Seductoras habilidades.
Le di un pequeño apretón al timbre que suena como trompetas de la casa, digo, mansión al estilo Monte Olimpo de los Dioses.
Al poco rato una de las tantas bonitas empleadas de los Grace abrió la puerta. Sonrió con picardía al instante la joven de dos trenzas al verme.
-Buenos días Percy Jackson. Jason te está esperando en su cuarto. - Abrió más la puerta para dejarme pasar.
-Muchas gracias. - Le dije con una sonrisa amable. No conocía su nombre ya que no era bueno recordando nombres de aquellos que no me interesaban. La sala de estar era magnífica y espaciosa con sofás importados de Turquía al igual que los muebles.
Estaba por subir las escaleras gigantes que estaban en frente de mí.
Pero no fue necesario, Jason apareció al pie de las escaleras.
-Mira nada más que guapura. - Canturrea con una voz aniñada a lo Drew hacia mi persona.
Me echo a reír con ganas.
-Baja aquí cariño. - Le digo con un gesto de los dedos.
Jason empieza a bajar con una pierna delante de la otra con mirada coqueta.
-Hola bro. -Dice con voz varonil al llegar a mi lado.
-Hola bro.- respondo de igual modo.
Miro su traje negro y su corbata color bordo, perfecta en el cuello de su camisa.
-Ya te la pusiste. ¡Me mentiste! -Digo fingiendo indignación.
-Mi padre usa corbata hasta para ir a la playa y mi madre es un versión humana de la perfecta y fastidiosa Reina Hera. -Toma aire. - ¿Crees realmente que no se obsesiona ella enseñándome esta clase de cosas siempre?-
-Recuerdo cuando quería comerme una tortita azul y termino mostrándome los tipos de tenedores que se debe comer con cada comida. -Ruedo los ojos con fuerza. Pensar en esa mujer me daban ganas de ahogarla en el mar. - ¡¿A quién mierda le importa los tenedores a la hora que ven una chuleta de cerdo en la mesa?!-
Ambos nos miramos y sonriendo de oreja a oreja y cejas arqueadas dijimos al unísono.
-A la Perfecta Reina Hera. -
Jason se rio y me agarro de los hombros dirigiéndonos hacia la cochera.
-Vámonos antes de que llegue del Spa. No todos tenemos la suerte de tener una madre super cool como la tuya. -Dice con voz melancólica. Me quedó en silencio. Porque conocía a mi tía y existía una lista de cosas agradables de ella... Qué enumerándolos no pasaban del tres.
Uno, su rostro. Dos, su voz. Y tres, su comida.
-Señor Jackson nuestras nenas nos esperan. -
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La casa de Piper era casi tan colosal como la de los Grace. Bajé del auto de mi primo y me quede con la boca abierta moviéndola como un pescado fuera del agua y permanecí así todo el camino hasta que llegamos frente a la puerta de roble macizo. Jason tocó timbre.
-Guarda un poco de baba para cuando veas a Annabeth. - Me susurra Jason. Le echo una mirada irónica y antes de poder contraatacar.
Piper abre la puerta.
-Ho... wow. Vaya...- Se puso a titubear y ponerse rojo mirándola con un vestido bordo hasta sus muslos. Tenía solo lo necesario de maquillaje en el rostro. Y zapatos altos que estilizaban su figura. No tenía nada que envidiar a su hermana Silena. Quien poseía fama de la mujer más hermosa y perfecta.
La cara de Piper mostraba satisfacción por la reacción de su novio. Me miró, y apunto con su pulgar detrás de ella en dirección a la sala.
-Ve y siéntate. Annabeth termina enseguida. - Ordena.
Tal vez fue mi imaginación super creativa pero juraría que esa fue una patada en mi trasero para que me largue y los deje solos para besuquearse y toquetearse.
No lo pensé mucho y cuando ya estaba apenas dos pasos en el interior. Piper cierra la puerta detrás de ella con fuerza.
-Bueeenoo... Nos esperarán afuera, ¿sí? yap. -musito para mí mismo.
Me siento en el sofá. Me siento inquieto así que me levanto. Y recorro en círculos enérgicos alrededor de la sala. Mis ojos de dirigen hacia una pecera y de inmediato casi corriendo me acerco a admirarlos.
Eran peces payasos y un pequeño pez gato. Increíble. Al lado de la pecera había un frasco de comida para ellos.
Miré alrededor, no iba a hacer nada malo sólo les daría de comer. Era una persona adulta y confiable con licencia de conducir.
Agarro el frasquito y de inmediato suben los 10 peces hacia arriba a comer.
-Eso es, oww. Mira esa boquita. -Susurro enternecido. -Coman pecesitos. Shii, lindos muy... -
-¿Percy? -
Echo un chillido muy afeminado. (Qué horror) Y se me cae el frasquito por el susto dentro de la pecera Hasta el fondo. Para el colmo.
-¡Mierda! -
Escucho la risa de Annabeth detrás de mí. Aún no la miro, trato de meter mi mano en el agua pero es demasiado grande y hondo, teniendo en cuenta que estaba a la altura de mi pecho.
-Doble mierda. -Vuelvo a decir.
-Encontré esto, espera te ayudo. -
Escucho los pasos de Annabeth acercarse detrás de mí y ponerse a mi lado, sosteniendo en sus manos unas pinzas de gran tamaño.
-Fue tu culpa, te apareciste de repente de la nada...- Mi voz poco a poco pierde fuerza. Su hombro desnudo y brillante llama mi atención y entonces viro mi rostro para contemplarla, y sé ahora qué mis codiciosos ojos no van a despegarse de ella en toda la noche.
¡Por los patrocinadores de Hércules!
Y de repente todo a mí alrededor deja de existir para admirarla solo a ella. Hasta los más minúsculos detalles mis ojos devoran. Como los aretes en forma de búho en sus orejas. Su cabello enrulado había desaparecido y ahora estaba planchado y suelto cayendo como una cascada de oro fundido hasta su estrecha cintura.
Era de lejos la cosa, perdón, la chica. No, la mujer más sensual que había visto en toda mi corta existencia.
-Listo. - Pone el frasco en la mesa con sus dedos finos. Gira hacia mí y mi corazón late desbocado cuando me doy cuenta de nuestra cercanía. Sus pechos tentadoramente a la vista, si me acercaba unos míseros centímetros más podría sentirla con mi pecho, cubierto de demasiada tela ahora que recuerdo. Maldición. Maldición soy un pervertido, mamá, lo siento.
-Te ves bien.- Ella halaga y asiente con una sonrisa tierna, llevando un mechón rubio detrás de su oreja. - Así que puedes ser el chico punk y el hombre apuesto con corbata al mismo tiempo. -
-Tengo variadas facetas sorprendentes y desconocidos para el ser humano ordinario . -
Mierda su vestido no era nada tierno. Su escote no era para nada tierno. Alerta roja, chico.
¡No mires Percy! Entonces, como el cerebro lleno de algas que poseo, mi boca ya estaba formando mis pensamientos.
-Creo que me voy a quedar toda la noche embobado por tus pechos.-Suelto así como si nada. Me tapó la boca con fuerza luego de eso en reflejo para evitar decir más bobadas.
Ella se sobresalta y se pone roja e imagino que yo igual o aún peor.
-Eso... Lo tomaré como un cumplido. - Dice finalmente sin muestra de haberse ofendido.
-¿Y Piper? - Pregunta recorriendo la sala con la mirada.
-Ehh... - Me doy una cachetada mental y reajusto mi cerebro con mi lengua. -Afuera, Jason está con ella. Seguro están diciéndose "hola".
Sonríe de medio lado divertida y observa la pecera.
-Cómo te sientes viendo peces todo el tiempo encerrados en vitrinas. -Me pregunta distraída.
-Creo que una mejor pregunta sería. ¿Cómo me siento mirándote en ese vestido estando tan cerca tuyo ahora mismo. - De nuevo... estaba perdido. Un caso perdido. ¡Pero debían entenderme! ¡Era un chico! Nosotros siempre pensamos en estas cosas.
Siempre esclavos de las caras bonitas y curvas por las que te gustaría pasear por ahí un buen rato, o chocar como sea.
Y estaba tan sexy con ese vestido. Encima de mi color favorito. Azul. Y lo tenía puesto mi persona favorita.
¿Ya mencione que olía espléndidamente a mandarinas? Pues olía divino.
-Pensé que eras diferente de esos chicos de pura testosterona. - Dice Jadeante. ¡Jadeante! Le gustó. -¿Está fachada de hombre respetuoso, es solo eso? ¿Una fachada? -
Pero, ¡¿qué clase de pregunta es esa?!
Era uno escotado y al cuerpo hasta las rodillas sin tirantes sosteniendo esos frutos de los Dioses. Jamás estaría imperturbable. Menos un hiperactivo como yo.
-Menos mal que me apure con la invitación para que estés a mi lado. -Digo en cambio.- No te preocupes, voy a cuidarte a ti y a ese diminuto vestido para que no tenga ninguna arruga.-
Un látigo de celos me ataca al pensar en esos idiotas como 40 veces peores que yo, cerca ante está Diosa de la calamidad. La nombraba así hoy porque estaba segura que iba a causar varios disturbios entre parejas y hombres frágiles.
Sus ojos brillan maliciosos y juguetones. Y tengo un buen presentimiento que calienta mi sangre.
-Debo preguntar mi Señor. ¿Estoy a salvo a lado suyo? Bajo sus gruesos brazos he de decir. - Y entonces me mira bajo sus pestañas con seducción pintando sus hermosos ojos grises.
-De qué clase de protección hablas dulzura.- Ronroneo acercándome a ese grácil cuello. Me detengo sin tocar nuestros cuerpos ni por un centímetro y la tiento respirando cerca de su cuello. Respirando su perfume embriagador.
Y desde aquí puedo observar con placer que traga saliva, pero cuando me mira lo hace con seguridad y sin retroceder asustada. Estoy hechizado.
- He protegido tanto tiempo mi virtud de hombres tan peligrosamente varoniles como usted. Le seré sincera y le digo que si ataca no creo tener voluntad de decirle no.- Siento que me mareo, su jueguito hará que me impulse a comer su boquita pintada de rojo sangre.
- ¿Cuánto aprecias esa virtud Annabeth? -
- En la medida que te tardarías en quitarme este vestido. -
Uff. Me ha dejado sin palabras. Y ha dejado algo más con ganas hacia allá abajo. En la parte inferior de mi cuerpo.
- Parece que los rumores de tu habilidad en seducción han sido exageradas. - Susurra Annabeth con una sonrisa torcida.
Todavía estoy mudo ante ella.
-¿Cómo es posible que una novata como yo, haya dejado mudo al experimentado Perseus Jackson. -Susurra en mí oído mandando un escalofrío por todo mi cuerpo. Y allá por allá.
Sus torneadas piernas en tacón alto. Tocan mi pierna y la acaricia.
Y entonces me rio. Una ronca risa desde el fondo de mí sale. Y Annabeth me mira sorprendida. Es tan refrescante esto.
-Ay mi ingenua Annie. -Me mira molesta, pero su expresión cambia en un santiamén.
La agarro de sus muñecas y con mi cuerpo más dominante que el suyo, hago que retroceda hasta la pared más cercana.
Sujeto sus muñecas a cada lado de su rostro y aprieto su curvilíneo cuerpo con el mío con ánimo. Mi rodilla descansado cerca de su muslo y muy peligrosamente cerca.
Ella me mira con sus ojos de par en par como corderita ante el lobo feroz. Un placer indescriptible que apenas contengo me insta a besar su cuello. Y dejarle una marca mía para que todos los vean.
-A mí no me conocen por mí habilidad en palabras francamente Annie.- Le digo con voz ronca. Apoyo mi frente en la suya encarcelándolo con mi mirada. -Si no que por otras habilidades más divertidas. -
Su pecho baja y sube agitadamente cosa que me fascina. Sujeto sus muñecas con una mano y luego con mi dedo índice. Tocó su mentón y bajo por su cuello lentamente con mi mirada siguiendo mi propio atrevido dedo. Lo veo apunto de tocar el inicio de sus senos.
Pero a último momento, su voz me detiene.
-Estamos...- Se detiene al escuchar su voz temblorosa pero sigue de igual forma. - Estaba jugando contigo Percy. Puedes parar sesos de algas. -
Trato de ocultar mi decepción. Me muerdo el labio.
-No juegues conmigo teniendo un vestido así Annabeth. - Suelto sus muñecas pero no me alejo. Sus ojos grises bajan a mis labios.
-No me mires de esa forma. -Le advierto en un susurro.
Ella me mira confundida. -Pero tú estabas solo siguiéndome la corriente ¿no? -
Pienso en mentirle. Pero en cambio. Agarro su cintura y la aprieto con fuerza contra mi entrepierna abultada. A la mierda todo, Luke, amigos, friendozone maldita. Voy a dejar de mentir desde justo ahora.
Sus ojos de abren desmesuradamente. -¿Te parece ahora que jugaba contigo Chase?- Gruño. De esta manera estoy tan débil ante ella.
-¿Qué es lo que pretendes hacerle a tu amiga? - Susurra sorprendiéndome.
-Comerte la boca. A eso quiero jugar con mi amiga. Enseñarte varias cosas.-
-Y sí dejarás de ser un cobarde lo harías justo ahora. -Me regaña frunciendo el ceño.
Me quedo atónito. Me habían llamado por muchos nombres pero nunca por ese.
- Yo no soy un cobarde. -
-Eso depende de lo que hagas a continuación. - Sus manos sostienen mi cuello y se acerca a mí rostro sin dificultad mediante sus altos tacos.
Mierda. Triple mierda. Si esa no era una luz verde, no sé lo que era. Y como soy Percy Jackson. Me quedo atontado mirándola, ardiendo cabe decir.
Hasta que suena la contestadora de un teléfono al fondo. Sale de ella la voz de una mujer comentando sus vacaciones en Bahamas. Y de inmediato entra Piper sin prestarnos ni mínima atención. Como si yo en posición para violar a Annabeth fuera lo más normal del mundo.
Annabeth aprovecha mi desorientación y se aleja detrás de los sofás para tomar aire. Aparta su rostro de mi vista.
Al poco rato, yo aún con el cerebro frito. Aparece Piper.
-¿Pero por qué se tardaban tanto? Vamos con retraso, andando tontuelos. -
Nos guiña un ojo y sale.
Annabeth me mira aún con sus mejillas sonrosadas. Me sonríe temblorosamente. Como si justo hace dos minutos no me hubiera dicho que la besara.
-Vamos Perseus. - gira y se va.
Yo me quedo cuatro segundos parado ahí y luego sigo su seductora estela hasta afuera, hasta llegar a la puerta. Con mi corazón en la garganta.
Miro detrás de mí hacia aquella pecera y aquella pared privilegiada aún tratando de reflexionar lo que había pasado.
-Percyyyyy. -Llama Jason.
Trago saliva y cierro la puerta con fuerza en frustración.
Hoy. Era una promesa.
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Buenos días espero que hayan disfrutado el capitulo como yo me diverti escribiéndola. Y créanme lo disfrute papu.
Gracias por sus votos y comentarios desde ya bye bye.
Oh
Vestido de Annabeth pero color azul. No soy buena describiendo vestidos. Sorry. ♡♡
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