Capítulo Nº 5 | parte 3
Me desperté por el molesto sonido de mi celular que no paraba de sonar y, además, al mirarlo noté que se estaba quedando sin batería. Maldije por lo bajo mientras me refregaba los ojos, me dolía la cabeza, sentí que explotaría en cualquier momento, por lo cual me quedé ahí recostado mirando el techo blanco.
Era extraño, podía recordar bien todo lo que había sucedido en la noche, podía recordar la pelea de Ian, las palabras de Becky, el beso con Christine e incluso sus palabras antes de que entrara a bañarse. Sin embargo, sentía todo aquello tan lejano, tan ajeno, como si yo solo hubiese sido un espectador y no el protagonista de los hechos. Como si mi mente, aún dolido, quisiera negar que todo aquello pasó. Pero yo sabía que había pasado, que Becky me odiaba, que Ian me detestaba y que, probablemente, hasta Christine había comenzado a odiarme.
Me senté y busqué a Alex allí en su cama pero no estaba, su cama estaba perfectamente armada como si ni siquiera hubiese pasado la noche así, lo cual era extraño porque nos acostamos al mismo tiempo a dormir. Lo vi recostarse y juguetear con su teléfono celular por un rato, mientras conversábamos hasta quedarnos dormidos.
Con cuidado –porque aún me sentía bastante mareado– me levanté de la cama que había preparado Alex para mí y salí de esa habitación impecable. Me sorprendió eso, que todo estuviera en perfecto orden, que la habitación roja y blanca de Alex se viera como la habitación de mi madre. Me pregunté si la habitación de Christine se vería igual de impecable, pero al recordarla arrojar la ropa al suelo di por hecho que sería lo opuesto a su hermano.
Me coloqué, entonces, el pantalón para poder ir en busca de los gemelos, supuse que estarían en la cocina debido a que ya era mediodía y, seguramente, Alex estaría preparando algo para comer. Sin embargo, al salir, mientras revisaba mis notificaciones, vi a Christine allí en el living con una taza de té en las manos, estaba sentada con los pies sobre el sillón y en esa posición podía ver a la perfección su ropa interior amarilla –porque solo llevaba puesta una camiseta que tenía la apariencia de pertenecer a Alex–. Estaba con la mirada baja, parecía mirar el contenido de su taza con tristeza.
—¿Chrissy?
Me acerqué a ella, quien levantó enseguida la mirada y cambió por completo su semblante, me dedicó una sonrisa alegre.
—Ey, ¿cómo amaneciste?
—Un poco mareado pero bien, ¿qué tal tú?
—Alex tenía que hacer algo importante así que el almuerzo corre por nuestro lado, más tarde vendrá. ¿Qué quieres almorzar?
Por alguna razón que no lograba comprender, ella no me estaba mirando. Corrió enseguida su mirada para concentrarse en su taza de té, sin mirarme. Pensé que quizá estaba avergonzada por lo de anoche, por haberme ayudado al fingir ser mi chica o incluso por casi besarme en el sillón. Entonces decidí acercarme para poder colocarme en cuclillas frente a ella y verla bien a los ojos, quería demostrarle que todo estaba bien, que yo estaba bien y que no me molestaba en lo absoluto.
—Hablé con Reb —dijo de repente—. Está muy apenada por lo de anoche, dijo que no esperaba esa actitud en Ian y que lo lamenta mucho.
—¿Qué le dijiste? —pregunté con curiosidad y una leve angustia.
—Que estaba bien, después de todo lo que haga él no es culpa de ella, pero le dije que se fijara mejor la clase de persona que tiene a su lado.
Me puse de pie con una sonrisa esperanzada y me desperecé un poco, aún me dolían los músculos por pelear anoche y la herida en mi cuerpo seguía ardiendo, tardaría unos días en sanar al igual que los moretones que me habían quedado en el rostro. Estaba más alegre de saber que Becky se arrepentía de lo de anoche, quizá también de lo que me había dicho a mí o incluso de elegir a Ian por sobre mí.
—Quedó pizza de anoche, podemos calentarla y comer eso, así no tendríamos que preparar un nuevo almuerzo —dijo Chrissy con una sonrisa al ponerse de pie.
—Me parece bien, ¿quieres que lo haga yo? —pregunté al dejar ir un bostezo.
—No, siéntate a la mesa que ya lo hago.
Obedecí a su pedido, porque aunque quisiera ayudarla estaba demasiado débil por haberme despertado recién, incluso sentí que si parpadeaba demasiado terminaría por dormirme a la mesa. Decidí primero ir a higienizarme a su baño, un mundo completamente diferente a mi pequeño baño húmedo. Luego le preguntaría a Christine si podía darme una ducha, estaba lleno de olor a alcohol, sangre y sudor, y aunque hice lo posible por lavarme para no sentirme sucio ni apestar, un buen baño me serviría mucho más.
Luego me senté a la mesa tal y como ella me había dicho y, aunque tenía poca batería, comencé a ver esos mensajes que me habían mandado. Algunos eran de Eric, me hablaba sobre la fiesta de navidad, otros eran los típicos mensajes motivacionales de mi tía. Y allí, encima de todos, estaba el de Ian. Según lo que podía ver, además de ser poco más de cincuenta mensajes, era que había fotos. Pensé que podría tratarse de fotos de Becky con él y me dije a mí mismo que borraría, nuevamente, ese chat para no torturarme a mí mismo. Sin embargo la curiosidad pudo más y decidí abrirlos. Fotos de una mujer desnuda e incluso videos se veían ahí, comencé a alterarme al pensar que él podría en verdad estar enviándome fotos de Becky para molestar. Que podría estar traficando fotos de su novia, como si no importara nada, como si la privacidad fuera un chiste. Pero entonces me percaté de que esa no era la figura de Becky, para nada. Era delgada, de extremidades largas y bonitas caderas, y entonces lo vi.
«Mira a la gorda puta de tu novia».
Era Christine. Eran fotos de Christine desnuda en poses insinuantes y muy sexuales, fotos donde se la podía ver por completo de diferentes ángulos, especialmente su entrepierna. Incluso videos sola o con un hombre.
—¡Christine! —comencé a chillar—. ¡CHRISTINE!
No quería seguir viéndolos, no me parecía correcto. Era horrible y, además de sentir vergüenza, comencé a sentir mucho odio. ¿Cómo diablos Ian podía tener eso? ¿Cómo se podía ser tan poco hombre para enseñarle a otra persona fotos que eran privadas?
—¡CHRISTINE! —insistí.
—¡Ya voy! Deja de gritar así, pareces Alex —dijo al acercarse con una risa—. ¿Qué sucede, viste un fantasma?
Pero yo no respondí, solo levanté mi teléfono –que comenzaba a quejarse por la falta de batería– frente a ella para que pudiera ver lo mismo que yo, y así pude ver su expresión de horror. Primero abrió sus ojos de par en par, luego sus fosas nasales se expandieron y sus labios se torcieron en una mueca indescriptible.
—¡¿De dónde sacaste eso?! —chilló al sujetar el teléfono—. ¡¿De dónde?!
—Lo envió Ian —me atajé enseguida.
—¡¿Las viste?! —chilló al verme con tristeza—. ¡¿LAS VISTE, AL?!
—Pensé que sería Becky, quería advertirle que enviaba esas cosas y... y me di cuenta que eras tú...
Christine comenzó a temblar, sus manos y piernas temblaban mientras mascullaba palabras indescifrables, parecía querer explicarme, murmuró varias veces que era un secreto, pero entonces comenzó a llorar. Primero suave, luego fuerte, luego desesperada al dejarse caer de rodillas en el suelo. Me agaché enseguida frente a ella, quería ayudarle de alguna forma pero no sabía cómo.
—¡¿Cómo las consiguió?! —chilló, en medio de su llanto—. ¡¿Cómo?!
—¿Nate, quizás...? Ese es Nate, ¿verdad? —susurré al tomarla del rostro, estaba completamente fuera de sí, histérica de llanto y odio.
—¡No, Nate no haría eso! Nate puede ser un bastardo en muchas cosas pero no se avergonzaría así mismo así solo para herirme... —lloriqueó—. Era nuestro secreto... Prometimos... Prometimos no divulgarlo por resentimiento...
—Tranquila, Chrissy... —dije con suavidad, buscaba tranquilizarla.
—¡¿Cómo quieres que esté tranquila?! —chilló nuevamente, luego comenzó a llorar con más fuerza—. ¿Cómo... me pides que esté tranquila? Las viste, tú... las viste... Me viste así...
Comenzó a abrazarse a sí misma, como si su cuerpo le diera asco, como si sintiera vergüenza de sí misma. Supuse que le afectaba eso, que yo, su amigo, la hubiese visto de esa forma. La miré fijo y tragué saliva.
Sí, la había visto, había visto varias de esas fotos de ella desnuda en poses sexuales, pero no bien me percaté de que era ella dejé de ver. Fue apenas un vistazo para asegurarme de si Ian estaba traficando las fotos de Becky o no, no fue un vistazo lujurioso ni con deseo. Ni siquiera reproduje los videos, donde según la miniatura se la podía ver practicándole sexo oral a Nate.
Suspiré y la abracé mientras ella lloraba y, supuse que por descarga, me golpeaba en el hombro, como si yo fuera el culpable de ello. Estaba avergonzada, triste y furiosa, pero también la sentí muy acomplejada.
—Apenas si las vi, Chrissy, tranquila. No vi nada —dije con suavidad, buscaba tranquilizarla aunque fuera mentira, porque aunque fue poco sí había visto bastante de su cuerpo—. Quédate tranquila, ¿está bien? Buscaré a Ian y le cortaré la verga si es necesario, pero por favor, ya no llores así.
Christine no dejaba de llorar, y no había nada de lo que yo dijera que pudiera tranquilizarla, así que le quité el celular de las manos y comencé a borrar el chat y las fotos de mi galería de imágenes. No quería tenerlas allí y menos aún quería que ella llorara de esa forma solo porque Ian era un imbécil resentido incapaz de aceptar la derrota, incapaz de aceptar que una mujer lo había humillado, de que yo le di una paliza y que Alex no habría dudado en matarlo.
—Ya está, Chrissy, las eliminé todas. ¿Sí? —dije al secarle las lágrimas con cariño—. Ya está, buscaré a Ian y lo destrozaré, y esto quedará en un mal recuerdo.
—Fue ella... —dijo de repente, luego de sorber por la nariz—. Fue Reb...
—¿Becky? —pregunté con total sorpresa—. No, no, ella no haría eso.
—Reb sabe mi contraseña del mail y la nube —dijo al chasquear la lengua—. Se las pasé una vez cuando le pedí por favor que enviara un trabajo por mí a una profesora, porque yo estaba en lo de mis padres. —Me miró fijo, con sus ojos llenos de dolor y una mueca en sus labios de odio puro, para luego decir entre dientes—: Fue ella, Al. Esas fotos y videos estaban en la nube, solo Nate y yo las teníamos...
—Eres su mejor amiga, ella no pudo hacerlo —me quejé—. Fue Ian.
—¡No, Alphonse! ¡Por favor, abre tus hermosos ojitos! —chilló al tomarme de las mejillas y verme con dolor—. ¡Solo Rebeca tenía mis contraseñas! Ian no pudo descubrirlo solo, mi contraseña es difícil, muy difícil porque es en francés. Ella se lo pasó... ¿entiendes, Al?
—Ian pudo haberla obligado, ella no pudo hacerlo...
—¡Entiende, Al! ¡Entiende que Rebeca no es lo que tú creías! —chilló, esta vez con odio—. ¿Quieres que te cuente muchas verdades de ella para que abras tus hermosos ojitos? ¡Ella no es la princesa inocente que tú y Eric creen conocer! Entiende, por favor, que fue ella. Fue ella, Al. Fue ella.
Comenzó a llorar con más fuerza, la notaba enojada pero más que todo, decepcionada. Se refregaba los ojos en busca de deshacerse de esas lágrimas, así que volví a abrazarla. No sabía cómo reconfortarla, yo no servía para eso, mi madre era la que siempre se encargaba de consolar a mis seres queridos. Solo pude abrazarla y acariciar su espalda y cabello para tratar de tranquilizarla, para demostrarle que no estaba sola y que yo estaba ahí. Yo siempre estaría ahí.
Sin embargo, aunque ella comenzó a tranquilizarse allí en mi pecho, yo comencé a sentir mucha ira, todo el odio que siempre le he tenido a Ian comenzó a incrementar. Comencé a sentir el fuerte deseo de ir a buscarlo a su universidad para destrozarlo el triple que las veces anteriores frente a todos sus compañeros. Pensaba quebrarle las piernas de verdad, ¡a ver qué tan bien le iba en el deporte!
—Al... —susurró Chrissy aún apoyada en mi pecho—. ¿Puedo pedirte un favor? Alex no está para hacerlo, ¿puedes ser tú?
—Por supuesto, ¿qué quieres que haga? —dije con un tono de voz alegre, porque quería animarla.
—¿Puedes decirme algo bonito? —dijo y se alejó un poco de mí para verme—. Alex siempre me dice algo bonito para que me sienta bien.
—¿Qué quieres que diga?
—Lo que tú consideres que es bonito decirme.
La miré fijo a sus ojos miel que con todas esas lágrimas no cesaban de brillar. Su flequillo se veía algo despeinado y su cabello, ahora en ondas en vez de rizos, rodeaban su bonito rostro ovalado y largo. Llevé mi mano hacia una de sus mejillas para poder secarle esas lágrimas rebeldes que se negaban a dejarla, y entonces pensé en algo bonito que podría decirle. Primero pensé en halagarla por su belleza, pero no me pareció correcto, no luego de haber visto sus fotos, ella podría malinterpretarlo como una provocación o burla, y no era la idea. Luego pensé en hablarle de algo que le gustara, pero tampoco me pareció idóneo.
—¿Sabes? —comencé a decir con suavidad—. Pienso que eres una mujer maravillosa. Eres inteligente, muy inteligente, pero también muy divertida, y la forma en que te mueves por el mundo, que enfrentas los miedos, que enfrentas a la gente que te molesta... es simplemente impresionante. Pienso que eres maravillosa, Chrissy.
Ella curvó sus labios en una sonrisa y por unos instantes sus ojos se rasgaron al sonreír, volvió entonces a apoyarse en mi pecho y le acaricié la espalda con cariño. Quería que se sintiera segura y acompañada, no deseaba por nada del mundo que se sintiera sola.
Un rato después, cuando ella estuvo más tranquila, almorzamos juntos. Y aunque ella se mostraba alegre con su música de jazz, vi que el álbum que acababa de poner era de John Coltrane, y según Alex ella oía Coltrane a ese volumen cuando algo andaba mal con ella. No quise preguntar al respecto, no quería remover la herida, así que solo le hice compañía y me ofrecí a hacerle un té de limón con menta para hacerla sentir mejor.
Le ayudé a levantar los platos y, aunque ella se negó, los lavé para evitarle trabajo. De vez en cuando giré para verla, seguía utilizando una camiseta de Alex sin nada debajo más que su ropa interior, pero al ser bastante largo no se podía ver nada más que sus piernas. Suspiré y me concentré en enjuagar los vasos, no quería que ella me encontrara viéndole las piernas de esa forma, no luego de esas fotos robadas.
Sabía que ella estaría pensando en eso, en la traición de su mejor amiga, de la misma forma que yo no podía dejar de pensar en eso. No podía imaginarme a Becky haciendo algo tan ruin, ella era una buena persona, por eso me enamoré de ella. Fue por su sonrisa amable, su solidaridad, su cariño, fue por toda su bondad que yo me enamoré de ella. Y si todo eso era falso, si todo lo que me había mostrado a mí y su familia era mentira, entonces... ¿de qué me había enamorado? ¿De quién me enamoré?
—Te busqué ropa de Alex que pueda quedarte bien —dijo Christine de repente al mostrarme un montoncito de ropa—. No puedes seguir con eso, tu camiseta está rasgada y el pantalón tiene sangre. Quítatelos así al menos puedo poner el pantalón a lavar.
—Oh... Está bien, ¿puedo...?
—Puedes ducharte, no hay problema.
La miré fijo, la veía decaída y furiosa a la vez, sabía que no estaba enojada conmigo. En su mano tenía su teléfono móvil, supuse que en realidad quería deshacerse de mí por unos minutos para poder llamar a Becky sin que yo molestara. Terminé por suspirar y asentir con sumisión. Iría a bañarme y cambiarme para darle su tiempo, y haría mi esfuerzo por tardar más de lo habitual.
Me desvestí en el baño para poder entrar a la ducha, eso también me serviría a mí para distraerme, o para pensar. Porque no importaba cuánto lo intentase, no podía dejar de pensar en Becky con Ian, y no solo en ellos dos juntos, sino en ellos molestando a Christine. Y aunque me producía mucha tristeza, a la vez me llenaba de odio. No soportaba la idea de que Ian la molestara, pero tampoco soportaba la idea de que Becky traicionara de esa forma a alguien como Christine. No, ¡de que traicionara a alguien de esa forma!
Me ardía mucho la herida en mi vientre, la cual tenía ya comenzaba a tener una cascarita que me molestaba demasiado. Luego le pediría ayudar a Chrissy para volver a curarla, lo que menos deseaba era tener una infección por culpa del imbécil de Ian. Y pensé en él, en él que me detestaba tanto. Traté de retroceder en el tiempo para ver si lograba encontrar algún otro recuerdo sobre él que explicara su resentimiento, más allá de haberle partido la nariz cuando insultó a mamá. Y lo hice, recordé los problemas que siempre tuvimos desde que me volví parte del equipo de básquetbol y, al tiempo, me volví el capitán del mismo, mientras que él el capitán del equipo de fútbol americano. No estuve tanto tiempo como capitán debido a los problemas donde siempre me metía, decían que no era una buena imagen para el equipo ni para un capitán, así que luego de un año me sacaron. Sin embargo, solo molestaba que fueras problemático si eras el capitán de básquetbol, el equipo ignorado –aun cuando yo les llevé copas y medallas, e Ian no–, y no cuando se trataba del equipo de fútbol americano y su capitán imbécil que disfrutaba de humillar a los demás.
Tan ensimismado estaba en mis pensamientos, que tardé en percatarme del sonido que provenía de la cocina. Oí a Christine gritar, primero creí que se trataba de ella hablando con Becky por teléfono, sin embargo pronto oí la voz de un hombre que la insultaba, y no era Alex. No era su timbre de voz.
Sin dudarlo salí de la ducha y envolví mi cintura con una toalla para salir de allí lo más rápido posible, y cuando lo hice pude verlo a la perfección. Nate la sostenía del brazo con fuerza al sacudirla, mientras que Chrissy lo golpeaba en el brazo para que la soltara.
—¡Fuiste tú, maldita perra! —gritó él con odio al sacudirla de esa forma.
—¡Que yo no fui! —chilló ella—. ¡Ya suéltame!
—¡Ey! —grité enseguida y corrí hacia ellos sosteniendo mi toalla—. ¡Suéltala de una maldita vez!
Nate giró hacia mí con un gesto confundido y una ceja levantada. Era un hombre no del todo feo pero tampoco me parecía atractivo, tenía su cabello teñido de platinado con raíces muy marcadas, expansores en sus orejas y tatuajes se podían ver en su cuello, e incluso sobre una de sus cejas. Me miró con sorpresa y luego comenzó a reírse.
—¿Entonces era cierto, sales con este tipo? —dijo, como si le fuera imposible creer que Christine saliera con alguien.
—Eso no te interesa, ya te dije que yo no fui, ¡fue Rebeca! —chilló Christine al darle un empujón.
—¡No me vengas con estupideces! —gritó él—. ¡La mitad de la ciudad tiene ahora eso que era nuestro secreto! ¡Mi prometida me ha dejado porque piensa que la engaño contigo! —chilló con odio y quiso tomarla del brazo, pero lo hice a un lado—. ¡Como si fuera a dejar esa belleza por ti!
—¡Ni te atrevas a tocarla! —le escupí, mateniéndolo a raya.
—¡Tú no te metas, imbécil! —escupió al empujarme.
—No me toques —amenacé al señalarlo.
—¿Te molesta, rubiecita? —dijo y volvió a empujarme, sin embargo le dirigí un fuerte puñetazo al rostro que lo hizo chocar contra la pared.
—¡Deja a Christine en paz! —le grité y me acerqué más a él para poder tomarlo de la ropa—. ¿Entiendes, o te hago entender?
—Se nota que no está Alex aquí, ¿eh? —dijo con una sonrisa soberbia al verme de arriba hacia abajo—. Cuando el gato no está, los ratones bailan.
—¿De qué diablos estás hablando? —me quejé y él comenzó a reírse.
—Que cuando Alex te encuentre así, en su departamento, te destrozará.
—Nate —interrumpió Christine de repente, se refregaba el brazo con dolor—. Yo no fui, ¿crees que en serio quiero publicar mis fotos por ahí? Tú apenas si sales en algunos videos, el resto es mío. Fue Rebeca, fue el novio de Rebeca.
—¿Ese tal Ian? —dijo Nate con asco.
—Ese mismo —agregué yo, aún sin soltarlo.
—¡¿Y cómo carajo Rebeca y su noviecito tienen nuestros videos?! —gritó y buscó alejarme, sin embargo lo mantuve a raya.
—¡Porque sabe mis contraseñas, imbécil! ¡¿De qué otra forma crees?! —chilló Christine—. ¡Suficiente tengo con todo esto como para que vengas tú a echarme la culpa!
Como vi que Nate parecía tranquilizarse, lo solté, pero no me alejé de él. Si pensaba acercarse a Christine nuevamente, le rompería la nariz. Él se tocó la barbilla con la mano y meneó un poco su mandíbula, para luego mirarme nuevamente de arriba hacia abajo.
—Sí, es hermoso, ¿no? —dijo Christine de repente y se aferró a mi brazo—. Es mi novio.
La miré de reojo y luego a Nate, quien tenía una ceja levantada.
—¿Cómo alguien como tú consigue a alguien como él? —dijo con una sonrisa torcida.
—Querrás decir cómo alguien como yo pudo conseguir a alguien como ella —corregí con una sonrisa—. Sabes perfectamente que Christine es demasiado para los dos.
Nate estaba a punto de decir algo, levantó su mano para señalarme y lo vi mascullar algo, al menos hasta que vio de reojo hacia la puerta de entrada, donde Alex estaba de pie trayendo unas bolsas en sus manos. Nate parecía tenerle pánico, y Alex, al verlo, pareció enloquecer por completo. Curvó sus labios en una sonrisa de locura total al igual que ese brillo extraño en sus ojos.
—¿Qué te había dicho, babosa asquerosa? —dijo Alex entre dientes y se acercó a nosotros para colocarse entre Nate y yo—. ¿Qué dije que te haría si volvía a verte en mi casa? ¿Eh?
—Yo... Yo... —balbuceó él y luego me miró—. ¿Y él?
—Ay, él es nuestro Ricitos de oro —dijo Alex y giró para verme—. Ve a cambiarte, no andes mostrando tus partes a todo el mundo que solo son de mi hermana. ¿Está bien?
Vi el gesto de Nate, realmente confundido, especialmente cuando Alex me despeinó con cariño. Y aunque quería quedarme allí para ayudar, Alex me dirigió una mirada fuerte para echarme de allí, terminé por obedecer porque, debía admitir, tenía un poder de intimidación muy grande.
Me cambié en la habitación de Alex, traté de apurarme lo más que pude porque oía a Alex gritar allí, estaba amenazando a Nate por volver a su casa y acercarse a su hermana, y aunque Chrissy y él intentaban explicarle, Alex parecía no escucharlos. Cuando terminé de atarme los cordones de las zapatillas volví hacia el living, pero Nate ya no estaba allí. Solo estaban Alex y Christine, quien la miraba con dureza.
Sentí que debía darle apoyo a Chrissy para que Alex no malinterpretara la situación, y juntos le explicamos lo de los videos y fotos, y poco a poco los gestos de Alex comenzaron a cambiar, mutaron por completo. Sus ojos verdes de mirada antes fría pasaron a llenarse de odio, se abrieron de par en par, de la misma forma que había sucedido al ver a Nate allí.
—¿Fue Nate? —fue lo primero que dijo, entre dientes.
—No, por eso él vino a hablarme, pensó que fui yo... —dijo Christine en voz baja, encogida de hombros por la vergüenza.
—Al parecer... —acoté yo con un nudo en la garganta—. Al parecer Becky ayudó a Ian y...
—¿Rebeca? —preguntó Alex con sus cejas alzadas—. No, imposible. Reb puede ser muchas cosas pero no es una mala persona, ella no es así.
—Ay, por favor, Alex, tú no la conoces tanto como yo —se quejó Christine.
—Claro que la conozco tanto como tú, y quizá más —escupió—. También es mi mejor amiga, ¿de qué carajo estás hablando? Reb no es capaz de hacer eso, te lo creo del imbécil de su novio pero no de ella.
—Entonces dime ¡¿cómo diablos supo que yo tenía videos porno y dónde encontrarlos?! —chilló Christine con fastidio.
Alex nos miró fijo y enseguida tomó su teléfono, Chrissy y yo queríamos hablarle más al respecto, pero él se puso de pie y comenzó a caminar de un lado a otro mientras llamaba por teléfono y, luego de un rato, parece que le atendieron del otro lado.
—No quiero ninguna maldita excusa, ¿escuchaste? —fue lo primero que dijo, antes que cualquier cosa—. Explícame esto, Rebeca.
Alex caminaba de un lado a otro mientras se tronaba los dedos de la mano, estaba furioso, lo noté por la forma en que las venas de su cuello se notaban y por el tono de voz que ponía al hablar.
—¡Claro que estoy enojado! —gritó de repente—. ¡Oh, no, no, no no! A mí no me vengas con las lágrimas de cocodrilo, ¡habla con mi hermana! —Se quedó en silencio un instante y luego giró hacia nosotros—. Dice que la bloqueaste.
—Sí, la bloqueé luego de mandarla al carajo —escupió Christine, con sus ojos que comenzaban a llenarse de lágrimas otra vez—. ¡Dile que no le reviento el rostro a puñetazos solo por respeto a la amistad que tuvimos alguna vez! Respeto que ella no tuvo conmigo.
—Supongo que ya la oíste —dijo Alex con un suspiro—. No, no, no, te dije que a mí las excusas no. No vengas a echarle la culpa al psicópata de tu novio, que si él pudo hacerlo fue por tu ayuda... ¡Me importa una mierda, Rebeca! —Se quedó en silencio por unos instantes—. No, pedazo de estúpida, no, no te voy a bloquear, pero quiero que sepas que voy a buscar a tu noviecito, lo voy a encontrar y le voy a arrancar la verga de raíz para hacérsela tragar por completo. ¡¿Me escuchaste, Rebeca?! ¡Y sabes que soy capaz! Así que dile que huya, porque lo voy a encontrar.
Diciendo eso colgó la llamada y se acercó rápidamente a nosotros, Christine pareció atajarse, supuse que temió que él le diera una bofetada, sin embargo Alex la abrazó con fuerza y le besó el cabello con cariño.
—Estúpida, por eso te dije que no hagas esas cosas —dijo con suavidad.
—Tú lo haces con tus chicas —lloriqueó ella al aferrarse a él—. Tú también lo haces.
—Lo sé...
—¿Crees que papá lo haya visto? —sollozó Christine y se separó de Alex para poder verlo.
—Si papá lo hubiese visto, lo tendrías acá en la puerta desde el primer minuto —dijo él, con una risa divertida—. Y sabes perfectamente qué haría él.
Ambos comenzaron a reírse pero yo solo pude mirarlos, no entendía de qué hablaban, no podía entender lo que era un padre o cómo actuaría un padre en ese momento. Supuse que quizá su padre regañaría a Christine, pero por la forma en que se estaban riendo supe que en realidad iría en busca de Ian. Si Alex era así, seguramente era por su padre.
Alex giró hacia mí y apoyó su pesada mano en mi hombro.
—Gracias por defender a esta estúpida, Nate es... bastante imbécil y se pone violento cuando se enoja —dijo con un suspiro—. Por eso lo he golpeado tantas veces, pero al menos esta vez tenía un motivo para enojarse, pero ningún motivo para amenazar a Chrissy.
—¿Qué harás? —le pregunté a Christine al llevar mi mano a su espalda para poder darle una caricia—. Con Becky...
—Nada —dijo con sequedad—. Fue mi mejor amiga, así, en tiempo pasado.
—Y tú, ¿qué harás con Becky? —dijo Alex de repente—. ¿Quieres en verdad una mujer así en tu vida, que ante el menor rencor te humille frente a media ciudad?
Bajé la mirada con tristeza. No quería eso, no era la Becky de la que yo me había enamorado. Todo mi amor había sido solo una mentira, todo Becky fue una mentira.
—¿Y tú qué piensas hacer? No pensarás seguir hablándole, ¿o sí? —gruñó Christine al empujar a su hermano.
—Sigue siendo mi amiga, así que seguiré hablándole para ver si puedo alejarla de ese psicópata de mierda —escupió Alex.
Christine le lanzó un cachetazo y comenzó a llorar al decirle que era un traidor, sin embargo Alex le frenó las manos al tomarla de las muñecas y le sonrió de forma extraña.
—Pero eso no quita que sea un maldito vengativo —dijo con esa sonrisa—. ¿Quieres saber el secreto mejor guardado de Rebeca? —Levantó su mirada y se dirigió a mí—. Tú también, Al.
—Yo lo sé todo de ella, ¿de qué...? —Christine se quedó en silencio al ver la sonrisa de su hermano.
Él, como si disfrutara de ese suspenso, tomó de su pantalón el paquete de cigarrillos para poder encender uno. Nos extendió uno a ambos, por lo que sentí miedo por unos instantes de saber el secreto mejor guardado de Becky.
—¿Qué es lo que sabes tú que yo no que puede ser igual que lo que me hizo? —dijo Chrissy.
—¿Tienes idea, hermanita, de la cantidad de veces que Rebeca se me lanzó? —dijo él con una risa—. No lo sabes, ¿verdad?
—Ella siempre dijo que eras atractivo pero que... —quiso decir ella, sin embargo Alex la interrumpió.
—Supongo que no te dijo que me rogó más de cien veces, ¿verdad? —se rio con un deje de maldad—. Y tampoco te dijo que vino a mi cama cien veces más y todas esas cien veces la rechacé.
—Tienes que estar bromeando —acoté con sorpresa.
—Para nada.
—Eso no equipara lo que me hizo, Iskandar —escupió Christine con odio.
—Oh, no. Eso no. Esa es solo la introducción —se rio nuevamente y dejó ir un suspiro—. Te dije que me rogó cientos de veces, me rogó que saliera con ella, que le diera una oportunidad, y me rogó mil veces más para que la cogiera. La rechacé siempre porque no es mi tipo y no era adecuado hacerlo con una amiga, ya sabes...
Chrissy y yo nos miramos entre sí, Alex fumó un poco de su cigarrillo y luego, con una sonrisa, dijo:
—Me rogó tanto que me acostara con ella, intentó seducirme de tantas formas diferentes, que al final me cansé —dijo, sin dejar de mirarnos así—. Y dejé que me la chupara para que se dejara de molestar.
—Alex —se quejó Chrissy.
—¿Qué? Que la vea como amiga no quiere decir que no pueda ponerme duro, me cansé y le dije que sí cuando se ofreció, pero solo eso. Ella me pidió que no se lo dijera a nadie, y sabes perfectamente que yo respeto muchísimo la privacidad de las mujeres con las que estoy —dijo, con seriedad—. Yo jamás hablaría de mi intimidad con las mujeres o de lo que sucedió en privado, con nadie, pero acá la situación es diferente. Ella no tuvo respeto por ti, yo no tendré respeto por ella. Soy una mierda vengativa.
—Entonces... Entonces tú eras quien en verdad le gustaba... —dije en un susurro, comencé a sentir mucha angustia en mi garganta y Alex me miró enseguida.
—Al, esto que te diré te destrozará por completo el corazón. No es lo que deseo, sabes que en verdad no es lo que deseo, pero espero te sirva para que puedas superar a Rebeca —dijo al verme con seriedad—. ¿Quieres saberlo?
Me quedé en silencio por un buen rato, solo fumando mi cigarrillo, y luego de suspirar –y con algo de temor– dije:
—Sí.
—El día en la piscina donde yo te conocí —dijo, con sus cejas fruncidas—, ella había intentado nuevamente acostarse conmigo, se puso esa bikini rosada porque una vez le dije que le quedaba sexy. La rechacé otra vez y entonces quiso volver a intentar chupármela, pero me negué. Fue contigo, te llevó a esa habitación para acostarse contigo, porque yo la dejé caliente, porque yo le dije que no. ¿Entiendes?
Lo observé fijo, sin saber qué decir. Alex me miraba con seriedad y, luego de suspirar, dijo:
—Te usó, Alphonse, quizá para ver si me ponía celoso, quizá para complacerse, pero sea cual fuere el motivo, ella solo te usó. ¿Entiendes, Al? Todo fue una mentira, desde el principio.
Y sentí que el mundo se destrozaba conmigo dentro.
Disculpen la hora, pero quería publicarlo hoy porque en realidad los tres capítulos del 5 debían haber sido publicados juntos el viernes. Debido a problemas no pude hacerlo.
No hice ningún dibujo de este capítulo porque no sabía en realidad qué dibujar, si tienen algún pedido en especial pueden decírmelo acá.
Este es un capítulo un poco más largo y fuerte, pero es el antes y el después en la historia.
Los amo, espero sus comentarios♥
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