Capítulo 13: La próxima puedo ayudarte

Capítulo 13: La próxima puedo ayudarte

MAXIMILIAN HOFMANN

El teniente Sebastián Gómez se acercó a mí para entregarme unos bolsos con equipos importantes, sin embargo, apenas me lo entregó me di cuenta de que su mirada estaba en otro lugar viendo más allá, no tuve que voltear para saber que estaba viendo a Jana desmantelando su carpa.

—Ayudaré a la doctora Clark. —dijo él, cuando iba a caminar lo detuve colocando una mano en su pecho haciendo que prácticamente rebotara y se echara para atrás.

—No. —ordené.

Sebastián estaba merodeando a Jana demasiado desde que iniciamos este viaje lo veía cerca de ella y demasiado atento, no me agradaba y ya me estaba haciendo molestar porque él debía meterse en sus asuntos, no andar coqueteando con el personal.

Él me miró pareciendo desconcertado y yo dije:

—Necesito que supervises el área de suministros antes de salir.

—Ya lo hice.

Joder, ya me estaba haciendo hervir la sangre.

—¡Pues hazlo otra vez! —grité. No la quería cerca de ella.

Él se fue rápidamente de ahí. Continúe organizando las cosas en la parte trasera de la camioneta cuando pasó una de las tenientes le ordené que fuera a ayudar a la doctora Clark, no quería a ningún teniente merodeandola.

—¿Te gusta la doctora Clark?

El coronel Freddy Hill, apareció ya vestido con su uniforme cruzándose de brazos, recostandose a un costado del auto para mirarme con una extraña sonrisa.

—¿De qué hablas? —dijo, fruncí el ceño mirándolo pero sin dejar de acomodar las cosas.

Él se encogió de hombros.

—Es bonita, inteligente y te he atrapado viéndola cuando ella está distraída en más de una ocasión.

Este hijo de puta se aprovechaba de ser mi amigo porque yo no dejaba que nadie se dirigiera a mí con especulaciones tontas.

—No digas tonterías. —dije, pero él no quitó esa sonrisa molesta.

—La conocí más temprano —dijo—, es muy agradable.

Terminé de hacer lo que hacía y cerré la puerta del auto con fuerza, le conocía las intenciones y por donde venía, que si yo no la quería él iria a por ella.

—Aléjate de ella —dije—. Es la arqueóloga, y tiene pareja. Ahora anda a arreglar tus cosas y deja de molestar.

Él soltó una ligera carcajada, probablemente disfrutando de mi irritación.

—¿Pero te gusta o no? —replicó— No me has dado una respuesta concreta.

Sabía que él no dejaría el tema hasta que me sacara alguna información.

—No, no me gusta —solté—. Ahora vete.

—Ser tu amigo es una tarea difícil ¿sabes?

—Y aún así sigues aquí como sanguijuela —repliqué—. Anda a arreglar tus cosas, coronel.

Él alzó las palmas de sus manos.

—Ya, vale, vale, comandante.

Se fue y yo mordí él interior de mi mejilla, miré a Jana, la teniente a la que le ordené ayudarla lo hacía y parecían haberse caído bien porque ambas se sonreían y hablaban como amigas de toda la vida. Esa sonrisa era sencilla pero jodidamente seductora, y sus ojos al mirarme ligeramente brillosos y con esa extraña inocencia, me causaban tantas ganas de pervertila, de tomarla y escucharla gemir pidiendo por más mientras su respiración se aceleraba y me rogaba que no parara.

Maldición, tuve que sentarme un momento cuando se me formó una erección, esa mujer me estaba jodiendo la cabeza, ¿cuando fue la última vez que una mujer se resistió a mí? No recuerdo que ninguna antes se hubiera resistido tanto como ella, alejándose de mí, al parecer la lealtad que ella tenía por su novio y por Juliana la hacía difícil de pasar hacía el camino de sus piernas, pero eso lo hacía más interesante para mí.

JANA CLARK

Se suponía que hoy llegaríamos a la capital de Irak; Bagdad, teníamos casi diez horas de carretera continúa, sin embargo, por la lluvia que se había presentado anteriormente ocasionó un derrumbe en la autopista cuando estábamos a dos horas de llegar, así que había que acampar otra vez. Llegamos a un terreno apartado a esperar a que limpiar antes el derrumbe, los agentes de la SEG empezaron a bajar sus cosas para armar sus carpas, sin embargo yo le pregunté al chofer si podía pasar la noche dentro del auto, después de todo no serían muchas horas las que pasaríamos en esta parada, me informó que no había problema, así que me acomodé para dormir ahí, sin embargo consiliar el sueño se me hizo difícil.

Mordí mí labio inferior mirando el techo del auto, al recordar la manera en la que el comandante Hofmann salió del agua, como un dios del mar mientras el agua escurria de su cuerpo con lentitud, ese momento en que se acercó hacía mí y su boca se estiró en esa sonrisa malvada que me mandaba miles de pensamientos impuros a mí cabeza, joder, me sentía demasiado caliente, tanto tiempo de abstinencia no me había pasado factura hasta ahora, nunca había tenido tanta urgencia como ahora que mis piernas se sentían ligeramente acalambradas y mí vientre se contraía pidiendo liberación. Ese hombre me había dejado mal.

Me senté y miré hacía afuera de las ventanas del auto, todo estaba oscuro además de que el auto tenía vidrios oscuros también así que no había posibilidad de que alguien pudiera atraparme. Me volví a acostar y relamí mis labios al pensar en la manera en la que me hizo retroceder y me colocó una mano en mí cuello y me atrapó las muñecas, su cuerpo escultural tan cerca del mío húmedo, su boca calida tan cerca de mis labios...

Solté la cremallera de mi pantalón y deslicé mi mano dentro de mis bragas empezando a frotarme con dos de mis dedos la cima de mi clítoris en ligeros círculos, mordiendo mi labio inferior para evitar gemir cuando mi cuerpo reaccionó casi enseguida completamente sensible, mis pezones duros presionando mi camisa, pasé una mano por uno de mis pechos masajeándolo mientras seguía tocándome en una persona que estaba completamente prohibida para mí, pero en este momento no me importaba solo quería mi liberación, y la tuve, llegué a mi orgasmo, pero sentí que no fue suficiente, quedé con ganas de más, quedé con ganas de que fueran sus manos, su boca, su lengua deslizándose por toda mi piel... Maldición, esperar más meses por ver a mi novio sonaba como toda una tortura ahora que realmente sentía las necesidades que exigía mi cuerpo con tanta fuerza, tendría que conformarme con mi mano y mis tormentosos pensamientos pecaminosos.

De repente tocaron el vidrio de una de las puertas del auto, suspiré cerrándome la cremallera y me senté para abrir la puerta un poco frustrada de no haber tenido alivio, pero me sobresalté notablemente al ver quien estaba del otro lado de la puerta; el comandante Maximilian Hofmann, llevaba el uniforme perfectamente puesto con su chaleco antibalas, sus ojos azules resaltando en la tenue oscuridad, realmente verlo era un manjar para la vista.

—Comandante Hofmann. —dije sintiendo que había agudizado demasiado mi voz de la sorpresa pero, de entre todas las personas que esperaba ver en este momento era a él, que acababa de masturbame pensándolo, aclaré mi garganta.

¿Me habría visto? No, era imposible que me viera si los vidrios estaban oscurecidos, de ropente el temor se aferró a mi pecho al pensar en que el auto tuviera cámaras y él me hubiera visto. Sin embargo, el comandante Hofmann parecía algo escudriñador al ver mi rostro completamente sonrojado.

—¿Estás bien? —preguntó y juro que vi un destello en su mirada, como si supiera que yo estaba haciendo algo indebido.

—Sí —dije intentando parecer tranquila—, ¿por qué?

Sus ojos se estrecharon ligeramente.

—¿Qué hacías?

—Nada —dije muy rápido, joder tenía qué calmarme— solo intentar dormir, ¿qué ocurre?

Él aún no parecía convencido, pero no insistió en el tema. Para mi alivio.

—Necesito un vistazo de la traducción del mapa que llevas, me la han pedido para ir solicitando el permiso de salida de mañana.

—Eh, sí.

Me coloqué de rodillas en el asiento para buscar en la parte de atrás del auto; mi bolso, saqué mi tablet donde estaba la ruta principal que había traducido y me voltee para ofrecersela, sin embargo me di cuenta de que ahora él me observaba; realmente era una mirada profunda y minuciosa, él cambió la mirada a la tablet para enviarse la información sin decir nada, y eso por alguna razón me hizo sentir expuesta, sin querer mi respiración se volvió irregular y tragué pesadamente saliva al sentir nuevamente esa rara intensidad que se presentaba cuando estábamos cerca. Cuando me devolvió la tablet le ofrecí una leve sonrisa incómoda de labios apretados y él dijo:

—Listo, debería descansar.

—Lo haré —respondí deseando que ya se fuera para poder respirar con normalidad otra vez.

Él se iba a dar la vuelta para irse, sin embargo se detuvo en seco y murmuró:

—Y doctora Clark, la próxima vez puedo ayudarte con mi lengua.

Con una leve sonrisilla en sus labios se fue. Me costó varios segundos comprender lo que me dijo o a qué se referia, pero cuando lo hice amplíe los ojos queriendo que me tragara la tierra porque él sí supo lo que hice aquí.














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AAAAAAAAAAHHHHHHHHH!!!! JAJAJAJAJAJAJAJAJAJA DIOS MÍO MUERO! OKEY OKEY PERO ÉL PRÓXIMO CAPÍTULO DIOS MIDO JSJSJS AQUÍ LA TENSIÓN SOLO CRECE Y SÍ LETRAS MAYÚSCULAS PORQUE ESTOY GRITANDO jajaja ¿qué pasará? Las leo, y dedicaré capítulos a la mejor teoría :D

✨Pipícardio✨

Instagram: Ysarisareinamoo

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