Capítulo N°2 | parte 3

Todo me salía mal en mi vida, no pude entrar en ninguna universidad por ser tan estúpido, había alejado a toda mujer de mi vida solo por el bienestar de mi amigo, y la única mujer que he amado solo había jugado con mis sentimientos, los aplastó y moldeó a su gusto, como si no valieran nada.

¿Era yo el problema acaso? ¿Era yo? Todo el mundo me odiaba, no tenía casi amigos, nadie quería estar a mi lado más que mi mamá y Eric. Todo en mi vida era oscuro, y estaba solo, completamente solo. Me sentía solo, me sentía una cosa, una cosa horrorosa. Me sentía estúpidamente solo.

Oí la voz de mi mamá, suave y armoniosa, y la sentí acomodarse a mi lado en la cama. Apoyó con suavidad su mano en mi hombro y luego se recostó, la sentía ahí a mi lado mientras intentaba reconfortarme. Giré instantáneamente para hundir mi rostro en su pecho y abrazarla con fuerza. Me sentía un idiota, un idiota llorando en el pecho de su madre, como un bebé.

—Tranquilo, bebé —dijo ella en un susurro mientras acariciaba mi espalda—. Ya pasará, todo estará bien. Becky no es la primera ni la última mujer que amarás.

—Tú no lo entiendes —sollocé—. Yo no quiero otra, yo la quiero a ella. La quiero a ella, mamá, la amo, la amo tanto, ¡la amo tanto que siento que voy a morir!

—Llora, bebé, saca todo de adentro, acá está mamá.

Lloré con más fuerza, sintiéndome miserable con mi asquerosa vida. Y sintiéndome miserable por llorar por un amor que no funcionó, porque jugaron con mi amor, porque me ilusionaron, porque Becky me había susurrado que me amaba, porque me había dicho hace tan solo una semana que yo era el amor de su vida. ¿Por qué dijo eso? ¿Por qué me mintió? ¿Qué ganaba ella con eso?

—Tienes a una chica preciosa en la cocina que está preocupada por ti, ¿no lo ves? —dijo con una sonrisa al enjugarme las lágrimas—. No necesitas a Rebeca, tú eres demasiado para ella. Tardarás en aceptar esto, tardarás en superarlo, y cuando lo superes estarás bien y te reirás de todo esto.

—No me dolería tanto si hubiese sido sincera conmigo... —Me aferré con más fuerza a mamá, mi voz se quebraba y cada fibra de mi piel me dolía—. Ella dijo que me amaba, ella lo dijo...

Mamá no añadió nada, solo se dedicó a consolarme, tarareaba esas canciones que me cantaba en mi niñez cuando tenía miedo. Me aferré a su pecho para oír su corazón, se oía tranquilo, rítmico y hermoso, y poco a poco, entre su voz y su palpitar, comencé a tranquilizarme, pero seguía sintiéndome miserable, me sentía usado.

No supe cuánto tiempo estuvimos ahí, pero oí a Christine golpear la puerta de mi habitación, seguido de su voz que preguntaba si me encontraba bien. Mamá no tardó en ponerse de pie cuando ya estuve más tranquilo, me dedicó una gran sonrisa mientras me acariciaba el rostro con cariño para luego agregar:

—Ahora es tu turno de ser feliz y divertirte, bebé, ya no tienes que cuidar de nadie —me dijo con esa sonrisa reconfortante—. Ahora es tu turno.

Se alejó a paso tranquilo y abrió la puerta de la habitación, no sin antes girar para dirigirme una sonrisa. Hizo un ademán educado para invitar a Christine a pasar, así que me di la vuelta y comencé a secar las lágrimas en mi rostro, no quería que me viera llorar, que pensara que solo era un adolescente melodramático y se riera de mí. ¿Qué podría entender ella? Llevaba tantos años amando a una mujer que solo se rio de mí...

—Ey —dijo y no giré para verla, la sentí sentarse a mi lado en la cama y luego oí el sonido de un encendedor, seguido de su mano dándome una palmada en la espalda—. Toma, ayudará a relajarte un poco.

Apenas si giré un poco para verla, me estaba extendiendo un cigarrillo mientras fumaba el propio. Asentí para agradecerle y con un temblar de manos lo tomé, estaba realmente nervioso y me sentía frágil, manejable, imbécil.

Ella no habló, solo fumó ese cigarrillo a mi lado sin decir una sola palabra. Ambos mirábamos el techo de madera allí sobre nosotros.

—¿Quieres beber un trago? —dijo luego de un largo silencio.

—Apenas sales de una borrachera ¿y ya deseas volver a beber? —dije, intentando ser bromista, pero mi voz se oyó quebrada.

—La verdad no, en este momento pensar en alcohol me da náuseas —se rio levemente—. ¿Cómo te sientes?

—Miserable, idiota, poca cosa, inútil, estúpido, idiota otra vez, mucho más miserable.

—Escúchame, y escúchame bien —dijo con seriedad y me palmeó el rostro para que la viera fijo a los ojos miel—. Los amores adolescentes jamás funcionan, solo una minoría llegan a durar hasta la adultez, ¿está bien?

—¿Y eso se supone que debe reconfortarme?

—No estoy aquí para reconfortarte, para eso tienes a tu madre. Estoy aquí para darte la cachetada que necesitas. —Se veía seria al hablar y con ello sus cejas se fruncían—. No soy un buen ejemplo siendo que me embriagué por un ex idiota, pero no soporto ver a una persona capaz sintiéndose miserable. No tienes tiempo de sentirte miserable.

—Claro que tengo tiempo, ¿no te enteraste? —sonreí con ironía—. Fui rechazado de la universidad y trabajo de forma eventual en un restaurante de mala muerte. ¡Tengo mucho tiempo libre para sentirme miserable!

—¿Y? —dijo y meneó uno de sus hombros—. Tú eres Alphonse, hijo de Liv, una diosa de la belleza, ¿realmente piensas permitirle a Rebeca que te arrebate tu insoportable autoestima en los cielos? Querido, eso es lo que te hace tan especial.

—No quiero hablar, solo quiero dormir...

Le di la espalda para poder abrazarme a mí mismo. Christine no agregó nada, solo la sentí tironear las mantas y cubrirme con ellas, luego la oí encender otro cigarrillo. Se quedó allí a mi lado aun cuando le di la espalda y no le dirigí más la palabra. Esa chica era extraña, realmente extraña pero de cierta forma me hacía sentir bien.

—Mi hermano no puede venir a buscarme —dijo de repente en un susurro—. Tiene unos asuntos que atender...

—¿Quieres quedarte? —dije enseguida.

—Puedo tomar un taxi.

—¿Y quedarte sola sintiéndote igual de miserable que yo? —escupí—. Mejor cállate y quédate ahí quieta, mientras no me patees no te tiraré de la cama.

—Oye, podría dormir con tu madre o en el sillón —se rio.

—Mi madre te tirará de la cama y en el sillón tendrás frío, puedo dormir a los pies y tú a la cabecera, sin rozarnos siquiera. Así dormía con... —Tragué saliva al pensar en Becky, un nudo se había comenzado a formar en mi garganta y un malestar me atormentaba en la boca del estómago—, así dormía con Becky años atrás...

—Está bien.

—Solo tengo una advertencia para ti —dije y me senté para verla—. Me gusta dormir desnudo.

—Mira, todo bien, pero no tengo ganas de verte menear el pito —se rio y negó con la cabeza—. Mínimo usa un bóxer.

—Tenemos un trato entonces.

Diciendo eso me puse de pie para poder apagar la estufa y quitarme el pantalón para poder dormir con comodidad. Apagué la luz y solo me quedé allí en la habitación levemente oscura –a causa de la tenue luz que entraba por una ventanita que daba al jardín– mirando la nada. De a ratos me enfurecía, con deseos de romper todo, de salir de casa para buscar a Ian y destrozarle su estúpida nariz otra vez, y de a ratos tenía ganas de llorar otra vez.

Me acerqué a esa muchacha que se encontraba sentada a la cabecera con su teléfono en las manos, tecleaba rápidamente sin prestarme atención, así que en un pequeño trote me lancé sobre la cama a los pies y me cubrí con las mantas para poder dormir. Me dediqué a mirar el techo de madera, preguntándome qué haría con mi vida de ahí en adelante. ¿Cómo haría para ver a Becky luego de eso? ¿Y Eric? ¿Cómo le diría a Eric que su prima me había destrozado? Estaba seguro de que Ash y el resto de los muchachos se reirían de mí, no estaba preparado para sus burlas. Tampoco estaba preparado para ver a Ian con su sonrisa de satisfacción al verme pasar.

No estaba listo para nada.

Tragué saliva y vi por el rabillo del ojo que Christine colocaba su teléfono sobre la mesita de noche para luego cubrirse con las mantas.

¿Cómo había llegado a eso? Traté de pensar en los errores que pude haber cometido. Fue Becky quien me besó, fue ella quien me llevó a la cama, fue ella quien me llamó «amor», fue ella quien me invitó al cine, a cenar y al parque como si fuéramos una pareja. Fue ella siempre, ¿entonces cuál había sido mi error? ¿Fue no tener iniciativa?

Comencé a sentir nuevamente mi garganta llenarse de angustia y mis ojos de lágrimas, comencé a respirar más fuerte y cubrí mi boca para que Christine no lo notara.

¿Eligió a Ian porque era popular en el instituto? Tiene mi misma edad, ¿por qué a mí me rechazaba por ser menor y a él decide amarlo con libertad? ¿En qué fallé? Me sentía realmente triste, mis manos temblaban y mis sollozos se hacían imposibles de ocultar.

Me reconfortaba saber que yo era más guapo que él, que tenía mejor físico y que era mucho más bello. Pero... ¿de qué me sirvió ser atractivo? Becky aún así había elegido irse con él. Becky aún así había optado por jugar conmigo.

¿Se reiría junto a Ian de mí? Podía imaginarme sus conversaciones en la cama: «¡Ese idiota cree que lo amo! Ja, ja, ja», e Ian riéndose de mí mientras besaba su cuerpo y le daba placer.

¿Era por mi inexperiencia quizá? Quizá no le di todo lo que debía. Becky no tenía la culpa, el problema era yo. Seguramente era yo, porque el problema siempre soy yo...

Sentí una fuerte patada en mi pierna que casi me arroja de la cama, así que le devolví la patada a Christine y ella volvió a patearme. Mis piernas se enredaban con las sábanas que dificultaban mis movimientos al patearla.

—¡¿Puedes quedarte quieta?! —me quejé.

—¡¿Puedes dejar de lloriquear?! ¡Intento dormir!

Me senté de golpe y la golpeé con la almohada, por lo que ella imitó ese acto. Se sentó y comenzó a golpearme, sin dejar de patalear. Se la veía enojada, y a mí me molestaba más todavía. Intentó lanzarme un cachetazo pero se lo frené, así que terminamos forcejeando para dominar al otro, para frenar al otro.

Terminé sobre ella y pude ver su rostro, apenas iluminado por la luz que entraba por la ventanita. Sus ojos se veían grandes y dorados, parecían brillar. Me miraba de una forma extraña que no era capaz de comprender, pero cuando pensaba decirle algo no dudó en lanzarme por fin el cachetazo que tanto quería. Sin embargo seguí observándola con esa camiseta gris que era mía, con su cabello pelirrojo y ondulado esparcido por toda la almohada. Sus ojos que me escrutaban entero.

Se veía hermosa.

Se veía deseable.

No pude evitarlo, no supe por qué, pero me encontré besándola. Fue rápido, fuerte y algo agresivo, pero me alejé enseguida al percatarme de lo que acababa de hacer. Lágrimas seguían cayendo por mis mejillas, ¿qué estaba haciendo?

—Discul...

No pude terminar mi frase que ella me tomó del rostro para besarme de regreso. Sus labios eran cálidos, su lengua que se rozaba con la mía hacía que mi cuerpo entero se calentara. Y el beso se hizo más apasionado, sentía sus manos acariciarme la espalda y me animé a acariciarla a ella. Metí mis manos en su remera y acaricié su cintura suave, subí lentamente por su torso y acaricié uno de sus pequeños pechos, rocé con mi pulgar su pezón y oí un leve gemido en medio del beso.

Mi entrepierna comenzaba a molestarme, a tensionarse. Me pegué más a ella y seguí besándola, con sus manos que recorrían mi espalda, mis brazos y mi pecho por completo, hasta llegar a mi trasero y apretar mis glúteos con fuerza.

Estaba jadeante al igual que ella, no podía pensar en nada que no fuera tocarla, que no fuera sentirla bajo mío, que no fuera meterme entre sus piernas y hacérselo duro. Así que bajé mi mano hasta el short que llevaba puesto y la introduje dentro, era diferente a lo que había conocido con Becky, se sentía diferente. Rocé el poco vello que tenía y acaricié su entrepierna, pensaba tocarla más a fondo cuando sentí su mano en mi entrepierna, me apretaba con fuerza y fue inevitable para mí dejar ir un sonido de placer.

Comencé a besar su cuello con rudeza a la vez que continué tocándola, mientras que ella arqueaba su espalda y hacía danzar su mano con fuerza dentro de mi bóxer. Me estaba volviendo loco, quería hacerlo, quería meterme entre sus piernas y hacérselo muy duro. Sin embargo la observé a los ojos, la observé ahí bajo de mí. La observé a sus ojos miel y cada parte de su rostro.

Y comencé a llorar, comencé a sentir mucha angustia en mi garganta así que me hice a un lado enseguida, me alejé de ella lo más que pude hasta los pies de la cama. Llevé mis manos hasta mi rostro y me di un golpe a mí mismo. ¿Qué estaba haciendo? ¿En qué carajo pensaba?

La estaba usando, la estaba usando para olvidar mi dolor, para olvidar lo de Becky, pero no podía olvidarlo, el dolor estaba ahí y me torturaba. No podía hacer eso, no podía acostarme con su amiga solo por resentimiento, no estaba bien.

No quería mirar a Christine, le corrí la mirada mientras respiraba hondo para tranquilizarme, pero sí la sentí moverse en la cama hasta quedar sentada a mi lado. No dijo nada por un buen rato, solo se quedó allí.

—Lo lamento, en serio lo siento —le dije en un susurro.

—Creo que todavía tengo algo de alcohol en mi sangre...—dijo ella con un tono de voz alegre—. Me haría bien un té.

Giré para verla, miraba el techo con una sonrisa, así que suspiré y asentí, para luego ponerme de pie. Me colgué el pantalón rápidamente para poder ir a la cocina y prepararle un té de limón, yo también necesitaba un té, necesitaba sentirme bien.

Christine me acompañó a la cocina y se sentó a la mesa mientras colocaba la tetera al fuego. No quería girar para verla, no quería mirarla a los ojos. Me sentía realmente culpable, ¿cómo podía hablarme tranquilamente, como si nada hubiese pasado?

—Mi favorito es el de limón con menta —dijo de repente—. ¿El tuyo?

—Rosas... —respondí en un susurro.

—Nunca lo probé. ¿Sabe bien?

—A la mayoría no le gusta...

Le di la espalda en todo momento, busqué las tazas para beber, las anteriores habían quedado en la habitación y no tenía deseos de ir a buscarlas. Suspiré, no me quedaba otra que beber en mi taza favorita, me daba vergüenza hacerlo frente a ella.

—Alphonse... —Por un instante se quedó en silencio—. Si sabes que es normal eso, ¿verdad?

—No lo sé...

—Yo sigo algo ebria y tú estás dolido, déjalo así. ¿Está bien?

Giré para verla, me dedicaba una sonrisa despreocupada. Parecía que en verdad no le importaba que casi nos acostáramos, en serio parecía que aunque fue un error, que aunque nos dejamos llevar por un instante, no me odiaba ni me culpaba por ello. Sonreí como respuesta y con el té ya listo me ubiqué frente a ella.

La miré mientras bebía su té, le daba pequeños sorbos y luego lo apoyaba con suavidad en la mesa mientras miraba su contenido. Y luego repetía la acción, daba pequeños sorbos de té, eso me hizo sonreír, se veía algo adorable al hacerlo.

De repente comenzó a reírse y no entendí por qué, hasta que noté que estaba viendo mi taza y sentí mis mejillas calientes. Lo cubrí con la mano pero ella continuó riendo.

cubrí con la mano pero ella continuó riendo.

—¿Pokemon, en serio? —dijo y yo fruncí el ceño.

—¿Cuál hay? Me gusta charizard.

—Lo que vale la pena es Digimon, no esa verga de Pokemon.

Levanté mis cejas con sorpresa y la miré fijo, parecía desafiarme.

—Pokemon es mejor que esa cosa de digimon que ni sentido tiene —me quejé.

—¿Me estás diciendo que ir por la vida juntando pokemones para hacerlos pelear en un claro abuso animal, tiene más sentido que intentar salvar al mundo digimon? —se quejó ella.

—Digimon es la mala copia de mi hermoso Pokemon. Para que tengas y guardes —me reí y ella frunció el ceño.

—No es una copia —Levantó su barbilla con orgullo y comenzó a reír—. Y si lo fuera, entonces la copia ha superado al original.

—Tu agumon no podrá superar nunca a mi charmander —añadí con una risa.

—Tu «Tengo que ser siempre el mejor, mejor que nadie más» nunca va a superar a mi «Solamente quiero amarte y todo mi calor brindarte, te haré olvidar esas penas que te hacen mal...» —canturreó y me quedó mirando fijo, empezó a sacudir sus manos en el aire al cantar—. «¡Si tú lo deseas puedes volar, solo tienes que confiar mucho en tiiiii!».

—Estás loca —me reí a carcajadas.

—Sí, pero Digimon sigue siendo mejor.

Me reí tanto con ella, que terminé olvidándome de Becky y el dolor que sentía por esa noche. Nos mantuvimos conversando de cosas sin sentido, de dibujos de nuestra infancia, de Charizard y Angemon, de mi madre y de su hermano, e incluso de sexo. En medio de risas ella me dijo:

—¿Te puedo dar un consejo? —sonrió con ternura—. No te apures tanto, en serio. Hay tiempo para todo.

—Lo siento... —respondí al encogerme de hombros.

—No te disculpes, solo te digo para cuando estés con otras mujeres, no vayas tan rápido. ¿Estás bien? Si necesitas consejos puedes preguntarme, no tengo ningún problema en ayudarte.

—Esto es extraño y muy incómodo...

—Incómodo es que tu hermano te encuentre teniendo sexo y eche a patadas a tu amante —se rio a carcajadas—. Ayudarte no es incómodo.

Nos reímos y bromeamos, nos contamos cosas sencillas. Le conté mi sueño sobre abrir una cafetería con una carta especial de té de sabores, y esperé que se riera de mí como hacía el resto, sin embargo solo me sonrió. Me sonrió y me dijo que era una gran idea.

—Mi hermano es barista y repostero, por si quieres tener una ayuda extra. Yo puedo ser tu inversora cuando quieras abrir tu cafetería, ¿está bien?

Y ella me contó que, aunque le gustaba mucho la nanotecnología y quería ser ingeniera para callar a las malas lenguas, el estudio era muy pesado y a veces lloraba del cansancio que sentía. Conocí una parte de Christine que antes no había conocido, que nunca me di la oportunidad de conocer, y me pareció una chica adorable, inteligente y muy divertida.

Cuando finalizamos de conversar y mis ojos habían comenzado a pesar por el sueño que me producía el llanto, decidimos ir a dormir. Esa vez Christine me dijo que durmiera a su lado sin miedos, y aunque aún tenía mucha angustia en la garganta, terminé por sonreír al abrazarla y dormir junto a ella.

Me sentía a gusto, reconfortado y hasta algo feliz.

Sentí que había hecho, de una forma muy extraña, una buena amiga. Becky, desde ese momento, ya no debía significar nada para mí.


NOTA DE AUTOR:

Lamento mucho la tardanza, no tengo internet, actualizo desde el celular y para como no me funciona la entrada USB de la computadora, lo que me dificulta pasar archivos.

Espero les haya gustado. No olviden comentar y votar, en ese orden❤


#TeamDigimon

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