Capítulo Nº 10 | parte 3


Con el silencio que nos brindaba la casa vacía, miré fijo a Alex. Su mirada era extraña, no lo veía enojado, tampoco triste, más bien lo notaba decepcionado, quizá de sí mismo. Ninguno dijo nada, solo lo observé por largos instantes y luego me serví un poco más de cerveza, traté de que la espuma no fuera demasiada y le ofrecí un poco más para él, la cual bebió rápidamente, casi de un trago desesperado.

Lo notaba muy nervioso.

—¿Qué pasó? —pregunté con sorpresa.

Alex me miró en silencio con sus ojos verde claro, tenía una mirada algo dura pero preocupada, sus labios apretados y sus pecas en la nariz y mejillas resaltaban ante su cabello suelto de forma algo desprolija, algo raro en él que solía cuidarlo tanto.

—Primero que todo, ¿qué tal te está yendo con esta chica, Emily? —dijo y corrió la mirada.

—No me cambies de tema —escupí, pero luego suspiré y agregué—: Y me está yendo bien.

Me miró fijo y luego comenzó a reírse. Apagó su cigarrillo en el cenicero casi sin haberlo fumado y bebió un largo trago de cerveza, yo lo acompañé con eso. No dijo nada, parecía dudoso de hablarme, de contarme sus dudas o problemas. Tragué en seco por eso, sentí que yo no era de confianza o que incluso no era tan amigo como yo creía.

—¿No confías en mí? —pregunté.

—¿Qué clase de pregunta estúpida es esa? Claro que confío en ti, conoces a mi hijo, ¿no es suficiente prueba?

—¿Intentaste llamar a Isaac...? —dije en voz baja y él levantó la vista para verme.

—¿Christine te habló de Isaac?

—Lo hizo.

—No llamé a Isaac, te llamé a ti, imbécil. Si quisiera hablar con Isaac lo habría llamado por teléfono y ya, pero quería hablar contigo.

No dije nada, solo suspiré y bebí un trago de cerveza para después poder fumar un poco. Sabía en realidad que Isaac era su mejor amigo, nosotros apenas si cumpliríamos el año de conocernos y mucho menos tiempo desde que éramos amigos, claramente necesitaba en realidad a su mejor amigo, no a mí. En momentos así nadie necesita a un amigo random, uno del montón. Uno necesita a su mejor amigo. Sin embargo, haría lo mejor que pudiera para ayudarle, porque Alex se había ganado no solo mi confianza, sino también mi cariño.

—Está embarazada —dijo de repente y no pude evitar controlar mis expresiones faciales—. Lilah, la chica del pub al que fuimos aquella noche, la de pelo azul.

—¡¿Cómo que está embarazada?! —chillé.

—¡Está embarazada! ¿Qué quieres que diga? La cagué, la cagué ¡y bien feo! —dijo y echó su cabeza hacia atrás para apoyarlo en el respaldo de la silla, dejando ir un largo suspiro—. No sé qué carajo hacer, mi trabajo en el pub paga bien pero lo suficiente para mantenerme a mí y a Bobby, tengo que cambiar de trabajo para poder mantener otro bebé y no tengo estudios universitarios, no sirvo para nada, soy estúpido y...

—A ver, a ver, para con esa mierda —dije y él me miró con sorpresa—. Que el que no sirve para nada soy yo, no quieras quitarme mi puesto con todos los malditos títulos que tienes. ¿De acuerdo? Ahora tranquilízate y explícame cómo carajo pasó esto. ¿No se cuidaron? ¿No usaron condón o qué?

—¡Claro que usamos condón! Yo siempre me cuido —escupió con odio, casi ofendido ante mis palabras—. Caroline fue la única con la que jamás me cuidé.

—¡¿Entonces dime cómo carajo embarazas a una mujer usando condón?!

—¡Se rompió! ¿Está bien? ¡Se rompió en el orgasmo y no me di cuenta hasta que salí! —chilló.

—¡¿CÓMO CARAJO ROMPES UN PUTO CONDÓN, ALEX?!

Él me miró fijo en silencio, parecía pensar qué responder, pero entonces curvó sus labios en una sonrisa pícara y dijo.

—Fue una buena noche.

—También he tenido buenas noches y no he roto condones, ¿qué diablos hiciste? Por Dios —bufé y reboleé los ojos.

—¡No lo sé! Solo sé que se rompió, quizá lo puse mal por la calentura, quizá estaba dañado, ¡no tengo idea, pero se rompió y la pastilla del día después no hizo efecto!

—¡¿Cómo que no hizo efecto?! —chillé con sorpresa.

—Nada es cien por ciento seguro, Al, solo la abstinencia. Puede pasar, y me pasó a mí, justo a mí y justo ahora.

Bebí un largo trago de cerveza y Alex igual, luego miré la hora en el reloj de mi muñeca y noté que casi era hora de cenar. Alex estaba nervioso, lo veía incluso algo entristecido, así que lo miré fijo y chasqueé mis dedos frente a su rostro para llamar la atención.

—Tranquilo, es un bebé, no es el fin del mundo y lo sabes mejor que nadie. ¿Verdad? —dije casi en un susurro—. Lo sabes bien.

—Lo sé, no es el bebé lo que me molesta —admitió con un tono de voz triste—. Bobby es el hijo de mi ex, ¿entiendes? A Caroline la conocía, a Lilah... Sé que se llama Lilah y que tiene el pelo azul, que sus ojos son azules y que es hermosa, y actualmente sé que tiene miedo porque siente que sus padres la van a maltratar por esto. Nada más, no la conozco, y eso es lo que me molesta.

—¿Te molesta tener un hijo con una desconocida?

—¡Claro que me molesta eso! —chilló—. No sé qué clase de persona es, no sé por quién voy a tener que esforzarme más al trabajar, no sé a quién voy a darle el dinero para mi hijo ni tampoco qué clase de madre será. No lo sé, y eso me frustra y me molesta, porque estoy acostumbrado a tener sexo con desconocidas y seguir con nuestras vidas, pero no estoy acostumbrado a esto, a atarme a una persona desconocida.

No dije nada, no sabía qué decir, no sabía qué se sentía estar en su posición ni tampoco qué era lo correcto para decir. Opté por escucharlo, porque me parecía más importante demostrar que le prestaba atención a darle falsos consejos que pudieran herirlo.

—Y ella lo está pasando peor, para ella es incluso peor porque cree que huiré y la dejaré sola, porque no me conoce —dijo y bebió otro poco de cerveza luego de que volví a servirle—. Ya sacamos turno para el obstetra, veremos qué sucede y... Supongo que intentaré conocerla.

—Eso está bien —dije con una sonrisa y él sonrió levemente.

—Me da miedo conocerla —admitió—. Me da miedo porque me gustó esa noche, me pareció hermosa y muy divertida, y esa noche fue... ufff, ¡la mejor noche de sexo en mi vida!

—¿Tanto así? —dije con sorpresa y él comenzó a reírse.

—No tienes ni idea, Ricitos de oro. ¡No tienes ni idea! —Se mordió los labios y luego sacudió su cabeza, como si quisiera borrar un pensamiento, pero luego su mirada se entristeció—. Pero... ¿Y si resulta no ser una buena persona, o no ser algo que a mí me guste o una clase de persona que quiera tener en mi vida? Porque estaré atado a ella de por vida, porque será la madre de mi hijo, y no quisiera odiar a la madre de mi hijo...

Me puse de pie y me acerqué rápidamente a él, quien me miró con algo de confusión. Le lancé un fuerte puñetazo al rostro que lo hizo caer de la silla.

—¡Contrólate! —le grité—. Un paso a la vez. Serás padre de nuevo, ¡bien! No conoces a la chica, ¡tienes nueve meses para conocerla!

—Ocho técnicamente... —dijo al ponerse de pie.

—¡Es la misma mierda! —grité nuevamente—. Contrólate, ¿qué carajo te pasa? Tú no eres así, tú no entras en pánico por pequeñeces. Ya eres padre, ya sabes cómo es.

—Ya te lo dije, Al, no es el bebé lo que me preocupa porque sé que lo amaré igual —dijo y se refregó el rostro—. Pero...

—¡Pero nada! Deja de pensar tanto en el futuro, preocúpate por el ahora, y el ahora es buscar un mejor trabajo y acudir al obstetra. Luego te fijas el resto. ¿Está bien?

Alex me miró con el ceño fruncido por unos segundos y luego sonrió, extendió su mano hacia mí para chocarla y estrecharla, entonces me abrazó y palmeó mi espalda de la misma forma que hice con él. Nos quedamos así por unos segundos, llegué incluso a sentir el aroma de su colonia fina y su cabello pelirrojo y largo me hacía picar los hombros, pero lo dejé hacer.

—Gracias, hermano. Eres justo lo que necesitaba.

Sonreí como respuesta y me propuse a calentar la comida para ambos, sin embargo Alex no me permitió hacerlo, dijo que nos daríamos «una cena romántica» y prefirió que cocináramos algo nuevo y delicioso. Así que estuvimos discutiendo un buen rato allí en la cocina porque él se quejaba de mi forma de picar las cebollas y yo me quejaba de que él se quejara.

Nos divertimos bastante allí, cocinando juntos. Él parecía disfrutar de pelearme o incluso molestarme, me arrojaba cosas, me empapaba cuando tenía que lavar verduras, y claramente yo me vengaba por todo eso.

Era agradable tener a Alex como amigo, y estábamos ahí riéndonos en medio de bromas cuando ambos vimos por la ventana que da a la calle allí, frente a la cocina y la mesada, a Chrissy con Eric. Caminaban por la calle y se reían, ella bailaba y giraba en su lugar con alegría, parecían solo conversar pero verlos así, verlos reírse y salir a quién sabe dónde a esa hora, fue como arrojarme un baldazo de agua fría.

—Maldita traidora, ni siquiera revisó los mensajes —escupió Alex—. Luego espera que corra a ella cada vez que tiene un problema estúpido.

—Maldita sea... —susurré y golpeé la mesada.

Alex me miró fijo, pensé que haría una de sus clásicas bromas, sin embargo me pidió que me sentara porque prefería terminar la cena él solo. Obedecí solo porque necesitaba pensar, así que me recosté en el sofá para poder fumar un cigarrillo con tranquilidad.

¿Qué pasaba con Chrissy? ¿En serio le gustaba tanto Eric? ¿Lo suficiente como para pasar frente a mi casa y ni siquiera detenerse a saludarme...?

Comencé a sentir mucha angustia en mi garganta, de repente comencé a sentirme solo otra vez, incluso a dudar de mi apariencia. No entendía qué carajo me estaba pasando, no entendía por qué mierda me sentía tan mal, y no entendía por qué me molestaba tanto, y eso me molestaba mucho más. Chrissy era mi mejor amiga, y yo nunca había tenido una mejor amiga, quise creer que se debía a eso, a que yo no sabía lo que era y no estaba acostumbrado a compartir a mis seres queridos. Me sentí un imbécil e incluso me tomé de la cabeza, ¿qué carajo estaba pasando conmigo? ¿Por qué me sentía tan mal? ¿Por qué me estaba portando como un niño inmaduro?

Yo logré eso, yo hice que Chrissy se fijara en Eric. Era lo que busqué por tanto tiempo, ¿entonces por qué me sentía tan mal? ¿Por qué no podía ser feliz aun sabiendo que Eric era la mejor opción para ella?

Mi teléfono sonó y lo tomé con pereza de mi pantalón, era Emily. Me preguntaba si todo estaba bien con Alex, así que no pude evitar sonreír y responderle que sí, que solo necesitaba un buen puñetazo.

«Siempre peleando tú» fue su respuesta y me hizo reír.

«Mira quién habla» respondí yo.

Emily tardó un rato en responderme, veía que escribía algo y luego lo borraba, como si no estuviera segura de qué escribirme o se arrepintiera por ello, hasta que por fin envió:

«Le conté a Bill que me hiciste de cenar la otra noche, preguntó cuándo cocinarás para los dos».

Sonreí y dejé ir un suspiro.

«Dile que cuando desee, así prueba comida de verdad».

«Dice que te vayas a la mierda jajajajaja». Y seguido de ese mensaje, casi pegado, agregó: «Que descanses, Alphonse, pásala bien».

—Uy, la tienes prendidísima de ti.

Me sobresalté al oír a Alex ahí casi pegado a mí, estaba tras de mí apoyado en el sofá, leyendo mi chat el muy maldito.

—Ey, no me mires así, solo vine a decirte que ya estaba lista la comida y justo vi la conversación —dijo al levantar sus manos—. Pero es cierto, está prendidísima de ti.

—¿Tú crees? —dije y miré hacia arriba para poder verlo, ya que no tenía muchos deseos de moverme del sofá.

—¡Ay, por favor, Ricitos de oro! ¿Cuántas chicas te mandan esos mensajes y te desean buenas noches? Busca una excusa para hablarte, el clásico «dice fulano», que quizá sea real pero si te lo dijo fue como excusa para hablarte.

Me quedé en silencio por unos instantes y fumé el resto de mi cigarrillo, luego me puse de pie para poder ir a la cocina, no sin antes poner algo de música. Había un álbum nuevo allí que era de mamá, pero a mí también me gustaba así que decidí colocarlo, Led Zeppelin comenzó a sonar en el estéreo para cortar un poco con el silencio sepulcral de la casa y la melancolía que me producía.

Alex movió su cabeza al ritmo de la música, diciendo adorar Led Zeppelin. Nos sentamos a comer las pastas con salsa boloñesa que él había preparado prácticamente sin mi ayuda, porque al final solo pude picar la cebolla y el pimiento, además de preparar la carne y picar tomates.

—Así que... ¿Chrissy está saliendo con Eric? —dije como si nada, intentando sonar lo más natural posible.

—No en realidad —dijo él al pinchar los ravioles con su tenedor para poder degustarlo—. Hablan de vez en cuando y a Chrissy le gusta improvisar con él en la música, sé que Eric la invitó a salir a un bar de jazz pero no creí que fuera justo hoy.

—¿A un bar de jazz? —repetí con sorpresa.

—Sí, sabes que Chrissy y yo adoramos el jazz, Eric la invitó a ir a uno donde suelen ir pequeñas bandas poco conocidas.

—Al parecer él está superando el miedo a hablarle a las chicas —dije con una sonrisa algo nerviosa—. Es genial, ya era hora.

—Al...

Levanté la vista para verlo, Alex me miraba con cierta dureza pero con algo de pena también, sin embargo no dijo nada, solo suspiró y bajó la mirada para concentrarse en la cena.

—Olvídalo, tendrás que darte cuenta tú solo.

—Háblame de esa chica, Lilah —dije con curiosidad y él comenzó a reírse—. «La mejor noche de sexo de tu vida».

—Sabes que yo no hablo de esas cosas —dijo con seriedad.

—No te pido que me cuentes tu intimidad, pero estaba pensando que si fue una gran noche entonces no deberías arrepentirte de su resultado. ¿No?

Alex se quedó en silencio unos instantes mientras masticaba la comida, yo seguí comiendo de igual forma y bebí un poco del vino que él había traído. No era muy fan de los vinos, pero poco a poco gracias a los gemelos le estaba tomando gustito.

—He tenido sexo con muchas mujeres y he tenido grandes noches, grandes orgasmos, grandes momentos, pero jamás algo como esto. Fue increíble, fue sublime para ambos —dijo con una sonrisa torcida—. No tienes ni idea, Al, pero tienes razón... Cuando mire a mi hijo el día que nazca, recordaré siempre esa grandiosa noche que dudo superar alguna vez.

—¿Eso hiciste con Bobby? —bromeé y él comenzó a reírse.

—No, con Bobby me la pasé llorando de emoción. No recuerdo en realidad la noche en que lo hicimos, supongo que estuvo bueno pero éramos tan inexpertos que no creo que haya sido grandioso.

Bebimos otro poco de vino y terminamos la cena, luego levanté los platos para poder lavarlos. Debido a que ya estábamos en primavera, Alex ya tenía permitido utilizar su motocicleta, dijo que podía irse en cualquier momento o cuando yo decidiera echarlo, pero la verdad era que me hacía bien su compañía y sentí que nos necesitábamos mutuamente. Fue por eso que salimos al mercado para poder comprar más cerveza y algunos snacks para la noche, quizá podríamos ver unas películas o algo por el estilo.

En el camino hacia el mercado fuimos conversando de temas variados, en medio de risas e incluso a veces Alex se animaba a cantar una de sus canciones favoritas de Led Zeppelin. Maldije por dentro al oírlo, ¿qué comieron los gemelos para tener ese talento? Yo ni afinar podía, al menos era bueno tocando la guitarra pero nada excepcional como Eric.

Comencé a reírme cuando Alex prácticamente se puso a gritar el estribillo en la calle y la gente nos quedó mirando, no con burla, más bien sorprendidos por su voz.

—Pedazo de mierda, no sé cómo dices que no sirves para nada si cocinas bien, cantas bien, eres buena persona, buen ex, buen padre y encima cuentan los rumores que hasta coges bien —dije con una risotada.

—Sobre lo último... —Alex me detuvo al sostenerme del rostro y acercarse más—. ¿Quieres probar?

—No podrías con toda esta belleza, Alex —dije y él comenzó a reírse.

—¡Oh! Veo que te estás acostumbrando a mis homosexualidades.

—Algún día debía pasar —dije con una sonrisa y reanudamos el paso.

Llegamos al mercado y tomamos lo necesario para tener una noche de amigos melancólicos, por lo tanto, compramos mucho alcohol y snacks. La cajera incluso nos miró con sorpresa por tantas latas de cerveza, pero noté también que miraba con atención a Alex, quien se había recogido el cabello en un rodete para que no le molestase en la vuelta al cargar las bolsas.

Cuando regresamos, vi pasar a Bob con su nuevo compañero en el patrullero, hizo sonar la sirena al verme y con una seña me indicó que tuviera cuidado. No pude evitar reírme por eso, pero Alex a mi lado, quien se detuvo unos segundos para encender un cigarrillo que sostenía solo con sus labios, no tardó en decir:

—La noto feliz a tu madre —dijo y sopló el humo con un ojo cerrado para evitar que este entrara en él—. Al parecer ese tipo le hace bien, ¿por qué no te gusta?

—No lo sé, siento que mamá puede más.

—Quizá, pero por el momento le hace bien.

—No me gusta que tenga que fingir ser otro tipo de persona, que tenga que esconder sus gustos o estar siempre arreglada para poder gustarle —dije con un chasquido de lengua fastidiado—. Mamá es perfecta, no tiene por qué hacer todo eso.

—Lo ideal sería que alguien se enamore de ella por ser cómo es, pero recuerda que tu madre es tan insegura que necesita de esto para sentirse linda —dijo él en un suspiro—. Yo no le veo nada de malo a cómo es, ni a sus gustos. Para mí es linda así, pero quizá para Bob no lo sea. No lo sé, no todos los hombres la conocen y pueden pensar como tú o como yo.

—Me habría encantado que mamá saliera con Ash —admití con un suspiro—. Él siempre está pendiente de ella, siempre la cuidó y le dio cariño, además es un tipo atractivo. Es una lástima que esté por ser padre.

—¿A ti te gustaría casarte? —preguntó Alex de repente, pero negué rápidamente y él sonrió por ello—. A mí tampoco, Chrissy piensa igual. No nos agrada la idea de atarnos de por vida a alguien, no le veo sentido, no creo en el amor eterno. Creo que el amor tiene su tiempo y que no existe un solo gran amor.

—Yo creo que sí existe, pero no estoy interesado en casamiento o hijos —dije con una sonrisa y él me miró de soslayo por eso.

—Bueno, nunca amé realmente a nadie, creí amar a Caroline pero solo fue un enamoramiento adolescente, no amor real. Las únicas personas que en verdad amo son mi mamá, Chrissy y Bobby.

—Y yo a mamá y mi tía, porque aunque amé a Becky... No lo sé, no es igual, creo —admití con un suspiro.

No hablamos por un buen rato, al menos hasta que llegamos a casa y guardamos las bebidas en el refrigerador. Nos sentamos en el sillón a beberlas y conversar de la vida, del amor, de sexo, y Alex pareció orgulloso de oír que fui puntuado con un «9.5» por Emily. Parecía curioso de nuestra relación o de lo que podría suceder con ella, y era entendible, hasta hacía unos meses andaba llorando por Becky y ahora estaba saliendo con otra chica, que aunque no era mi novia estábamos en algo interesante.

Con un par de cervezas de por medio, unos cuantos cigarrillos consumidos y unas risotadas en medio de bromas, conversamos sobre varios temas. Me contó sobre Isaac, el único amigo hombre al que en verdad quiso, con el cual hacían bromas sobre ser esposos, pero cuando hablaba de él su mirada se entristecía e incluso su tono de voz se volvía más bajo y melancólico. Supuse que fue un gran amigo, su mejor amigo, para tenerlo así, para extrañarlo tanto y necesitarlo tanto.

Y por alguna razón me sentí poca cosa junto a él, junto a ese amigo que se encontraba en Kenia y al que, claramente, no conocía.

—¿Sabes? —dijo Alex de repente, luego de dar un largo trago de cerveza—. A veces te comportas como un adolescente imbécil al que le daría unos buenos puñetazos, pero a veces eres la persona más madura que conozco.

—¿Maduro yo? —dije con una risa—. Qué poca gente debes conocer, Alex, por Dios.

Me arrojó un nacho y comencé a reírme por ello.

—Hablo en serio, imbécil. Cuando Chrissy me habló de ti pensé que eras una mierda tóxica que quería lejos de ella, por eso te traté tan mal en la fiesta de Becky. Creí que eras como Nate o como Ian —dijo al mirarme fijo, con seriedad—. Eres un buen chico, Al, en serio. Me alegra haberte conocido.

—Oye, oye, ¿cuántas cervezas bebiste? Te me estás poniendo cariñosito —bromeé y él me lanzó un golpe al hombro con una risa—. También me alegra haberte conocido.

—Ya me tendrás en tu cama haciéndote cucharita para que veas qué tan cariñosito soy —dijo con una risotada y fui yo esta vez quién le lancé un golpe con fuerza.

—Sobre eso... Siempre quise preguntarte algo.

—No soy gay —dijo de repente, con su mirada fija en mí—. Pero sí me atraen algunos hombres si es lo que pensabas preguntar, y me he besado con algunos hombres y hemos tenido algunos momentos, aunque nunca me acosté con uno.

—¿Eres bisexual?

—Se podría decir... —suspiró—. Chrissy también. Ambos creemos lo mismo, que si nos gusta o atrae alguien, ¿por qué no darnos ese gusto? No nos importa mucho lo que piense la gente. —Me miró fijo por unos instantes—. Eres atractivo, Al, mucho, pero no me atraes de esa forma si eso te da miedo.

—La verdad que si yo te gustara me sentiría el puto amo del mundo, mira que gustarle a un tipo tan perfecto, uffff, tengo que estar bien bueno, ¿no? —dije con un guiño que lo hizo reír.

—No soy gay, pero siempre bromeo así con mis amigos, como te dije, con Isaac bromeábamos con ser esposos e incluso nos hemos hecho escenas de celo en la vía pública solo por diversión —dijo con una risa e incluso se secó una lagrimita, quizá por recordar alguno de esos momentos—. Lo mismo que pienso sobre las mujeres es lo que pienso sobre los hombres, si quiero a alguien como amigo, es como amigo, punto.

Continuamos bebiendo por un buen rato y bromeando al respecto, no toqué más el tema, hacía rato que me había dado cuenta que en realidad Alex solo bromeaba conmigo, que era parte de su esencia y de su humor. Era muy feliz de tener a Alex en mi vida como amigo, aunque no fuera mi mejor amigo ni yo el suyo, sabía que probablemente nos entenderíamos muy bien.

Conversamos sobre Chrissy, sobre el trabajo y sus padres, luego sobre mamá, ya que él parecía preocupado por ella aun al verla tan feliz con Bob, y hablamos sobre Lilah. Me dijo que ella estaba asustada por el embarazo, para ella era mucho más difícil estar embarazada de un desconocido, pero al menos ella tenía la suerte de que el padre de su hijo era Alex. Y Alex nunca la dejaría sola, estaba seguro de ello.

Miré mi teléfono para ver si Chrissy había respondido, pero no lo había hecho, ni siquiera a su hermano. Seguramente seguía divirtiéndose con Eric en el bar de jazz, luego miré el chat de Emily, desde principio a fin. Su actitud conmigo poco a poco iba cambiando según el paso de los días, especialmente luego de que le hice de cenar.

—Creo que le gusto de verdad —dije casi en un susurro y Alex me miró de reojo.

—Te lo dije —suspiró—. ¿Y a ti te gusta?

—Me gusta mucho, debo admitirlo, pero...

—¿Pero qué?

—No lo sé...

Alex me miró fijo y fumó un poco de su cigarrillo, en esa noche nos habíamos prácticamente acabado uno cada uno, tuvimos que abrir los nuevos.

—¿Te diviertes con ella? ¿Te sientes a gusto? ¿Te hace sentir feliz o cómodo? —dijo, sin dejar de mirarme de esa forma.

—Sí, me siento cómodo con ella y de a ratos me olvido de mis problemas.

—Entonces dale una oportunidad, ¿qué pierdes?

Pensé en Chrissy saliendo con Eric, en ella que también estaba intentando ser feliz. En ella, que poco a poco se olvidaba de mí...

—Tienes razón. No tengo nada que perder...


Última parte de este capítulo. YES, BITCHES, TERMINA AHÍ >:D

Antes de dejar los clásicos dibujos, quiero decirles algo:

Dije en el grupo (que se ve ahí arriba, "Kujús y el universo RipleyWylde") que cuando esta historia llegara a 100K, haría unos dos o tres capítulos narrados por Christine. En realidad pensaba hacerlo cuando llegara a 50K porque sé que nunca llegará a 100, pero me dijeron que no, que pensara en grande, así que bueh... Cuando llegue a 100, algún día, haré los POV de Chrissy que abarcarán su visión de ciertos sucesos de la historia.

¿Cómo podés hacer para que la historia crezca más rápido? Lo mismo que yo hago, ¡recomendarla! Recomendarla en grupos, a tus amigos, a gente que creas que podría gustarle. De esa forma, con esfuerzo, llegaremos a ese punto.

Un detalle extra: En multimedia dejo la canción que estaba cantando Alex en la calle, para que entienda a qué gritos me refiero xD

Ahora sí, ¡el dibujo! 

Al y Emily en su cita. 

Pensaba hacer otros, especialmente el del helado, pero al final no me salió :C Ya saben que si quieren un dibujo pueden pedirlo♥

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