Capítulo 42: Perdición, parte II
(Actualización 2/2)
Capítulo 42: Perdición, parte II
Solté mi mano de su agarre.
-Lo que es obvio no se pregunta, comandante.
Él bufó bajando la mirada y relamió sus labios como si intentara contener lo enojado que estaba.
-Ni siquiera se esforzó en darte un anillo real -volvió a mirarme, su mirada filosa-, es una imitación y de la barata.
Pestañé un par de veces.
-¿Cómo sabes?
-Sé diferenciar la porquería de las cosas valiosas. -dió un paso hacia mí y continuó diciendo:- Por eso sé que tú le quedas grande a ese hijo de puta.
«Joder»
Sus ojos profundamente azules encontraron los míos y me hicieron temblar las piernas, intenso calor cubriéndome las mejillas de un fuerte sonrojo, di un paso atrás para mantener la distancia entre nosotros.
-Tú... ha... habíamos dejado las cosas atrás -dije intentando controlar mi voz y dejar de tartamudear- ¿por qué me reclamas ahora? Sabes que siempre ha sido él.
Él apretó la quijada y negó con la cabeza.
-No estoy seguro, si eres muy buena, o tal vez, demasiado estúpida.
Abrí la boca ofendida y aunque era una pulga comparada con su tamaño, alcé la barbilla enfrentandolo.
-Yo cuido mi paz y mi estabilidad, son mis intereses y cuida como me hablas, puedo ser muy cruel cuando estoy enojada.
-No hay otro termino para describirte, esa persona te robó las ideas y siempre te hace sentir como idiota cuando eres jodidamente brillante.
Su tono de voz iba en aumento dando un paso hacia mí terminando de acortar la distancia entre los dos, me quedé quieta en mi lugar escuchando lo que me decía, mi corazón empezó a latir con desenfreno al saber que él era sincero cuando me decía lo que pensaba de mí, que yo era brillante, porque el comandante Hofmann podía ocultar cosas, pero era de los que lanzaba las verdades a la cara.
-¿Por qué te quieres casar con alguien que ni siquiera amas? -continuó como si explotara en frustración-¿Porque te dio un maldito anillo barato de imitación? ¿Para no estar sola? ¿Tan patética eres que te aferras a él como si no hubieran miles de hombres en el mundo? ¡Realmente me sacas de mis casillas!
Abrí la boca y luego la cerré ante todos sus insultos. Fruncí el ceño ya harta de sus cuestionamientos, no entendía por qué estaba regañándome ni por qué le importaba tanto esto si él incluso dejó a mi mejor amiga de un día para otro cuando tenían planes hasta de boda, luego estuvo claro para mí, a él no le importaban los sentimientos, a él le importaba era ganar, le dolía en el ego que yo fuera la que hubiera pasado de él y no al revés.
Definitivamente no sé en qué momento él comenzó a verme como un trofeo y que esto se convirtió en una competencia entre él y Donovan.
-Me voy a casar con él porque lo amo -solté resentida-. Tal vez tu no entiendas él significado de esa palabra porque no eres capaz de amar a nadie, pero yo sí, y amor es lealtad y aún con mis errores yo le soy leal a él.
El comandante Hofmann pareció aún más enfadado por mi respuesta, su rostro se tornó rojo cuando se inclinó hacia mí sin quitar la expresión de su rostro contrariada y pude ver una parte que no había visto de él; vulnerabilidad.
-¿Y yo qué? -replicó - ¿Dónde queda lo nuestro?
Pestañé un par de veces y tragué pesadamente saliva antes de decir:
-No hay lo nuestro. Nunca lo hubo. Tienes que aprender a que no siempre vas a ganar, comandante Hofmann.
Un rayo de impotencia y rabia cruzó su mirada, no creí realmente que esto pudiera enojarlo tanto, y no quería ser cínica, pero él había colocado las reglas del juego sobre la mesa desde el primer momento.
-Tan brillante y tonta a la vez. -soltó entre dientes.
-¡Deja de ofenderme! -dije ya enojada y entonces ya harta de esta discusión sin sentido, lo esquivé para a empezar a caminar mientras decía:- No estoy para esto, ¡estoy demasiado cansada!
Sin fijarme por donde iba, mi pie quedó atrapado en una rama del suelo, perdí él equilibrio pero antes de caerme de boca, él me sujetó de la cintura con reflejos rápidos, me quedé paralizada cuando su torso chocó contra mí espalda, la cercanía acelerándome él pulso, mi respiración echa un caos al sentir el toque ardiente de sus manos contra la fina tela de mi cintura.
-Ten cuidado -susurró a mi oído- por donde pisas.
Me enderecé como un resorte y me separé de su agarré sintiendo que mi cuerpo ardió en deseo en cuestión de nanosegundos, no comprendía como era posible esto si hace tan sólo un momento yo estaba jodidamente enojada con él. Pero, estaba tan conmocionada por lo ocurrido que ni siquiera vi por donde caminaba y casi me tropecé otra vez, esta vez él volvió a sostenerme pero se aferró a mí brazo tomándome con fuerza. Tragué pesadamente saliva agradeciéndole entre dientes, pero, esta vez no me soltó, sino que me tomó la mano y empezó a caminar frente a mí; jalándome con él como si yo fuera una niña pequeña que necesitaba ayuda, con sus pesadas botas se aseguraba de romper las ramas para que yo no me tropezara.
-No es necesario. -refunfuñé, era realmente difícil odiarlo cuando me ayudaba y cuidaba tanto.
-Puedes soltarte cuando quieras, solo quiero evitar que te caigas. -replicó en el mismo tono tosco que yo usé quitándome la bolsa que yo llevaba para llevarmela él.
No le respondí mientras atravesábamos los árboles, la verdad era que agradecía que me ayudara, pero aún estaba enojada con él por todo lo que me dijo, pero, aún así, creo que lo que más me enojaba era que sentía que él tenía razón, que me aferraba a la promesa que tenía con Donovan desde que éramos adolescentes porque sentía que se lo debía aunque ahora no estaba segura de siquiera amarlo.
¿Acaso el amor se sentía como lo que sentía por el comandante Hofmann? ¿era posible que en realidad me hubiera enamorado de él en tan poco tiempo y fuera más que solo emociones?
Miré su enorme mano aferrándose a la mía diminuta, aunque no lo admitiera, me gustaba que parecía tener un instinto muy protector conmigo. Miré los vellos de su brazo y las venas se le marcaban tentativamente y junto con los tatuajes le daban un aspecto tentador. Sin poder contenerme, mi mano libre tocó su piel percibiendo los vellos de su brazo, la yema de mis dedos subiendo lentamente siguiendo la forma de su tatuaje que creaba una forma bastante llamativa junto con viejas heridas ya cicatrizadas.
-No sigas tocándome si no quieres que te pegue contra ese árbol. -me amenazó.
Su voz frívola y atemorizante al borde de perder las riendas de la cordura más que asustarme me excitó, como si coquetear con el diablo fuera inevitable y adictivo, un juego peligroso que de un momento a otro quería perder.
No dejé de tocarlo, mi mano subiendo y bajando cuando encontré sus venas tensas que resaltaban de su muñeca. Él pareció estremecerse y entonces soltando un gruñido animal, se volteó soltando la bolsa y enredando su mano entre mi cabello húmedo sostuvo mi cabeza mientras su boca importaba con la mía. La mano que tenía en mi cintura me pegó más a él y perdí la noción del tiempo, la realidad, de lo bueno y lo malo. Solo estabamos nosotros en nuestra pequeña eternidad.
Su lengua obligó mi boca a abrirse profundizando un beso intenso que logró encenderme, estaba jodidamente pérdida en el calor que me causaba en todo el cuerpo. El me guió moviendonos como si bailaramos un danza erótica y mi espalda pegó contra el tronco de un árbol, sus manos bajaron a mi culo, estaba tan pegado a mí que sentía cada parte de él. De repente me alzó sin despegar su boca de la mía y yo envolví mis piernas alrededor de su cintura, él se presionó contra mí haciéndome sentir lo mucho que me deseaba de lo duro que estaba. Rompió el beso deslizando su boca y su lengua por mí cuello llenándome de miles de sensaciones, el medio de mis piernas ardía y rogaba por atención.
-Mierda -jadee echando mí cabeza hacia atrás-, ¡ah!
No entendía, ni entendería nunca, por qué no podía resistirme a él. Mí mano bajó al medio de nosotros y empecé a tocarle la cremallera deseando liberarsela para que me lo hiciera aquí y ahora, pero vacilé cuando el morbo de tocarsela encima de la tela me dominó, se sentía dura y grande, como si estuviera a punto de explotar y romper la tela para salir.
-¿Que se siente tocarme la polla usando el anillo de tu prometido? -susurró con voz ronca y su boca bajó al escote de mis pechos pasando la lengua por encima el contorno hasta bajar la tela con sus dientes junto con mí sostén y expuso mis pechos desnudos.
Definitivamente él sabia llevarme al cielo.
-Sabes que me prefieres a mí -continuó diciendo-. Y siempre me preferiras a mí.
-¿No sientes remordimiento por esto? -su susurré casi sin aire.
-No me arrepiento de mis decisiones. -replicó.
Con la respiración agitada me tensé contrayendo él vientre cuando abrió mí cremallera.
-¿Entonces nunca pedirás disculpas por nada de lo que hagas, comandante Hofmann? -susurré.
Metió la mano dentro de mi pantalón y yo jadee aferrándome a sus hombros mientras él susurraba a mi oído:
-Me disculpo tres veces, con nadie, con ninguno y por nada.
Sentía que yo estaba tan húmeda que sus dedos se deslizaban y resbalaban cuando los metió dentro de mí y empezó a moverlos, empecé a gemir y a mover las caderas cuando él continuó diciendo:
-Mucho menos me arrepentiré de lo que es mío.
Supe en en el momento en que volvió a besarme que había encontrado nuevos sentimientos. Más que placer físico esto era más, la perdición de mi cuerpo, de mi alma, de mi placer, todo estaba completamente rendido a él y ya no había vuelta atrás.
-Vente para mí, quiero sentir como te aprietas alrededor de mis dedos -susurró-, y quiero que recuerdes el placer que sólo yo te doy.
No pude más. Todo mí cuerpo se estremeció cuando el orgasmo me invadió y él tapó mis jadeo con su boca sin dejar de mover sus dedos. Todo mí cuerpo estremeciendose; vibrando. Su nariz rozó la mía, sus ojos enteramente oscurecidos, aun deseaba más, quería que estuviera dentro de mí, esto no era suficiente. Una de sus manos subió por debajo de mí camisa y yo me sobresalté cuando tocó la marca.
-¿Qué tienes aquí? -preguntó y bajó la mirada hacia mí costilla donde estaba la extraña marca en forma de arco y flecha.
Su ceño se frunció mientras la detallaba y de repente me soltó dando un paso atrás. Mis piernas aún temblaban cuando tuve que estabilizarme otra vez en el suelo.
-Es... una marca -dije-, es la que creí que tú me habías hecho. La tengo desde que estuve en tu habitación.
Él parecía aún sorprendido y horrorizado, negó con la cabeza y susurró:
-¿Por qué te haría algo así?
-¿Qué pasa? -pregunté- ¿la reconoces?
De repente se escuchó ruido de pasos de varias personas, alguien venía.
-Vamos. -dijo el comandante Hofmann y empezó a caminar aún pareciendo mortificado. Tomé la Bolsa y fue detrás de él notando su cambio de actitud, parecida a la que tuvimos en su habitación y le pedí explicaciones de mí padre.
-¿La reconoces? -pregunté tocando su brazo pero él me ignoró- ¿No vas a decirme nada? -siguió ignorandome-, ¿puedes dejar de ser un cretino y decirme por qué me estás ocultando cosas?
Él se detuvo cuando estábamos a punto de llegar al campamento y se volteó hacia mí, este no era el mismo Maxi que estaba conmigo allá, este parecía distinto, parecía como si hubiera visto un fantasma.
-Déjame un momento -dijo con seriedad-, iré a buscarte esta noche.
¿Como se atrevía a alejarme ahora?
-Ni te molestes. -repliqué enojada.
Adelanté el pasó sin importarme alejarme de él sintiendo todo mi cuerpo temblando. Él sabía más, él me estaba ocultando casas importantes como esta marca y ahora no me cabía dudas de ello.
MAXIMILIAN HOFMANN
Tenía la cabeza revuelta tras todo lo ocurrido. No esperaba verle la marca, pero, ¿coml se lo iba a explicar?
El coronel Freddy Hill se acercó a mí sacándome de mis pensamientos y dijo:
-Comandante, lo he ubicado a usted en el área sur. He logrado apartar una carpa exclusivamente para usted, de resto deben compartir.
-¿A dónde pusiste a la doctora Clark? -solté, era lo único que me importaba.
-Con el doctor Gustin.
Fruncí el ceño y lo miré como si me estuviera jodiendo.
-¿Por qué mierda se te ocurrió ponerla con él sí sabes que son pareja y están prohibidas las parejas? -repliqué intentando no alzar la voz, pero fallando en el intento.
-Usted dijo que quería que los doctores estuvieran cómodos. -dijo con una irritante sonrisa, el hijo de puta lo hizo a propósito.
Pero no iba a salirse con la suya.
-Dispón de mi carpa, no dormiré ahí. -ordené.
-¿Pero dónde dormirás?
-Yo me ocupo de mí -respondí a secas.
Me voltee y caminé hacía la carpa de la doctora Clark, bajo ninguna circunstancia dejaría que durmiera con él, a solas.
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SE PRENDIÓ ESTA MIERDAAAAAAAAAA Jajaja no puede ser, van a hacer un sándwich ok no AJAHAGJK ¿qué pasará ahooraaaa? Leeré sus comentarios y dedicaré capítulos a las mejores teorías :3
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En el canal de mí perfil siempre aviso de las actualizaciones :D sí suben conteniendo del libro siempre repostearé, siempre intento responderles a todas<3
Las amo con mí hígado.
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