Querido Hijo Mío
13: 30: 45 pm.
Una carta es abierta lentamente, con dedos temblorosos. Eran tres hojas amarillentas por la antigüedad, con manchas oscuras que parecían sangre seca, impregnadas en el papel. Las hojas estaban escritas hasta los bordes.
Sus ojos verde mar que eran jóvenes y a veces huecos, a medida que leía se imagino otros ojos iguales a los suyos pero más viejos y con arrugas alrededor de los ojos por sonreír. Mirando este mismo papel.
~~
Querido Hijo Mío.
Y pensar que el último recuerdo tuyo que me llevaré será... Tú, estando acostado en tu cuna. Pequeño y muy enclenque. Quien te mirará pensaría que no sobrevivirías mucho tiempo. Yo no creía en eso, aún no te conozco del todo, pero sé, qué eres fuerte. Serás fuerte.
Sacaste mis ojos, se me pone la piel de gallina cuando imagino lo guapo y parecido a mí que te pondrás cuando seas grande. ¡Todo un galán, un hijo, un hombre con gran porte!
Mi hijo favorito, no sé cuando vayas a leer esta carta (perdona por las gotas de sangre en el papel, por cierto) pero cuando lo hagas, espero que seas ya un hombre maduro, inteligente y noble como tu madre.
Un hombre hecho y derecho.
Seguramente tu madre te contará de mí y como nos conocimos, bueno, te daré mi versión de la historia. Mi punta de vista. Y debido a mis condiciones, solo diré la verdad y nada más que la verdad.
Como ya sabrás, tengo dos hermanos. Somos tres hermanos muy disparejos. Y aquí viene lo bueno, tú abuela estaba "algo" obsesionada por la cultura Griega. Entonces, los nombres se distribuyeron de esta manera.
Para el hijo menor Poseídon..., para el del medio Hades..., y para el mayor Zeus. ¡Qué extravagante! ¿No? Te imaginaras el bullying que sufrí con eso.
Uff, me siento nervioso ¿sabes? Mis dedos me tiemblan, y mis lágrimas están arruinado la tinta. Bueno, imagino que tu madre ya dio su aprobación para mostrarte la carta así que me lanzaré de lleno hasta el fondo con nada de cuidado y con todo mi morbo.
Digamos que para empezar, antes de conocer a tu madre era algo... Mujeriego. Los tres hermanos éramos los más grandes admiradores de las bellas mujeres.
Una noche, tus tíos Zeus y Hades fueron a mi departamento a pasar el rato como siempre a quitar tensión y todo eso. Tomamos un poco de vino, (néctar para los grandes Dioses, chiste, chiste; ugh, espero que hayas sacado el sentido del humor de tu madre) entonces tus dos tíos que ya estaban felizmente "casados", algo ya tomados empezaron a tirar sus trapos sucios: Zeus era un ser miserable a lado de su perfectísima esposa; mira qué le encantaba que ella le controlará hasta que color de calcetines usaría cada día. Me mostró sus pies y todo, con pesar. Hades no quedaba atrás, hiciera lo que hiciese su esposa llegaba tarde a casa oliendo a perfumes de hombres. (¿Irónico no?) Llegaba y salía a su antojo, apenas chistaba Hades por ello, Persefone empezaba a chillar y maldecirlo "No seré una esclava, ni un florero de decoración para tu lúgubre mansión".
Bla, bla, bla.
Por esa razón misma yo no creía en el amor e iba picando a las mujeres jurando amor falso. (Espero que seas lo suficientemente adulto para leer esto) Lo admito, no soy alguien que todo niño quisiera presentar en su escuela a sus compañeritos contándoles que probablemente su padre hizo travesuras con su mami.
Bueno, nos estamos desviando del tema, olvida todo eso.
Sabía lo que ellos necesitaban. Y les conté la idea. Tu tío Zeus había sido igual que yo antes de casarse así que no puso resistencia. Convencer a Hades fue más difícil, quería a su esposa. Pero creía en la justicia y en la venganza. Con eso lo tuvimos en el auto rumbo a nuestro destino.
Conocí a tu madre en un prostíbulo. Qué tenía la fachada de ser un club de mala muerte.
Directo y sin rodeos. Pero eso no es todo...
Estaba sentado ahí. Una mesa solo para mí, con sus asientos vacíos. Zeus reía a carcajadas a varios metros sujetando las caderas de una voluptuosa rubia. Sus labios eran rojos sangre, y bailaba como una Diosa. Parecía una estrella de televisión con mirada arrogante.
Se llamaba, Beryl Grace. La madre de Jason y Thalia. Con eso, ya sabrás como terminó esa noche con ellos dos ¿verdad?
La última cosa que supe de Hades, es que caminaba embelesado siguiendo el contoneo de una mujer de tez blanca y rasgos italianos. Otra bailarina con el pelo largo negro y lustroso.
Su nombre era María Di Angelo, pero su historia fue diferente a la de Beryl.
Beryl que sólo fue una amante cualquiera para Zeus, en cambio la encantadora Maríaa se convirtió en la nueva esposa de Hades. Persefone le dio el divorcio sin chistar luego de llevarse un buen dineral. A Hades nunca le importó el dinero. Con María, él no necesitaba de nada más.
Creo que, a pesar de yo estar a punto de morir, opino que la historia con final más trágica fue la de mi hermano Hades... Pobre María Di Angelo, se había metido con las personas equivocadas. O mejor dicho, la obligaron.
Y mi hermano, quien solo buscaba amor y compañerismo verdadero. Conoció el dolor. Se la arrebataron con tanta crueldad.
Bueno, volviendo a mí. Yo estaba ahí, nunca me había dado cuenta de lo triste, vacía, y miserable que había sido mi vida hasta que la conocí. Sí, a tu madre, hijo.
Había pedido a un hombre que trabajaba allí, a una chica nueva para que me distrajeran.
No supieron que me habían traído al amor de mi vida, no sabían que me había enredado en sus largas piernas, y hundido en sus ojos azules. Aquella que ocuparía mis pensamientos día y noche.
Alguien que acabaría todo con su secreto y asqueroso tráfico de personas...
Sí hijo, tu madre había sido secuestrada de los Estados Unidas y traída a Grecia. Para nada más que prostituirla y explotarla de las maneras más... (Aún me lleno de tanta rabia, quisiera gritar hasta explotar mis pulmones) Pero claro, esto yo aún no lo sabía.
Supe que era diferente al resto en cuanto estuvo delante mío. El hombre se mantuvo cerca para intervenir en caso de que por algún aberrante motivo quisiera agredirle. Pero dándonos el espacio suficiente para no oírnos por sobre la música.
Ella se quedó parada ahí mirándome con grandes ojos azules que cambiaban con las luces, sin tener la mínima idea de qué hacer a continuación; viéndose incómoda y fuera de lugar muy al contrario de las demás bailarinas como Beryl Grace, que parecían muy a gusto con todo el entorno.
Ella era una mujer hermosa, lo debe seguir siendo... Utilizaba su cabello largo y castaño para cubrir sus perfectos pechos. Tenía un sostén azul brillante de satén y falda que apenas ocultaba sus nalgas. Recuerdo como sus piernas y sus dedos poseían casi un invisible temblor. No me hubiera dado cuenta, si yo no la estuviera comiendo con los ojos prácticamente. Bebiéndome de su belleza.
Y ella tampoco dejaba de observarme, su mirada era una mezcla de temor y curiosidad.
Yo era un hombre apuesto de veinticinco años, grande y fuerte. Ella estaba saliendo apenas de la adolescencia. Parecía de 18, 19 años, pequeña y frágil.
Qué equivocado había estado... Todo ella era fortaleza y coraje.
Más que la apariencia creo que eso fue lo que me enamoró. Una reina entre los mortales sin duda.
El hombre le gritó algo en inglés que reconocí fácilmente como "baila". Ella se sobresalto y se encogió muy visiblemente. El hombre la miró amenazante, entonces ella rápidamente subió torpemente sobre la mesa.
Me miró cohibida y empezó a moverse sin mucha coordinación. Se veía a leguas su nerviosismo y bochorno. Me apiade de ella y la quite de su calvario y humillación. Le pedí que se sentará en el sofá a mi lado.
Me miró insegura, echando una mirada al hombre que se suponía nos mantenía vigilados. Ese hombre ahora mismo se distraía con Beryl quién poco a poco empezaba a deshacerse de sus prendas seductoramente para Zeus.
Ella vino a mí con pasos lentos y silenciosamente se sentó dejando un espacio prudente entre los dos. No insistí en ello. Hablamos un rato, nunca agradecí tanto como ese día por haber estudiado el inglés forzadamente por un capricho de mi madre.
Era dulce y reservada. Aunque claro, estaba en su derecho. Poco a poco nos habíamos acercado. Podía olerla a pesar del olor asfixiante de los cigarrillos y el humo que expulsaban las máquinas. Olía a regaliz y a chocolate y a todo lo demás que uno podría encontrar en una tienda de dulces.
Cada vez me maravillaba más de ella.
- ¿Cómo te llamas? - Ella abrió sus ojos como platos y respondió cautelosa.
- Lisa. - No era buena mintiendo. Sonreí suavemente y me atreví a acariciar su mentón.
- Tu verdadero nombre. - Ella me miró dudando.
- Confía en mí. - Lo dije sin dejar de mirarla. No creía que fuera a confiar en mí, era un tipo en un prostíbulo después de todo. Había llegado por una razón aunque esa razón estaba totalmente olvidada ahora.
Pero lo hizo, fue un indicio de que no era un completo desgraciado...
- Sally Jackson. - Murmuró como una caricia.
- Encantado Sally. - Tomé su mano y la estreche. Ambos nos sentimos conectados.
Y me regaló una sonrisa llena de calidez.
Aún no le habían quitado su inocencia... Los traficantes cuidaban con más celo a sus vírgenes. Para un pez gordo que diera mucho dinero por ellas. Nunca agradecí tanto por ser alguien adinerado. El dinero valió algo por un instante.
(Recuerda hijo, el dinero es bueno o malo dependiendo de las manos que las sujeta, no maldigas simple papel sin valor)
Pague por ella, para una noche entera junto a ella. Así lo hice por un mes. Y no hicimos nada más que abrazarnos y hablar. Me desnude ante ella como nunca hice con una mujer. Le conté todo acerca de mí, y mucho más.
Y ella me contó su... nefasta situación.
Ahora... Agh.
Me apuraré, porque, empiezo a desangrarme algo rápido, jejejejej.
Bueno, nos enamoramos. Me enamoré perdidamente de ella, Percy.
La salvé, la ayude a salir de ese lugar. Y tuvo su costo. (Ahora lo pago) Me encontré cara a cara con la mafia. Vivimos dos años juntos, y fueron... FABULOSOS, Increíbles, simplemente fui el hombre más feliz de la tierra.
No me arrepiento de nada Percy. Lo volvería a hacer una y mil veces. Los volvería a elegir siempre a costa de mi propia vida.
Confío en mi amigo y en mi hermano Zeus para que los cuide hijo. Él los cuidará. Lo hará. Eso espero. Es todo un tirano y arrogante, pero sé que jamás me traicionaría. La familia es la familia.
Sé que no podrás recordarme... Me duele saber eso, no tienes idea...
Solo quiero que sepas esto. Amé a tu madre y te amé a ti hasta mi último suspiro de vida.
Te amo hijo, hay tanto, tanto, tanto, qué quisiera decirte y enseñarte. Enseñarte a caminar, a hablar, a nadar.
Me encantaba nadar... Te amo hijo. Te amo, irme es lo único de lo que me arrepiento. Puede que me odies por dejarte, lo entiendo. Y lo lamento pero debes saber que la muerte no estaba en mis planes, para nada... Sé fuerte pequeño Percy. Conviértete en un héroe o vive tranquilo como un mortal corriente, pero nunca te culpes de algo por mucho tiempo ni llores.
La vida es demasiado corta para gastarla en arrepentimientos y culpa hijo.
Vivas como vivas, estoy orgulloso de ti hijo. Estoy muy orgulloso de ti, Percy, ahora y siempre en la eternidad.
Espero que tu madre te cuente el resto del historia. Mi condición lamentablemente ya no me lo permite.
Con amor, tu padre orgulloso,
Poseídon.
~~~
Caí de rodillas, el suelo las lastimó pero poco o nada me importó. No oculte mis lágrimas de Océano y tampoco el hecho de que estaba sollozando y abrazando la carta de mi papá al mismo tiempo. Abrazándola como mi bálsamo.
- No, no papá. En lo único que te equivocaste fue en confiar en él. - Jadee, el dolor atenazaba mi pecho y dificultaba mi respiración. - Tonto, tonto papá. Zeus no era bueno, él no era bueno. Nos dejó con Gabe. Nos abandonó. -
- Lo lamento mucho, Percy. - Océano me miró con pesar. - Tu padre jamás se imagino que algo así ocurriría. -
No tenía palabras, absolutamente nada.
-Lo lamento Percy. Realmente lo lamento. -
Mi teléfono sonó. Me quedé mirándolo como un estúpido parpadeando varias veces tratando de alejar mis lágrimas para identificar el número.
- Permíteme. - Dijo Océano. Y sin esperar mi respuesta me quitó el teléfono de mis manos.
- ¿Díga? - Contestó. - Oh. - Me miró pasmado con incredulidad. Me levanté lentamente con una interrogante en mis ojos.
- Entiendo. - Colgó.
- ¿Qué sucede? - Susurre con la voz quebrada.
- Tu madre, está en el hospital. - Me tomo del brazo y nos dirigimos hacia la salida conmigo boquiabierto. - Andando, chico, tu calvario aún no cesa. -
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No te pierdas los últimos capítulos de esta asombrosa historia.
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