★ 彡 32: El anillo
HoSeok
La noche entra, al igual que los mocosos arrogantes por la puerta del restaurante. Me dirijo de inmediato hacia la cocina, en donde se encuentra YongSu, una de mis compañeras de trabajo, esperando por su pedido y sin dudarlo dos veces le pido, casi ruego, que me deje llevar su orden a cambio de que ella atienda a esos niños.
— ¿Hablas de los mocosos presuntuosos de la semana pasada? — me dice en un tono un tanto cansado, un tono que yo también quiero utilizar al hablar de esos niños.
— De esos mismos. — le contesto, rogando en el interior que acepte mi propuesta.
— No lo haré. — me dice apenas termino de hablar. — La semana pasada los atendí y los tres me pidieron mi número telefónico y no de la mejor manera. Incluso uno de ellos se atrevió a ponerme un apodo muy morboso.
YongSu tenía veintidós años y era una de las mujeres más valientes y directas que había conocido, incluso podía decir que tenía el carácter de un chico de treinta años, pues se tomaba muy enserio su trabajo, por lo que escucharla quejarse de esos chicos me sorprendía un poco.
— No puedo controlar a todos, HoSeok. — me dijo antes de tomar los dos platos que el chef del lugar había terminado de preparar. — Puedo tener un carácter muy fuerte, pero incluso las personas más valientes tienen sus límites.
Maldije por lo bajo y asentí, saliendo de la cocina y sacando del bolsillo de mi mandil la pequeña libreta donde anotaba los pedidos de los clientes. Aquellos mocosos empezaron a reírse apenas me vieron y entonces pedí un poco de paciencia, pues de lo contrario terminaría ahorcándolos o en el peor de los casos, cometiendo asesinato.
— Buenas noches, ¿Qué se les ofrece? — dije en un tono de voz neutral y con una seriedad envidiable.
Uno de ellos me imitó y aunque tuve tantas ganas de decirle que era un idiota, me quedé callado y seguí esperando a que ordenaran.
— Oye grandulón ¿Qué especiales hay? — preguntó otro de ellos entre risas. Mantuve mi rostro serio y cuando pensaba hablar, el más idiota de los tres me interrumpió.
—¿Por qué estás tan serio, jirafón? — los otros comenzaron a reírse ante la "broma" de su amigo, pero ni aún así les di el gusto de verme afectado. — Creo que te hace falta algo de sexo, porque te ves bien urgido.
— Dudo que alguien quiera acostarse con este gigante. — siguió otro, comenzando a reír apenas terminó de insultarme. Sin embargo, seguí aguantando, pues al final eran clientes y tenía que tratarlos muy bien si es que no quería una queja de su parte.
— ¿Van a pedir algo? — volví a preguntar, esperando esta vez una respuesta que no incluyera insultos hacia mi persona.
— Sí, qué te parece si dejas de ser tan patético. — pidió uno de ellos y entonces no lo pude aguantar. Recordé la discusión que tuve con TaeHyung hace una semana
atrás, esa discusión que nos llevó a terminar definitivamente con nuestra relación, y sin querer en verdad, el enojo regresó.
— ¿Y qué te parece si mejor dejas de der un mocoso idiota que se cree la gran cosa solo por tener la altura promedio de cualquier imbécil? — le contesté, mis manos golpeando con fuerza la mesa y asustando a su vez a estos idiotas, que de inmediato dejaron de reír. — ¿Qué? ¿Planean dejar sus bromas de lado ahora que yo también me quiero sumar? — pregunté irónicamente, mientras sonreía, aunque en verdad no quería hacerlo, pues mi principal objetivo era intimidarlos.
Los tres idiotas se quedaron callados apenas terminé de decirles lo que pensaba y cuando uno de ellos se atrevió a abrir la boca, ya me veía retándolo con la mirada.
— ¿Quieres compartir algo, pedazo de imbécil? — cuestioné, mientras mi mirada estaba fija en su cuerpo. El chico de inmediato cerró su boca. — Eso creí... Ahora que nos entendemos mejor, lo único que les diré es que no voy a tolerar sus insultos o bromas ni un minuto más. No voy a tolerarlos o soportarlos, a menos que su único objetivo al venir a este restaurante sea comer, ¿Me entendieron? — Ninguno de ellos contestó. — ¡Contéstenme! — grité, dando un fuerte golpe en la mesa, un fuerte golpe que se escuchó por todo el lugar. Algunas personas voltearon a vernos, mientras que otras dejaron de hablar entre sí e hicieron lo mismo, mientras que los tres adolescentes parecían que iban a mojar sus pantalones en cualquier momento.
— Se acabó el show, niño. — y entonces la voz de SunMi me regresó a la realidad, al igual que sus manos sujetando mis brazos. — Es hora de irnos. — me susurró mientras me guiaba hacia la cocina del restaurante. Todos nos veían, pero lo único que hacía mi jefa era disculparse a medida que avanzábamos.
Una vez que estuvimos dentro de la cocina, me empujó, no con tanta fuerza, pero lo hizo y entonces su mirada llena de enojo me dijo que realmente había hecho un show allá afuera y que estaba en muchos problemas.
— ¿Qué rayos te sucede? — me gritó. — ¡Esos chicos son clientes habituales y ahora dudo que quieran acercarse a este lugar!
Me quedé callado, no porque no supiera qué contestarle, sino porque estaba muy avergonzado con ella y con todos mis compañeros, quienes nos veían disimuladamente.
— Sé que tienes problemas... — me dijo en un tono de voz más suave. Ella sabía que había terminado con TaeHyung hace una semana atrás y aunque me propuso algunos días de descanso, me negué, pues suponía que podía manejarlo, aunque en realidad no fuera así. — pero eso no significa que vas a desquitarte con nuestros clientes y mucho menos arriesgar tu trabajo solo por eso. Necesitas el trabajo, HoSeok, así que no me des razones para despedirte. — susurró lo último, aunque todos en la cocina seguramente ya se habían enterado de que estaba en la maldita cuerda floja. — Ve a casa, no quiero verte por hoy tampoco mañana. Solo descansa y piensa en lo que te he dicho y en tu comportamiento. No te pediré que te disculpes con esos adolescentes, ya que sé cómo son de idiotas, pero piensa en tu actuar.
Asentí y con mucha vergüenza me di media vuelta para ir hacia los casilleros, que se ubicaban fuera de la cocina y delante de la puerta trasera del lugar. Una vez que estuve ahí abrí mi casillero y saqué mis zapatillas. Me senté en el suelo para quitarme los zapatos de vestir y posteriormente me coloqué mis habituales zapatillas.
Un suspiro sale de mis labios cuando termino de atarme los pasadores y aunque sé que estoy ensuciando mi uniforme no me coloco de pie. Me quedé sentado por un largo rato, mientras pensaba en lo idiota que había sido al rebajarme al nivel de esos adolescentes inmaduros. No quería decirlo en voz alta, pero tal vez seguía siendo un chico inmaduro, a pesar de ya tener una hija.
Me coloqué de pie después de unos minutos más en los que pensé qué había sucedido conmigo para actuar de esa manera y me quité la corbata de moño que traía alrededor del cuello de la camisa. Guardé la prenda dentro de una bolsa y la metí en mi casillero, para luego sacar mi chaqueta, pero en cuanto saqué esta última prenda algo cayó a mis pies. El sonido llamó mi atención, por lo que bajé la mirada y entonces me encontré con un objeto que hace mucho no veía.
El anillo que antes llevaba en mi dedo anular seguía al lado de mis zapatillas, mientras yo la veía como si se tratara de un descubrimiento importante. Luego de salir de mi sorpresa me atreví a arrodillarme y tomar el aro entre mis dedos. Desde que comencé a trabajar había dejado de utilizar el anillo, pues SunMi me había dejado bien en claro que no podía utilizar ningún accesorio, ni siquiera pulseras, cuando estaba en mi horario de trabajo, menos si trabajaba con alimentos. Lo entendí, por lo que comencé a dejar el anillo dentro de mi casillero cada vez que entraba al restaurante, pero creo que últimamente había olvidado volver a colocármelo al retirarme. Lo que más me sorprendía era que me había dejado de utilizar mi anillo y TaeHyung no se había dado cuenta de aquello, mucho menos me lo había recordado.
Ninguno se había percatado de que llevábamos anillos que en un momento de nuestras vidas simbolizaron nuestro amor. Ninguno se percató de que nuestro amor ya no era el mismo.
Recogí el anillo y cerré mi casillero, para luego colocarme mi chaqueta y salir del restaurante. Tenía tanto tiempo y ganas de ver a mi hija, que por un momento quise tomar un taxi y dirigirme hacia la casa de TaeHyung, pero recordé que hoy no era sábado y mucho menos, domingo, así que no podía caer de sorpresa. Tuve que dirigirme hacia mi casa y ver la forma de matar el tiempo, pues ya que no tenía clases lo único que me distraía de llevar unas aburridas vacaciones de medio año era mi trabajo y mi hija, aunque esta última no era una opción en estos momentos.
Capítulo dedicado a TaeFetuss ya que fue lx unicx que acertó. ¡Muchas felicidades, bebé!
Chicxs, HoSeok no podía seguir llevando el anillo ya que su trabajo no se lo permitía y entre ida y venida, llegó un punto en el que se olvidó por completo del objeto. Lamentablemente tanto TaeHyung como HoSeok descuidaron su relación :(
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