Capítulo 4: El Oasis de los Lazos

A pesar de su dolor, Ash sabía que el tiempo de afligirse debía llegar a su fin.

Un buen capitán siempre cae junto con su barco, pero también sabe cuándo es el momento de retomar el timón. Muchos dependían de él, y no podía permitirse vacilar.

Con un suspiro profundo, tomó el auricular y se lo colocó en la oreja, decidido a levantarse de la cama y enfrentar su porvenir.

Oye, Ash... ¿Todo bien? —preguntó su mejor amigo nuevamente, Pikachu, moviendo sus orejas de arriba hacia abajo con una mirada preocupada.

No, pero lo estaré —respondió, mientras se dirigía al tocador.

Pikachu apreciaba la honestidad de Ash. Fácilmente podría haber dicho que sí y guardarse sus conflictos internos, pero la sinceridad de su amigo le daba consuelo.

Decidió acompañar al pelinegro para que no se sintiera solo; aún lo tenía a él.

Al llegar, el tipo eléctrico saltó hacia el lavabo.

Los volveremos a ver, te lo garantizo —dijo, continuando la tendencia de optimismo.

Ash asintió, agradeciendo el gesto. Sabía que la oportunidad aún existía, por más difícil que fuera.

Terminó de lavarse la cara y los dientes antes de regresar al cuarto principal. Lo menos que podía hacer era reacomodar todo.

¿Sabes cómo regresar la cama a la pared? —preguntó el entrenador hacia su Pokémon.

Intenta empujarla —señaló el roedor eléctrico.

Ash se dispuso a ejercer fuerza desde el lado izquierdo, sus expresiones de esfuerzo eran inútiles al ver que ni un centímetro lograba moverse.

¿Qué pasa, Ash? Antes podías levantar troncos sin problema —dijo Pikachu en tono burlesco. "¿Fue nerfeado?", pensó.

Es fácil para ti decirlo ¿Y si mejor me ayudas? —reclamó el adolescente, subestimando lo pesado que puede ser el acero.

No puedo, Ash. Mis niveles de ketchup están extremadamente bajos —comentó Pikachu, como si su fuerza dependiera de ello.

Pues seguirán así, porque no pienso conseguirte ketchup si no me ayudas, si es que hay en esta dimensión... —remarcó Ash. Incluso en otra realidad, su Pokémon no dejaba de pensar en el aderezo rojo.

Eres cruel, pero justo —dijo el Pokémon #025 de la Pokédex, finalmente cediendo y usando sus pequeñas patas para empujar el mueble.

Ni siquiera con la fuerza combinada de ambos lograron replegar la cama, pero si hay algo que comparten para su desgracia, es su testarudez.

¡Maximo poder! —gritó Pikachu, usando hasta el último vestigio de su energía mientras chispas eléctricas salían de sus mejillas.

El sonido de la puerta al abrirse resonó en la habitación, y dos figuras entraron a ver el estado de los protagonistas.

¡Hola chicos, buenos dí—! —saludó la chica pelinaranja con una sonrisa, derrochando su energía habitual, hasta que se interrumpió a sí misma. ¿Qué se suponía que estaban haciendo esos dos?

¡Más fuerza Pikachu vamos! —gritó Ash, tan absorto en su esfuerzo sobrehumano que no se percató de la llegada de sus visitas.

Ash, ya detente, es inútil intentar guardar esto. ¡Déjale ese trabajo al viejo cuando llegue! —se quejó Pikachu, dejándose caer al suelo por el cansancio.

Ejem... —aclaró su garganta el hombre de mediana edad, logrando que el silencio invadiera la habitación.

Pikachu tardó solo un instante en reconocer al recién llegado, dándose cuenta de que su lengua suelta podría meterlo en problemas.

Buenos días, joven Ash. Punto a su favor por ser puntual. Permíteme ayudarte —dijo Siro, sacando un pequeño control de uno de sus muchos bolsillos y presionando un botón.

Al instante, la cama neón comenzó a deslizarse suavemente hasta quedar completamente plegada en la pared.

La vergüenza que sentían tanto el Pokémon como su entrenador era incomparable.

No puede ser, quedamos como unos tontos... —pensó el adolescente, mirando al suelo con una expresión de profundo lamento..

Por lo visto, Zoe le trajo a Pikachu hace un par de horas. Espero que ese imprevisto no haya afectado tus horas de descanso —comentó Siro, ignorando con tacto la penosa escena.

Para nada, señor. Ella supo exactamente lo que necesitaba, y estoy muy agradecido por ello —respondió Ash. Si pudiera revivir ese momento, no cambiaría nada.

La sonrisa volvió al rostro de la chica de baja estatura; no estaba acostumbrada a ser apreciada por sus pequeños actos altruistas.

Ya veo. Debo admitir que tu Pokémon ha sido un tanto indisciplinado mientras te encontrabas en coma —señaló el hombre de bigote, levantando una mano en señal de advertencia.

Pikachu sintió una punzada de culpa ante las palabras del explorador. Aunque no se arrepentía de sus actos, no quería que su entrenador tuviera que cargar con las consecuencias.

Sin embargo, comprendo que sentirse solo en otra dimensión debió ser muy abrumador para él. Si Pikachu promete comportarse ahora que estás con nosotros, podemos dejar esto atrás y empezar de nuevo.

¿Pikachu? —Ash volteó a mirar a su fiel compañero eléctrico.

Lo prometo —dijo el roedor, colocando una pata en su pecho mientras cruzaba los dedos de la otra a su espalda.

Perfecto, es momento de dejar esta celda, un largo día nos espera —anunció Siro, abriendo las puertas metálicas una vez más.

Espera, ¿dijo celda? —pensó Ash, sorprendido. ¿Acaso lo veían como a un prisionero?

Por cierto, Ash, me tomé la libertad de reparar tu mochila. Estaba rota cuando te encontramos —dijo Zoe, mientras se la entregaba al entrenador—. Ahí podrás guardar las prendas con las que llegaste aquí.

Gracias, Zoe... —El campeón de Alola quedó estupefacto al ver intacta una de sus posesiones más preciadas, sintiendo un cálido agradecimiento que no pudo ocultar.

La chica de traje rosa le devolvió el gesto con una reverencia, ansiosa por ver la reacción de Ash. Algo estaba esperando en su interior.

Pikachu notó los sutiles gestos de la joven, despertando su curiosidad. ¿Se harían realidad sus teorías?

El entrenador Pokémon procedió a abrir el cierre de su mochila, encontrándose con objetos familiares. Una extraña sensación lo invadió, como si una parte de él regresara del pasado para completarlo.

Sostuvo por unos segundos su gorra roja, la misma con la que recorrió toda Alola meses atrás, antes de colocarla en la cabeza de Pikachu. Luego, continuó revisando qué más contenía la mochila.

Rotom... —murmuró Ash al sacar la enciclopedia electrónica. Estaba vacía, obsoleta y agrietada, sin rastro alguno del carismático Pokémon que una vez la habitó.

Con un suspiro, Ash volvió a guardar el dispositivo en la mochila y sacó, finalmente, una pulsera negra con un cristal amarillo en forma de rayo incrustado en el centro.

Ash y Pikachu se sonrieron mutuamente, conscientes del profundo significado que aquella pulsera Z tenía para ellos.

El adolescente guardó la pulsera para más tarde, aún con la esperanza de encontrar algo más. Hurgó en su mochila una y otra vez, pero no había nada más que sacar.

Ash miró a Zoé, con la intención de preguntarle, pero la chica pelinaranja se le adelantó, llevándose un dedo a los labios en señal de silencio.

Te lo platico más tarde, debemos irnos —dijo, con un aire de misterio.

De acuerdo, te veo afuera —respondió el, mientras las olas de incertidumbre en su mente se calmaban, como el mar al recibir el amanecer.

¿Ella los tendrá? —preguntó Pikachu. Aunque había convivido un tiempo con Zoé, no tenía idea de que la chica poseía tanta información.

Ahora entiendo por qué solo confías en ella —dijo Ash mientras guardaba su ropa en la mochila—. ¿Sabías que esto era una celda?

Si, pero no te alarmes. Zoé me explicó que, por protocolo, nos mandan aquí primero, sin excepciones —respondió Pikachu.

Eso no lo hace más agradable; parecemos más rehenes que prisioneros —comentó Ash, quitándole la gorra a Pikachu y colocándosela él mismo.

Bueno, conocemos a decenas de legendarios y somos campeones regionales. Es lógico que nos vean como una posible amenaza —dijo Pikachu mientras saltaba al hombro de su mejor amigo—. Recuerda, perfil bajo.

Sí... Vamos, Pikachu, antes de que nos regañen por la demora —dijo el entrenador Pokémon, echando un último vistazo a la futurista habitación antes de salir al estrecho pasillo.

Las puertas se cerraron automáticamente al detectar la salida de los protagonistas.

Lo primero que notaron fue un largo tramo de celdas a la izquierda, iluminadas por la abundante luz neón que emanaba desde la derecha y el suelo.

Si que tienen una obsesión con las luces, ¿no crees, amigo? —preguntó el adolescente, empezando a inquietarse ante la idea de tener que vivir con esa iluminación constante.

Pasar décadas sin luz les dejó traumas —respondió el Pokémon amarillo, tampoco siendo un gran fan de la situación.

¿Décadas sin luz? Pensé que era una civilización avanzada —La respuesta de Pikachu dejó a Ash confundido. Solo había vivido sin electricidad en contadas ocasiones, normalmente durante fuertes tormentas.

La tecnología no es sinónimo de poder, Ash. Si quieres ser un Maestro Pokémon, deberás aprender a ver más allá —reprochó el roedor eléctrico a su mejor amigo.

Creo que ya es un poco tarde para eso, Pikachu. No quiero ni imaginar cuántos Pokémon aún desconocemos en todo el universo —dijo el chico con marcas Z, tratando de ser realista. Su sueño ya no era una prioridad.

Aun así, no está de más saber a qué nos podemos enfrentar en el futuro. Deja que Zoé te cuente bien esa historia, es interesante —comentó Pikachu, intentando sonar convincente.

Me acordaré para después —respondió Ash, haciéndose una nota mental.

Justo después, el estómago de Ash comenzó a rugir.

Espero que los estudios no demoren mucho.

¿Tan temprano y con hambre? Ya ni yo —le reclamó Pikachu, cruzando sus patas.

Mejor no digas nada, tú no llevas tres meses sin comer —replicó Ash. Podrían ser las seis de la mañana, pero el hambre no tiene horario—. Ojalá la comida aquí no decepcione.

Con hambre, se come lo que hay. Así que lo tuyo no es tan grave —respondió el tipo Eléctrico, continuando la discusión.

Si eso fuera cierto, no estarías pidiendo ketchup a cada rato —replicó Ash, decidido a no ceder tan fácilmente. Si algo compartían, era la terquedad.

¿Qué, acaso ya no se puede disfrutar de los gustos de vez en cuando? —se defendió el Kantoniano, como si realmente fuera un crimen disfrutar algo en exceso.

Una botella al día no es precisamente "de vez en cuando" —dijo Ash, recordando cómo su madre siempre le advertía sobre la dieta de Pikachu. El ketchup, con su alto contenido de sal y azúcar, no era adecuado para el consumo diario.

Eso quedó a años luz de distancia. Ahora, llevo dos meses sin probar ni una gota, y me siento ansioso —admitió Pikachu, dejando entrever su lado más vulnerable—. El único defecto de Zoé es que no me ofreció ni un poco, dice que es comida humana.

Ni estando lejos de casa puedes superar tus adicciones —comentó Ash, con un suspiro. Ya quería dejar atrás la discusión, sobre todo porque al final del pasillo los estaban esperando.

Y tú ni estando en el espacio dejas de ser tan denso —contraatacó Pikachu, decidido a no dejar que nadie, ni siquiera Ash, interfiriera con sus placeres.

¿Denso? ¿De que estás hablando? —preguntó Ash, confundido. No era la primera vez que escuchaba esa palabra, pero aún no la comprendía del todo.

Exacto. Jaque mate —dijo Pikachu, dándose por victorioso y poniendo fin a la discusión. El entrenador Pokémon se resignó, soltando solamente un gesto de disgusto.

Siro y Zoé se encontraban en la entrada de lo que parecía otra especie de habitación.

¿Seguro que no olvidó nada, Sr. Ketchum? —preguntó Siro, con un tono profesional. Aún había tiempo para volver si era necesario.

No señor, ya tengo todo conmigo —respondió el chico de Pueblo Paleta, mostrando su mochila.

Bien, es hora de subir. Sígueme.

Al entrar en la habitación y girarse, Ash notó los botones frente a él. Reconocer los números fue una buena señal: estaban en un ascensor.

Siro presionó una combinación de botones, aunque Ash no alcanzó a ver exactamente cuáles. En un santiamén, sintieron cómo el suelo bajo sus pies se elevaba, dejándolos suspendidos en el aire.

No parece un ascensor común, ¿verdad? —comentó Zoé, con una sonrisa juguetona. —Este puede moverse en cualquier dirección, no solo hacia arriba o abajo.

Impresionante... —murmuró Ash, mientras Pikachu asentía, igualmente sorprendido, entonces... ¿No era el único pasillo de celdas de ese piso?

Oye, eso no me lo habías explicado —dijo Pikachu, queriéndose sentir rencoroso con el más minimo detalle.

Los Pokémon no suelen tomar el ascensor por si solos —explicó Zoé, quería evitar que tuvieran problemas por no tener la autorización.

Nos espera una larga jornada, así que disfruten del paseo mientras puedan —dijo Siro, mirando hacia adelante con una expresión seria, pero con un brillo en sus ojos que sugería que lo que les esperaba no sería fácil.

¿Asustado Ash? —preguntó la chica pelinaranja de manera traviesa, sintió la transmisión de inquietud del chico.

Ni un poco —respondió pasmado. Trató de ocultarlo lo más que pudo, pero no logró regularizar los cortes en su voz.

¿Entonces, por qué estás temblando? —Lo delató su fiel compañero, inmediatamente una llama de molestia se intensificó en su interior.

Cállate —gritó en voz baja. Con amigos así para qué quería enemigos.

Vamos, será divertido, no es tan malo como suena. Piénsalo como un recorrido por nuestras instalaciones —Zoé comentó con una sonrisa tranquilizadora, aunque Ash no pudo evitar sentir un ligero nudo en el estómago.

Sí, y en el paquete te incluimos dolor completamente gratis —bromeó Pikachu, disfrutando de la situación.

¡Pikachu! Te recuerdo que tú también estuviste de miedoso todo ese rato —le replicó Zoé, con una sonrisa. Si él tuvo una experiencia similar, no tenía derecho de fastidiar a Ash.

Si pero yo soy chiquito. Ash por otra parte ya hasta paga impuestos, bueno pagaba —se defendió Pikachu, siempre con una respuesta rápida.

Suficiente, Pikachu. Ya te dije que es por el hambre —dijo Ash, intentando imponer un poco de orden.

¿Siempre ha sido así? —preguntó la chica en traje rosa, mirando a Ash con curiosidad.

Pikachu solo se pone serio cuando quiere. Ahora, con el traductor, me doy cuenta de que es un payaso por naturaleza —respondió Ash, girando la cabeza para mirar a su compañero.

Pero así me quieres, Ash. No puedo evitarlo, está en mi genética —dijo Pikachu, consciente de que a veces su franqueza podría no ser bienvenida.

Le sugiero ser más cuidadoso con su comportamiento, Pikachu. No voy a permitir que tomes a la ligera algunos de los escenarios que podríamos enfrentar. Nos estarías poniendo en peligro —intervino Siro, que hasta entonces había estado escuchando en silencio.

Pikachu se encogió de hombros y decidió guardar silencio por un rato, como si hubiera sido reprendido.

¿Futuros escenarios? ¿A qué se refiere? —preguntó el adolescente, tratando de entender la advertencia.

No nos adelantemos, Sr. Ketchum. Primero, debemos ver cómo salen sus pruebas médicas. Después, hablaremos de las pruebas físicas —explicó Siro, manteniendo su mirada fija al frente, sin revelar demasiado.

De acuerdo... —dijo Ash, sin estar del todo convencido. El jefe del escuadrón seguía siendo un enigma para él.

A medida que el ascensor se detenía, el ambiente se llenó de un leve zumbido. Las puertas se abrieron lentamente, revelando un amplio corredor iluminado por una luz tenue que contrastaba con los tonos neón de las celdas anteriores.

La atmósfera era más cálida, pero no menos misteriosa.

Zoé, decidí ir a atender de una vez los pendientes de hoy. Te encargo de favor que le realicen las pruebas completas a Ash y mantenme al tanto del progreso —notificó Siro, viendo su holomisor—. Lo llevas al área de comida al finalizar.

¡Si señor! —dijo la chica pelinaranja haciendo una reverencia militar—. Ash, Pikachu, vengan, aquí es nuestra bajada.

Zoé dio un paso adelante, invitando a Ash y Pikachu a seguirla. Siro se mantuvo en el ascensor, presionando nuevamente una combinación de botones.

El entrenador sintió un repentino escalofrío al salir del elevador, a pesar de que el cambio de clima no fue drástico.

A sus espaldas escuchó como el elevador se cerró y abandonó el piso, siguiendo su curso.

Creí que nos acompañaría —comentó el campeón de Alola, señalando con el pulgar hacia el ascensor que ya no estaba.

Eso pensé yo también, pero siendo el jefe del escuadrón, siempre tiene que resolver algún imprevisto en nombre de todos nosotros —explicó Zoé mientras continuaban avanzando por el pasillo—. Pero seguramente se desocupará más tarde.

Ya veo... —respondió Ash, pensando en cómo el líder siempre parecía tener una responsabilidad extra—. Zoe, ¿tienes idea de cuánto tiempo estaremos aquí?

Había un tono de inquietud en su voz, como si necesitara mantener la conversación para evitar que el silencio alimentara su ansiedad.

Hmm, diría que una hora, dos como máximo. ¿Por qué? ¿Todavía estás nervioso, Ash? ¿O tal vez es hambre? —preguntó Zoé con una sonrisa, tratando de aliviar el ambiente. No veía a Ash como alguien que se asustara fácilmente, pero sabía que incluso los más valientes podían sentir miedo a veces.

Un poco de todo, pero no es solo por mí —admitió Ash, mirando de reojo a Pikachu, quien permanecía callado pero atento.

¿Lo dices por Pikachu? ¿No tuviste traumas o si? —preguntó Zoé, dirigiendo su mirada al Pokémon.

La estática amistad que compartían ambos llegaba a un nivel que rozaba lo intimidante, casi al punto de asustar al roedor eléctrico.

Nunca había pensado que alguien pudiera estar tan en sintonía con su humor oscuro y a veces caótico.

Ni siquiera hemos entrado y ya comienzo a sentir punzadas en mi cuerpo como aquella vez, pero gracias por recordarme Zoé —respondió sarcásticamente, visiones deslumbrantes de sonidos inquietantes y agujas intimidantes lo llevaron a un mini ataque interno.

Pikachu es difícil de lidiar, pero la chica pelinaranja sabe exactamente cómo presionar sus puntos débiles, reflexionó el entrenador Pokémon.

Pikachu estará bien, pero no me refería a él —aclaró Ash. Era momento de abordar su mayor preocupación.

¿Ah no? Entonces, ¿de qué se trata? Vamos, Ash, no tienes que hacerte el misterioso —insistió Zoé, su tono directo reflejaba su preferencia por la franqueza.

Bueno es sobre hace rato. Cuando me entregaste mi mochila tuve el presentimiento de que algo más faltaba: mis otros Pokémon. ¿Sabes dónde están? —La angustia en los ojos de Ash era evidente, y Zoé comprendió que Pikachu no era su única conexión profunda; sus lazos con sus otros Pokémon eran igual de fuertes.

La mirada de Ash suplicaba una respuesta, olvidando por un momento que la prioridad era analizar su propio bienestar. Pikachu ya le había contado antes sobre este comportamiento protector de su entrenador, una de las razones por las que tantos Pokémon habían permanecido a su lado durante años.

Ya veo, es sobre ellos. Perdóname, Ash. Aún estoy aprendiendo sobre los vínculos que compartes con tus Pokémon —admitió Zoé, recordando su promesa de darle respuestas—. Lo importante es que están bien. La razón por la que no te los entregaron de inmediato fue por órdenes de Siro.

¿Por qué? —preguntó confundido el chico de la gorra roja, a pesar de sentir un ligero alivio de que seguían con vida, él quería respuestas y lo que menos pretendía era pensar mal de las personas que lo están ayudando.

Hay dos razones. Primero, Siro quería prevenir cualquier exposición a emociones intensas antes de que fueras revisado. Por eso, al principio, dudó en permitir que Pikachu te visitara; ahora que lo pienso, quizás fui un poco imprudente —explicó Zoé, recordando el ligero regaño que había recibido de su jefe.

Zoé, no quiero causarte problemas. Aprecio lo que has hecho por mí, pero tu empleo debe ser tu prioridad —razonó Ash, preocupado de que su desesperación pudiera perjudicarla.

Gracias por preocuparte, Ash. Aprecio tus buenas intenciones. Sé que mi jefe no ha sido muy claro contigo, pero el día apenas comienza. Dale un poco de tiempo —pidió Zoé, instando a Ash a confiar en Siro.

Ash asintió, dándose cuenta de que su mente podría estar jugando con sus miedos. Definitivamente, debía someterse a la revisión médica sin oponer resistencia.

Si te sirve de algo saber, tus Pokémon están seguros en el almacén principal. Siro quiere asegurarse de que te reconozcan cuando se encuentren. Al haber estado todo este tiempo dentro de sus Poké Balls, probablemente no experimentaron lo mismo que Pikachu.

El campeón de Alola procesó la información en silencio, asintiendo lentamente mientras caminaban por el largo pasillo. Sus pensamientos se arremolinaban, pero al menos esa parte de él puede estar tranquila sabiendo que están a salvo.

Momento, si hubiera estado dentro de una Poké Ball en el Ultra Espacio, ¿no me habría pasado nada? —interrumpió Pikachu, inquieto por la posibilidad.

Dije probablemente —respondió Zoé, con la mirada brillante—. La radiación cósmica es algo que llevamos años investigando. Parece ser que el poliestireno es un excelente escudo contra ella. ¿Y adivinen qué? Las Poké Balls de su dimensión contienen un porcentaje de ese polímero en su fabricación.

Ash observó cómo Zoé compartía la información con entusiasmo genuino, notando que en ningún momento mostraba reticencia a explicarles los detalles. Al contrario, parecía disfrutar compartiendo su conocimiento..

Pikachu, aunque hubieras hecho ese gran sacrificio de entrar en la Poké Ball, no habrías durado ni cinco segundos —dijo Ash, recordando la última vez que su compañero había estado dentro de una de ellas—. A estas alturas, solo la llevo conmigo como una reliquia.

Me ofendiste Ash, me ofendiste re gacho —respondió Pikachu, bajando las orejas con un toque dramático, como si no esperara un golpe tan directo.

¿Es una especie de fobia lo que tiene? —preguntó la chica con traje futurista, ahora comprendía porqué su compañero nunca logró convencer a Pikachu de entrar en la cápsula.

Al principio pensé que era claustrofobia, pero en otros espacios cerrados, como el ascensor, no parece afectarle de la misma manera. Así que estamos un poco perdidos —explicó Ash, recordando que era algo que, aunque raro, había ocurrido en algunas ocasiones durante su viaje.

Solo un psiquiatra podrá evaluarlo bien —sugirió Zoé, con un tono reflexivo.

¿¡Psiquiatra?! Pero no estoy loco, solo tengo... defectos —respondió Pikachu, con una chispa de temor en su voz, aún aferrado a su actitud de ofendido.

¿Tienen uno aquí? —preguntó Ash, curioso.

En la metrópolis, sí. Pero en estas instalaciones, no —contestó Zoé.

Ya veo. Bueno, Pikachu, será para otra ocasión —dijo Ash con un tono tranquilo, aunque aún no estaba seguro de si alguna vez le permitirían salir de esas paredes metálicas.

Gracias a Arceus —agradeció el tipo Eléctrico a la deidad suprema después de soltar un respiro profundo.

El entrenador y la chica de Ultropolis no pudieron contener una breve risa compartida, un respiro que Ash necesitaba desesperadamente. El pasillo había terminado; frente a ellos solo quedaban las imponentes puertas de acero.

Y aquí estamos —dijo Zoé, manteniendo una sonrisa a flote. Su energía positiva buscaba contagiar las emociones del terrícola—. ¿Estás listo?

No —admitió con sinceridad, pero la angustia iba a ser mayor cuánto más se demoren en entrar—. Pero hagámoslo.

Zoé, decidida a no perder más tiempo, se posicionó frente a la obstrucción de acero. Un haz de luz azul escaneó su rostro, culminando con una luz verde de confirmación.

Las puertas comenzaron a abrirse lentamente, con un pesado y resonante movimiento horizontal.

Ya era hora, creí que iban a meter más relleno para no entrar —dijo Pikachu mientras se abrían las puertas de gran peso en forma horizontal.

Me empieza a preocupar las ocurrencias que dices—dijo el adolescente, ¿siempre ha sido así?

No lo veas de mala manera Ash, esta es mi forma de afrontar el miedo —explicó su Pokémon, estaba por recordar traumas que no ayudan en el panorama actual.

Esperen aquí un momento, chicos. Vuelvo enseguida —dijo Zoé, dejando a nuestros protagonistas contemplando la entrada del sector.

Dentro, el lugar estaba lleno de pantallas que emitían información en un suave tono blanco, contrastando la luz neon de color verde pastel.

Personal del sector médico iba y venía, ignorando la presencia de Ash y Pikachu, lo cual, en cierto modo, les trajo alivio. No soportaría ser el centro de atención en ese momento, con sus nervios ya al borde del colapso.

Ash sintió su corazón latir con más fuerza; su estómago se convirtió en rehén de la ansiedad que lo dominaba. Era uno de esos momentos en los que, aunque intentas mentalmente prepararte para lo inevitable, tu cuerpo se niega a cooperar.

El fuerte agarre de Pikachu en su hombro, en lugar de calmarlo, solo aceleraba su agitación. El tiempo, como en una cruel broma, parecía ralentizarse a medida que la espera se hacía interminable.

Finalmente, vio a Zoé regresar, pero no venía sola. A su lado, una mujer de porte profesional avanzaba con ella. La hora de la verdad había llegado.

Listo Ash, volvimos —anunció la pelinaranja—. Te presento a la Dra. Neesha, quien se encargará del procedimiento. Es una de las mejores en su campo.

Mucho gusto, doctora —dijo Ash, extendiendo su mano, tratando de que sus nervios no lo traicionaran.

El placer es mío, Ash —correspondió la joven adulta, con una cálida sonrisa. Su cabello rojo carmesí hacia contraste con su vestimenta de color blanco con toques en rosa—. Aprecio la formalidad, pero no será necesaria. Puedes confiar en mí.

Ash asintió, aunque por dentro seguía librando una batalla contra la ansiedad que parecía interminable.

Y bien, ¿con qué empezamos? —Ash sonaba derrotado, pero sabía que dejarse llevar por sus impulsos solo complicaría las cosas.

Comenzaremos con la extracción de sangre para los análisis, síganme —informó la doctora Neesha, con un tono profesional y tranquilizador.

La sala de procedimientos estaba a solo unos pasos de su ubicación actual, lo que hizo que la ansiedad de Ash aumentara un poco más con cada paso que daba.

Al llegar, el brillo blanco y aséptico de la habitación le recordó la situación, intensificando sus nervios. Pikachu, siempre atento, permanecía en su hombro, sus grandes ojos observando todo con preocupación.

Puedes sentarte justo ahí —dijo Neesha, señalando una silla en la que Ash debía tomar asiento. La sala estaba llena de tubos y matraces, acompañados por una computadora enorme que dominaba el espacio.

Pikachu saltó del hombro de Ash, llevándose su gorra y se unió a Zoé en la esquina opuesta de la sala, dejándolo solo ante lo que se avecinaba.

No te preocupes, Ash, esto será rápido —dijo la doctora dijo la doctora mientras organizaba el equipo. Su voz era suave, una habilidad desarrollada para calmar a los pacientes.

Eh, chicos, ¿podrían hablarme de algo para distraerme? —preguntó Ash, tratando de sonar casual, aunque Pikachu notó la tensión en su voz. Pikachu se llevó una pata a la cara, como si no pudiera creer lo que oía.

Vamos, Ash, es solo una aguja. Hemos enfrentado legendarios, ¡esto no es nada! —dijo Pikachu, aunque su tono combinaba preocupación, apoyo y un toque de incredulidad.

Zoé quedó pensativa ante la declaración del Pokémon, ¿entonces todas esas historias locas que le contaba eran verdad?

Lo sé, lo sé… Es solo que, desde niño, esto siempre me ha dado escalofríos —admitió Ash, sintiendo que podía ser completamente sincero con su mejor amigo. Pikachu siempre había sido su confidente en los momentos de mayor vulnerabilidad.

¿Pasó algo en tu niñez, Ash? —preguntó Zoé, intrigada por la posibilidad de un evento que pudiera haber dejado una huella tan profunda en él.

No que yo recuerde —respondió el pelinegro, cada región que visitaba era una revisión segura, al menos una vez, pero nada extraño ocurría—. Mi madre me platicó una vez que me enfermaba muy seguido cuando tenía entre 1 y 2 años. Le daba pavor verme gritar llorando porque los doctores no me encontraban una vena, siento que mi cuerpo nunca olvidó ese dolor.

La chica como tal no emitió una respuesta, pero hizo un gesto con ambas manos, apretándolas en forma de puño y bajándolas, como una muestra silenciosa de apoyo. No esperaba que Ash fuera tan abierto al compartir una experiencia tan personal.

La doctora Neesha se acercó con la jeringa en la mano, habiendo ya preparado todo lo necesario.

Lo siento mucho, Ash. Debe haber sido terrible. Pero, por lo que es, quiero que sepas que muchos pacientes sienten lo mismo. No eres menos por eso. Te prometo que será rápido, y estaré aquí todo el tiempo —dijo Neesha, tomando su brazo con suavidad y empatía.

De acuerdo —Ash respiró hondo, sus ojos fijos en Pikachu y Zoé. No estaba seguro si era mejor mirar o cerrar los ojos por completo. El algodón empapado en alcohol rozó su piel, y supo que el momento estaba cerca.

Pikachu, sintiendo que debía hacer algo más, comenzó a hablar en su habitual tono juguetón.

Oye, Ash, ¿recuerdas en Sinnoh cuando Brock estaba siendo atendido por la enfermera Joy y casi le roba un beso? —dijo Pikachu con una risa suave, intentando aliviar la tensión.

Ash soltó una pequeña risa ante el recuerdo.

Mejor ni sigas, gracias a eso, Brock casi recibe una orden de restricción —respondió Ash, recordando cómo ese incidente había hecho que su amigo bajara su intensidad en cuanto a sus coqueteos.

La doctora Neesha aprovechó el momento de distracción y, con movimientos rápidos y precisos, insertó la aguja en la parte interior del codo del entrenador.

El mundo de Ash se paralizó cuando comenzó a sentir la perforación al entrar a su sistema sanguíneo, su mirada congelada podía ser apreciada por los demás.

La sensación de apertura y extracción era una mezcla extraña por unos segundos. Finalmente terminó la pesadilla cuando la aguja había sido retirada.

¡Listo! —anunció Neesha, retirando la jeringa y colocando una pequeña venda en el lugar—. Lo hiciste muy bien, Ash.

Ash soltó el aire que había estado reteniendo sin darse cuenta.

¿Eso fue todo? —preguntó, sorprendido de lo rápido que había pasado.

Eso fue todo —confirmó la doctora con una sonrisa—. ¿Quieres ver la jeringa?

Ash asintió, observando detenidamente el pequeño tubo que contenía su sangre. ¿Cómo algo tan insignificante podía causar tanto miedo?

Pikachu, aún en su tono bromista, comentó:

Ya estaba listo para atraparte si te desmayabas.

Ash se rió más abiertamente esta vez, sintiendo que lo peor había pasado.

¿Qué haría sin ti, Pikachu? Y muchas gracias, doctora —dijo Ash, finalmente sintiéndose más relajado.

De nada, Ash. Ya lo que sigue será mucho más sencillo —aseguró Neesha, guardando los suministros y ofreciéndoles una última sonrisa de ánimo.

Eso me alegra oír —dijo Ash mientras se ponía de pie, preparándose para las revisiones restantes.

¿Todavía no te dan ganas de orinar? —preguntó Pikachu, provocando que su mejor amigo se sonrojara de vergüenza.

¡No! Ya me he tomado cuatro vasos de agua y aún no siento nada —gritó frustrado el chico de conjunto blanco con azul, se preguntaba cómo habían pasado de hablar de temas importantes a discutir sobre la necesidad de ir al baño.

Intenta caminar en círculos alrededor de la sala. Tal vez estés tan concentrado en el tema que te hayas bloqueado mentalmente —sugirió Zoé, con su traje futurista rosa.

Por tomartelos de prisa casi te vomitas, ¡claro que estás nervioso! —dijo el roedor eléctrico.

¿Por qué tengo que entrar así, casi por reventar? ¿No va a tomar mucho tiempo? —preguntó Ash, sintiéndose inseguro sobre si podría aguantar tanto.

Es necesario para el ultrasonido —explicó la chica pelinaranja, con un tono más serio..

¿Ultrasonido? Pero si Ash es hombre —comentó el Pokémon amarillo extrañado, a él no le tocó pasar por ese procedimiento—. Aunque se haya vestido de mujer antes...

¡No Pikachu! —exclamó Zoé, casi riendo ante el malentendido—. Es complicado, pero se necesita que la vejiga de Ash esté llena para desplazar los intestinos, lo que permite que las ondas del ultrasonido puedan visualizar mejor sus órganos internos.

La chica trató de ser lo más clara posible.

Ahhh, pensé que eso solo servía para embarazos —dijo Pikachu, agradeciendo la aclaración.

¿Y tú como sabes de eso Pikachu? —preguntó Ash, mirándolo con curiosidad.

Ah, es que una noche en Kalos no podía dormir. Encendí la tele de la habitación para que me diera sueño, y en eso qué sale...

¡Suficiente, ya lo dejaste claro! —lo interrumpió Ash, visiblemente alterado. Pensó que estaban a una palabra de ser expulsados por su charla sin filtro.

Tranquilo, Ash. También lo sé por lo de Kukui y Burnet. ¿No recuerdas que anunciaron su embarazo después de la ceremonia? —mencionó su mejor amigo, recordando un momento más reciente.

Ah, es cierto... pero ¿cómo...?... Olvídalo —respondió Ash, rindiéndose en su intento de comprender.

Ash, no entendí. ¿Qué fue lo que vio Pikachu? —preguntó Zoé, su tono inocente derramándose en cada palabra.

Ash sintió una gota de sudor formarse en su sien. No estaba seguro de si en esta dimensión existía ese tipo de contenido inapropiado o solo era desconocimiento por parte de su guía.

Eh... ¿Qué edad tienes? —preguntó Ash imprudentemente, dejándose llevar por sus pensamientos.

Veinte años, ¿por qué? —respondió la chica, algo confundida.

A este punto, Ash solo esperaba una interrupción salvadora que lo librara de la explicación más incómoda de su vida, todo gracias a la lengua suelta de Pikachu. Y pensar que siempre había creído que Brock era el más indiscreto...

¿Debía ser honesto o mentir?

Ehm, creo que Pikachu vio un programa sobre las etapas del embarazo. Por suerte yo estaba durmiendo, así que no lo vi, porque habría sido... incómodo —intentó explicar Ash, haciendo lo posible por mantener una explicación filtrada y evitar una situación aún más embarazosa.

El silencio que siguió a la explicación de Ash fue breve, pero denso. Zoé lo miraba con una mezcla de curiosidad e incomprensión, mientras Pikachu, sabiendo que metió la pata, simplemente observaba en silencio.

Ash, ¿estás listo? —preguntó una voz femenina mientras la puerta se abría con un suave zumbido.

Algo tarde... —pensó, apretó los labios en una fina línea. El malestar en su abdomen le recordaba que su necesidad de ir al baño era más apremiante que nunca.

Sí, listo —respondió, aunque internamente deseara otra cosa.

Perfecto, pasa. No demoraremos mucho —aseguró Neesha.

Vamos Ash, solo te pondrán gel en el estómago —comentó la chica mientras ambos entraban en la pequeña sala de procedimientos.

Después de lo que sintió como una eternidad, Ash salió de la quinta sala de exámenes, el cansancio empezó a hacerse presente.

¿Cuántas pruebas más faltan? —preguntó, su voz revelando el agotamiento. Habían recorrido ya varios pasillos, y el final parecía estar más lejos que nunca.

Solo una más —respondió Neesha, sonriendo con comprensión—. Y en tu caso, es la más importante.

Mientras avanzaban hacia la última habitación, la anticipación crecía.

¿Qué tipo de prueba es? —inquirió Ash, su curiosidad despertando nuevamente.

Le llamamos escaneo cerebral. Es un procedimiento avanzado que nos permite analizar la circulación de células en tus venas cerebrales, buscando cualquier irregularidad —explicó Neesha, su tono lleno de una seguridad que Ash encontraba reconfortante.

El concepto sonaba tan complejo como intrigante, lo que trajo a su mente recuerdos de los inventos de un viejo amigo.

Interesante. La tecnología es realmente fascinante —comentó Ash, con un brillo en sus ojos que Zoé notó con agrado.

¿Verdad que si? Ultropolis es una de las principales ciudades de exportación tecnológica en el universo, nos alegra ser de utilidad a todos las civilizaciones —agregó la chica de baja estatura, compartiendo su entusiasmo.

A medida que avanzaban, Ash no pudo evitar sonreír ante la idea de todo lo que estaba por descubrir. La conversación ligera ayudaba a aliviar la tensión que sentía desde el comienzo de las pruebas.

Voy a terminar gritando de emoción con cada nuevo descubrimiento, ¿verdad? —bromeó Ash, pero había una pizca de verdad en sus palabras.

Zoé sonrió ampliamente, encantada por la curiosidad insaciable del chico. Pero había algo más que le rondaba la mente, algo que no podía sacudirse.

Oye Pikachu —murmuró el chico Pueblo Paleta, intentando no atraer la atención de los demás.

¿Qué pasa, Ash? —respondió su inseparable compañero, mimetizando el tono bajo de su entrenador.

Llámame loco, pero siento que la doctora Neesha me resulta familiar. Como si la hubiera visto antes... —confesó el entrenador Pokémon, la sensación incómoda creciendo en su interior.

Loco —respondió Pikachu, sin dudarlo ni un segundo.

¿Qué? ¡Estoy hablando en serio, Pikachu! —dijo Ash, su voz subiendo apenas un poco mientras su frustración asomaba.

Pero si tu lo dijiste —comentó el roedor eléctrico con la misma honestidad, aunque una pizca de duda se filtraba en su tono—. Ash, estamos a miles de años luz de casa, ¿cómo vas a reconocer a alguien que nunca has visto en tu vida?

No lo sé... Es solo un presentimiento que tengo —admitió Ash, llevándose una mano al pecho como si así pudiera entender lo que sentía.

Definitivamente necesitas esa revisión —dijo Pikachu con un tono final, concluyendo la conversación antes de que se volviera más extraña.

Mientras seguían caminando, Ash no pudo evitar sentir que, más allá de la tecnología y la ciencia, algo más profundo estaba en juego, algo que no podía comprender del todo.

A medida que continuaban su camino por los pasillos iluminados, el ambiente parecía volverse más denso, como si una presencia invisible los estuviera observando. Ash intentó sacudirse la sensación, pero la inquietud persistía.

Finalmente, llegaron a una puerta más grande y pesada que las anteriores.

Neesha se detuvo frente a ella y, con un simple toque en un panel luminoso, la puerta se deslizó hacia un lado con un suave siseo.

La sala al otro lado era diferente: más oscura, con paredes cubiertas de pantallas que mostraban datos complejos e imágenes tridimensionales de cerebros en diversos estados.

Este es el laboratorio de neuroimagen avanzada —explicó Neesha, invitándolos a entrar—. Aquí realizamos los escaneos cerebrales más detallados del universo conocido.

Ash entró con cautela, sus ojos recorriendo la sala. La tecnología en esta habitación era tan avanzada que hacía que incluso las máquinas de los Centros Pokémon parecieran rudimentarias en comparación.

Impresionante... —susurró, sin poder evitar sentirse un poco pequeño frente a todo aquello.

Ash, quiero que te acuestes en esa plataforma, en cuanto te coloque el dispositivo podrás sentarte —indicó Neesha, señalando un asiento metálico inclinado en el centro de la sala—. El escaneo no tomará mucho tiempo, y te prometo que no sentirás nada.

Ash asintió y, con algo de nerviosismo, se dirigió hacia la plataforma.

Zoé y Pikachu lo acompañaron hasta el último momento, pero se detuvieron a una distancia prudente, observando mientras Neesha ajustaba unos controles en un panel cercano.

¿Y cómo funciona esto? —preguntó Ash, tratando de distraerse mientras se recostaba.

Este dispositivo utiliza ondas electromagnéticas de alta precisión para mapear la actividad cerebral en tiempo real. Nos permite ver si hay alguna irregularidad o daño en las conexiones neuronales —explicó Neesha, mientras ajustaba unos sensores alrededor de la cabeza de Ash—. Estaremos aquí contigo durante todo el proceso.

Bien —murmuró Ash, tomando aire profundamente y exhalando despacio, intentando calmar su corazón acelerado.

De repente, la luz en la habitación se atenuó aún más, y un suave zumbido llenó el aire.

Ash sintió un leve hormigueo en su cuero cabelludo mientras el escáner se activaba.

Las pantallas comenzaron a proyectar imágenes de su cerebro, con colores que iban del azul al rojo, dependiendo de la actividad cerebral.

Neesha presionó un comando en el escritorio a su derecha, lo que provocó que la inclinación de la plataforma donde Ash se encontraba comenzara a nivelarse, mientras el casco firmemente colocado en su cabeza se ajustaba.

Permiteme ver Ash —dijo la doctora, acercándose para ajustar los últimos detalles del dispositivo—. Solo necesito mover esto aquí, activar el modo transparente... y listo.

Una fusión de luces rojas y rosas iluminó la parte superior del casco, revelando de manera sorprendente el cerebro de Ash, como si estuviera flotando fuera de su cuerpo.

Tenemos señal —afirmó Neesha, volviendo su atención a los monitores para comenzar a analizar las ondas cerebrales transmitidas—. Respira profundo y mantén la calma.

El entrenador como tal no podía ver directamente su cerebro debido a la base del casco que obstruía su visión, pero las imágenes eran visibles en las múltiples pantallas frente a él.

El ligero hormigueo causado por las pulsaciones del aparato y la ilusión óptica de ver su cerebro fuera de su cabeza le provocaron un escalofrío.

Zoé, te seré honesto, tenía miedo —admitió Pikachu, quien estaba sentado junto a la chica futurista al otro lado de los monitores..

¿Miedo de qué? —preguntó Zoé, sin estar segura si Pikachu lo decía por él mismo o por su mejor amigo.

Pensé que no le encontrarían cerebro —respondió el roedor eléctrico, luchando con sus impulsos por querer reírse.

Escuché eso Pikachu. Anda, sigue burlándote —replicó Ash, resignado a que su compañero aprovechara cada oportunidad para hacerle bromas ahora que podía entenderlo—. Podrás tener el cerebro más grande, pero aún así perdiste contra un Pokémon que nunca había tenido un combate oficial.

Puede ser, pero, ¿quién era el que me estaba dando órdenes? —contratacó el Kantoniano, recordándole a Ash su parte en aquella derrota.

De todas las cosas que podrían haber olvidado, ese recuerdo vergonzoso vive sin pagar alquiler en su mente.

¡Chicos! ¿Por qué son tan llevados entre ustedes? —preguntó Zoé, sorprendida por la facilidad con la que se lanzaban púas toxicas sin que nadie pareciera ofenderse.

Tu misma lo dijiste Zoe, así somos los hombres —respondió Pikachu, inflando el pecho con orgullo.

La doctora esbozó una sonrisa mientras continuaba observando los monitores. No cabía duda de que Pikachu era muy influyente en la mente del adolescente.

No es nada personal, Zoé. Es solo que Pikachu está que nadie lo aguanta porque no ha tenido ketchup desde que llegamos aquí —explicó Ash, buscando una excusa para el comportamiento de su compañero.

¿De verdad consumes eso, Pikachu? Pero si es para humanos —dijo la chica de baja estatura, pensando que el Pokémon le había estado jugando una broma todas las veces que le pedía amablemente.

Ni que fuera dañino, estoy casado con ese condimento —replicó Pikachu, cruzando los brazos en señal de defensa.

No me enorgullece decir esto, pero cada vez que compraba provisiones para nuestros viajes, una botella de ketchup era para mí, y tres solo para él —confesó Ash, dejando a Zoé boquiabierta.

¿¡Tres?! Eso no puede ser saludable en ninguna dimensión —exclamó Zoé, preocupada por la salud de Pikachu, le estaba haciendo un favor sin haberlo notado antes.

Ni lo será —interrumpió Neesha—. Consumir grandes cantidades de azúcar y vinagre puede provocarle a Pikachu problemas de obesidad, digestivos y fatiga.

Escuchar esas palabras de una especialista le cayó a Pikachu como un balde de agua fría recibiendo hielo al último, pero no estaba dispuesto a rendirse con su sabor favorito en el universo.

Ash está exagerando. Solo consumo dos —dijo Pikachu, creyendo que así evitaría más regaños.

Eso no suena mucho mejor —admitió la integrante de la Unidad Ultra, aún preocupada.

Y todavía dice que el de cerebro pequeño soy yo —se rió Ash, aunque detuvo su risa de golpe, recordando que no quería afectar los resultados del diagnóstico.

Pikachu decidió que lo mejor era quedarse callado. Ser el alma de la fiesta tenía sus consecuencias, y la sala quedó en un incómodo silencio después de eso.

Zoé comenzaba a mostrar signos de inquietud al no recibir aún noticias por parte de su amiga en el área médica sobre el estado de Ash. Por lo general sus diagnósticos no demoran tanto.

Neesha, ¿pasa algo? —preguntó, llevaban veinte minutos sin decir nada, a merced del sonido ambiental y tecnológico.

La doctora tardó en responder, como si estuviera eligiendo cuidadosamente sus palabras.

Finalmente, giró su asiento para ver a los presentes.

Ya tengo los resultados iniciales —anunció con calma.

La tensión en la sala era del tamaño de un Snorlax.

Tal como sospechaba, Ash, sufres de una pérdida de memoria de grado dos —dijo Neesha, mirando directamente al entrenador, quien se mantuvo inexpresivo, como si ya lo hubiera anticipado—. Estuviste expuesto al Ultra Espacio durante un tiempo considerable, lo que ha causado cierto daño en las células cerebrales.

¿El daño es permanente? —preguntó Ash, manteniendo la compostura. Había esperado toda la mañana para escuchar esta respuesta, para bien o para mal.

En el grado dos, todavía hay posibilidades de recuperación. Sin embargo, será un proceso lento. Hablamos de meses, incluso años en los peores escenarios —explicó Neesha, sin adornar la verdad con falsas esperanzas.

Lo entiendo. Supongo que es mejor eso a nada —respondió Ash, aferrándose a la pequeña chispa de optimismo que aún quedaba.

Sin embargo, hay algo más que encontré en tu cerebro. Todavía no sé si clasificarlo como una amenaza o una posible salvación —añadió Neesha, su voz reflejando una mezcla de cautela y curiosidad. Hacía mucho tiempo que no se encontraba con un caso similar.

¿A qué te refieres, Neesha? —interrumpió Zoé.

Ash sufre de una obstrucción sobrenatural en una parte de su hipocampo y corteza cerebral —explicó la doctora, señalando las áreas afectadas en la pantalla.

Ash observó cómo esas partes de su cerebro aparecían más oscuras que las demás áreas, un detalle inquietante.

Doctora, ¿sabe qué pudo causar esto? —preguntó el roedor eléctrico, su tono reflejó una mezcla de preocupación y curiosidad.

Es cierto, olvidé mencionar que Pikachu tiene el mismo problema. Lo descubrí cuando lo revisé hace un mes. Parece que ambos estuvieron expuestos a la misma situación —comentó Neesha, con una mirada analítica.

Ash, tú y Pikachu se han encontrado con muchos Pokémon legendarios en sus aventuras. ¿Es posible que alguno de ellos les haya hecho algo? —sugirió Zoé, tratando de buscar una explicación.

Podría ser, pero incluso si fuera cierto, volvemos al inicio —sonrió Ash, consciente de la ironía. La idea estaba ahí, pero no tenían manera de comprobarla.

Los recuerdos siguen ahí, no han sido borrados. Simplemente están bloqueados —explicó Neesha—. Con tu sangre, podría investigar una manera de desbloquear esos recuerdos de forma segura.

Espera, ¿eso es posible? —preguntó Ash, sintiendo una oleada de esperanza. Podría ser el primer paso para superar su amnesia.

Recuerda que estás en Ultropolis, Ash. Aquí siempre estamos a la vanguardia de la tecnología —dijo Neesha, con un toque de orgullo en su voz.

Ya veo... jeje. Por cierto, doctora, ¿qué debo hacer por ahora? —preguntó Ash, consciente de que debía cuidarse.

Los demás resultados de los análisis estarán listos más tarde. Hasta entonces, no podré darte un diagnóstico completo —informó Neesha, mirando con seriedad al entrenador.

De acuerdo amiga, regresamos por ellos más tarde —mencionó la chica de menor edad.

¿Eso significa que...? —dijo Ash, su emoción creciendo, sus ojos brillando con una intensidad renovada.

Sí, Ash. Vamos a desayunar —confirmó Zoé, esbozando una sonrisa, contagiada por el entusiasmo del campeón de Alola.

¡Siiii! Ya estaba por colapsar —celebró el entrenador Pokémon, ya no soportaba los rugidos de estómago.

No es así siempre, solo para aclarar —dijo Pikachu, Ash se estaba comportando como si estuviera muerto de hambre.

Ash y Zoé se dirigieron hacia el ascensor, seguidos de cerca por Pikachu, que todavía parecía estar procesando la conversación anterior.

El ambiente entre ellos estaba más relajado ahora que Ash tenía algo de claridad sobre su situación.

¿Todo bien? —preguntó la chica pelinaranja cuando entraron al elevador.

Sí, es solo que los descubrimientos de Neesha me dejaron impactado. Si hubiera seguido en la Tierra, probablemente habría vivido con esos recuerdos bloqueados para siempre —expresó su sentir el adolescente, aún asimilando lo sucedido.

Zoé se mantuvo atenta mientras ingresaba la combinación P-5 en el panel del ascensor.

Punto a favor para Ultropolis, jeje —dijo, convencida de que Ash se sentiría como en casa durante su estancia.

El silencio ahora mantuvo tintes conmovedores durante el transcurso, y finalizaron hasta llegar a la entrada del área de comida.

Ash se sorprendió al ver los alimentos que se ofrecían. El espacio era moderno, con mesas blancas y asientos cómodos, pero lo que más captó su atención fue la peculiar selección en el menú.

En lugar de los platos calientes y elaborados a los que estaba acostumbrado, las opciones consistían en arroz instantáneo, carne enlatada, y otros productos que solo requerían agua caliente para estar listos.

Zoé, no quiero sonar grosero, pero, ¿esto es todo lo que tienen? —preguntó Ash, mirando las estanterías llenas de paquetes y latas.

¿A qué te refieres? —respondió ella, sin entender del todo lo que quería decir el entrenador Pokémon.

Es que solo veo comida instantánea en los estantes. ¿Aquí no cocinan los alimentos? —aclaró Ash, con una mezcla de curiosidad y desconcierto.

Zoé negó con una sonrisa.

No, Ash, es parte de la filosofía de Ultropolis. Todo aquí está diseñado para ser eficiente y ahorrar tiempo. Incluso la comida sigue ese principio.

Ash levantó una ceja mientras examinaba una lata de carne.

No es que me queje, pero estoy acostumbrado a algo más... fresco. Esto parece más comida de viaje que de un almuerzo en un edificio tan avanzado.

Lo entiendo —respondió Zoé mientras tomaba un paquete de arroz instantáneo—. Pero verás, en este lugar prefieren dedicar tiempo a otras cosas, como la investigación y el desarrollo tecnológico. La comida es más funcional que algo para disfrutar. Cumple con las normas de salud, contienen todas las vitaminas que puedes necesitar.

Ash se encogió de hombros, decidiendo darle una oportunidad. Tomó un par de paquetes y una lata, luego se dirigieron a una mesa cercana. Pikachu observaba con curiosidad mientras Ash vertía agua caliente en el arroz, esperando a que se cocinara de esa forma.

Mientras esperaban, Ash no pudo evitar notar la serenidad que impregnaba el lugar.

A pesar de la avanzada tecnología y la eficiencia extrema que definían todo a su alrededor, el ambiente no se sentía frío ni impersonal.

Todo lo contrario, había una calidez en la simplicidad del entorno, acentuada por la luz suave del amanecer que bañaba el espacio.

Es curioso cómo incluso en un lugar tan avanzado como este, algunas cosas siguen siendo tan simples —comentó Ash en voz baja, más para sí mismo que para Zoé.

A veces, lo simple es lo más eficiente —respondió Zoé, captando su comentario. Luego, tras un breve silencio, añadió—. Ash, sé que esto es muy diferente a lo que estás acostumbrado, pero también dale una oportunidad.

La chica de baja estatura confiaba plenamente en lo que Ultropolis ofrecía en términos de calidad de vida, y deseaba que Ash también pudiera experimentar lo que ella tanto valoraba.

Ultropolis no es solo un centro de tecnología avanzada; es un lugar donde se valora el conocimiento, el crecimiento personal, y la superación de los propios límites. Estoy segura de que aquí podrías descubrir aspectos de ti mismo que nunca habías imaginado.

Cuando lo dices de esa manera, hasta el más desanimado se motiva a dar lo mejor de si —sonrió Ash, reconociendo que, para él, la compañía significaba más que cualquier lugar.

De repente, Pikachu interrumpió con una preocupación urgente.

Oye, Zoé, ¿eso significa que no hay botellas de Ketchup por aquí? —preguntó, haciendo que Ash se llevara la mano a la cara, un gesto repleto de gracia y resignación.

No exactamente, Pikachu —respondió la chica pelinaranja con una sonrisa—. Pero puedes prepararte una si quieres, los ingredientes están etiquetados en los estantes.

La explicación evitó que el Pokémon se sumiera en la tristeza, y Pikachu se animó al saber que no tendría que renunciar a su condimento favorito.

¡A la orden, capitana! —exclamó Pikachu con una reverencia militar exagerada antes de lanzarse como un rayo hacia los estantes, buscando los ingredientes en polvo.

Ash y Zoé se miraron, compartiendo una risa silenciosa al ver la devoción de Pikachu por su preciada salsa de tomate.

Será mejor que lo acompañe antes de que convierta el lugar en un campo de batalla —comentó Ash mientras se levantaba.

Pikachu me contó mucho sobre ustedes —dijo Zoé en voz alta, mientras los observaba—. Sus historias juntos... es increíble cómo han logrado mantener su amistad a través de tantos desafíos. Hasta me cuesta creer que sean reales.

Ash sonrió al escucharla, agradecido por las palabras. Zoé había llegado a conocer a Pikachu durante el mes que él había estado recuperándose, y ahora podía sentir lo profundo de su lazo.

Pero antes de que pudiera responder, Pikachu, que estaba frente a un estante lleno de ingredientes, levantó una bolsa negra.

¿Ash, sabes cómo preparar una de estas? —preguntó el pequeño Pokémon, con una ceja levantada, señalando las bolsas stand up negras del estante.

¿Acaso me ves cara de chef? —respondió Ash con sarcasmo, recordando todas las veces que dependieron de otros para comer durante sus viajes. No cocinar había sido una de sus grandes fallas como entrenador, y lo sabía bien.

Bueno, si me dejas manejarte desde tu gorra, podría funcionar... —bromeó Pikachu, recordando una película que había visto hace años.

¿Qué rayos estás diciendo, Pikachu? —Ash lo miró desconcertado, pensando que tal vez había un error en el traductor o en su cabeza.

Olvídalo, solo mezcla estos cuatro ingredientes en la botella. No puede ser tan difícil, ¿verdad? —dijo Pikachu, señalando el azúcar, la sal, el vinagre y el tomate en polvo.

De acuerdo... —murmuró Ash, un poco inseguro. Abrió las bolsas con cuidado, notando lo peculiar de los ingredientes en polvo. ¿Cuánto debería usar? No tenía ni idea—. Mejor no agrego mucha azúcar o sal, no quiero que termines en la enfermería por mi culpa.

Con un suspiro, vertió cinco cucharadas de tomate, dos de vinagre, una de azúcar y otra de sal. Después, añadió una taza de agua caliente. Cerró con la tapa el recipiente y agitó la mezcla con todas sus fuerzas, esperando a que se comenzara a formar la espesura.

¿Ya puedo probarla? —Pikachu lo miraba ansioso, moviendo la cola de un lado a otro. Llevaba dos minutos esperando.

Aquí tienes, pero asegúrate de racionarla. Esto debería durarte al menos una semana —le advirtió Ash, entregándole la botella improvisada para después regresar a la mesa.

Pikachu no esperó ni un segundo. Con una emoción palpable, destapó la botella y lamió un poco de la salsa. Hizo una pausa, saboreando el experimento de Ash. Luego, con una segunda prueba, soltó un suspiro satisfecho.

Puede que necesite algunos ajustes en la receta, pero... ¡Oh, cómo te extrañaba, mi querido ketchup! —murmuró Pikachu, abrazando la botella con devoción.

Ash había tomado asiento nuevamente, donde Zoé lo esperaba con su desayuno listo. El aroma era reconfortante, aunque sencillo. Mientras soplaba la cuchara llena de ramen, Pikachu se unió nuevamente con ellos, abrazando su salsa como si fuera un tesoro.

Y bien Pikachu, ¿cómo quedó? —preguntó Ash sonriendo, curioso por el veredicto.

Le doy un siete de diez —respondió Pikachu con seriedad—. Para ser la primera vez, hiciste un gran trabajo.

Lo tomo, me alegra oír eso. —dijo Ash contento, era la primera vez que preparaba algo digerible—. Mira, Zoé también te trajo algo de carne. Creo que será un buen festín para ti.

Al ver eso el roedor eléctrico se le hizo agua la boca.

Bueno pues ¡Bon appetit! —dijo sin pensarlo dos veces, vaciando algo de su preciada ketchup a la comida.

Tanto Zoé como Ash no sabían cómo reaccionar ante eso, al final optaron por ignorarlo. Era momento de concentrarse en su propia comida.

Ash tomó un bocado, y aunque el sabor era básico y funcional, no pudo evitar sentirse nostálgico. Recordaba las noches alrededor del fuego, con la calidez de sus amigos y una comida que, aunque sencilla, siempre tenía un sabor especial.

Zoé notó la melancolía en su expresión, pero se contuvo de preguntar. Sabía que Ash estaba enfrentando mucho, y este momento de tranquilidad debía ser suyo.

No está mal —comentó el entrenador intentando adaptarse a su nueva realidad—. Solo necesito un poco de tiempo para que mi cuerpo se acostumbre.

Tómalo con calma, Ash. No hay prisa. Podemos quedarnos aquí un rato más si lo necesitas —respondió Zoé con comprensión, no queriendo que se sintiera presionado.

Oye, Zoé... —dijo Ash, buscando un cambio de tema más ligero—. Tengo una pregunta.

Adelante, dispara.

¿Naciste aquí en Ultropolis?

Buena pregunta —respondió Zoé con una sonrisa—. No, me mudé aquí hace cinco años. Y honestamente, se siente como si siempre hubiera sido mi hogar.

Ya veo, y ¿qué te hizo mudarte? —Ash la miró, curioso.

Zoé titubeó. Su expresión cambió de inmediato, pasando de la confianza a una tristeza visible. Desvió la mirada, y Ash pudo ver cómo sus ojos comenzaban a brillar con lágrimas contenidas. Por pena se cubrió el rostro, luchando por mantener la compostura.

Ash sintió un nudo en la garganta. No sabía qué decir, ni cómo remediar el dolor que acababa de despertar.

Zoé, yo... no quería...

Antes de que pudiera continuar, Pikachu se interpuso entre ellos, viendo de frente a su mejor amigo con un semblante molesto.

Yo me encargo —dijo el Pokémon decidido, señalando a su entrenador que se dirigiera a la terraza.

Ash, sin querer provocar un conflicto mayor, asintió y se levantó, dejando a Pikachu a cargo de la situación.

No lo entiendo... —murmuró mientras se alejaba. Sabía que a veces no era el más cuidadoso con sus palabras, especialmente cuando se trataba de temas delicados, pero esta vez estaba seguro de que su pregunta había sido inocente.

¿Será una cuestión cultural? —se preguntó en silencio. Tendría que pedirle a Pikachu que le explique más tarde. Por ahora, solo le quedaba contemplar el panorama desconocido que se extendía ante él.

El horizonte estaba teñido de un naranja vibrante, con matices rosados que se mezclaban en la atmósfera. La arquitectura que lo rodeaba era mucho más avanzada que cualquier cosa que hubiera visto en Ciudad Opelucid o Lumiose. Los edificios eran altos y esbeltos, estrechándose hacia la cima como agujas que rasgaban el cielo.

Por más que intentaba asimilar cada detalle, sabía que no tendría tiempo suficiente para apreciar todo lo que esta ciudad futurista ofrecía a simple vista. ¿Algún día podré recorrerla por completo?, se preguntó, con una mezcla de curiosidad y anhelo.

Desde su posición, miró hacia abajo, en lo que sería una vista vertiginosa para cualquiera. El edificio en el que se encontraba tenía forma de U, y él estaba justo en el centro. Los extremos del edificio ofrecían una visión clara a las ventanas rectangulares que parecían no tener fin.

Su vista al paraíso tecnológico fue interrumpida cuando alguien se subió a sus hombros.

Pikachu —dijo por instinto, sabiendo exactamente quién era.

Voltea —susurró el Pokémon en su oído. Pero Pikachu no venía solo.

Al girarse, Ash encontró a Zoé, quien ya parecía estar más tranquila. Quiso decir algo, pero antes de que pudiera encontrar las palabras, Zoé se adelantó.

Ash, perdóname por mi reacción de antes. No quise asustarte, lo que me pasó no tiene nada que ver contigo... —su voz se quebró ligeramente, antes de que pudiera continuar.

Ash, sintiendo la tormenta interna de Zoé, la tomó suavemente por los hombros en un gesto de apoyo.

No tienes que disculparte, Zoé. Fui yo quien debería haber sido más cuidadoso con lo que decía —dijo Ash, asumiendo la responsabilidad.

Eres muy considerado, Ash. ¿Cómo ibas a saberlo? No eres un psíquico —respondió Zoé, fijando su mirada en los ojos marrones de Ash..

El momento entre ellos se alargó, sus miradas conectadas en un silencio que lo decía todo. Sin embargo Pikachu optó por aclarar su garganta bruscamente, separándolos antes de que la situación se volviera intensa.

Zoé se ruborizó por la escena, pero la calidez del gesto de Ash y Pikachu la reconfortó. Sabía que su instinto no la traicionaba y había encontrado en ellos a dos amigos con los que podía contar.

Veo que te gustó la vista —comentó, dándole vuelta a la página.

¿Ese es su sol? —preguntó Ash, señalando la enorme esfera amarilla en el cielo.

¿Sol? —repitió la chica, levantando una ceja en confusión.

Se refiere a la estrella gigante de gas —tradujo Pikachu, interviniendo—. A veces se le olvida a Ash que ya no estamos en la Tierra.

Llevas un mes despierto, Pikachu, era lo mínimo que podías aprender —se defendió el campeón de Alola, aclarando que él llevaba menos de 24 horas consciente tras salir del coma.

Ahhh, ya entendí. Te refieres a Polaris —dijo Zoé, asintiendo—. Así le llamamos a nuestra estrella.

Lindo nombre. Pero, ¿cómo puede estar tan cerca del planeta? Su tamaño es abismal.

Polaris no tiene la suficiente temperatura para quemarnos vivos. Nos encontramos en una región llamada la Zona Habitable, donde los planetas pueden sostener vida —explicó con gusto la integrante de la Unidad Ultra.

Los misterios del universo... —murmuró Ash, maravillado por lo que estaba aprendiendo—. Pero más que eso, lo que de verdad me gustaría es explorar esta ciudad.

¡Te va a encantar! —dijo Zoé, entusiasmada—. En cuánto mi jefe te dé la autorización, estaré feliz de ser tu guía.

¿Escuchaste, Pikachu? ¡Esto va a ser increíble!

Nuestros cerebros van a explotar con todo lo que vamos a ver y que no existen en la Tierra —bromeó Pikachu, saltando de la emoción—. Se siente como si estuviéramos hackeando un videojuego.

Bueno, si logramos regresar a casa, Pikachu, lo podremos considerar como una prueba gratuita de un DLC —mencionó Ash, aunque él no era precisamente un apasionado de los videojuegos.

Yo diría que aceptamos por accidente una misión secundaria de un NPC —respondió Pikachu, siguiendo el hilo de la conversación.

Zoé, sin embargo, apenas prestaba atención. Sus ojos permanecían fijos en el holomisor integrado en su pulsera, donde sus dedos tocaban los botones holográficos con una urgencia creciente. La tensión era evidente en cada gesto, como si una sombra oscura le rondara.

¿Pasa algo, Zoé? ¿Se nos hace tarde? —preguntó Ash, notando la inquietud en su guía. Sus palabras se llenaron de preocupación al ver cómo la calma habitual de Zoé se transformaba en frustración.

No, Ash, no es eso… —respondió ella, esforzándose por sonar tranquila—. Es solo que Siro no me ha contestado los mensajes. Todavía tenemos tiempo antes de volver por los resultados, así que quería consultarle qué hacer mientras tanto.

Entiendo.

¿Ya terminaste de desayunar? —preguntó Zoé, intentando desviar la conversación para que Ash no se preocupara por su inquietud.

Creo que dejé una parte sin terminar —contestó Ash, recordando que había dejado su ramen en la mesa.

Ve, antes de que se enfríe. Yo intentaré resolver esto por lo mientras —sugirió Zoé, apenada por haber perdido la compostura.

De acuerdo, ¿vienes, Pikachu? —invitó Ash, suponiendo que su amigo podría tener espacio para más comida, conociendo su voraz apetito.

Gracias, Ash, pero ya terminé —respondió Pikachu, presumiendo su barriga redonda, a su máxima capacidad.

Ash se encaminó hacia la mesa, pero no alcanzó a dar más que unos pocos pasos antes de que el suelo bajo sus pies temblara con fuerza.

Tropezó y cayó al frío piso, su cuerpo impactando con un golpe seco. El pánico se encendió en su mente; algo estaba terriblemente mal.

¡Chicos, ¿están bien?! —gritó, su voz cargada de preocupación.

¡Sí! ¿Y tú, Ash? —contestó Zoé, con un tono que mezclaba alivio y alarma.

También, solo probé el polvo de este lugar —bromeó él, en un intento desesperado por mantener la calma. Se levantó rápidamente y se dirigió hacia ellos—. ¿Saben qué fue lo que pasó?

Antes de que pudieran responderle, un estruendoso sonido de alarma invadió cada rincón del edificio. Las luces neón se tiñeron de un rojo oscuro, como la sombra de un peligro inminente. Ash sintió cómo el corazón se le aceleraba en el pecho.

¿Zoé? —pronunció su nombre, sin poder ocultar la preocupación que lo embargaba. Pikachu, por su parte, se subió a su hombro nuevamente.

¡Darius, contesta! —dijo Zoé, con la voz cargada de desesperación. Su holomisor emitía el sonido de una llamada que parecía nunca ser atendida, apenas audible en medio del caos.

Finalmente, la pantalla holográfica se iluminó con la imagen de un joven de cabello morado. El fondo tras él también estaba teñido de rojo, como si el peligro los envolviera a ambos.

¡Zoé! ¿¡Estás bien?! —preguntó Darius, su voz grave reflejaba el pánico que intentaba ocultar.

Estamos bien —respondió Zoé, incluyendo a Ash y Pikachu con una mirada—. ¿Qué fue lo que pasó?

¡Se escapó UE-08! —exclamó Darius, su rostro palideciendo.

¿¡Qué?! ¿Pero cómo? —Zoé sintió el pánico arremeter contra su pecho, como una ola fría y violenta. Era imposible, o al menos, eso creía.

No lo sé… —Darius intentó mantener la calma, pero el miedo quebraba su voz—. Estaba por hacer la examinación diaria en el almacén y ¡PUM! Escuché la explosión cuando iba llegando al piso.

¡Quédate donde estás! Iremos a ayudarte —dijo Zoé, su determinación firme pese al temor que sentía. Sabía que UE-08 era una amenaza formidable, pero con Ash y Pikachu a su lado, tenía la esperanza de que juntos podrían enfrentarlo.

¡No, Zoé! Deben quedarse ahí, no es seguro —ordenó Darius, su voz cargada de preocupación—. Aunque quisiera, la alarma de seguridad se activó en el edificio, y todas las puertas se cerraron automáticamente.

No te preocupes, buscaremos la manera de llegar a ti —intervino Ash, decidido a ofrecer su ayuda, su instinto de proteger a los demás había regresado a al tierra.

¿Ash? Es bueno oírte. Pero no hay manera de que llegues aquí de forma segura. Quédense ahí. Nosotros nos encargamos —dijo Darius antes de que la conexión se cortara abruptamente.

Debemos ir —dijo Ash, con la urgencia en su voz, sus ojos reflejando la determinación de no abandonar a nadie.

No podemos, Ash. Las entradas están bloqueadas por protocolo —explicó Zoé, su voz un tanto apagada por la frustración de verse atrapada.

Pero eres de rango alto aquí, ¿no? ¿No tienes algo para anular la alarma? —preguntó Ash, su mente buscando una solución desesperadamente.

Zoé buscó en su traje, como si esperara encontrar algo que les diera una salida, pero finalmente, suspiró con frustración.

Dejé mi tarjeta en la habitación —admitió, con un tono de culpa que le pesaba en la garganta.

Genial, ¿y ahora qué hacemos? —preguntó Pikachu, su voz reflejando el mismo sentimiento de impotencia.

Ash, intentando despejar su mente, miró hacia la ciudad, esperando que la respuesta le llegara desde alguna parte. Al voltear hacia la izquierda, notó un gran hueco en uno de los pisos inferiores del edificio.

Oye, Zoé, ¿qué piso es ese? —señaló la apertura, suponiendo que se trataba del lugar de la explosión.

Es el piso tres. Entonces, sí, es el almacén —afirmó Zoé, sus ojos reflejando la incertidumbre.

¿En qué piso estamos nosotros? —preguntó ahora Pikachu, un brillo en sus ojos revelando que tenía una idea.

En el cinco —respondió Zoé, su voz cargada de duda—. Esperen, ¿en qué están pensando?

Ash y Pikachu se miraron, y en un solo instante, supieron que estaban a punto de hacer una locura.

Creo que me leíste la mente —le dijo Ash a su compañero.

Llevamos conociéndonos por siete años. ¿Acaso no lo viste venir? —comentó Pikachu, con una sonrisa traviesa que reflejaba la decisión que ambos habían tomado.

Si no me vas a detener, entonces prepárate para sujetarte fuerte —le advirtió Ash, el fuego en sus ojos encendiéndose mientras la adrenalina corría por sus venas.

Ash, por favor dime que no vas a saltar desde esta altura —rogó Zoé, su voz quebrándose por la mezcla de miedo y desesperación.

Zoé, mis Pokémon están en riesgo. No puedo quedarme aquí sin hacer nada. Ellos me necesitan —respondió Ash, con una firmeza que no admitía discusión. Siempre había sido así, y sabía que sus compañeros harían lo mismo por él.

¿Tienes un plan por lo menos? —preguntó Zoé, resignada, pero dispuesta a ayudarlos en lo que pudiera.

Ash y Pikachu se miraron nuevamente, conscientes de que debían actuar rápido si querían salvar a sus amigos.

Si.

C o n t i n u a r á...
________________________

Fecha de Estreno:
Miércoles, 28 de Agosto de 2024

Conteo de palabras:
11465 palabras

🇴 🇦 🇸 🇮 🇸  🇨 🇴 🇳 🇳 🇪 🇨 🇹 🇮 🇴 🇳 🇸 

5-19-16-5-3-9-1-12 1-4-22-1-14-3-5-19-8-9-16-16-9-14-7
12-1 19-9-14-6-15-14-9-1 4-5-12 13-1-18
6-5-3-8-1 5-19-20-9-13-1-4-1:
22-9-5-18-14-5-19, 20 4-5 19-5-16-20-9-5-13-2-18-5

Mensaje del autor:

Cypher

Vgprxph p idsdh edg hj eprxtcrxp rdc ta thigtcd st thit rpeíijad, bt idbé igth síph psxrxdcpath epgp ejaxgad p ap rpaxsps fjt ht btgtrtc.

Ta hxvjxtcit thigtcd htgá jc rpeíijad stsxrpsd p Phw n Bpn, rpcdc edg rxtgid. Gtigdrtstgtbdh tc ta ixtbed. Phí fjt ap rdcixcjprxóc tc ixtbed egthtcit itcsgá utrwp st thigtcd wphip Drijqgt.

Ath itcvd jc úaixbd gtvpad.
Gtvgthtc p thit rpeíijad ta síp Háqpsd.
Jcp thrtcp edhi rgésxidh adh thipgá thetgpcsd. :)

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top