Capítulo 3: ¡Buen día Ultrópolis!

A pesar de ser las tres de la madrugada, Ash tenía suficiente energía como para liberar una oleada de emociones al entender finalmente una palabra dicha por su Pokémon inicial después de tantos años. No pensó ni un segundo en las posibles consecuencias.

No había pasado ni un segundo de su grito cuando su boca fue sellada por la mano de la chica pelinaranja.

¿¡Ash, en qué habíamos quedado?! —regañó Zoé en voz baja. Pikachu no podía creerlo; tal vez debió postergar este reencuentro hasta la mañana.

Perdoname Zoé, no tenía presupuestado que Ash se descontrolara así. Creo que caer tres metros si le afectó —se disculpó Pikachu, recibiendo una mirada amenazante de su entrenador.

Mmmhmmm —balbuceaba el pelinegro, pero nadie comprendía lo que quería decir.

Ash si te suelto, prometeme que no harás otro escándalo. Si despertamos a todos nos corren de aquí, ¿entendiste? —preguntó nerviosa Zoé. Su trabajo podría estar en riesgo solo por ayudarlo a sentirse como en casa.

Ash levantó el meñique, esperando que otra civilización a miles de años luz también lo viera como una señal de promesa. Para su sorpresa, Zoé correspondió.

Más te vale... —dijo Zoé mientras liberaba a Ash de su opresión vocal.

Tambien pónganse en mi lugar. Llevo conociendo a Pikachu desde que tenía 10 años, entender lo que dice así de repente abruma a quien sea —intentaba justificarse Ash, ya en voz baja.

Si me lo imagino Ash. Pero deben de ser cuidadosos. La tecnología de Ultropolis podrá ser algo avanzada para ustedes pero no todos aquí son tan comprensivos —respondió Zoé, relajándose un poco—. Siro se molestará si se entera de esto.

¿Te refieres al señor que me interrogó hace rato, que es contigo? —preguntó el entrenador Pokémon, tal vez ella podría darle las respuestas que necesita.

¿Él? Es mi jefe, y nuestro principal investigador en viajes interdimensionales. Está muy interesado en tu caso, pero no siempre es... cómo decirlo, paciente —explicó Zoé, un poco nerviosa—. Por eso es mejor que no causen problemas.

Siempre que me mira ese tipo me provoca vibras extrañas —dijo Pikachu, con un tono de ligera desconfianza.

Pikachu —regañó Ash a su inicial, intentando mantener el respeto hacia aquellos que estaban dispuestos a ayudarlos.

Perdón, perdón —se disculpó el Pokémon, aunque en su interior sabía que sus palabras tenían algo de verdad.

Pikachu, ya habíamos hablado de esto. Siro solo reacciona así porque nunca había visto a los de tu especie —explicó Zoé, tratando de suavizar la situación.

Me tenía a puro experimento, Ash, parecía una rata de laboratorio —exageró Pikachu, poniéndose de rodillas para añadir dramatismo a su relato.

Ash giró la cabeza hacia Zoé con una expresión sarcástica, y ella, imitando la actitud de un Ditto, le devolvió la misma mirada.

¿En serio? —preguntó el entrenador, levantando una ceja.

Solo le hicieron unos análisis médicos básicos —aclaró la chica pelinaranja—. Él despertó un mes antes que tú Ash y por poco arma un escándalo.

Ash miró a Pikachu, quien ahora se encontraba cabizbajo, como si estuviera recibiendo otro regaño.

Bueno, fue entendible su reacción, ¿no? —dijo Ash, poniéndose a la defensiva.

Eso mismo explicó uno de mis compañeros a Siro. Asegurando que ustedes no tenían intenciones de herirnos, y solo entonces entró en razón —mencionó Zoé—. Todo se mantuvo tranquilo hasta que intentaron sacarle sangre a Pikachu para sus análisis. Terminó electrocutando a Darius.

Ash, con tanta tecnología que tienen, esperarías que sus análisis no fueran tan dolorosos —dijo Pikachu, cambiando su postura a la defensiva.

El entrenador Pokémon prefirió mantenerse neutral sobre esta situación, ya que él tampoco era fanático de las inyecciones.

Por desgracia, Pikachu, lo que circula dentro de ti no cambia sin importar los años, y es la única manera de extraerlo de forma segura —argumentó la chica en pijama rosa.

El tipo Eléctrico se cruzó de brazos, haciendo un puchero como un niño, esperando a que su entrenador lo defendiera.

Pikachu, si este es el camino para regresar a casa, tenemos que cooperar. ¿Qué tal si salimos dañados de algo? —dijo Ash, recordándole a su Pokémon la prioridad que debía anteponerse a todo, incluso al dolor personal.

Por fortuna, Pikachu salió bien de los estudios, solo tiene un grado bajo de amnesia —interrumpió Zoé, respetando mucho la postura de Ash a pesar de las circunstancias.

Sí, no recuerdo cómo llegamos aquí, hasta que me explicaron lo que pudo haber pasado —dijo el Pokémon amarillo, tocándose la sien.

Me preocupa más tu caso, Ash. Cayeron de un Ultra Umbral de gran altura. Cuando llegamos, Pikachu estaba encima de ti, lograste amortiguar algo de su impacto—dijo Zoé con seriedad. El entrenador aún no estaba fuera de peligro.

Así que los tres meses que estuve en coma no fueron una exageración... —murmuró Ash, sintiéndose frágil como un cuerpo de cristal. Tanto tiempo sin reaccionar. ¿Dónde había estado todo este tiempo?

Lamentablemente no, estuve acompañando a Pikachu todos los días para ver tu condición en la cámara de recuperación. Ahí entendimos la gran conexión que tienen ustedes dos —dijo Zoé, admirando los lazos que existen entre Pokémon y humanos a través del Universo.

Zoé, puedes omitir los detalles. Creo que Ash entiende el punto —intervino el roedor amarillo, no queriendo que se revelaran momentos penosos.

¿Detalles? ¿Pues que ocurrió? —preguntó el entrenador elevando su nivel de curiosidad, no sabía que su Pokémon era reservado por naturaleza.

Había un duelo de miradas entre el tipo Eléctrico y la chica pelinaranja, que tenía una sonrisa que llegaba casi hasta la orilla de cada mejilla. ¿Lo delataría o guardaría el secreto?

Pikachu lloró un par de veces en tu pecho, implorando que te recuperaras para seguir teniendo más aventuras juntos —relató Zoé, encontrando tierna la preocupación del Pokémon, algo poco común en su dimensión.

¿De verdad? —preguntó el entrenador, mirando a su inicial sin intenciones de burlarse. La lealtad que tenían ambos se había fortalecido a lo largo de más de siete años, y su corazón se llenó de un calor reconfortante.

Traidora, por eso los hombres no contamos nuestros problemas emocionales a las mujeres —reprochó Pikachu a la chica en pijama rosa, señalandola con su cola amarilla en forma de rayo.

La pelinaranja sonrió con los ojos cerrados, aceptando la culpa pero sabiendo que estaba justificada.

Vamos, Pikachu, a mí me pareció muy noble de tu parte. Así hemos sido siempre, ¿no?

Pikachu bufó, cruzando los brazos con una expresión obstinada.

Ash, no lo entenderías. Mi masculinidad está en juego —dijo Pikachu con seriedad, aunque ni Ash ni Zoé comprendieron su lógica.

Zoé suspiró, sacudiendo la cabeza con una mezcla de diversión y resignación.

Esa necesidad de los hombres de siempre querer hacerse los duros... —murmuró, como si fuera una verdad universal—. Bueno, Ash, me retiro. Sé que tienen mucho de qué hablar, pero les aconsejo descansar lo más que puedan. Mañana será un día largo.

Ash asintió, su rostro reflejando una gratitud sincera.

De acuerdo, Zoé. Gracias por traer a Pikachu. Esto significó mucho para mí.

Zoé sonrió con calidez.

Fue un placer, Ash. Ahora, recuerden mantener un perfil bajo. No quiero escuchar en la mañana que tuvieron problemas —sugirió, este asintió como respuesta.

Buenas noches, Zoé —dijo Ash, acariciando a Pikachu que aún seguía con su actitud orgullosa.

Buenas madrugadas Ash, que descansen —Se despidió la chica de baja estatura elevando su mano, dejándolos solos en la habitación iluminada por las luces de neón.

La puerta se cerró tras ellos, y la habitación volvió a sumirse en la quietud. Ash se recostó en la cama, girando su cuerpo para mayor comodidad, dispuesto a aprovechar las pocas horas de sueño que le quedaban.

Pikachu, ¿no tienes sueño? —preguntó el entrenador, viendo cómo su inicial no se recostaba.

Ash, hay algo importante que debo contarte —dijo el roedor eléctrico en un tono serio, dejando de lado su lado humorístico.

Ash frunció el ceño, confundido.

Ya mañana hablarás con Zoé Pikachu. Seguramente no se lo tomó personal —dijo Ash, creía que su mejor amigo sentia algo de remordimiento por sus palabras.

Pikachu negó con la cabeza.

No es eso Ash. Además, es fácil llevarse bien con Zoé. Ella ha sido la única persona con la que he podido entablar una amistad en este lugar. Los demás son reservados y misteriosos —explicó Pikachu, reflejando su lado de admiración hacia la chica espacial.

¿Solo ella? ¿Cuántos más son? —emitió de su voz Ash, curioso si Pikachu conocía ya a todos los que viven en este sitio.

Hmm de los que yo conozco, Zoe, Darius, Siro... —murmuró el Pokemon con una cola en forma de rayo, contando con una de sus patas—. Son cuatro, hasta donde yo se.

¿Cuatro? ¿Tan pocos? —No sonaba muy convencido el entrenador, aunque él no conocía en realidad el verdadero tamaño de este lugar.

A mí no me preguntes. Es probable que tengan más personal, pero me la he pasado en cautela esperando a que despertaras.

Ya veo —entendió Ash, girando su cuerpo de regreso al punto medio de la cama donde podía observar la enorme luna de neón rosa—. Me pregunto que hace diferente a Zoe entonces, arriesgando su trabajo por unos desconocidos...

Vamos Ash, de tantas buenas obras que hemos hecho, ya nos tocaba recibir una —dijo el tipo Eléctrico, creyente de lo que siembras, cosechas.

Bueno, no puedo argumentar nada ante eso —suspiró el entrenador.

Pikachu lo miró con una chispa de humor en los ojos.

Lo que me extraña es que tú estés siendo curioso por las aptitudes de otra persona. ¿Se reinició tu cerebro? —preguntó, conocía muy bien a su entrenador, y no era el más listo en muchos ámbitos.

Ash rió, aunque con una sombra de preocupación en sus ojos.

Ja, ja muy gracioso Pikachu, te recuerdo que si podría tener secuelas. Luego no me quiero enterar que estas llorando a mis espaldas.

Pikachu se acercó y le dio un golpecito en la frente con una pata.

No te preocupes, Ash. Siempre estaré aquí para cuidarte, secuelas o no.

Gracias, Pikachu. Es bueno saber que no te dará vergüenza presumir que soy tu mejor amigo si llego a tener deficiencias —agradeció el adolescente, siguiendo el tono sarcástico—. Ya mejor cuéntame lo que me querías decir; vamos a amanecer con ojeras si seguimos despiertos.

El roedor eléctrico obedeció la petición de su entrenador guardando la compostura nuevamente.

Está bien, está bien, ahí te va. No quiero ilusionarte, Ash, pero tengo el presentimiento de que no somos los únicos sobrevivientes.

Las palabras de Pikachu resonaron en el brillo de sus pupilas por unos instantes.

Esta no es otra de tus bromas, ¿verdad, Pikachu? Estás tocando un tema serio.

Después de la montaña rusa de emociones por las que había atravesado sin cinturón de seguridad, el chico de la Tierra ya no quería aferrarse a una esperanza sin sustento.

Para nada, podré ser un payaso muchas veces, pero esto te lo digo con toda sinceridad.

Bueno, si estás tan seguro, Pikachu, ¿recuerdas algo de lo que nos pasó? —preguntó Ash, tratando de descifrar lo que había sucedido desde que despertó.

Alola se convirtió en un mar de sangre una vez que esos Ultra Umbrales se abrieron. Nosotros estábamos corriendo entre la multitud, buscando un lugar donde plantarnos para contraatacar a esas abominaciones —dijo Pikachu, comenzando su relato. La adrenalina que sintieron en esos instantes nunca había sido tan alta.

Ash dio un fuerte suspiro. Es probable que su mente le estuviera haciendo un favor al no revelar visiones explícitas de personas perdiendo la vida frente a él.

Sin embargo, él estaba consciente de que debía seguir excavando, por más escalofriante que fuera.

¿Recuerdas si alguien más nos acompañaba? —preguntó, con los latidos de su corazón resonando en la habitación.

De quién estoy seguro es de Lycanroc; fue mi mano derecha durante el escape. Meltan, con su nueva evolución, se ofreció a detener las amenazas que nos venían persiguiendo —continuó Pikachu, su tono de voz cambiando a uno melancólico—. Pero esa fue la última vez que lo vi...

Ash sintió una mezcla de tristeza y esperanza. Saber que algunos de sus Pokémon lucharon hasta el final, pero se rehusaba a aceptar un destino trágico.

¿Que hay de nuestros amigos? —preguntó, dispuesto a aceptar la realidad, aunque eso le costara su sueño.

Ash, de lo poco que pude ver, es que nadie de ellos venía con nosotros. Lo siento —respondió el Pokémon de mejillas rojas, agarrándose la cabeza con preocupación, quería recordar más pero estaba en blanco.

Pikachu, ey, está bien. No te esfuerces. Si tienes alguna otra visión, dime, pero no busques algo que tengas que forzar en tu mente.

El Pokémon asintió, no queriendo preocupar más a su entrenador. Suficientes traumas estaba reprimiendo en estos momentos.

Antes de quedar inconsciente, me sentí como si viajábamos a alta velocidad. Si me soltaba de tu mochila, no sé qué hubiera pasado. Atravesamos estrellas y polvo cósmico de todos los colores, hasta que llegamos a un vacío.

Ash no respondió. La idea de haber viajado vagamente a años luz sonaba imposible, pero el simple hecho de estar vivos contra todo pronóstico lo hacía dudar.

Desperté en un cuarto médico y lo primero que vi fue un doppelgänger de Gladio, solo que con cabello morado y vestimenta del Team Galactic —continuó relatando Pikachu, ahora con algo de disgusto—. Sin siquiera presentarse, tomó una Poké Ball queriendo que me metiera en esa prisión infernal.

Pikachu, pero no les iba a funcionar, se supone que tú tienes tu propia Poke Ball. A ningún otra puedes entrar —explicó Ash, desde pequeño el Profesor Oak le enseñó que no se puede atrapar un Pokémon si ya tenía dueño.

Ahí está el problema, Ash. Era mi Poké Ball. Hasta la estampilla en forma de rayo seguía intacta.

¿Pero cómo?

Tienen tu mochila. No encuentro otra explicación, y por lo que veo, no te la han entregado —dijo Pikachu, mirando a los alrededores de la habitación sin encontrar lo que buscaba.

Si ese es el caso, los chicos podrían estar dentro de la mochila —mencionó el chico de Pueblo Paleta, con un rayo de esperanza.

Ya estás entendiendo, Ash. Creo que por primera vez un reseteo no nos perjudicó tanto —comentó el roedor, recordando los bajones de nivel que habían tenido en el pasado..

—¿Reseteo? ¿De qué estás hablando? —preguntó Ash, pensando que tal vez el aparato había traducido mal una palabra de su inicial.

Olvida que dije eso, Ash. Mañana debemos tener cuidado. No sabemos qué intenciones tienen esos sujetos con nosotros, ni si tienen pensado ocultarnos la verdad o no —sugirió el Pokémon #025 de la Pokédex, con un tono de precaución.

Bueno, parece que les seremos de utilidad —dijo Ash, descartando la sospecha de intenciones malignas—. Me dijo Siro antes de irse que tengo mucho que aportarles.

No lo sé, Ash, eso suena como si nos quisieran retener en este lugar para su beneficio —Pikachu por instinto respondió, no era de su agrado confiar en personas fácilmente.

Por ahora solo nos queda cooperar, Pikachu. Si quisiéramos escapar, ¿a dónde iríamos? No tenemos conocimiento suficiente de cómo volver por nuestra cuenta —explicó el campeón regional, si les están ofreciendo asilo lo ideal seria tomarla—. Si hay algo raro en ellos, tarde o temprano lo descubriremos.

Bien, pero no esperes que baje la guardia —advirtió Pikachu, con una chispa de electricidad saliendo de sus mejillas.

No pretendo que lo hagas —sonrió Ash, confiando en el autocontrol de su mejor amigo—. Aunque conociéndote, solo buscas una excusa para electrocutar a alguien.

Puedes cuestionar mis deseos todo lo que quieras, Ash —respondió el tipo Eléctrico sin intenciones de ocultar sus gustos inquietantes—. Pero el objetivo sigue siendo el mismo.

Cumples perfectamente el rol de que te subestimen —dijo Ash, impresionado por la astucia de su Pokémon. Esto no hubiera sido posible conocerlo en casa—. Tendré que copiarte el estilo.

No seas un ditto Ash —dijo Pikachu con una sonrisa traviesa dejando salir algo de su ego—. Aunque, ahora que lo dices no tendrías problema en hacer que te subestimen.

Lo tomaré como un cumplido... —dijo el entrenador, lanzándole una mirada cansada a su inicial—. Pikachu, ¿sabes qué hora es?

Pikachu observó de reojo un reloj digital ubicado en la pared metálica del lado derecho.

3:48 a.m. —dijo, y por instinto, ambos bostezaron mientras las luces de neón volvían a capturar su atención.

Hay que descansar, Pikachu, aunque sea por un par de horas.

Sí, de acuerdo. Oye, Ash, ¿pudiste dormir así? —preguntó el tipo eléctrico, aún incómodo con el escenario.

Solo un poco, y fue más por el cansancio que por comodidad —respondió el pelinegro, cubriendo la pantalla luminosa con una de sus múltiples almohadas—. Mañana les pediré un antifaz.

Bien, deja programar la alarma —dijo Pikachu, mientras ajustaba la hora. Durante el mes que había estado despierto en esta nueva realidad, había aprendido algunas cosas sobre la tecnología local.

Ash se quitó el traductor para mayor comodidad y lo colocó en la base trasera de la cama. Pikachu, por su parte, se acurrucó junto a su entrenador.

Buenas noches, Pikachu —dijo, con su último aliento.

Pika pi —contestó el Pokémon, regresando a su incomprensión.

El duo dinámico perdido en el espacio-tiempo finalmente pudieron descansar juntos, por lo menos en las pocas horas que quedaban.

Ash sintió la transición sacudirlo con ondas sensibles; el desprendimiento había comenzado.

Sus ojos repentinamente dejaron de sentirse pesados, pero la visión borrosa fue el precio a pagar. Se encontraba en calles desiertas bajo un atardecer de tintes azules, con luces intermitentes y sin ninguna presencia a la vista.

A su izquierda contemplaba el mar con marea alta; las olas llegaban con fuerza, casi alcanzando el pavimento. Las palmeras estaban despojadas de la mayoría de sus hojas, aunque no soplaba ninguna brisa.

¿Que ocurrió aquí? —se preguntó, obteniendo un mejor panorama a su alrededor.

Caminar entre vehículos abandonados con cristales rotos no era una buena señal. Las ventanas de los edificios habían sufrido el mismo destino, y los letreros colgaban precariamente. El silencio era tal que se podía escuchar el balanceo de los carteles.

El entrenador desconocía cuántos metros había recorrido en esa larga avenida, comenzando a creer que estaba atrapado en un bucle, pues todos los detalles que veía le resultaban similares.

En la siguiente oportunidad, giró a la derecha, esperando algún cambio, sin saber que pronto se arrepentiría de esa decisión.

Un enorme hueco en el pavimento reveló el vasto sistema de drenaje de la ciudad; fuego emanaba de las tuberías y un transporte turístico había colisionado con el centro Pokémon, reduciendo el edificio rojo a escombros.

Los síntomas de ansiedad comenzaron a aflorar al ver cómo todo lo que alguna vez representó la civilización se había derrumbado.

Tomar pasos lentos serviría de poco cuando escuchó una ruptura en la carretera. Sintió en la planta del pie la fuerza de su pisada aplastar algo.

¿Se atrevería a mirar hacia abajo?

El ensanchamiento de sus ojos indicaba que no había marcha atrás. Si unía los fragmentos blancos, formaban un cráneo humano.

Su cuerpo entero sufrió un ataque de repulsión inmediata; temblores involuntarios y náuseas tomaron el control.

Ash redirigió su mirada hacia adelante, y ahora estaban por todas partes, de diferentes tamaños y formas; eran cráneos de Pokémon.

En su mente imploraba que terminara esta pesadilla; los segundos pasaban y se sentía atrapado en un remordimiento insoportable.

Lastimarse no estaba funcionando. Se raspó intencionalmente con un fragmento de vidrio que sobresalía de uno de los vehículos cercanos.

El martirio no terminaría ahí. La tierra comenzó a sacudirse con alta magnitud; el epicentro era el enorme hueco expuesto en la avenida.

El entrenador Pokémon no logró mantenerse en pie y cayó al mar de cadáveres, esqueletos opacados por la mugre, residuos y drenaje de las calles.

La adrenalina no le dio tiempo de asimilar el susto; se puso de pie de inmediato al ver que algo estaba emergiendo de la brecha subterránea.

Parecía como si las puertas del Inframundo se hubieran abierto, revelando una abominación que salía disparada como un cohete espacial.

E–es él —dijo Ash, teniendo destellos de acontecimientos pasados, como cables uniéndose al compás de cortocircuitos. El trauma había regresado con fuerza, invadiendo su mente.

El tamaño de ese ente era inconmensurable; a 500 metros de distancia, su aura naranja aún era visible, llegando a tocar los pisos más altos de los edificios.

La tierra se sacudía levemente con cada paso que daba la criatura extra dimensional, sus extremidades tomaban lo que podían para comenzar su festín.

Ash comenzó a correr sin mirar atrás, consciente de que detenerse significaría ser devorado por ese agujero negro con piernas y colmillos.

Como si estuviera en una pista de obstáculos, el entrenador saltaba, esquivaba y se agachaba entre las innumerables obstrucciones de la larga avenida.

Pasaron los minutos y no había señales de que llegara el final, mientras el suelo se sacudía con mayor intensidad. ¿Cuál era el significado de todo esto?

Los sonidos que emitía la entidad sombría eran insoportables, semejantes al arañar de metal cada vez que rugía, proclamando su dominio y nuevo reinado en esas tierras desoladas.

El último sobreviviente del escenario apocalíptico llegó al final del camino; la carretera simplemente terminaba. No había nada más adelante, como si el entorno hubiera dejado de cargarse en un videojuego.

Ash, agitado por el sprint de su vida, se detuvo en el último bloque de pavimento, viendo cómo el cielo inmenso era lo único que había frente a él. Al mirar hacia abajo, solo encontró un abismo de nubes.

Rayos de sol se distinguían entre ellas, buscando una forma de emerger.

Finalmente se atrevió a voltear a ver el estado de su depredador, un corto circuito de gélida sensación navegó por todo su cuerpo. Aún lo venía "persiguiendo" y no había forma de evadirlo.

Si esto es lo que deseas, lo haré —murmuró Ash, mirando hacia arriba mientras el ente se acercaba.

Tomó valor y se dejó caer por sus propios medios, permitiendo que su peso y la gravedad hicieran su trabajo. Observó cómo todo se volvía cada vez más pequeño a medida que descendía en el abismo.

Esperaba despertar al sentir el impacto inminente con el suelo, pero ese momento nunca llegó.

Al abrir los ojos, se encontró suspendido en el aire, sin haber sentido el impacto ni la sensación de cansancio en su cuerpo real. Contempló cómo el cielo se pintaba de rosa y naranja.

La mezcla de colores capturaba la belleza del mar atmosférico; en todas direcciones se apreciaban los matices predominantes.

Después de todo el caos que había experimentado, estar en un entorno tan diferente aún le provocaba inquietud. Sus sentidos no lograban procesarlo simultáneamente, necesitaba un respiro.

Al compás de una brisa tenue, una luz dorada emergió justo frente a Ash. El destello fue tan intenso que lo cegó por unos segundos.

Por instinto, cubrió su visión con el antebrazo izquierdo hasta que la luminiscencia cesó.

Un calor inmenso lo invadió, sellando sus cuerdas vocales. Quería gritar, pero solo el aire salía de su garganta. Era un instante que deseaba fuera real, pero parecía de otro plano existencial.

La silueta de luz reveló la figura de una mujer joven, con cabello castaño y pupilas del mismo color. Se trataba de su madre.

El protagonista quedó completamente paralizado, sus emociones lo estaban consumiendo por dentro, pero por fuera solo se veía una mirada perdida, vacía.

Quería moverse, caer de rodillas, gritar cuánto la extrañaba, algo. Nada. Sentía como lo sobrenatural lo retenía, congelado en el tiempo, consciente pero incapaz de reaccionar.

Su madre se acercó con los brazos abiertos, reconociendo a su único hijo. En un instante lo envolvió en un abrazo profundo y cálido.

Ash colapsó en su interior; frío, calor, angustia, alivio, un arcoíris de sensaciones corrían por todo su sistema nervioso. Pensaba en abandonar todo y seguirla, ha estado consciente solo un par de horas después de meses del trágico acontecimiento, nunca se había sentido tan vulnerable, tan solo...

Deseaba decírselo, era ese el momento, aferrarse a la esperanza de que estuviera viva, contarle cómo volvió a ver a su padre, pero su voz se desvaneció en un susurro que nunca llegó a formarse.

Delia sonrió, sin intercambiar palabras, pero con una transmisión de sentimientos tan profunda que resonaba en lo más íntimo de su ser, mientras el abrazo se prolongaba hasta que tuvo que llegar a su inevitable fin.

La madre soltó a su hijo, tomándolo de los hombros y mirándolo fijamente. Su sonrisa buscaba iluminar sus ganas de seguir viviendo, aún cuando ella debía partir.

Nunca te des por vencido hijo mío, siempre te estaré acompañando —Escuchar la voz de su madre de nuevo le sacudió el alma. Una pequeña lágrima escapó de su confinamiento interior—. Te has convertido en un gran hombre, no permitas que el mal te corrompa.

Ash asintió con un parpadeo, sus pupilas se encontraban dilatadas y envueltas en agua...

La luz intensa regresó, como si un portal se estuviera abriendo detrás de ellos.

Su madre lo miró, sabiendo lo que significaba.

Es mi momento de partir, Ash... —dijo Delia. Su sonrisa buscaba brindarle seguridad y tranquilidad a su hijo por la eternidad, aunque su instinto maternal deseaba quedarse con él.

Ash, aún inmóvil, se imaginó alcanzándola, pero su mente no podía llevarlo más allá. Su madre nunca dejó de mirarlo mientras la luz la absorbía lentamente.

Todo estará bien... —dijo ella con su último aliento, desvaneciéndose ante sus ojos.

Cuando todo terminó se sintió liberado de su congelamiento interno, pero el mundo a su alrededor parecía estar perdiendo color y vida. Matices de gris estaban corrompiendo las nubes en la parte superior.

Se abrazó a sí mismo para no perder la sensación de su madre aún en el.

Trató de encontrar consuelo en el recuerdo, pero solo encontraba vacío. Lágrimas silenciosas rodaban por sus mejillas, cada una llevando un fragmento de su dolor.

Trompetas comenzaron a sonar, acaparando su atención.

Se puso de pie, con la mirada fija en el horizonte. Sabía que el camino sería difícil, que el dolor lo acompañaría siempre. Pero también sabía que el amor de su madre, su recuerdo, le daría la fuerza para seguir.

Aceptando el destino, el entrenador se dejó llevar por los estruendos musicales que cada vez eran más ruidosos, cerrando sus ojos profundamente...

C o n t i n u a r á...
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Fecha de Estreno:
Domingo, 28 de Julio de 2024

Conteo de palabras:
4785 palabras

🇬 🇴 🇴 🇩  🇩 🇦 🇾 

3-1-16-9-20-21-12-15 4: 5-12 15-1-19-9-19 4-5 12-15-19 12-1-26-15-19
19-1-2-1-4-15, 24 4-5 1-7-15-19-20-15

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𝕰𝖘𝖈𝖊𝖓𝖆
𝕻𝖔𝖘𝖙-𝕮𝖗𝖊𝖉𝖎𝖙𝖔𝖘

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¡Ash, despierta! Siro podría llegar en cualquier momento, hay que irnos levantando —dijo su Pokémon moviendo mientras movía a su entrenador, pero no tenía éxito.

El reloj digital de la pared metálica marcaba las 05:52 de la mañana, llevaba sonando por un par de minutos y aún así el sueño era demasiado pasado para que le afectara al entrenador.

Ya voy, mamá, solo dame cinco minutos más —murmuró Ash, aún perdido en sus sueños.

Pikachu se sintió culpable por haber intentado despertar a su mejor amigo. Las palabras de Ash le dejaron claro que estaba soñando con su madre, y Pikachu temía haber interrumpido ese momento preciado.

Las luces de neón seguían siendo intrusas en la habitación, pero ahora habían adoptado un tono naranja, reflejando el amanecer de un nuevo día.

El pequeño Pokémon eléctrico no sabía qué hacer, así que se resignó a mirar hacia la nada, esperando pacientemente a que algo más sucediera.

Buen día para todos... —pensó, mientras observaba cómo la luz del amanecer llenaba lentamente la habitación, bañando a Ash en un resplandor cálido y sereno.

Ash comenzó a despertar, sus párpados pesados finalmente cediendo al llamado del nuevo día. Se sentó en la cama, aún entrelazado en los vestigios de su sueño. Pikachu, al ver a su amigo abrir los ojos, se acercó lentamente, sus orejas caídas y su expresión preocupada.

Pika... —dijo en voz baja, casi temeroso de haber hecho algo mal.

Ash esbozó una pequeña sonrisa al ver a su fiel compañero. Extendió la mano y acarició suavemente la cabeza de Pikachu.

Está bien, Pikachu. Solo... solo estaba soñando con mamá —dijo, su voz apenas tenía un susurro mientras luchaba por contener las lágrimas...

Regresar a la realidad aún era difícil de procesar para él, pero debia mantenerse firme por lo que estaba por venir para ellos.

En cualquier segundo esas puertas abrirán, marcando un nuevo día en Ultropolis, y una nueva vida para nuestros protagonistas...

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