★ 彡 38: Temor
TaeHyung
Las ojeras y bolsas que se ubican debajo de mis ojos son cada vez más notorias, al igual que el sueño en todo mi sistema. El cansancio es palpable, lo sé porque muchos de mis compañeros me miran entre algo extrañados y confundidos, incluso escuché a algunos de ellos (en especial, al líder del grupo de idiotas) decir que los exámenes no son tan difíciles y que estudiarlos tampoco lo es. Sin embargo ninguno de esos tontos tiene una niña de casi dos años que ha estado presentando síntomas de un resfriado en los últimos días. Sí, definitivamente ninguno de esos idiotas entiende cuál es la responsabilidad de ser padres, incluso dudo que tengan otra responsabilidad además de la universidad.
Suelto un bostezo, que no llama la atención de mis compañeros, pues estos están más concentrados en acertar alguna de las tantas preguntas del examen. Muerdo mi labio inferior y continuo escribiendo una vez que recuerdo la respuesta a la pregunta en la que me encontraba.
Pasan más de quince minutos antes de que me levante de mi asiento y camine hacia el escritorio del profesor. Mis compañeros, incluyendo aquel idiota que solo habla por hablar, me miran sorprendidos, para luego devolver la mirada hacia sus pruebas. No me gusta parecer un egocéntrico o algo parecido, pero mientras me despido del profesor y voy de camino hacia la puerta del aula me siento superior a todos los tontos que tengo por compañeros de clase y que cabe resaltar, siempre me juzgaron.
Al cerrar la puerta detrás de mí suelto un suspiro y paso a sonreír, sabiendo que tenía otro examen menos al cual enfrentarme.
— ¡Por fin! — digo estirando mis brazos hacia arriba y sintiendo un peso menos en mi espalda.
Disfruto de aquel día, mientras voy de camino hacia las puertas de la universidad, pues a pesar de ser temprano, sé que tengo que regresar a casa, no solo porque tenía que atender a SeomHyun, algo que no llamaba tanto mi atención, también porque tenía que estudiar para el examen de mañana.
Una vez que estoy dentro del autobús pienso en todo lo que tengo que hacer y en la manera en la que me tengo que organizar para no estresarme con el llanto de mi hija y con los libros que tengo que leer. Mi ceño se frunce apenas veo mi paradero cerca, pues muy en el fondo siento que el viaje fue demasiado corto, a comparación de otros días. Me coloco de pie y camino hacia la puerta posterior del transporte, en donde espero pacientemente a que el autobús se detenga y abra las puertas para así bajar.
Por más que trato de disfrutar de mi momento a solas o mejor dicho, de demorarme un poco más de lo común, no lo logro, pues para cuando me doy cuenta, ya estoy frente a mi casa. Sonrio, aunque en verdad no quiera hacerlo y finalmente saco mis llaves.
Los gritos de SeolHyun me reciben, al igual que su desorden. Mamá se me acerca y los gritos se hacen cada vez más fuertes. Me quito las zapatillas y paso a colocarme mis pantuflas antes de tener en brazos a mi hija.
— ¿Le diste su medicina? — le pregunto a mi madre por encima de los gritos de mi hija. Mi madre asiente, sonriéndome apenas, pues al igual que yo, ella también ha estado muy estresada en estos últimos días por el resfriado de su nieta. — Gracias mamá. — grito nuevamente, pues SeolHyun comienza a llorar/gritar con mayor intensidad.
Camino con mi hija escaleras arriba, acariciando su espalda con lentitud, tratando de calmarla con ese simple acto, aunque es demasiado difícil, pues sé que está incómoda.
Al llegar a mi habitación la dejo en su cuna y le entrego su muñeca favorita, esperando que se calmara un poco, pero no logro nada, más que sentirme asfixiado y estresado.
— Tranquilizate, hija. — le pido, acariciando sus mejillas, pero SeolHyun no tiene intención de hacerlo. Suelto un suspiro y continuo limpiando su rostro de las lágrimas que recorren sus mofletes. — Ya cálmate, SeolHyunnie. — le pido cariñosamente, pero entre dientes, pues para este momento su llanto me está enojando.
Doy media vuelta y camino hacia mi escritorio, de donde tomo uno de mis libros, abriéndolo y esperando poder concentrarme, a pesar del llanto de mi hija.
— ¡Mamá! — me grita claramente, exigiendo mi atención, algo que en este momento no pudo entregarle, pero que debo hacerlo, porque a final de cuentas es mi hija.
— ¿Qué sucede mi amor? — digo un tanto irritado, cerrando mi libro y viendo a mi pequeña.
— ¡Appa! — me exige. Entiendo perfectamente a qué se refiere y a quién quiere ver en este momento, pero no puedo hacer nada por ayudarla.
Dejo el libro en la cama y paso a cargar a mi hija, quien vuelve a preguntar por HoSeok.
— Appa no está aquí. — le digo, comenzando a acariciar su espalda. Por lo menos no está llorando, me digo mentalmente, antes de escuchar unos quejidos y posteriormente hipidos que anuncian un inminente llanto. Maldigo por lo bajo y él estrés aumenta.
— ¡Appa! ¡Appa! ¡Appa! — grita desesperada, haciendo un berrinche, que no me gusta para nada.
Trato de contar hasta cinco y no perder la cordura, pero los gritos de SeolHyun, mi libro en la cama y ahora, los movimientos bruscos que ejerce mi hija para alejarse de mí no ayudan en nada.
Dejo a SeolHyun en su cuna y mi ceño se frunce, al igual que mi enojo aumenta al verla que comienza a saltar con violencia sobre su cuna.
— ¡Ya cálmate! — le grito, pero ella no me hace caso, al contrario, grita con más fuerza. — ¡Maldición! — grito y en mi desespero le arranco de las manos a su muñeca. Mi hija me mira con esos ojitos llenos de lágrimas, pero trato de no caer, pues sé que su berrinche continuará. — No pienso devolvértela hasta que dejes de llorar. — le explico, como si ella entendiera.
SeolHyun mira su muñeca y esta vez extiende sus brazos, tratando de alcanzar el juguete, sin éxito alguno, por lo cual el llanto regresa.
— ¡Demonios! — maldigo en voz alta, lanzando la muñeca a la cama, junto a mi libro. — ¡Ya cállate! ¡No quiero escucharte! ¡Ni siquiera debí de tenerte! — y aunque algo hizo clic en mi cabeza, aún así continúe, desquitándome con la persona menos correcta. — ¡Debí seguir mi instinto y deshacerme de ti! — SeolHyun no entiende nada, pero con tan solo oírme gritar su llanto se intensifica. — ¡No debí de arruinarme la vida o mejor dicho, no debí permitir que Hoseok arruinara mi vida! ¡Todo esto es su maldita culpa, pero más tuya, porque sino fuera por ti, ahora mismo estaría estudiando con tranquilidad!
SeolHyun realmente no me entiende, por lo que al terminar, veo sus mejillas rojas y de sus pequeños ojos brotar más y más lágrimas, sin parar.
— ¡Diablos, ya cállate! — realmente no sé por qué lo hice, pues no tenía la intención de dañar a mi hija, pero levanté la mano y...
— ¡TaeHyung! — el grito de mamá logró sacarme de mi ataque de ira. Ella se acercó tan pronto como pudo y tomó entre sus brazos a mi hija. Solo en ese momento me percaté de que SeolHyun estaba más asustada que fastidiada. — Me llevaré a la niña. — fue lo único que dijo mi madre antes de salir de mi habitación.
Solté un suspiro y me dejé caer en la cama, recordando el rostro lleno de temor de mi hija, un temor del cual no me había percatado por estar tan enojado.
Las lágrimas comenzaron a salir de mis ojos y la vergüenza inundó mi mente. Estuve a punto de golpear a mi hija y lo peor de todo, le grité muchas cosas que a cualquier adulto, que entiende perfectamente, le dolería.
No sé cuántos minutos pasaron en los que estuve llorando y arrepitiéndome de mis acciones, pero cuando empecé a limpiar mis lágrimas, mamá entró a mi habitación y me avisó que había logrado hacer dormir a SeolHyun.
— Está en mi habitación, le he colocado almohadas alrededor para que no haya accidentes. — siguió hablando, aunque no le haya pedido explicaciones. No solo no me atreví a hablarle, tampoco pude mirarla a los ojos. — Taehyung, cariño... — empezó. Seguí sin mirarla. — sé que has estado muy estresado, no desde que retomaste tus estudios, sino desde el nacimiento de SeolHyun.
Solo ahí me atreví a levantar la mirada. — Y-yo no quise hacerle daño, mamá. Es mi hija, nunca haría nada para dañarla, pero... pero...
El llanto regresó y pronto sentí los brazos de mamá a mi alrededor, abrazándome.
— Todo está bien, cariño. — susurró con la dulzura que le caracterizaba. — Todo está bien... — murmuró nuevamente.
Me dejé abrazar y disfrute de ese momento íntimo todo lo que duró, pues sabía que muy en el fondo mamá estaba de acuerdo en que le había hecho un daño terrible a mi hija.
Estuvimos abrazados por mucho tiempo, incluso mi madre se encargó de limpiar mis lágrimas y de sonreírme, como si no hubiera hecho nada.
— Tienes que buscar ayuda, cariño. Creo saber qué es lo que tienes, pero prefiero una opinión profesional...— me dijo luego de que sus manos se encargaron de borrar las lágrimas de mi rostro. — Si no lo haces ahora, puede que más adelante si llegues a hacerle daño a SeolHyun.
Mordí mi labio inferior y sin darle muchas vueltas al asunto terminé asintiendo. Sabía que tenía un maldito problema y que debía arreglarlo, porque lo que menos quería era hacer llorar a mi hija de la manera en la que hoy lo hice.
Ok, nuevamente tardé demasiado, pero tengo excusa y esa es que se me fueron las ideas, a pesar de que esta historia ya está muy cerca al final.
En el siguiente capítulo podremos saber qué es lo que realmente tiene TaeHyung, aunque está más que obvio.
La pregunta es... ¿Hoseok lo apoyará en estos momentos? 🤔
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