pregunta con pistas, y el que la haga me lo dice por privado o por los comentarios y me dirá el proxima tema a tratar para el proximo one-shot.

Bueno aquí va la pregunta ¿Qué fecha ocurrió el accidente?

Y aquí van las pistas. Primero, usó las estaciones acorde a EE.UU. En el cual el invierno es desde el 21 de diciembre hasta el 21 de marzo. Y estoy usando esas fechas, nada de que la nieve dura más, no. La nieve ya no está el 21 y punto.....creo que ya he dicho mucho. Adiós.

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