Capítulo 21: Lo que yo ordeno, tu obedeces.
Capítulo 21: Lo que yo ordeno, tu obedeces.
Jana Clark
Me quedé completamente confundida, en primera al ver al comandante Hofmann hablando alemán y en segunda al ver cómo ella también hablaba el idioma y parecía burlarse de mí a pesar de que yo no sabía más que palabras básicas y una canción llamada 80qm de Nina Chumba. No había que ser muy inteligente para saber que estaba mirándome como si fuera una cucaracha asquerosa. La coronel Indira parecía odiarme cuando me fulminó con la mirada y salió por la puerta dejándome a solas con el peligro en persona; el comandante Hofmann.
—Ahm, ¿todo bien? —pregunté, parecía que esa mujer me odiaba desde el momento en que me vio.
—No le hagas caso. —se limitó a decir el comandante Hofmann sin mirarme.
—Bien —murmuré al ver que él seguía en silencio revisando el papel que le había dado—. Yo también me voy.
Cuando empecé a levantarme, él dijo con voz frívola:
—No te he dicho que te retires, doctora Clark.
Pestañee un par de veces ante su actitud severa y su tono mortalmente serio, nada parecido al hombre con el que había hablado antes y que me había enseñado a disparar, este parecía hostil, enojado y cascarrabias, como un típico militar del ejército.
—Ah, ¿disculpa? —pregunté ligeramente confundida.
—Que no te he dicho que te retires. —dijo sin retirar la vista del papel frente a él.
Dudé por un momento y me volví a sentar algo incómoda, quitándome los lentes y guardandomelos en mi bolsillo otra vez.
—Ah, ¿y qué necesitas? —dije sin ocultar mi molestia por su tono autoritario.
Cerró la carpeta de golpe que tenía frente a él y se levantó de su asiento, lo seguí con la mirada mientras se recostaba sobre el escritorio de manera ligeramente descuidada, me miró fijamente, sus profundos ojos azules poniéndome algo nerviosa, casi trasladándome al día de la entrevista; la primera vez que nos vimos, imponente, duro y cruel.
—Necesito que termines de hacer la traducción del mapa lo más rápido posible, tengo entendido que solo tienes una parte.
Afirmé con más cabeza.
—Lo tendré pronto.
Estaba tranquila porque ya tenía la mayoría listo, solo estaba afinando detalles.
—Necesito que lo tengas para ayer. —replicó molesto— Así que deja de tontear con el personal.
Pestañee un par de veces analizando lo que me dijo y pregunté:
—No he estado tonteando con el personal, comandante Hofmann.
Él entrecerró los ojos ¿de verdad estaba molesto por eso? ¿Celos...?
—Te he visto demasiado cerca del teniente Gómez. —soltó.
¿Qué?
—Él solo ha sido amable conmigo. —me limité a decir—, además no creo que sea de tu incumbencia con quién me junto o no, no estoy haciendo nada malo.
Él pareció de repente más colérico cuando respondió con voz frívola:
—No me gusta compartir lo que me interesa.
Fruncí el ceño y repliqué:
—No puedes hablar enserio cuando parece que quieres darle celos a ella conmigo.
Él alzó una ceja.
—¿Eso crees?
Me encogí de hombros, él estiró sus labios en una sonrisa que parecía irónica y continuó diciendo:
—Mi objetivo era darte celos a ti.
¿Qué? ¿Su objetivo era yo? Pero si yo ya tenía la cabeza jodida por él y con todas mis fuerzas intentaba ignorarlo. Dejé de respirar ante su confesión y negando con la cabeza dije:
—Hablando con ella en alemán no lo creo. Parecían cómplices.
Él giró la cabeza hacia un lado como un halcón que analiza a su víctima.
—¿Son celos lo que escucho?
—No. —solté, aunque la amargura en mi voz de seguro que me delató.
—El único idioma que habla ella es el alemán —me explicó—. Mi padre es alemán, me enseñó porque él no habla muy bien el inglés, así que supongo que soy la única persona que puede hablar con ella.
Me di cuenta que entre más cosas sabía de Maximilian, más me impresionaba. sabia que eso estaba muy mal, porque la idea era alejarme de él, no sentir aún más curiosidad.
No se por qué eso me puso de repente de mal humor al ver que ellos tenían algo en común que yo no; hablaban alemán y yo no.
—¿Y por qué está en el ejército estadounidense? —repliqué.
—Fue trasladada, si tienes tanta curiosidad por ella, puedes preguntarle.
Bufé.
—No hablo alemán. —dije.
—Yo puedo enseñarte. —replicó.
Fuimos una riña de miradas fija, no respiré, no me moví, sabía que nuevamente me coqueteaba de forma sutil y a la vez muy directa diciéndome que podía enseñarme... Más que el idioma.
—Se dice en chismes de pasillos que estuviste con ella en un amorio ¿Es algo común en ti que estés con todas? —me levanté de la silla molesta—, no me gustan los cretinos como tú que necesitan estar con mil mujeres diferentes para agrandar su ego y hombría. ¡A mí dejame en paz!
Su mirada se ensombreció, sabía que lo había logrado enojar más de lo que ya él estaba por echarle en cara sus verdades. Me di la vuelta para irme sintiéndome frustrada y a la vez enojada, no con él, con las circunstancias y mi deseo reprimido, porque no debía de sentirme así, no debía de desearlo como lo hacía, a cada segundo con más fuerza cuando yo amaba a Donovan y respetaba a Juliana.
—No te permito que te vayas —replicó tomandome del brazo con fuerza; deteniéndome, me voltee hacia él y me encaró—, y por si lo has olvidado soy tu superior, no puedes hablarme así.
Alcé la vista para hacerle frente, él estaba tan cerca de mí que todo mi cuerpo tembló, su mirada clavada en la mia, sentía que mis piernas temblaron pero no me lancé hacia mi deseo, me contuve.
—¿O sino qué? ¿Vas a despedirme por decirte la verdad? No estaré contigo, no te deseo —mentí.
—Veo claramente en tus ojos que mientes —me echó en cara y una amarga sonrisilla en su boca se asomó— y solo luchas por el deseo de querer que te ponga contra ese escritorio justo ahora y te haga gritar mi nombre.
«Oh, mierda»
Tragué pesadamente saliva mientras mi rostro empezaba a enrojecer ante sus palabras atrevidas, me solté de su agarre y di un paso atrás al sentir que la tensión era cada vez más insoportable.
—No es verdad y eso no está bien, no es correcto. —dije.
—No seas hipócrita —refutó—. Solo finges ser esta persona moralista y superior.
—Soy superior a ti —solté—, porque soy lo que nunca podrás tener.
Su quijada se apretó ante mis palabras firmes y pude ver que algo brilló en su mirada, ¿tal vez desafío?, al igual que antes, no sabía lo que él estaba pensando.
—¿Estás segura de eso, doctora Clark?
No, lo peor era que no estaba segura de esto.
—Claro que estoy segura —respondí contradiciendo mis deseos y pensamientos, tal vez después de todo sí era una hipócrita.
—Solo veo a alguien que caerá tarde o temprano, pero caerá.
¿Por qué ahora sonaba como si fuera un reto para él?
—Veo a través de los tipos como tú —dije—, nunca están felices con nada porque solo están vacíos, no saben amar, ni querer, solo destruyen porque están podridos por dentro.
Mi comentario pareció molestarlo, su boca apretandose hasta ser una fina línea.
—No me conoces.
—Y no quiero hacerlo —lo señalé con un dedo—, porque de seguro que solo me encontraré con alguien narcisista que solo le interesa él mismo ¡egocéntrico!
Mi voz había aumentado su tono, todo mi cuerpo temblaba en enojo y frustración.
Definitivamente ya no existía la línea entre lo profesional y lo personal, no desde lo de la carpa.
Él dio un paso hacia mi y dijo en tono frívolo:
—Baja la voz.
—¡No me da la gana! —grité fuera de mis cabales— ¡que todos se enteren que yo he sido la única que no ha dejado que le quites las bragas solo para alzar tu maldito ego dominante!
—No lo repetiré otra vez —su tono amenazante—, cállate o te voy a callar.
No fui capaz de cerrar la boca.
—¡Quiero verte intentarlo! —le grité en su cara, entonces todo pasó muy rápido, ni siquiera pude reaccionar.
Me agarró del cuello con una de sus grandes manos, di un paso atrás de la impresión cuando mi espalda pegó de la pared, me quedé sin aliento, mi corazón latiendo desenfrenado al ver sus profundos ojos azules completamente oscurecidos cuando se inclinó hacia mi, su pecho subía y bajaba con rapidez al igual que el mío, su nariz rozando la mía cuando murmuró entre dientes:
—Te he dicho que te callaras, y lo que yo ordeno, tu lo obedeces.
Me quedé pasmada, todo mi cuerpo entrando en calor ante su reacción y su cercanía, debía de haber algo en mí completamente mal porque más que asustarme temblé llena de excitación, la adrenalina recorriendome entera, me mordí el labio inferior sin poder evitarlo, él miró mi boca y soltando un gruñido entre dientes pareció perder el juicio y pegó su boca a mía.
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•AAAAAAAAAAAAH• [Grita como lunatica] Holaaa conejitas lindas espero les haya gustado la doble actualización, les comento que bueno, esta historia no es fresita, es de infidelidades y NO se romantiza la infidelidad aquí la gente tiene moral cuestionable y no hace lo correcto, si no les gusta este tipo de tramas, tengo más novelas fresitas en mi perfil de amor bonito :3 pero pues para que sepan porque vi varios comentarios así y bueno, aquí nos gusta el drama y el salseo jajajaj pero sólo es ficción, solo es una novela :D
Aquí subi contenido o por si desean hablar:
Instagram: Ysarisareinamoo
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