Hela, la renegada
Como esbozos de acuarela: así eran los mortales para Hela. Ignorantes del destino. Frágiles, luminosos o grises; pero tan bellos. Cuerpos difusos, rostros irreconocibles. Hela se recreaba con sus alegrías y tristezas, con sus bondades o miserias. El aura de cada mortal era una gema única, caleidoscópica, refractaria, un matiz vibrante, un acorde disonante del sinfónico universo. Algunos de ellos portadores de una sombra, otras Parcas… Su hora final estaba cerca.
Hela, en otro tiempo, no hubiera sentido nada. En otro tiempo, Ángel de la Muerte… Ahora una renegada.
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