Mikan apareció al mismo tiempo que los demás estudiantes definitivos en la vida de Hajime Hinata, pero solo ella robó  (¿o sanó?) su corazón. Podía simplemente contemplarla y ya su día iba para bien. Cuando la tomaba de la mano, intentaba ser lo más delicado posible pues ella se ponía nerviosa cada vez que lo hacía. Al verla sonreír, él tenía unas ganas inmensas de abrazarla y llenarle el rostro de besos, pero era consciente que tanta emoción en la muchacha haría no más que desmayarla de la felicidad. Hajime apreciaba cada momento a su lado, y esperaba nunca tener que decir adiós.

Por supuesto que era amor lo que sentía. Pero, si es que hubiese otra palabra para definir lo que ella representaba para él sería...

— Serendipia.

— ¿Qué dijiste, Hajime? — murmura ella, curiosa por la palabra que nunca había escuchado con anterioridad.

— Eres mi serendipia, Mikan. — sonríe.

— ¿¡E-eso es bu-bue-bueno!?

— Por supuesto que sí — le da un fugaz beso en la frente que no hace más que ponerla con el rostro enrojecido — Conocerte fue lo más inesperado, pero al mismo tiempo lo más afortunado que me ha podido pasar. Incluso diría que mi suerte al encontrarte supera a la suerte definitiva de Nagito.

Ambos echan a reír por lo último dicho por el pelimarrón. Él abraza a la chica con ternura y continúan su camino, esperando por las sorpresas que el futuro les aguardará.

Aunque tenerse el uno al otro es más que suficiente.