Capítulo 33: Eterna perdición
Dedicado a: Ursularojas2
Capítulo 33: Eterna perdición
JANA CLARK
Temblé ante su orden, él no titubeaba en su orden, él sabía que lo deseaba desde ese momento en le coquetee con descaro desde el escenario. Su pulgar subió a mi boca y dibujó mi labio inferior lentamente, tragué pesadamente saliva al sentir mi garganta reseca, todo mi cuerpo tembló sintiendo que el calor en medio de mis piernas aumentaba de manera exponencial y se extendía por el resto de mi cuerpo como fuego ardiente.
La atracción entre nosotros era demasiado intensa, como un magnetismo que me incitara a lanzarme sobre él.
En ese preciso momento lo supe: estaba a punto de cometer el irresistible error de enredarme, una vez más, con el comandante Hofmann. Porque desde que apareció, fue para convertirse en mi eterna perdición.
No hablamos, no fue necesario. Cuando él volvió a fijar sus profundos ojos azules en los míos, mis piernas respondieron por sí solas doblándose y empecé a descender lentamente hasta que estuve de rodillas frente a él, mi cabeza a la altura de su cremallera abultada.
Él miró hacia abajo y se encontró con mis ojos fijos en él, me encendía por completo esta imagen de él desde este ángulo donde lucía mucho más grande y poderoso, la luz roja ensombrecia su rostro haciéndome sentir como si me hubiera metido en el mismísimo infierno con él y ambos ardiéramos en las llamas.
—Buena chica —dijo con voz ronca y joder, no podía explicar lo que me causaba que me dijera eso con su voz rasposa, casi sentí que podía venirme con solo esa breve frase.
No debía de hacer esto, sabía que no, pero cada vez que se trataba de él, era como si todo pensamiento coherente y lúcido se borrara de mi cabeza.
Solo existía él, yo, y la intensidad que nos volvía animales incoherentes que lo único que querían hacer era devorarse hasta el alma.
Sus manos soltaron su cinturón de cuero y lo deslizó fuera de las trabillas de su pantalón, seguidamente se soltó el botón y bajó su cremallera sin apartar la mirada de mí, mientras preguntaba:
—¿Quieres esto?
«Ay joder»
Mis manos sudaban, de repente mi corazón latía muy desenfrenado. Relamí mis labios, nunca había hecho esto, de hecho, llegué a pensar que un oral era algo asqueroso porque Donovan decía que eso era algo asqueroso, pero, ahora que estaba con el comandante Hofmann, sentía que me provocaba hacer todas las cosas sucias que me pudiera pedir, quería ésta experiencia con él. Quería hacerlo todo con él.
—Sí. —respondí apreciando mi voz ligeramente ronca.
Alcé mis manos para bajar la tela de su bóxer, pero él dijo dando un paso atrás:
—Espera, espera, doctora Clark ¿estás impaciente? —preguntó con ligera burla en su voz—, primero necesito que me contestes una pregunta.
¿Uh?
Él empezó a enrollar la correa en su jeme y el otro extremo de su mano sin apartar la mirada de mí, cuando continuó preguntando:
—¿Él te tocó y te quitó la calentura que yo te dejé?
Tragué pesadamente saliva, sabía que se refería a Donovan y su pregunta era una referencia a lo que yo le grité en su oficina.
—No —aclaré mi garganta—, no me tocó.
Mi corazón latía desenfrenado observando como sostenía su cinturón en su mano y seguía mirándome con esa autoridad que solo él podía desprender. Pensé por medio segundo que él se daría media vuelta y se iría de aquí en venganza por lo que le hice en la oficina, sin embargo el comandante Hofmann no se fue, sino que dijo con escalosfriante seriedad:
—No quiero que él te toque.
Se me erizó la piel ante su advertencia, y me tocó la barbilla con sus dedos para mantenerme la barbilla alzada.
—Me he dicho muchas veces que debo dejarte, doctora Clark —continuó—, pero no soy capaz, los pensamientos que me provocas son más fuertes que yo.
Definitivamente también me sucedía lo mismo. Abrí la boca y uno de sus dedos se deslizó dentro, mi lengua lo envolvió jugando con él, esta era la otra parte de mi, una que no conocía y que con él empezaba a descubrir.
Su quijada se apretó, su mirada completamente oscurecida cuando sacó sus dedos de mi boca y se bajó el bóxer negro que llevaba, su enorme y erecto miembro saltó a la vista casi pegándome en la cara.
Oh, mi...
Se me secó la garganta al ver el tamaño de su miembro hinchado con la punta rojiza donde algunas venas se le marcaban, la última vez no tuve la oportunidad de apreciarlo, esta vez la veía en mi cara frente a frente y no sabía si era por la tenue luz oscura y roja que lo hacia ver tan grande y gruesa, pero definitivamente lo que estaba entre sus piernas era el motivo del por qué este hombre era un egocéntrico, petulante con el ego por las nubes.
—Abre bien la boca —susurró con voz ronca y cuando volví a mirar sus ojos azules, el muy desgraciado tenía una leve sonrisa arrogante al ver la sorpresa en mi rostro—, porque quiero que te metas toda mi polla.
«Si antes me dejó caminando raro, ahora de seguro que me va a ahogar»
Abrí la boca todo lo que pude, mi lengua tocó su glande mientras se deslizaba por mi boca a medida que empujaba la cabeza hacia adelante intentando meterlo todo, pero apenas pude llegar a la mitad cuando ya había tocado el fondo de mi garganta, empecé a mover la cabeza hacia adelante y atrás escuchando como su respiración se aceleraba y soltaba algunos jadeos ahogados del placer que yo le estaba provocando. Moví la lengua en círculos en la punta su miembro y volví a profundizarlo hasta que me tocó la garganta, los escuché jadear entre dientes y se estremeció, una gota de líquido preseminal salió y por primera vez saboree lo que es el sabor del pecado y la entrega entera en la entimidad.
«Quiero más, lo quiero todo»
—Ah, joder —gruñó apretando los dientes— Me provocas a cada segundo miles de pensamientos inmorales.
Desenroscó el cinturón de su mano y entonces lo colocó detrás de mi cuello empujando mi cabeza para que me lo profundizara aún más. Tal vez debía asustarme su nivel de dominio, pero en vez de eso me excitaba aún más, cada parte de mí lo sentía, quería que se profundizara en mi garganta todo lo que pudiera.
No quería que parara.
Él movía las caderas contra mi boca mientras jalaba con el cinturón la parte posterior de mi cuello, la punta de su glande chocaba contra el fondo de mi garganta cada vez más rápido, yo no respiraba para no tener arcadas, lágrimas salían de mis ojos y se deslizaban por mis mejillas ante la acción, nunca me sentí más viva, nunca me sentí más adicta, nunca sentí tanto placer por causarle placer a otra persona.
Me aguanté de sus piernas para no perder el equilibrio viendo de reojo la candente imagen de nosotros a través del espejo del ascensor, yo de rodillas aguantada a él, mientras mi cabeza se movía adelante y atrás de forma violenta al mismo tiempo que él movía las caderas para profundizarse en mi boca, eso me encendió aún más, joder, no podía ni explicar como el hecho de hacer por primera vez un oral con él; el comandante Hofmann, el hombre que me tenía la cabeza jodida, en un sitio público me prendió más que mil incendios forestales.
Él gruñó desde lo más profundo de su garganta, su cuerpo temblaba y aflojó el cinturón.
—Me voy a venir en tu boca si no paras.
Pero no era suficiente para mí, yo quería acabar mí trabajo. Subí mis manos sujetandolo de los glúteos para que no se alejara de mí, y metí todo lo que pude su miembro a mi boca chupando la punta hinchada cuando de repente sentí la explosión de líquido blanco invadir mi boca en tres chorros que se dispararon como flechas ahí.
—Ah, mierda... —gruñó él cerrando los ojos y maldición ver su rostro de placer fue jodidamente excitante.
Él entreabrió los ojos y yo me lo tragué todo limpiando con el reverso de mi mano la esquina de mis labios donde se había escurrido un poco de líquido, él se mordió él labio inferior, mirándome como si no pudiera creer que fui capaz de hacer todo lo que hice.
—Ah, Schatz —susurró recuperando el aliento—, me gusta como te veo y mi mente piensa miles de cosas para hacerte.
Aún no caía que alguien como él insistiera tanto en estar conmigo aún después de alejarlo tantas veces de mí, tal vez era eso, el comandante Hofmann era muy selectivo con todo lo que quería, y en vez de ahuyentarlo, lo que hacía era atraerlo más a mí; obsesionarlo porque no podía tenerme.
Me coloqué de pie y él me ayudó a estabilizarme, pero apenas me tuvo de nuevo frente a él, devoró mi boca. Su lengua abriendose paso para jugar con la mía, mierda, las ganas que se me habían acumulado desde temprano en su oficina ya empezaba a pasarme factura, mi cuerpo rogaba atención, mi vientre se contraía pidiendo a gritos ser liberado. Me eché hacia atrás ante su peso y mi espalda pegó del vidrio, él deslizó su boca por mi barbilla y por mi cuello donde dejaba en descubierto la bufanda como si fuera una paleta de chocolate, su mano se deslizó por mi cintura haciéndome temblar cuando siguió bajando y se escabulló dentro de mi vestido entre mis piernas, tocandome directamente encima de mis delgadas bragas enteramente húmedas.
—Si él te toca, voy a enojarme —susurró contra mi piel—. Solo yo puedo tocarte y hacerte llegar al clímax.
Donovan había dejado muy claro que no me tocaría, pero, esto sonaba más posesivo, más personal y resentido, posiblemente por lo que le dije antes de irme en su oficina.
Sus dedos empezaron a moverse con más rapidez hacia adelante y atrás por encima de la tela, puse los ojos en blanco echando mi cabeza hacia atrás mientras movía las caderas contra su toque.
—Ah... ¡Sí!, continúa ¡ah! —susurré sintiendo como todo mi cuerpo temblaba, el calor cubría mis mejillas enrojecidas, tenía tantas ganas acumuladas que estaba a nada de llegar a mi liberación cuando de repente, el ascensor hizo un ruido seco y se movió, la luz roja empezó a titilar.
«No»
El comandante Hofmann se separó de mi con rapidez y se arregló el pantalón, como si nada hubiera pasado, yo me arreglé también la ropa sintiendo que la frustración me invadía maldita sea.
Cuando las puertas se abrieron, dos hombres que me imaginaba habían destrabado el ascensor nos miraron con curiosidad, el comandante Hofmann no dijo nada, solo salió y yo fui detrás de él sin atreverme a ver a nadie a la cara, de seguro que mi cabello desarreglado y mi rostro rojo me delataba, aunque con las luces del bar y la música a todo volumen esperaba pasar desapercibida.
Cuando me di cuenta, le perdí el rastro al comandante Hofmann. ¿A dónde se había ido? Voltee alrededor y caminé hacia la salida a ver si lo lograba encontrar sintiéndome casi desesperada porque apagara el incendio que sobrecalentó.
—Jana, ¿estás bien?
Voltee encontrándome de frente con Lindsay, parecía un poco confundida mirándome, acercándose para hacerse escuchar sobre la música.
—Sí ¿por qué? —pregunté aclarando mi garganta evitando su mirada.
—Donovan andaba buscandote. Y como no te encontré me preocupé un poco.
Fruncí el ceño.
—¿Está aquí? —repliqué confusa—Creí que se había ido.
—Pues al parecer volvió.
No tuvo que darme tantas explicaciones, cuando voltee, Donovan se acercaba su ceño ligeramente fruncido.
Ah, mierda.
Me arreglé la bufanda un poco para cubrir mi cuello sintiéndome como toda una farsante y Lindsay se fue.
—¿Dónde estabas? —preguntó él.
—¿Yo? Donovan tu te fuiste —repliqué—. ¡Has estado actuando como un completo idiota desde que llegaste!
Él pareció contrariado.
—¿Pero de qué hablas? Fui a atender una llamada porque me estaban pidiendo unos documentos y luego cuando entré no estabas en ningún lado.
Donovan me acompañó de regreso a la sede hablando de todo lo ocurrido, que no le gustaba el ejercito estadounidense y que el alemán era más serio y mejor. Luego empezó otra vez a hablar del trabajo que teníamos que hacer para mañana y yo iba todo el camino sintiéndome como un perro regañado, intentando no mostrar él remordimiento que sentía por lo que hice con el comandante Hofmann.
Cuando llegamos a la puerta de mi habitación, él también entró para terminar de explicarme la diferencia entre unos sustantivos en sumerio, sentía que ya estaba mareada, cosa extraña porque ante esto no me molestó, ahora me parecía insoportable.
Cuando finalmente se levantó para irse murmuró:
—Feliz noche, y con respecto a tu pérdida de esta noche, este es un país raro, no puedes perderte así. Estas actuando como una completa desubicada.
Bufé,
—¿Yo desubicada? Tu le dijiste a todo tu equipo que yo era una fracasada obesa —repliqué—, además de que me llamaste puta por estar divirtiendome.
Él giró los ojos.
—Me pasé, ¿bien? Pero aun sigo pensando que eres muy poco profesional para comportarte así con ellos —Donovan negó con la cabeza—. Debemos trazar una línea, no somos iguales a ellos.
—Tú no eres igual —repliqué—, yo no me parezco a ti, a mi me gusta divertirme.
Él me encaró.
—Pues, deberías parecerte más a mí, tal vez de ese modo tu mamá piense que no eres una fracasada.
Abrí la boca completamente ofendida por lo que acababa de decir y entonces aún molesto se fue cerrando la puerta con fuerza. Me quedé de piedra. Que mencionara a mi madre era un golpe muy bajo, lo peor era que tenía razón, mi madre empezó a tratarme un poco mejor cuando empecé a salir con Donovan, con él sentía que no era una fracasada por completo, porque él siempre sabia que hacer, él tenía mucho conocimiento y de alguna forma sentía que estar con él automáticamente me hacía ver inteligente y a la altura que mi madre aprobaba...
Pero ahora empezaba a cuestionarme y reemplantarme todo, porque ahora yo había logrado un buen trabajo, y sí sabía hacer mi trabajo, no era una fracasada como siempre me hicieron ver.
Necesitaba respirar.
Me quité la bufanda observando los chupones en mi piel frente al espejo, recordando lo ocurrido en el ascensor con el comandante Hofmann.
Me pregunté por primera vez por qué sentía algo tan fuerte por él, cuando apenas lo conocí hacía unos días y nunca sentí esto ni de asomo por mi novio de más de 7 años, ¿acaso solo era emoción o me obligué todo este tiempo a sentir cosas que no estaban ahí? ¿Realmente amaba a Donovan o me resigné a que tenía que tener una vida con él?
No... Yo lo amaba pero, sentía que tenía habíamos cambiado. Al menos yo.
Me acosté pensando en el comandante Hofmann joder, que caos. Me mordí los labios, mi peor error, pero mi error favorito.
No podía volver a verlo, fue solo ese momento donde se me fue la cabeza y ahora me sentía terrible porque solo ocasionaba que las cosas con Donovan empeoraran.
Ay, por favor ¿a quién quería engañar? Me sentía terrible pero, a la vez, la necesidad de ir con él crecía y ahumentaba dentro de mí a cada segundo, no quería tocarme yo, quería que lo hiciera él.
No pensé. Solo me levanté y salí de la habitación. Esta vez, haría algo terriblemente mal adrede, esta vez, yo iria al diablo. Fui por el pasillo en donde se quedaban los comandantes y coroneles.
Me detuve frente a su puerta y la valentía se me esfumó. ¿Pero qué estaba haciendo? Una cosa era hacerlo porque lo tenía de frente y sus malditos ojos azules me confundían la cabeza, pero otra muy distinta era venir a su habitación, esto ya era una sentencia de muerte.
«No, esta no soy yo»
Bajé la mano sin atreverme a tocar la puerta de la habitación cuando de repente escuché una voz profunda y familiar susurrar:
—Bienvenida a las puertas del infierno.
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Aaaaaaaaaaaaaaaaaahhhhhhhh!!!!! Jajajja perdónenme el capítulo largo, bueno, sorry no sorry. Hahaha ¿Quien era? La que le atine, le dedico el próximo capítulo jiji.
Heeey, si votas en este capítulo tendrás buena suerte hoy. Si votas en todos los capítulos tendrás una excelente suerte el resto de tu vida :D
Por cieeertoo mencioné que este libro es de literatura fantástica? Significa que es un relato en que participan fenómenos sobrenaturales como la magia o la intervención de criaturas inexistentes. Para que lo tengan en cuenta jijiji
Instagram: Ysarisareinamoo sígueme aquí para que tu crush te haga caso :D
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