/ 𝓸 𝓷 𝓮 -𝓼 𝓱 𝓸 𝓽 /
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Ella, la menor de sus hermanos, ella, Mukami Azusa, la única chica de su pequeña familia, quien en ese momento era presa de una culpa horrible.
Como cualquier chica, su vida se "pinto de color rosa" -por así decirlo-, todo gracias a que en su paseo por la larga vida que tenía se topó con él. Una relación que inició en amistad, una relación llena de emoción, desde sensaciones positivas hasta negativas, una relación que le gusta tanto a ella como a él, Sakamaki Kanato. Al inicio, en el momento en que se conocieron, nunca creyeron que se llevarían bien, aún así, y sin siquiera notarlo, una amistad se formó, una amistad que no tardó en convertirse en un noviazgo.
Desde un inicio, hubo cierto respeto entre los dos, Kanato respeto el hecho de que a su novia le gustaba el masoquismo -y la adoración de cortarse a cada rato-, por su parte Azusa, respeto el hecho de que Kanato siempre estuviera con su adorado Teddy. Los dos sabían el significado de cada cosa que hacían o tenían, es por ello que nunca rompieron aquel inocente juramento de respeto.
O al menos eso era, desde ese fatídico día...
•flashback•
─Pero, yo...no quiero...estar...enrolada en...todo esto─dijo la menor con cierta desconfianza en todo esto.
─Por favor Azu-chan, tenemos que hacer lo posible por que Mneko-chan regresé con nosotros─dijo el segundo Mukami.
─Kou tiene razón, Azusa. Tú tienes mayor ventaja para hacerlo, ya que los Sakamaki confían en ti─habló el más alto de los cuatro.
─Pero, yo...─estaba por decir la menor, pero fue interrumpida.
─No está a discusión, Azusa─dijo el mayor de los cuatro.─Irás y no importa lo que se interponga, o con quien te topes, traerás a Eva contigo─.
─Esta...bien─fue lo único que dijo Azusa, antes de agachar la mirada.
Confundida se quedo y confundida se fue, la mente se le bloqueaba y lo único que rondaba por su cabeza era «no defraudaré a mis hermanos», de ahí en fuera, no había más, su mente la estaba abandonando.
Gracias a la teletransportación no tardó mucho en llegar a la mansión Sakamaki, seguía confundida: «¿en serio iba a hacer esto?», aún con esa pregunta en la cabeza ingreso a la mansión; trataba de no perderse entre los largos pasillos -después de haber subido la escalera principal-, su objetivo era encontrar a Eva, ¿la encontró? Tras un largo trayecto de búsqueda, si, pero la encontró en una situación muy tétrica y con la persona con la que menos se quería topar en ese momento.
─K-Kanato-san─
Kanato tenía sus manos alrededor del cuello de la humana, en un claro intento de estrangularla, Azusa no tubo que pensar mucho...para notar que lo que el pelilila quería era matarla, entró en una especie de pánico, no podía permitir eso, si Eva moría, eso significaba fracaso y problemas, especialmente problemas para ella. Tenía que actuar rápido, pero...«¿qué hacer?», y ahí iba de nuevo el bendito problema mental.
"¿Qué hago...que hago?" se pregunto repetitivamente.
Sin saber como, finalmente término con la mente bloqueada -desde la plática con sus hermanos estaba en peligro de que ésta se le bloqueará, inclusive en todo su viaje de la mansión Mukami a la mansión Sakamaki-, ¿y ahora? Ya lo estaba. Con sólo sus instintos, avanzó para detener aquello.
«Quien diría cuanto problema traería el confiar en sus instintos»
Gritos, gritos desgarradores que la sacaron de su problema mental, la cabeza le daba vueltas, la mirada la sentía pesada y para cuando recobró bien los sentidos, se topó con que esos gritos no eran ni más ni menos que de Kanato, trató de comprender que pasaba, y al buscar la causa con la mirada, se topó con que en la chimenea -a fuego vivo- se encontraba el objeto más preciado del pelilila, si, Teddy. Azusa no sabía ni que pensar ante eso, ella lo había hecho, no había duda.
Aún con ese sentir, se alejó y tomando de la mano a la rubia, quien se había quedado en shock, se la llevo de allí. En ningún momento -de la mansión Sakamaki a la mansión Mukami- dejo de oír los gritos de Kanato dentro de su cabeza.
Sabía que tendría problemas.
...
Problemas que no tardaron en llegar. Exactamente dos días después de lo ocurrido, el pelilila llegó molesto a la mansión Mukami exigiendo hablar con ella, y claro que ella fue en su llamado. Aunque no resulto nada bien, ya que nada más verle, Kanato le empezó a gritar.
─Perdoname─dijo la chica con los ojos cristalinos.
La culpa la había carcomido nada más regreso a su hogar, sus hermanos la habían felicitado por su buen trabajo, pero ella no estaba ni orgullosa ni feliz. Se sentía fatal. Se sentía culpable.
─¡Ya lo dije una vez y lo repito, no te perdonaré!─exclamó él.
El escuchar su "perdón" tan seco al momento de tirar a Teddy al fuego, le enfureció de sobremanera, no era un idiota para perdonarle a la primera. Ella le prometió algo, promesa que se fue al borde después de lo que había hecho.
─No...estaba en...mis planes...hacer eso, lo...juro─dijo apenas en un susurro, susurro que él pudo escuchar y que logró que se enfureciera aún más.
Molesto, estaba a punto de golpearle -aunque claramente esto la menor se lo tomaría tan bien, por el hecho de que era una masoquista-, más no lo logró, ya que una mano no se lo permitió.
─Tú enano, será mejor que te vayas de aquí antes de que te rompa la cara─habló el tercer Mukami mirando molesto al cuarto Sakamaki.
─Tsk─el de menor estatura se soltó del agarré del Mukami, y antes de salir de ahí, miro por última vez a la Mukami.─Esto se acabo─dijo antes de irse de ahí.
─Sakamaki's─gruñó molesto el castaño, antes de oír un pequeño y apenas audible sollozo.─¿Estás bien, Azusa?─preguntó mirando a la menor.
Azusa negó en silencio, teniendo la cabeza baja, definitivamente no estaba bien.
•fin flashback•
Pasados unos meses de ello la culpa estaba más presente que nunca, haciendo sentir vulnerable a la menor de los hermanos Mukami, que desde que paso aquello ya no sonreía tanto. Por su parte, los otros tres hermanos estaban algo preocupados por la menor, pero, como nunca antes habían experimentado algo similar a lo que ella estaba experimentando, no sabían como ayudarle.
Las idas al instituto se volvieron deplorables, cada día y con bastante mala suerte, se topaba con el pelilila en cada cambio de aula, algo que terminaba hiriéndola, ya que, al querer hablar con él, éste simplemente pasaba de largo ignorándola.
Ese dolor que sentía cada vez que trataba de hablar con él...terminando siendo ignorada, no le gustaba para nada, Kanato siempre le trató de buena manera, la cortejaba y se notaba a leguas -aunque él no lo demostrará tanto- que de verdad le quería; muchas veces fue espectadora de lo feliz que se ponía el chico cada vez que ella aceptaba probarse los vestidos que confeccionaba, eran felices -a su manera- estando juntos. Más todo eso se volvió simplemente recuerdos, desde el momento en que ella rompió su promesa de respeto, todo lo vivido se había vuelto simplemente recuerdos y nada más.
וו×
─Pero, yo no...quiero ir─dijo la chica, mirando a su hermano mayor.
─No es que no quieras, Azusa─habló Ruki serio.─Tenemos que ir, es una orden de "esa persona"─.
─Pero...─iba a decir la menor, más al ver la mirada seria del peliazul se resignó.─Esta...bien─.
─Alistate. Nos iremos pronto─dio la orden, seguido de salir de la habitación de la chica.
Azusa suspiró con resignación, antes de ponerse de pie y dirigirse hacia su armario. Ella de verdad que no quería ir.
Por órdenes de KarlHeinz, todos -tanto los Sakamaki como los Mukami- se tenían que reunir en la conocida mansión Sakamaki, esto con objetivo de escuchar la "decisión final", donde Eve tendría que finalmente escoger a su Adán.
Azusa no quería ir por el simple hecho de que no quería verle, no es como que le desagradara, pero sabía que Kanato no estaría feliz de verla ahí. Después de todo, ella no era una opción para ser escogida, ya que era una chica.
No sabía ni para que iba.
...
La bienvenida a aquella mansión fue tan seca como las miradas que se dirigieron unos a otros, Azusa hizo todo lo posible por no toparse con la mirada del pelilila, no quería ver esa mirada de odio otra vez, le dolía.
Todos tomaron asiento, y una pequeña plática empezó, como inicio de todo, esto hasta que finalmente llegó el momento, tras la orden de Karl, todos miraron hacia donde estaba Komori Yui, quien tembló levemente al sentir todas las miradas sobre ella.
"Era momento de la decisión final"
Y tras unos minutos de silencio, de sus labios salió un nombre en particular. Los Mukami -exceptuando a Azusa- se sintieron decepcionados y molestos, ninguno de ellos había sido elegido. Los Sakamaki estaban molestos, mirando -cinco de ellos- a uno de ellos en particular, a Kanato. En efecto, Yui había elegido a Kanato.
Una exclamación leve se escucho por parte de el ya mencionado, no se esperaba ser elegido, pero como sea, estaba feliz. Uniéndose a él, una especie de murmullo, que se oyó unos minutos después.
Aunque, ese murmullo se oía algo bajo, a tal grado que, se descifró que no era un murmullo, sino un sollozo, un sollozo que la mayoría notó.
Azusa tenía el rostro escondido detrás de su hermano mayor, Ruki ni siquiera se molesto en removerse, sabía que la menor estaba molesta, triste e inclusive celosa, así que dejo que se desahogara un poco. Esa decisión Azusa no se la esperaba, su muerto corazón le comenzó a doler en ese momento, y le dolió más al notar lo feliz que estaba el pelilila ante esa decisión, haciendo que las ganas de llorar le golpearán al instante.
A los hermanos Mukami ya les dio igual la decisión que tomó Eve, ahora estaban preocupados por su hermanita. Por su parte, los cinco Sakamaki -no escogidos- seguían molestos, bueno, exceptuando a dos personas en particular; no fue culpa de Laito y Subaru Sakamaki haberle tomado cariño a la menor de los Mukami desde que Kanato la comenzó a llevar a la mansión, es por eso que ahora, el verla así, los hizo sentirse un poco mal por ella.
KarlHeinz dio las palabras finales, antes de desaparecer ante la mirada de desinterés de todos; Azusa ya se había calmado, y fue la primera en ponerse de pie, ya que, junto con sus hermanos, estaba a punto de irse.
Claro que, su ida, en un dos por tres fue interrumpida...
¡CRASH!
El sonido de las ventanas rompiéndose en miles de pedazos fue lo que se escuchó al instante, seguido de aullidos de los lobos.
T
odo fue tan rápido, que para cuando todos los notaron ya estaban siendo rodeados por varios lobos, lobos que les miraban de manera amenazante.
─¿Estos otra vez?─dijo molesto el más alto de los Mukami.
─Tsk, lo que faltaba─dijo molesto el menor de los Sakamaki.
Nadie sabía quienes eran esos lobos, sólo sabían o bueno notaron, que a leguas los querían matar.
─Vaya la sorpresa─dijo una voz.─Todos los hijillos de ese hombre juntos─.
─¡¿Quién demonios eres?!─dijo molesto el menor de los trillizos.
─Tu peor pesadilla─dijo de forma burlezca aquel pelisalmón haciendo acto de presencia.
Las miradas de todos los Sakamaki se oscurecieron al momento de reconocer a ese chico, era el menor de los hermanos Tsukinami, Tsukinami Shin.
─¿Qué demonios haces tú, aquí?─dijo, corrección, gritó el pelilila.
─Ash, que aburridos y antipáticos son─dijo el pelisalmón.─Yo sólo vine en busca de Eve─.
Tras lo dicho por el Tsukinami, Yui no pudo evitar el ponerse nerviosa, y los chicos miraron al pelisalmón con odio.
─Y no me iré hasta que me la entreguen─dijo serio.
─Ni de broma pienses que te la llevarás─dijo molesto Kanato.
─Oh, ¿enserio?─dijo regresando a su tono burlón.─Oye, creo que eso lo debiste haber dicho ya hace un rato ¿no lo crees?─.
Ante lo dicho por el Tsukinami, todos notaron a que se refería, ya que Yui no estaba por ningún lado.
─¿A dónde la llevaste?─pregunto serio el mayor de los Mukami.
─Ah, eso─dijo el pelisalmón, haciéndose el inocente.─No se preocupen, Nii-san sabe que hará con ella─.
─¡¡Devuelvela!!─gritó el pelilila.
─Que gritón eres, pareces un niño─se quejo el Tsukinami.─No entiendo como Eve te escogió para ser Adán. Y si preguntan, si, escuche cuando Eve te escogió─dijo mirando serio, más de repente su mirada se desfiguró, y regreso a ser una sonrisa, pero ahora, era una sonrisa sínica.
─¿Qué es tan gracioso?─se quejo el pelilila.
─Es que, Nii-san no me encargó esto, pero...─habló mientras sacaba algo de su bolsillo.─...¡sería muy divertido terminar con tu existencia, antes de que despierten tus nuevos poderes ¿no crees?!─exclamó en alto, dejando ver una pequeña daga de plata, igual a la que poseía el menor de los Sakamaki.
Ante lo dicho por el Tsukinami, los ojos de Kanato se abrieron en totalidad, en señal de sorpresa. Y para cuando reaccionó, sintió una pequeña abertura en la mejilla; aparentemente, el pelisalmón le atacó y él logró esquivarlo, aunque no lo suficiente para lograr que una abertura se asomará en su mejilla.
Giró su rostro un poco, y pudo ver como sus hermanos y los Mukami esquivaban los ataques de aquellos horribles lobos.
Nuevamente otro ataque por parte del Tsukinami, claramente lo logró esquivar; era el típico juego de...si te alcanzó pierdes, sólo que aquí, era...si te alcanzó ¡mueres!
Finalmente, y para su maldita desgracias, término acorralado; el Tsukinami no se esperaba menos de alguien como él, aunque estaba satisfecho. Lo iba a matar.
─¡Ahora verás!─
─¡Kanato!─
─¡¡Noooo!!─
Fueron los gritos que se escucharon, antes de la presencia un largo y sepulcrante silencio.
Kanato tenía los ojos cerrados, esperando el impacto de la daga, impacto que nunca llegó, por lo cual abrió rápidamente los ojos. Topándose con una escena que lo dejo demasiado sorprendido.
─A..Azusa─tartamudeo sorprendido.
Azusa yacía de pie delante suyo, como si de un escudo se tratase, las piernas las tenía tambaleantes -con dificultad se mantenía de pie-, al igual que su boca -como si tratase de decir algo que le estaba costando-, a la par que tenía los ojos cerrados, y en su pecho -justo donde estaba su corazón- se encontraba enterrada la daga que el Tsukinami traía consigo...para matarlo a él.
─Tú...¡eres una tonta!─exclamó el Tsukinami.
Sin ningún tacto de delicadeza, le quitó la daga del pecho, logrando finalmente que el cuerpo de la joven se desplomara, claro que, nunca tocó el suelo, ya que Kanato la tomó en brazos antes de que eso pasará. El Tsukinami sr teletransportó al instante de ahí, y los lobos también se fueron al momento en que notaron que "su amo" se había marchado.
וו×
Tras un sobreesfuerzo, sus ojos pudieron abrirse, dando paso a la luz, y el poder ver el rostro del pelilila que tanto quería.
─Me...alegro que...estés bien, Kanato-san─susurró la chica, a la par que trataba de recobrar un poco de aire.
─¿Porqué, Azusa?─preguntó él, teniendo ahora una mirada llena de preocupación.
─Yo...no quería...que Kanato...muriera─habló ella, tratando de no llorar.
─Pero tú...─iba a decir él, pero fue interrumpido.
─P...Perdoname─sollozó Azusa, sin poder retener las lágrimas.─Yo, no lo...quería hacer, de...verdad, que...no lo...quería hacer─.
─No hables de eso, por favor, no en este momento─suplicó el chico, sin poder evitar que un pequeño y apenas audible sollozo se escapará de sus labios.
La chica respiró con algo de dificultad, ahora sus ojos se dirigieron hacia los demás; los Sakamaki se habían quedado en una especie de shock, Azusa sonrió con algo de dificultad al notar que el mayor de los trillizos trataba inútilmente de no quebrarse -de todos los Sakamaki, a quien Azusa sintió más como un hermano mayor fue precisamente a Laito-. Ahora su vista se posó sobre sus hermanos, Kou ni que decir, estaba empapado de lágrimas, Yuma y Ruki, sus dos hermanos más serios y con corazón de piedra, en ese momento se encontraban llorando en silencio, una pequeña sonrisa se escapó de sus labios sin poder evitarlo, antes de dirigir su mirada -una vez más- hacia Kanato.
Se veía a leguas, que Kanato estaba a punto de quebrarse, ella lo conocía bien.
─Si─susurró Kanato, después de un rato de estar en silencio.─Te perdonó, te perdonó─repitió sin importarle que se le rompiera la voz.
Las lágrimas se hicieron nuevamente presentes, Azusa se sentía mucho mejor. Unos minutos pasaron para que sus ojos comenzaron a pesarles, giró un poco el rostro, siendo ahora el único punto que viera, era el techo.
─Gracias─susurró con dificultad Azusa.─Te quiero.....te quiero...mucho─sollozo nuevamente.─Gracias...por cuidar de mi, hermanos. A todos...gracias, estoy feliz─dijo antes de cerrar sus ojos.
Todo se quedó en silencio después de eso; claro que, eso no duró mucho, ya que instantáneamente, los gritos se hicieron presentes, gritos de dolor y arrepentimiento por parte del cuarto Sakamaki, que se encontraba abrazando el cuerpo -ahora sin vida- de Mukami Azusa.
Se arrepentía, y se arrepentía mucho; ahora sabía que una promesa no era tan importante como el amor que existía entre dos personas.
Porque ella en ningún momento perdió esperanza, le siguió pidiendo perdón desde lo ocurrido, hasta el fin su existencia.
....FIN....
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×~ Gracias por leer ~×
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