Capítulo Nº 10 | parte 2


Luego de almorzar con mamá un delicioso pollo a la mostaza, fui a bañarme para poder estar bien limpito y bonito para mi cita con Emily. Había conversado sobre ello con Christine, con Alex e incluso con Eric, y en esas conversaciones Chrissy parecía alegrarse por mí, me dio los mejores consejos y buenos ánimos; Alex me dijo que la pasara bien y acumulara experiencia pero que evitara enamorarme a la primera, y Eric me felicitó por ello y bromeó al respecto con una frase muy conocida: «Los que se pelean se aman», haciendo referencia a mis continuas peleas con Emily en el instituto.

Cuando salí de bañarme con la toalla envuelta en mi cintura, descubrí que Bob estaba ahí en la cocina bebiendo café con mamá. Mamá no estaba tomando té, ¡estaba tomando café! ¡CAFÉ! Y ella odia el café, así que me acerqué a ellos enseguida sin importarme estar con la toalla, saludé desde lejos y con respeto a Bob, vestido con ropa casual, y miré a mamá. Sus mejillas estaban encendidas y sus ojos parecían iluminados al ver a ese policía.

—Má, ¿quieres que te prepare un té? —le dije con seriedad y ella apenas si levantó la vista para verme.

—No, bebé, estoy bien. Ve a cambiarte, ¡no queda bien que pasees en toalla por la casa!

La miré fijo, se veía hermosa con su maquillaje y su cabello bien prolijo, con aquel vestido primaveral que le había regalado Chrissy y que la hacía lucir como una modelo. Sin embargo, no me gustaba eso, no me gustaba que tuviera que fingir amar el café, que tuviera que estar impecable para conquistar a Bob, o quizá para retenerlo. No había nada de malo en ella, mamá era perfecta tal cual era, ¿por qué debía hacer eso por un hombre que claramente no llegaba siquiera a los estándares?

—Como quieras...

Chasqueé la lengua con fastidio y me dirigí a mi habitación, pude oír parte de su conversación. Hablaban de los hijos, Bob de sus dos hijos adolescentes y mamá de mí, que era lo que parecían tener más en común entre sí.

Allí en mi habitación me cambié con la ropa que tenía preparada para mí, y como no estaba seguro de cómo iría vestida Emily –aunque claramente sería de negro– no supe muy bien qué ponerme. Le pedí consejo a mamá, pero ella estaba convencida de que debía ponerme un traje y... je, je, NO. Ella era una chica gótica, le gustaba el negro, lo metálico, las cosas oscuras como murciélagos, ¿cómo iba a ir de traje para parecer un idiota?

Decidí vestirme con un jean azul oscuro y una camiseta sencilla negra, sin mangas, que tenía el logo de Arctic Monkeys en el pecho, pero como tampoco quería verme tan informal, me puse unos zapatos negros que me había regalado mamá hacía tiempo y lo acompañé con la chaqueta de cuero primaveral. Eso, más mi cabello bien peinado y con una deliciosa colonia nueva, me hacía sentirme como el puto amo, el dios del universo y la sensualidad. Me quedé por un rato viéndome en el espejo porque quería asegurarme de estar presentable.

Si tenía que ser sincero, era mi primera cita...

Con Becky salíamos a pasear pero yo la conocía de muchos años antes, nunca había tenido una salida con una chica de esta forma, con alguien a quien conocer. Así que debía admitir que estaba bastante nervioso.

Cuando salí de la habitación ya listo para ir a buscar a Emily, mamá estaba ahí sentada conversando con Bob. Ella giró instantáneamente para verme y adoré cada rasgo en su rostro, sus ojos se abrieron con sorpresa y luego se iluminaron, sus labios se curvaron en una gran sonrisa que mostró sus dientes blancos y perfectos, y luego sus ojitos se rasgaron por esa felicidad al verme.

—¡Bebé! —dijo con alegría—. ¡Eres tan hermoso!

—Gracias, má —le dije al acercarme para poder darle un beso en la frente—. Te amo.

—También te amo, que te diviertas.

—No causes un alboroto, Alphonse —dijo Bob con su risotada pegajosa, esa que hasta te dan ganas de reírte también.

—Me portaré bien, pero no prometo nada.

Comencé a reírme al ver que su gesto se endureció, pero antes de salir de casa oí a mamá gritarme:

—¡Destroza esos ovarios, bebé!

—¡Mamá!

Salí de casa con una mezcla de vergüenza y risa tan grande que solo esperaba no cruzarme a nadie conocido, pero como la suerte no era algo que me adorara mucho que digamos, me crucé allí afuera a Ivana y Eric, quienes caminaban con bolsas de compras para ir a su casa. Traté de concentrarme en mi motocicleta para que no vieran mi rostro rojo, pero entonces la voz de Ivana llamó mi atención al decir:

—¡Uy, pero si es el muñequito más hermoso de la tierra!

—Mamá, no empieces —dijo Eric y levanté la vista para verlo, estaba con el ceño fruncido.

Me sorprendí al ver a Ivana, hacía un buen tiempo que no la veía, estaba mucho más delgada. Seguía estando bastante rellenita pero ya no se veía tan gorda como antes, había bajado de peso y sus curvas se lucían mejor.

—¡Ivy! —dije con una sonrisa amplia—. ¡Pero qué bellezón!

—Ay, muñequito, me harás ruborizar —dijo ella con una sonrisa dulce—. Tengo que ponerme en forma para la boda de Luke, ¡no quiero avergonzarlo frente a sus amigos y compañeros! Claro que no, ¿crees que voy por buen camino?

—Creo que el estúpido de Carl se cortará el pito cuando acabes, Ivy. Ufff, que me gustan mayores —admití con una sonrisa torcida y Eric me lanzó una cajetilla de cigarros que tenía en una bolsa.

—¡Luego te quejas por Alex! —se quejó Eric con un gruñido.

Miré la cajetilla de cigarros que él me había lanzado y levanté una ceja por ello, él no fumaba, nunca le había gustado aun cuando casi todos sus hermanos eran fumadores. Eric pareció darse cuenta de ello y se acercó enseguida para arrebatármelo de la mano, no dijo nada pero corrió la mirada, y al ver la marca no pude más que sonreír falsamente.

—Son los favoritos de Christine —dije con esa sonrisa.

—Lo sé.

Maldita sea.

Ivana interrumpió al tomar a Eric del brazo para volver a la casa, quería guardar las compras y, especialmente, lavar las ropitas de bebé que había comprado para Ash. Su novia ya tenía un embarazo de cuatro meses y de a poco le estaban juntando ropita y accesorios bonitos.

Ellos se fueron a su casa y yo regresé a subirme a mi motocicleta, pero no podía dejar de pensar en Eric con los cigarrillos favoritos de Chrissy, ¿acaso la vería? ¿Acaso saldría con ella? ¿Ellos seguían acostándose? No pude evitar rechinar mis dientes y luego aceleré para poder ir con Emily. Necesitaba tranquilizarme en el camino, no quería llegar y verla con esta cara, no quería estar pensando en Christine en mi primera cita con Emily.

Sin embargo era imposible, no podía dejar de imaginarlos, pero traté de relajarme porque Christine dijo que no quería una relación, solo amistad. Ella solo quería amistad y quizá algo de diversión de vez en cuando, y con ese pensamiento me relajé un poco más, porque yo no era nadie para molestarme en realidad...

Cuando llegué a lo de Emily sucedió lo de siempre, los perros me recibieron con sus ladridos y traté de no pisar mucho el barro para no ensuciar mucho mi motocicleta. Dejé la moto sin cadena allí en la entrada, porque no me quedaría por mucho tiempo, y luego me acerqué a la puerta para poder golpear. Observé bien a mi alrededor, las botellas de alcohol vacías que estaban allí amontonadas en la entrada, las hojas del invierno que no habían sido barridas ahí acumuladas, incluso las piezas de autos del taller mecánico de Bill ahí a un costado. Era todo igual que siempre.

Bill abrió la puerta y se apoyó en el marco de una forma extraña y algo intimidante, sopló el humo de su cigarrillo al verme de arriba hacia abajo y con un movimiento de cabeza me incitó a entrar.

—Siéntate —dijo y volvió a fumar un poco—. Mimi se está arreglando, las mujeres siempre tardan una eternidad.

Con algo de dudas me senté frente a él a la mesa. Bill me miraba con atención mientras fumaba su cigarrillo, me ofreció una cerveza pero la rechacé, acepté solamente un vaso con agua.

—Llevas un mes yendo y viniendo —dijo con frialdad sin dejar de mirarme—. No preguntaré la estupidez de cuáles son tus intenciones con Mimi, pero dime, ¿tienes algún problema con las drogas?

—No...

—¿Alcohol?

—No —dije con algo de fastidio.

—¿A qué te dedicas entonces, o eres un mantenido de tus papis?

—Trabajo en un restaurante —respondí con un suspiro—. Y vivo con mi madre si pensabas preguntar.

—¿Y tu padre? —dijo con seriedad y se acomodó mejor en el asiento—. ¿Está en prisión o algo?

—No sabría decirte, no lo conozco.

—¿Y a qué se dedica tu madre?

—Es intrumentadora quirúrgica —respondí con una sonrisa porque estaba seguro de que no esperaba esa respuesta.

Bill frunció el ceño y me miró en silencio, luego peinó su abultada barba oscura que envidiaba no tener. Me miraba fijo y, luego de un rato de silencio donde solo el sonido de su música rock –muy buen gusto, por cierto– se podía oír, dijo:

—Mimi es una chica fantástica que tiene muchos problemas, así que si la llegas a ilusionar con una vida normal, con una relación normal, y luego le destrozas el corazón, te romperé las putas piernas, ¡¿oíste?! —gruñó al apoyarse con fuerza en la mesa, para dejar su rostro más cerca del mío.

—¡Bill! —oí a Emily decir, se asomó por la puerta solo para agregar—: ¡Déjalo en paz! ¡¿Qué parte de que no es mi novio no entiendes?!

—¡Déjame! Llevo practicando esto desde hace años —se quejó él y luego me miró, curvó sus labios en una sonrisa y dijo—. Siempre quise hacerlo —luego se puso serio nuevamente—, pero ilusiona a mi nena para luego destrozarla, y yo te quebraré las piernas y te arrancaré la cara con un machete oxidado. ¿Estamos claros?

—¡Bill! No eres mi padre, cállate de una vez —gruñó Emily y salió de la habitación.

Abrí la boca con sorpresa al verla y no pude evitar sonreír, tenía puesto una falda cuadrillé rosa pastel y un top de encaje negro que caía con suavidad en sus hombros, y aunque llevaba largas medias negras hasta por encima de las rodillas acompañadas de zapatos de gran tacón, se veía no solo hermosa, sino incluso adorable. Nunca la imaginé utilizando algo rosado, quizá en púrpura o rojo, pero jamás rosa pastel.

Fue inevitable sonreír al verla, porque llevaba colgado de su brazo una chaqueta gris y en su cabeza lucía un sombrero negro. Nunca creí que alguien podría verse adorable y tan sexy a la vez.

—Carajo, vas muy en serio, ¿no? —dijo Bill quien estaba igual de sorprendido que yo—. Y esa falda está bastante corta.

—Cierra la boca, Bill.

—Mira, si quieres mostrarle el culo al mundo hazlo sin problemas, pero viajarás en motocicleta, mocosa —se quejó él.

Ella no dijo nada, pero vi sus mejillas encenderse y se acercó a nosotros, donde le lanzó un golpe a la cabeza a Bill para luego dirigirse a la puerta. Me puse de pie enseguida para poder salir junto a ella, sin embargo Bill me tomó de la mano y me miró fijo, y en voz baja, como si no deseara que nadie más que yo pudiera oírlo, me dijo:

—Va en serio, si tú no vas en serio no la ilusiones. Ahora ten —diciendo eso, me arrojó al pecho un paquete de condones—. No quiero niet... nietastros, no quiero nietastros.

No supe en realidad cómo reaccionar, pero me reí y guardé los condones en mi chaqueta solo para ver qué cara ponía Bill. Estaba serio al verme y nos siguió a los dos con la mirada hasta que salimos de la casa.

Fuera, me acerqué nuevamente a la motocicleta para poder encenderla y viajar con ella. Emily se subió atrás mío y no pareció importarle que se le vieran las braguitas negras, luego me abrazó y dijo:

—Te ves bien, Van der Hout.

—Gracias, tú te ves preciosa, «Mimi» —dije con una sonrisa y ella me golpeó.

—Cállate y acelera.

Solo me reí como respuesta y aceleré para poder tomar la calle e ir hacia el centro, en realidad, no estaba muy seguro de a dónde ir, éramos de diferentes ciudades y yo no conocía la suya, así que decidí que era mejor ir a la ciudad que nos dividía, la cual ambos conocíamos bien.

Cuando llegamos, estacioné la motocicleta en un lugar permitido y le puse cadena, para luego caminar con ella por el gran parque que había en el centro. La gente al pasar nos miraba, especialmente los hombres a ella por sus grandes pechos apretados en ese top y su falda corta. Esa actitud me molestó mucho, así que la invité a tomar algo en una cafetería. No estaba seguro de sus gustos, pero allí nos sentamos y revisamos la carta, yo escogí un té clásico con tostadas y ella un café negro con un cupcake.

La observé fijo, se había vuelto a poner su sombrero que durante el viaje debió sostener en su mano para que no se fuera volando. Su bolso era de murciélago y me pareció perfecto para ella. La observé por un rato beber su café, no daba pequeño sorbitos como Chrissy, tomaba como cualquier otra persona, de forma acelerada, como si solo estuviera bebiendo sin disfrutar su sabor. Se había maquillado a su estilo, con sus ojos bien pintados en negro y sus labios en un rosa claro, pero su piel pálida resaltaba con todo eso y la hacía verse adorable.

—¿Por qué me miras así? —preguntó cuando levantó la mirada para verme.

—Porque eres preciosa —admití con una sonrisa y vi sus mejillas sonrosarse, por lo que bajó la mirada enseguida—. Tienes unos ojos preciosos.

—¿Hablas de mis ojos o de mis tetas? —dijo con una sonrisa divertida.

—De tus ojos, aunque... —Curvé mis labios en una sonrisa lasciva que la hizo reír.

—Tú querías conocerme, por eso me invitaste a salir, así que... ¿qué quieres saber de mí? —preguntó al apoyar su rostro en sus manos, allí en la mesita.

—Quiero que me hables de ti, de las cosas que te gustan, de lo que te preocupa, de lo que sueñas. Lo que tú desees, incluso puedes quejarte de Bill si lo deseas.

—Sientes mucha curiosidad por él, ¿verdad? —se rio y yo asentí con una sonrisa.

Emily bajó la mirada y volvió a beber un poco de su café, para luego mordisquear ese cupcake. La vi saborearlo con la alegría de un niño que prueba chocolate por primera vez, así que supuse que adoraba las cosas dulces.

—Mi mamá tenía treintaiún años cuando comenzó a salir con Bill, él tenía diecinueve —dijo Emily de repente, luego de limpiar su boca con una servilleta—. Podrás pensar lo que quieras sobre su relación, incluso decir que es una corruptora de menores o una abusadora, pero Bill fue la única persona que la amó en verdad, y se lo agradezco.

—Tenía mi edad —dije con sorpresa y ella asintió con una sonrisa.

—No te asustes con lo próximo que voy a decir, ¿sí? De todas formas entenderé si deseas no verme más —dijo con un tono de voz muy extraño—. Mi mamá tenía VIH, se lo pegó mi padre cuando yo era bebé porque la engañaba siempre o algo así, y luego de eso nos abandonó. Murió de neumonía causada por el SIDA, porque no pudo hacer un correcto tratamiento. Nadie quería estar cerca de mamá, nadie ama alguien con VIH...

—Excepto Bill... —acoté en voz baja.

—Excepto Bill. —Se quedó en silencio por un rato y luego suspiró—. Yo no tengo VIH si eso te asusta, pero como dije, entenderé si deseas alejarte. Bill tampoco lo tiene, mamá lo amaba tanto que siempre buscó cuidarlo.

—¿Por qué se quedó?

—Como te dije, mamá murió cuando yo tenía once años. Sin familia más que ella me iría a un orfanato para que nadie quiera adoptarme —La miré con pena por ello y ella comenzó a reírse—. Al parecer comencé a llorar y Bill me abrazó en el funeral diciéndome que no me dejaría sola, él se quedaría siempre conmigo, y ahí lo tienes. Han pasado siete años desde que mamá murió y él, con veintidós años en ese momento, decidió quedarse a cuidarme.

Sonreí ante ello porque no sabía muy bien qué decir, y así noté también que, aunque ella lo negara, le tenía mucho cariño a su padrastro.

—Es un desastre, no sabe cómo ser padre, pero... peor es nada, ¿no? Al menos se preocupó siempre por mí. —Bebió lo último que le quedaba de su café y me miró fijo con una sonrisa—. ¿Qué hay de ti? ¿Algún recuerdo trágico para compartir en esta primera cita nada romántica?

—Pues... Ya te he dicho que no conozco a mi padre —dije con un suspiro—. No sé si tengo recuerdos muy trágicos, pero siempre hemos sido solo mamá y yo, aunque en primaria me molestaban mucho por no tener padre.

—Ah, sí, me pasó luego de que murió mamá —admitió ella con un resoplido—. Pero Bill le rompió el auto a sus padres con un bate y dejaron de molestarme, casi lo arrestan por amenazar a un niño de doce en la escuela.

—Carajo —dije sin siquiera pensar, con los ojos bien abiertos de una forma que la hizo reír.

Definitivamente debía aclarar qué pasaría entre Emily y yo, porque estaba seguro de que las amenazas de Bill no eran juego...

Continuamos conversando por un buen rato, especialmente sobre música. Resultó que aunque le gustaba la música muy pesada para mi gusto, también le gustaban mucho los Arctic Monkeys, así que conversamos sobre ellos un buen rato. Luego pagué la cuenta y salimos de la cafetería para pasear por otra parte, le pregunté qué deseaba hacer pero la notaba muy insegura, como si no estuviese acostumbrada a eso. Decidimos solo pasear y conocernos más, pero me sorprendí cuando tomó mi brazo para caminar de esa forma. No pude evitar sonreír, porque a pesar de que era extraño se sentía bien.

Fuimos a tomar un helado y me hizo reír tanto, era una chica sumamente divertida aunque al principio parecía ser tan fría y desinteresada, aun cuando uno creería que era cruel o incluso agresiva, era una buena chica y muy bromista. Me recordó un poco a Jean, parecía gustar de molestar o humillar a las personas que la miraban fijo, por eso cuando tomamos el helado les hacía caras al lamer el helado a la gente. Una señora incluso se persignó y no pudimos aguantar la risa que nos dio.

Nos sentamos en una banca del parque para disfrutar del atardecer frente al lago, ella quizá diría que no era nada romántico, pero a mí me estaba gustando bastante pasar la tarde con ella de esa forma. Se sentía agradable con la suave brisa que nos acariciaba y la tenue pero cálida luz del sol que poco a poco iba desapareciendo, que teñía el cielo de un bonito anaranjado.

Emily apoyó entonces su cabeza en mi hombro y dijo:

—Alphonse...

Oír mi nombre en ella llamó mucho mi atención, así que la miré enseguida.

—¿Puedo decirte algo?

—Dime.

—Nunca tuve una cita, ¿siempre son así? —preguntó y me miró con sus ojos llenos de curiosidad e incluso una pizca de inocencia.

—No lo sé —admití con una sonrisa algo nerviosa—. Nunca tuve una cita tampoco.

—¿Podemos volver a salir en otro momento?

Giré para verla y acaricié con suavidad su rostro, para luego apoyar mis labios en los suyos y besarla de forma lenta pero cariñosa. El beso luego se hizo un poco más apasionado, pero no lo suficiente porque estábamos en la vía pública.

—Cuando quieras —respondí en un susurro y ella sonrió.

Estaba por volver a besarla, esta vez con más decisión, cuando mi teléfono comenzó a sonar de repente. Lo ignoré por un rato para poder besarla, pero siguió sonando y me vi obligado a ver qué era con algo de molestia. Eran mensajes de Alex en «La Mafia».

«3312, tenemos un 3312».

«¡MAYDAY, HOMBRE CAÍDO, SOS, ALERTA ROJA, 3312!».

Me erguí de repente y me asusté por esos mensajes, Alex no era de bromear con emergencias o cosas por el estilo.

—¿Me disculpas un segundo? Es una emergencia —le dije a Emily.

Ella me miró fijo pero asintió, un poco preocupada al verme. Me puse de pie y comencé a llamar a Alex por teléfono, mientras caminaba de un lado al otro alrededor del lago. Tardó un rato en responder, lo que me preocupó mucho más, y cuando lo hizo le dije:

—¡¿Qué sucede?! No me asustes así, atiende rápido, imbécil.

Necesito hablar contigo, en serio, Ricitos de oro, Christine no responde y necesito hablar con alguien ya mismo, ya, ahora, en carácter de urgencia.

—No me asustes, ¿qué pasó? —chillé.

—¿Estás en tu casa?

—Estoy en una cita con Emily... —dije al verla de reojo.

Iré a tu casa, cuando regreses te estaré esperando.

—Oye, está mamá con Bob, déjala un rato —me quejé.

—¿Me estás diciendo que ese policía se está acostando con tu madre en este momento y en serio lo dejarás así como así sin enojarte? Raro...

Me quedé en silencio por un instante, para luego agregar:

—Tienes razón, ve a mi casa e interrúmpelos. En un rato estaré por allí.

—Nos vemos, y gracias, Al.

Alex colgó la llamada y me quedé viendo el teléfono por un rato, luego regresé a sentarme con Emily y miré el lago, ahora con el cielo oscuro y las luces en el parque que comenzaban a encenderse de a poco. Ella apoyó su cabeza en mi hombro y nos quedamos en silencio por un rato largo, al menos hasta que ella dijo:

—¿Sucedió algo? ¿Quieres que regresemos?

—Algo le pasó a mi amigo —dije con seriedad—. No me quiso decir qué, irá a mi casa así que luego debo volver, pero por ahora puedo estar un rato más contigo.

Ella sonrió, y decidimos pasear un rato más por el parque. Emily me tomó de la mano durante el camino, la cual apreté suavemente para no herirla, y aunque estaba preocupado por Alex, quise disfrutar de esos momentos con ella para que no termine mal, para que no me viera con cara larga y aburrida. Si también era su primera cita, aun habiendo tenido varios novios y amantes, entonces la convertiría en la mejor cita.

Si en verdad fuera una emergencia que necesitara de mí con urgencia, Alex me lo habría dicho, era algo que lo tenía preocupado pero algo que podía esperar un poco. No conseguía imaginarme de qué trataba, supuse que no era referido a Bobby, después de todo él estaría incluso más alterado si algo malo le hubiese sucedido a su hijo. Pensé que quizá podría tratarse a algo sobre Caroline, pero si algo le había pasado a ella en su embarazo también estaría más alterado...

Traté de relajarme, no quería arruinar la cita con Emily, así que le pregunté si quería ir a los juegos. Había una feria cercana con un par de juegos, abría siempre en primavera-verano, solo los sábados y domingos, y las parejas solían ir a visitarla durante sus citas. Ella pareció entusiasmada ante esa idea, y luego de colocarse su chaqueta –debido a que había refrescado un poco– nos dirigimos hacia allí. Paseamos por un rato, jugamos un par de juegos y nos reímos bastante, ella se ganó un premio en el juego de arrojar las latas y escogió un gato negro de peluche.

—De tanto arrojarle cosas a Bill —dijo al guiñarme un ojo y levantar su brazo para mostrar sus bíceps—. Molestar a mi padrastro trae sus frutos.

—Y partirle carpetas en la cabeza a futuras citas —dije con una risa y ella me dio un empujón—. Ey, que aún tengo la cicatriz.

Nos reímos y continuamos paseando, pero cuando ya se hizo un poco tarde, cuando las estrellas cubrieron el cielo y la luna se veía hermosa sobre nosotros, decidí que era hora de regresar a casa. Llevé a Emily hacia la suya primero y la acompañé hasta la entrada, principalmente para que Bill nos viera llegar.

Ella me dio un profundo beso en los labios y luego de soltarme, me miró fijo, con intensidad, y me dijo:

—Me gustaría que te quedaras...

—Uy, ¿me invitas a pasar en la primera cita? Pero qué atrevida —dije con una risa que se contagió en ella—. Tengo que volver, Alex me necesita.

Volví a besarla y me di el gusto de apretarle el culo entre las manos, y ella hizo exactamente lo mismo conmigo. Luego regresé a mi motocicleta para poder ir hacia casa, le había tenido que recargar en una estación de servicio por si no llegaba luego a casa, fue extraño porque los empleados miraban mucho a Emily, con una mezcla de asco por su estilo gótico pero con lujuria por ser hermosa.

Fui tarareando una canción de Arctic Monkeys durante el trayecto, porque estaba feliz, era extraño pero se sentía bien estar junto a Emily, quizá porque habíamos vivido cosas parecidas aun siendo tan diferentes. Era una chica preciosa y divertida, aún en sus momentos oscuros.

Cuando llegué a casa dejé mi motocicleta atrás, como siempre hacía, e ingresé a casa por la puerta del costado que daba al living. Así pude ver a Alex hablar muy animadamente con mamá en la cocina, ella parecía atenta a él y lo que le estaba diciendo, de la misma forma que siempre actuaba conmigo cuando le preocupaba.

—¡Bebé! —dijo mamá al verme, con una gran sonrisa—. ¿Qué tal te fue en tu cita?

—Muy bien, ¿qué tal te fue a ti con Bob? —pregunté y me acerqué para saludar a Alex.

—Bien, bebé, pero lo llamaron del trabajo y debió irse... —suspiró con algo de tristeza—. Ahora quédate con Alex, yo debo ir a trabajar, me llamó una compañera para que la cubra.

—¿Ahora? —me quejé con fastidio, siempre se aprovechaban de ella—. ¿Quieres que te alcance?

—¡Oh, no! Me lleva Ash, está en lo de Ivana. Tú quédate con Alex. ¿Sí?

Mamá me saludó con un beso y luego besó a Alex en la mejilla, no sin antes palmearle la mejilla con cariño, para luego hacerle una caricia y decirle:

—Todo estará bien, ¿sí? Tranquilo.

—Gracias, Liv —dijo él con una sonrisa—. Suerte.

Mamá se fue enseguida y me acerqué a la puerta para asegurarme de que en verdad se iría con Ash. La vi correr hacia el cordón de la vereda y la camioneta de Ash se acercó desde lo de Ivana para poder recogerla, saludé a mamá desde la puerta y me reí cuando Ash me enseñó su dedo corazón para mandarme al carajo antes de acelerar para llevarse a mamá.

Regresé con Alex, fumaba y refregaba sus manos, realmente nervioso, así que me senté frente a él no sin antes ofrecerle agua, pero solo aceptó cerveza, dijo tener que beber algo.

—Dime qué sucede, me estás asustando —dije—. Sé que no es grave o me lo hubieses dicho, y de haber sido grave habría dejado a Emily enseguida.

—¿Recuerdas que envié una vez un mensaje diciendo que «la cagué» pero luego que «todo estaba bien» porque ya lo había resuelto? —dijo rápidamente y fumó un poco de su cigarrillo.

Tomé uno de mi cajetilla y lo encendí para poder escucharlo cuando asentí.

—Pues no resolví un carajo, no está todo bien. Y en este preciso momento, estoy pensando en lo imbécil que soy.


Falta una parte y estaba haciendo un dibujo de este capítulo de Al y Emily, pero hasta que lo terminara se harían las tres de la mañana :'u

Así que solo paso a dejar este de Liv y Al en la motocicleta. Ya saben, hecho medio así nomás y rapidito xD

Si quieren que dibuje algo, pueden pedirlo.

PD: Confieso que no revisé el capítulo, así que si me ven puteando en los comentarios, es porque estoy encontrando errores xD

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