Capítulo 9
La última semana de clases había pasado, dando llegada a las vacaciones de invierno.
Los pequeños y adolescentes estaban emocionados por poder disfrutar de su merecido descanso.
Todos y cada uno de ellos se habían esforzado durante aquel último trimestre, aunque los resultados de las primeras notas hubieran sido bastante variados.
Al parecer, Luffy era el que más dificultades había tenido. Sus resultados no habían sido del todo satisfactorios y la tutora les había pedido reunirse con ellos tras las vacaciones.
Corazón y (TN) decidieron no machacarle mucho con el tema. Simplemente quedaron en que descansara y cogiera fuerzas en vacaciones, que a la vuelta le ayudarían a ponerse más las pilas para mejorar los resultados.
—Bueno, chicos y chicas —habló el rubio, una vez estuvieron todos reunidos en la sala de actividades—. Hemos pensado que, para celebrar el primer día de vacaciones, podíamos ir al centro comercial a tomar un buen chocolate caliente y ver las luces y el mercadillo que está montado fuera.
No hubo respuestas negativas, aunque algunos mostraron más emoción que otros.
—¡Y mañana pollo frito! —exclamaron Luffy y Ace, casi al unísono. Los pozos sin fondo del grupo. El pequeño continuo hablando—. ¿Habrá tarta?
—Por supuesto. Giolla nos deleitará con su delicioso pastel de nata y fresas —aseguró Corazón.
Aquel era el típico menú de Japón durante ela cena de Navidad: pollo frito de cadena de comida rápida y tarta de Navidad, de bizcocho nata y fresas. Además, Giolla siempre le añadía alguna decoración relacionada con las fiestas.
Sus creaciones no tenían nada que envidiar a las de ninguna pastelería.
—¿Tú te quedarás a la cena, Rainbow? —preguntó Vivi, tirando con suavidad de la manga del jersey de la peli(t/c).
—Me quedaré con vosotros en Navidad y me iré a pasar el día de Año Nuevo con mi familia —respondió ella, acariciando el cabello azul de la pequeña y regalándole una tierna sonrisa.
Todos estaban agradecidos. A parte de Corazón, que llevaba desde siempre con ellos, nunca otra persona se había implicado tanto como (TN) lo estaba haciendo.
—¡Venga! Todos a cambiarse y nos vamos al centro comercial —indicó el hombre de cabello rubio.
Él estaba todavía más emocionado que los niños por el hecho de que (TN) se quedará con ellos a pasar la Navidad. Su admiración hacia ella crecía cada vez más, a la vez que sus sentimientos.
Todos subieron al piso de arriba y se dirigieron a sus respectivas habitaciones.
Mientras los pequeños se cambiaban el uniforme por ropa de calle, (TN) fue a coger su bolso. Lo abrió para revisar que tenía todo lo necesario.
Sí, ahí estaba. Había preparado un pequeño obsequio para Corazón. Un detalle sin importancia para dárselo como regalo de Navidad.
No estaba muy segura en cuanto a cómo y cuándo entregárselo. Es decir, tendría que ser al día siguiente, en algún momento de la cena de Navidad o antes o después... No estaba muy segura.
Tampoco sabía si era del todo adecuado, o si él se sentiría mal por no haber comprado nada para ella. En definitiva, nunca había sido tan difícil para ella hacer un regalo.
Lo guardó en uno de los cajones de la mesita de noche antes de salir de la habitación para reunirse con el grupo.
Cogieron el autobús, como siempre que podían. Había que fomentar el uso del del transporte público.
Cuando bajaron del autobús ya prácticamente había anochecido, y el espectáculo se luces navideñas que decoraba la calle era alucinante.
—¡Mirad el árbol gigante! ¡Qué bonito! —exclamó Vivi, señalando el árbol de luces con el dedo índice. Los más pequeños miraron asombrados.
—Vale, chicos y chicas. Ahora todos atentos, que vamos a entrar y hay mucha gente. No nos perdáis de vista —indicó Corazon, tras dejar que admiraran las luces durante un par de minutos y acabaran de charlar.
El centro comercial estaba completamente abarrotado. Gente comprando regalos, tomando un aperitivo o simplemente mirando tiendas.
El grupo fue caminando por la planta baja en una cafetería en la que hubiera las suficientes mesas y sillas libres. No encontraron sitio para tantos, así que se pidieron las bebidas para llevar y se las tomaron mientras paseaban por el mercadillo que había fuera montado.
—¿No te apetecía nada? —inquirió (TN), mirando fijamente a Corazón antes de llevarse el vaso de cartón a los labios y dar otro largo trago. El líquido todavía estaba algo caliente, pero no podía resistirse y esperar a que se enfriara un poco más.
—Es mejor que alguien tan torpe como yo no camine con un vaso de chocolate en la mano —explicó él, observando como su compañera se pasaba la lengua por encima de los labios para limpiarse los restos del dulce líquido marrón—. Espera, te has dejado un poco.
Tomó con suavidad la barbilla de la peli(t/c) y con la yema del dedo limpio el resto que quedaba sobre él labio.
—Gracias —murmuró ella, tratando de ocultar sus nervios. Cada contacto con Corazón se le hacía cada vez más intenso, por efímero que fuera.
No estaba muy segura de cuánto tiempo más podrían aguantar ocultando sus sentimientos. Mezclar trabajo con temas personales era muy mala ida, pero... ¿Puede que se estuviera enamorando?
—Corazón, (TN)... —les llamó Robin, con una amable sonrisa dibujada en su rostro. Acababa de observar con atención el pequeño momento entre sus tutores—. ¿Nos dejáis que nos adelantemos un poco nosotros?
—Bueno, está bien —aceptó el rubio, buscando en los bolsillos de su chaqueta. Sacó la cartera y le ofreció a la morena algo de dinero—. Podéis comprar una cosa cada uno, y no perdáis a los pequeños de vista. Os vigilaremos aunque vayamos por detrás.
—Que gracia, les apetece ir solos, sin adultos —comentó la peli(t/c), mientras Robin se alejaba.
Lo que no sabían es que tan solo era un plan de la joven adolescente para dejar que ellos dos disfrutaran de algo de tiempo a solas.
—Ay, mira esta pulsera... Me encanta —aseguró (TN), acercándose todavía más al puesto para tomar la pulsera entre sus dedos.
Era simple, hecha con hilos, pero es que justo habían mezclado sus colores favoritos.
—¡Rainbow, Rainbow! —exclamó Vivi, tirando de su jersey. La joven dejó la pulsera en el sitio y se giró hacia la pequeña, agachándose un poco.
—Dime, Vivi. ¿Pasa algo?
—¡Mira que tazas más bonitas de Navidad! Ven a verlas —le pidió, con una carita que la peli(t/c) no pudo resistir.
Corazón aprovechó que su compañera se alejaba para comprar la pulsera que había estado mirando.
Ya tenía regalo para ella, pero podía complementarlo con aquel accesorio. Estaba nervioso, ya que no sabía muy bien cómo entregarle el regalo. ¿Ella le habría comprado algo? ¿Se sentiría mal en caso de que no lo hubiera hecho y ella si recibiera algo por su parte?
—Espera, (TN), yo también quiero enseñarte algo —intervino Robin, evitando que la mayor se girara hacia Corazón.
En el intento de mostrar la pulsera que quería, el rubio había volcado uno de los expositores de pulseras y estaba ayudando a volver a montarlo.
Lo joven de cabellos (t/c) se dejó guiar por las chicas, mientras observaba con atención todo lo que le mostraban.
—Oye, (TN), ¿puedes ir a buscar a Corazón? Se ha quedado allí atrás —indicó Robin.
—Ah, sí... —murmuró la susodicha—. Esperad, ¿eh? No os alejéis mucho.
Aceleró el ritmo para dirigirse al puesto donde habían estado mirando las pulseras. Corazón movía la cabeza de un lado a otro en busca de alguien conocido.
—Oye... ¿Por que intentas tanto que se queden solos? —preguntó Vivi a la morena. La peliazul era más perspicaz de lo que parecía—. ¡Ah! ¿Es para que se hagan novios?
La mayor no contestó, tan solo sonrió, haciéndose la misteriosa.
—Corazón, estoy aquí —anunció la peli(t/c), al llegar junto a él.
—Perdona, me había despistado —se disculpó él, sonriendo para restar importancia al asunto. A (TN) le encantaba cada vez más aquella sonrisa.
—No pasa nada. Venga, vamos con los pequeños —le apremió ella, cogiéndole de la mano y tirando de él.
—Tienes la mano congelada —aseguró él, mientras le acariciaba con las yemas de los dedos al mismo tiempo que caminaba tras ella.
Una descarga eléctrica recorrió la piel de la joven ante la caricia del rubio. Aquello era peor de lo que pensaba. ¿Cómo podía afectarle de aquella forma cualquier mínimo contacto?
Después de un buen rato recorriendo los diferentes puestas comerciales y una vez los pequeños compraron lo que querían, se dirigieron de nuevo a la parada de autobús.
—Vale, chicos y chicas, la cena debe estar casi lista. Dejáis las chaquetas, os laváis las manos y nos vemos en el comedor —indicó Corazón.
Dicho esto, todos se dirigieron a sus respectivas habitaciones. Robin y Vivi fueron las que mas rápido subieron, y es que tenían que poner en marcha su plan.
—¡Giolla! —exclamó la pequeña de cabello azul, entrando disparada como una flecha a la cocina.
—¿Qué pasa, Vivi? ¿Cómo ha ido la salida? —inquirió la mujer, que estaba acabando de poner la cena en los platos.
—Bien, muy bien. Tenemos algo que decirte —farfulló la pequeña, mientras trataba de recuperar el aliento. Robin no tardó en entrar por la puerta—. Queremos prestar aquí dentro una mesa para a Corazón y Rainbow, para que tengan una cena a solas.
—¿Una cena a solas? —repitió la mujer, procesando la información—. Oh, ya veo... Ahí en esos cajones tenéis todo lo necesario. Y en ese armario y algunas velas.
—No sé si es buena idea encender velas cerca de Corazón —apuntó Robin.
—Es cierto. Totalmente de acuerdo —admitió Giolla.
Poco a poco, ya vestidos con ropa más cómoda y con las manos lavadas, el resto del grupo fue reuniéndose en el comedor.
El olor de la deliciosa comida inundaba el comedor y parte del pasillo. Tenían mucha suerte de contar con una cocinera como aquella mujer.
—Oye, ¿que los adultos no comemos? —comentó Corazón, al ver que faltaban dos platos en la mesa.
—Venid, venid —murmuró Vivi, cogiendo a ambos de las manos y tirando de ellos hacia el comedor.
Algunos de los pequeños observaron la escena algo extrañados. Otros ya habían comenzado a devorar su cena y, otros, ni si quiera estaban prestando atención a lo que estaba ocurriendo. Por su parte, los dos adultos se dejaron guiar por la pequeña al mismo tiempo que intercambiaban miradas confundidas.
Robin estaba orgullosa de haber conseguido una buena ayudante. Normalmente no se interesaba en ese tipo de asuntos, pero apreciaba a sus dos tutores —sobretodo a Corazón, junto al que llevaba más tiempo— y le apetecía ayudarles en aquel sentido. Tal vez no al inicio, pero ya hacía un tiempo que se notaban los sentimientos que iban surgiendo entre los dos.
—¿Qué es esto? —inquirió (TN), al fijarse en aquella mesa típica de una cena romántica.
—Es para que descanséis un rato de nosotros —explicó Robin—. Cuando son vacaciones estáis todavía más pendientes de nosotros y menos tiempo a solas, así que hemos pensado que sería una buena idea.
—Gracias por pensar en nosotros, pero no nos molesta en absoluto pasar más tiempo junto a vosotros —aclaró Corazón, dando un par de cariñoso toques en la cabeza de joven de cabello oscuro—. Venga, id a cenar que se os enfriará la comida.
—Menudas ideas tienen... —comentó la peli(t/c), una vez solos y mientras tomaba asiento—. Pero, la verdad, es que ha sido un gesto muy adorable por su parte.
—Sí, eso es cierto. En fin, disfrutemos de esta deliciosa cena. No aguanto un segundo más sin probarla.
Pasaron una velada agradable, conociéndose un poco más y contándose alguna que otra anécdota de su pasado. Charlaron y rieron hasta que, finalmente, llegó la hora de que los pequeños comenzaran su rutina de noche y se acostaran.
Al entrar por fin en su habitación, (TN) se acercó al cajón de la mesita de noche y se sentó en el borde del colchón para mirar una vez más el regalo.
Mañana llegaría el gran momento. No podía creerse que estuviera tan nerviosa por entregar un simple detalle sin importancia, pero así era. Estaba extremadamente nerviosa. Tanto que le costó un poco más del normal el poder conciliar el sueño.
[•••]
Era la mañana de Nochebuena y los pequeños estaban en la cocina junto a Giolla. Preparaban galletas navideñas que, si salían bien, podrían tomar de postre tras la comida.
La mujer ya se había levantado a primera hora para poder dejar lista la tarta de nata y fresa que tomarían en la cena.
Una vez dentro del horno, pequeños y mayores se sentaron en las mesas del comedor para charlar un rato mientras esperaban.
—Lamento interrumpir —comunicó Baby 5, antes de golpear un par de veces la puerta ya abierta para avisar de su llegada—. (TN) tiene visita.
—Mamá... —murmuró la joven, confundida, mientras se levantaba para caminar hacia ella.
—Yo me retiro ya, nos vemos mañana —se despidió la secretaria, que se iba a pasar el resto del día en casa con su familia.
—Qué pases un buen día, Baby 5 —se despidió la joven de cabello (t/c), antes de girarse para hablar con su madre mientras el resto se despedía—. ¿Ha pasado algo, mamá?
—Nada en especial, cariño. Solo que salió hace poco la convocatoria para el examen. Supongo que ya te habrás apuntado, así que te he impreso los temas para que vayas estudiando —comentó la mujer, ofreciéndole la bolsa de tela que sujetaba entre las manos.
—¿Qué examen? ¿Los mayores también tenéis exámenes? —preguntó Vivi, con inocencia.
—Es un examen para que le den trabajo en otro sitio —aclaró Law, que sabía perfectamente de que iba el tema. No le extrañaba que otra persona más fuera a abandonarles. Corazón era el único en el que se podía confiar.
—¿Te va vas a ir a otro sitio? —inquirió la pequeña de cabello azul, sin poder evitar que su voz se quebrara.
—No, no... A ver, mamá, vamos fuera para hablar un momento —farfulló (TN), algo nerviosa. Debería haber hablado sobre ese tema antes, pero no había encontrado el momento.
Ambas mujeres atravesaron el marco de la puerta para dirigirse hacia la entrada. La joven de cabellos (t/c) le hizo una señal a su compañero para que no se preocupara.
Caminaron y no comenzaron a hablar hasta que se hubieron alejado lo suficiente. Todavía no podía creerse que su madre hubiera ido hasta allí para hablar del tema. Sabía que no lo había hecho con mala intención, pero no era el lugar.
—¿Qué pasa, cariño? Creía que este era el plan, que encontrarías un trabajo mientras te preparabas para el examen público —expuso la progenitora.
—Sí, lo era. Simplemente he cambiado de idea. Estoy muy a gusto aquí y no quiero dejar a los pequeños.
—Entiendo que te hayas encariñado; pero tienes que tener en cuenta que, si pasas el examen, lo otro es un trabajo asegurado de por vida.
—Lo sé, mamá... Pero el examen saldrá más veces en caso de que lo necesite. Hoy por hoy quiero quedarme aquí.
—Bueno, no comparto tu decisión, pero la respeto... Es tu vida al fin y al cabo —admitió la mayor—. Por cierto.... ¿Te quieres quedar solo por los niños? ¿O tu compañero de trabajo también tiene algo que ver?
—Ay, mamá... No digas esas cosas —se quejó la joven, algo nerviosa. Claro que tenía que ver.
—A tu madre no puedes mentirle. Es un chico muy guapo y parece buena persona —rió, pellizcándole la mejilla con suavidad—. En fin, me llevo los temas de tu examen. Los guardaré para más adelante si los necesitas.
—Vale, mamá. Nos vemos para Año Nuevo, disfrutad de la noche.
—Igualmente, cariño.
Tras darle un cariñoso beso en la cabeza, la señora (TA) abandonó el edificio. Una vez sola, la joven suspiró mostrando su alivio.
Al girar la esquina, casi se choca con su compañero.
—Ay, perdona... —farfulló ella, sonriendo.
—No... No pienses que estaba espiando. Es solo que algunos de los pequeños estaban algo nervioso y les he dicho que se esperaran, que ya me acercaba yo. De lo contrario... Hubieran salido en manada a por ti —explicó él, algo nervioso.
Sus palabras eran ciertas; pero, de todos modos había llegado a escuchar el final de la conversación. Así que sabía que había decidido quedarse, pero también había oído que... ¿Lo habría deducido bien? ¿Puede ser que le gustara a (TN)?
—Tranquilo, está bien. De todos modos ha sido una falsa alarma. No voy a irme a ninguna parte. Lamento haberles asustado.
—A mi también me has asustado... No me gustaría nada que te fueras —aseguró él.
Le hubiera encantado acercarse un poco más y retirar aquel mechón de pelo que cubría parte del rostro de la joven, pero no se sentía capaz.
—Entonces corrijo... Siento haberos asustado, pero no os vais a librar de mí tan fácilmente —bromeó ella.
Corazón no aguantó más. La risa de (TN), su bondad, su amabilidad, todo lo que había hecho por ellos... Era como un ángel caído del cielo que había llegó hasta allí para alegrar sus vidas.
Se armó de valor y dio un paso hacia delante, rompiendo la escasa distancia que les separaba. Se inclinó y, por fin, sus labios se sellaron en un tierno beso.
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