Capítulo 18: Tiro Deportivo, parte I

Capítulo dedicado a: yaquelinrodriguez256



Capítulo 18: Tiro Deportivo, parte I

Jana Clark

Si buscas en el diccionario la palabra "Engreído, petulante, creído y egocéntrico" saldrá, sin dudas, una foto del comandante Maximilian Hofmann. Tras lo ocurrido en esa tienda de acampar él no se había dignado a dirigirme la palabra o la mirada ni por accidente, como si yo fuera una más del montón. Aun mi cabeza no había borrado sus manos en mi cuello, sus labios esparciendo besos por mi piel, ni mucho menos su voz pidiendome que me entregara a él, que fuera suya. Parecía incluso surrealista considerando el hecho de que ahora me trataba como si yo hubiera asesinado a su perro.

¿Quien entendía a este hombre?

«Ahora te toca a ti rogar» su voz se repetía en mi cabeza.

«Te quedarás sentado a esperar que te ruegue» pensé en leve amargura, y de hecho esto era lo mejor, que estuviera bien lejos de mí, yo estaba con Donovan y nunca en mis planes estuvo alguien más. Nunca.

¿Pero por qué sentía esta ansiedad de mí pecho qué rogaba que él se volviera a acercar a mí? Sabía por qué, nunca había sentido tanto placer ni excitación por alguien que apenas me estaba tocando, porque ni siquiera me había besado, solo pensar en ese momento de la tienda donde fue de frente hacia mí; demostrando su deseo sin ningún tipo de restricción me hizo cuestionarme muchas cosas y preguntarme si realmente todo este tiempo había desconocido lo que era el placer en el sexo, ¿podria aceptar estar con el sin compromiso? No, absolutamente, no, pero una parte de mí, le daba curiosidad.

Nos movilizabamos en los autos rápidamente para no volver a pisar el suelo de los terroristas Giraffen que parecían haberse encaprichado con nosotros. Escuchaba rumores de que el grupo Giraffen tenía dominado todo el territorio de Irak; era el enemigo principal de los gobernantes, pero aunque el gobierno de Irak hacia creer que lo tenían controlado, la verdad era que no, parecía que todo el territorio pertenecía al sultán Zaid Malek y cargaban más armas que el mismo ejercito. Realmente temí que esta misión fuera más arriesgada de lo que pensé y por primera vez me pregunté si valía la pena arriesgarme tanto por dinero, pero luego pensé en que debía de hacerlo, tenía que demostrarle a Donovan y a mí familia que estudiar arqueología no fue dinero perdido como tanto me echaron en cara.

Luego de unas horas por fin llegamos a la sede principal de las fuerzas iraquíes de operaciones especiales, la mayoría hablaba Árabe pero otros coroneles hablaban nuestro idioma y servían de traductores. Vi de lejos como la coronel Indira Merchan; ex amante del comandante Hofmann estaba pegada a él como un chicle, ella captaba la atención de los militares Iraquíes solo con sonreír pero ella de vez en cuando le tocaba el brazo al comandante Hofmann mientras hablaba algo que no llegaba a escuchar, y ambos hablaban con los superiores para seguidamente ir a una oficina. Sentía algo feo en el estómago que me lo apretaba, ¿celos? Yo nunca fui celosa, nunca, ¿pero por qué sentía celos de ella? Tal vez porque era bonita, ex amante del comandante Hofmann y él parecía tener su completa atención en ella al igual que el resto de todos los militares.

«Es trabajo, así que calmate» Intenté recriminarme pero ¿por qué no me calmaba?

«Además tú lo prefieres lejos de ti» Sí, lo prefería así, pero, ¿por qué sentía que había pasado de mi hacia otra mujer por el simple hecho de que no le abrí las piernas? De seguro que ella no se lo pensaría dos veces para estar con él.

«Hiciste lo correcto, tú estás con Donovan» Intenté repetirmelo, pero, ¿por qué no me hacia sentir mejor ese pensamiento de que el comandante Hofmann hubiera pasado de mí?

Sentía que tenía la cabeza hecha un completo caos por este hombre y sus raras atenciones.

Nos dieron unas habitaciones para que descansaramos y para nuestro aseo personal, se suponía que saldriamos por la mañana junto con ellos y un respaldo especial que venía de Europa, así que podíamos descansar al menos varias horas para recuperar fuerzas de toda está locura y luego... Seguir en la locura.

Después de que me bañé con agua fría parte del torbellino de pensamientos se apasiguaron, pero aun me preguntaba si el comandante Hofmann estaría en este momento con la coronel Indira Merchan.

«Ya basta, ya no pienses en él»

Me coloqué ropa limpia, salí a respirar un poco de aire fresco recorriendo los alrededores, estaban entrenando y me encontré con Lindsay Schwarz, ella estaba practicando tiro deportivo; disparando con su arma a un punto en blanco en forma de muñeco a una distancia relevante, descargando todas sus balas en cuestión de 5 segundos ahuecando el muñeco.

—Hey, buen tiro. —dije acercándome a ella cuando empezó a recargar los cartuchos, llevaba unos lentes y protección auditiva, pero aún así me escuchó y sonrió un poco.

—Soy muy buena, casi nunca fallo —dijo orgullosa—. Hey doctora, se anda diciendo que le salvaste el culo al Big Boss en el último ataque.

Que rápido volaba el chisme.

—No lo diría así —dije recordando ese momento de tensión extrema—, fue un milagro que no me disparará a mi misma.

Ella se rio un poco y yo también, claro, ahora podiamos reirno, pero en ese momento estaba presa del terror y el miedo, tan sólo recordar cuando le volaron la cabeza a uno de los tenientes y luego como casi uno de ellos le dispara al comandante Hofmann... Realmente no sé cómo hice para tragarme mí miedo y reaccionar de esa manera tomando el arma y disparando si en mí vida había hecho algo así, supongo que nunca sabemos qué ocurrirá cuando reaccionamos bajo presión.

—¿Nunca habías disparado? —preguntó Lindsay.

—No. —admití.

—Pues lo hiciste excelente, Jana —esta vez fue la voz del teniente Sebastián Gómez qué nos interrumpió, Lindsay le giró los ojos, parecía algo obstinada de qué siempre Sebastián se apareciera.

—Es doctora Jana Clark —lo corrigió ella.

—No hay problema, pueden llamarme Jana —le hice saber a Lindsay, pero ella pareció en desacuerdo.

—No les des tanta confianza a los tenientes, parecen perro en celo. —me dijo Lindsay.

Sebastián le entrecerró los ojos.

—Se le llama simpatía —dijo él—, no todos somos unos amargados.

Lindsay se quitó los lentes y los protectores auditivos para encararlo pareciendo rabiosa cuando le dijo:

—Dime que no te quieres meter en los pantalones de ella.

Sebastián le ofreció una media sonrisa y le dijo dando un paso hacia ella:

—No, preferiría meterme en los tuyos.

Vi como el rostro de Lindsay enrojeció y le dio una sonora bofetada a Sebastián para seguidamente irse como alma que lleva el diablo, Sebastián en vez de decirle cualquier cosa o ir detrás de ella, empezó a reírse.

—Creo que ustedes no se la llevan muy bien ¿no? —comenté.

—Ella es mí ex, de hecho. —confesó.

—¿Qué? —solté. Bueno, eso no me lo esperaba, parecían perro y gato.

Él pareció entretenido con mí reacción.

—Lindsay me terminó hace unos días porque ella es un poco difícil, tiene un carácter muy dominante —hizo una mueca—, quiere volver pero me hago rogar un poco, así que la molesto.

Se notaba que Lindsay era de todo, menos dulce, parecía dura.

—¿Por eso me coqueteas en sus narices? —lo cuestioné.

—Elementalmente, las mujeres aman lo que no pueden tener —dijo restándole importancia mientras acomodaba una de las armas.

Entonces todo este tiempo de coqueteos tontos eran porque quería poner celosa a Lindsay... Fruncí el ceño, de repente un pensamiento flotó por mi cabeza y me pregunté si el comandante Hofmann se acercaba a mí para darle celos a la coronel Indira Merchan. Ese pensamiento me dio una rabia bastante irracional.

—Ustedes los hombres son una cosa pero bárbara. —dije sin poder creer que me estuviera usando.

—Lo siento por usarte de alguna manera, pero —dijo—, es divertido hacerla enojar.

—Pues, no creo que a ella le parezca divertido.

—Esa es buena señal —dijo—, porque quiere decir que está loca por mí.

—Pues dicelo —me crucé de brazos indignada—, porque ella va a empezar a odiarme si piensa que en realidad tu coqueteo conmigo es cierto.

Sebastián le restó importancia y señaló el arma.

—¿Quieres practicar?

—No tengo licencia para disparar —dije—, ni tampoco soy militar.

—¿Quien necesita eso cuando estas en una misión especial rodeada de militares? —replicó— En lo que a mí respecta, ahora eres uno de nosotros.

Bueno si lo decía de esa manera...

—Ven, yo te enseño —continuó diciendo Sebastián.

Me pasó los protectores auditivos y los lentes,  cargó el arma y me la dio, la tomé algo dudosa.

—Sujétala con firmeza —dijo y le obedecí tomándola con las dos manos—, perfecto, ahora...

Sebastián se interrumpió cuando el comandante Hofmann se colocó frente a mí; interrumpiendo el lugar hacia donde yo apuntaba el arma; directo a su pecho.

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Holaaa conejitas y babys guapas hoy dos capítulos, pero recuerda votar o tendras mala suerte en el amor :D

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