Epílogo:El examen de acceso
Dazai miraba el edificio que se cernía sobre ellos:las oficinas de la Agencia de Detectives Armados.
Hacía unos días que él, Chūya, Kyōka y Atsushi habían abandonado la Port Mafia. Habían estado escondidos en la casa del pelirrojo, puesto que ningún miembro de la Port Mafia exceptuando ellos cuatro sabía dónde vivía éste.
Miró al pelirrojo, quien estaba a su lado. Había dejado sus ropas de la Port Mafia de lado, en su casa, poniéndose una ropa parecida a la que llevaba cuando sucedieron los eventos del Rey de los Asesinos. Lo único que cambiaba, era su sombrero, el cual, seguía llevando en la cabeza, y que su cabello no estaba recogido en una coleta, sino que seguía cayendo por su hombro izquierdo.
—¿Preparado?—preguntó el castaño.
Chūya asintió y tomó de la mano a Dazai, quien llevaba una ropa parecida a la del Dazai que se le había aparecido en su mente.
—Kyōka, Atsushi—los llamó el pelirrojo.
Ambos jóvenes se adelantaron a donde estaba su superior. Ambos llevaban ropa que Dazai había elegido para ellos basándose en los conjuntos que llevaban el Atsushi y la Kyōka de sus delirios. Lo único que cambiaba era que el mechón de pelo de Atsushi aún era muy corto para ser notorio y que el pelo de Kyōka no estaba recogido en dos coletas, sino que lo llevaba suelto como solía hacerlo en la Port Mafia.
—Vamos. Hoy empezamos una nueva etapa—dijo Dazai mientras avanzaba, aún de la mano de Chūya.
Los cuatro entraron en el edificio y subieron hacia las oficinas principales de la ADA.
Justo cuando se acercaban a la puerta de las oficinas, escucharon un grito de auxilio, por lo que Kyōka, quien era la más adelantada, se acercó sigilosamente a la puerta entreabierta, viendo a dos chicas azabaches y una rubia tiradas en el suelo, maniatadas y con mordazas en la boca.
Por otro lado, un chico de pelo anaranjado y otro de cabellos negros y puntas blancas, ambos con el rostro tapado con una máscara de gas apuntaban con unas pistolas a las chicas mientras señalaban con su brazo libre una bomba.
—¡Dadnos lo que pedimos o detonaremos la bomba!—gritó el chico azabache.
Esparcidos por toda la sala, se escondían unas cuantas personas, entre ellas, un rubio de gafas, un chico de la edad de Kyōka, un chico azabache que comía de una bolsa de patatas como si nada y una mujer con un broche de mariposa en el pelo.
Kyōka se alejó de la puerta e informó de la situación a sus compañeros. Dazai sonrió, recordando el examen de entrada de Atsushi de sus delirios.
—Este es el plan—dijo el castaño—. Atsushi-kun hará de cebo y distracción mientras Chūya y Kyōka-chan se acercan sigilosamente a los atacantes. Cuando estéis a su espalda, Atsushi-kun gritará y vosotros os abalanzaréis sobre los atacantes. Yo me ocuparé de la bomba—explicó Dazai. Hizo una pausa antes de decir—:Y por nada del mundo, matéis a los atacantes, ¿queda entendido? Da igual que sean criminales, queremos entrar en la Agencia, por lo que no podéis matar.
Los tres que estaban escuchando asintieron, conforme al plan. Atsushi cogió una bolsa de periódicos que había en una esquina y se la colgó en bandolera, fingiendo ser un repartidor de periódicos.
A la señal de Dazai, Atsushi abrió la puerta, y rápidamente y sin ser vistos, Chūya, Kyōka y Dazai corrieron a esconderse, moviéndose sigilosamente para acercarse a los atacantes.
—¡Quieto!—el chico de cabellos naranjas apuntó a Atsushi con su arma, quien alzó las manos—. ¿Quién eres tú?
—¡S-Sólo soy un repartidor de periódicos normal y corriente!
Mientras Atsushi distraía a los atacantes, Chūya y Kyōka se situaron en la mesa de detrás de los dos chicos de la máscara de gas, esperando la señal de Atsushi.
—¡Aléjate o detonamos la bomba!—gritó el chico azabache de la máscara de gas.
Atsushi tragó saliva y miró al suelo, tratando de pensar en alguna otra distracción, pero sus ojos se abrieron como platos al reconocer el rostro de una de las chicas que estaban de rehenes.
—¡¿Gin-chan?!—gritó.
Chūya y Kyōka no oyeron el nombre, pero oyeron el grito de Atsushi, por lo que se abalanzaron sobre los atacantes, cayendo sobre sus espaldas y arrebatándoles sus armas.
—Son pistolas de dardos de gomaespuma...—musitó Chūya mientras pulsaba el gatillo de una de las armas.
—En efecto—dijo Dazai mientras aplastaba la "bomba" con el pie, rompiéndola así—. Una bomba de cartón, qué patético.
Las personas que estaban escondidas salieron de sus escondites, asombradas.
—Vaya, nunca nadie en la historia de la Agencia había cumplido con el examen de entrada tan rápido—comentó la chica del broche de mariposa.
—¿Examen de entrada?—preguntó Kyōka.
Los dos chicos de las máscaras de gas se alzaron con rapidez, librándose del agarre de Chūya y Kyōka. Mientras, las chicas que fingían ser rehenes se levantaban y se quitaban las mordazas y las cuerdas con facilidad.
—Los hermanos Akutagawa...—murmuró Atsushi, incrédulo.
Los mencionados se giraron hacia él y abrieron los ojos como platos para después gritar al unísono:
—¡¿Jinko?!
Atsushi frunció el ceño por ese mote y suspiró.
—Así que aquí es donde os fuisteis hace unos meses, ¿eh?—preguntó Chūya mientras se acercaba a los hermanos azabache.
—Lo dices como si vosotros no acabaseis de tr...—comenzó a decir el mayor de los Akutagawa, mas una mano en su hombro lo detuvo.
—Ha pasado mucho tiempo, Akutagawa-kun—dijo Dazai.
El azabache se dio la vuelta, sorprendido de ver a su mentor fuera de su estado de locura. Abrió la boca pero no pudo decir nada, mudo del estupor.
—Nos vais a tener que contar muchas cosas—dijo Gin, dirigiéndose a las cuatro personas que habían hecho el examen de ingreso.
En ese momento, otra persona entró en la sala. Un hombre en sus cuarenta años con cabellos color platino y que vestía un yukata verde con un haori negro se adelantó, causando que todos los que eran miembros de la Agencia hicieran una reverencia— a excepción del chico de la bolsa de patatas —.
—Habéis superado la prueba de acceso, jóvenes. Felicidades—dijo el hombre a los cuatro ex miembros recientes de la Port Mafia—. Mi nombre es Fukuzawa Yukichi, y soy el presidente de la Agencia, donde trabajaréis de ahora en adelante.
Kyōka y Atsushi sonrieron e hicieron una reverencia de gratitud. Por su parte, Chūya miró a Dazai y le apretó la mano, causando que el castaño lo mirase. Cuando el pelirrojo le ofreció una suave sonrisa, Dazai le devolvió el gesto y le apretó de igual forma la mano.
—¿Preparado para una nueva vida?—preguntó entre susurros el pelirrojo.
—Si esa tu lado, así es—contestó el castaño mientras apoyaba su cabeza sobre la de Chūya.
Ambos miraron hacia delante e hicieron una reverencia al presidente de la Agencia, sintiendo alegría por el futuro brillante que les deparaba al estar allí, los cuatro todos juntos.
FIN
Dedicado a SoMoon1
Y ya esta, este es el último capítulo de esta historia.
Siento ni haberlo publicado el día que tocaba, aquel día estaba de vacaciones lejos de casa, y no me acordé de publicarlo hasta hoy.
Muchas gracias por apoyarme y espero os haya gustado esta historia.
Cuidaos y nos vemos en futuros proyectos <3
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