Parte III
Pequeño Gran Desastre
III
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Entre todas las cosas que Adrien tenía para sorprenderse, estaba la de la facilidad con la que Mini-Marinette se quedaba dormida en sus brazos. Era como si él tuviera en sus brazos algún tipo de poder, para que ella fuera capaz de bajar las barreras de esa forma.
Sí, no tenía nada de sentido, pero no le encontraba otra explicación. ¡Él era un extraño para ella! Pero, aun así, confiaba y le hablaba de sentirse segura.
Se levantó de la silla con cuidado y dejó acostada a la niña en el centro de su cama, tapándola con su manta. Desvió la mirada hacia su compañero Kwami que aún estaba junto a la pequeña Tikki, en completa sintonía.
Esperaba que pronto se arreglara todo.
Su teléfono celular empezó a sonar, haciéndole mover con rapidez para no despertar a Marinette, pero se sobresaltó al ver el nombre de Nino en la pantalla.
¡Cielos! ¡Nino!
Se había olvidado completamente de su amigo.
—¡Nino! —dijo, cubriéndose el costado de la boca con la mano izquierda para no sonar tan fuerte.
«Pero, miren quien es...» sonó la voz irónica de su amigo «él que quería hacerme compañía porque mi novia me botó por Marinette... y resulta que él también me abandona por ella»
—Nino, verás... —y en eso se quedó pensando. ¿Cómo sabía que estaba con Marinette?
«Sé que no soy tan bonito como ella, pero no se siente bien que me dejen de lado por ella, ahora estoy solito y...»
Adrien vio el teléfono entrecerrando los ojos antes de volver a hablar.
—Nino, sé que estás con Alya, pásamela mejor y deja de llorar, que no te queda bien
«Me hieres, hermano, me hieres» soltó entre suspiros Nino.
«Adrien» la voz de Alya lo hizo poner los ojos en blanco. Sí, justo esos dos no iban a estar juntos si les daban la oportunidad «¿Cómo está mi amiga?»
—Marinette —volteó hacia la cama para verla, no pudo evitar ladear la sonrisa al ver que, pese a que recién la había acostado y tapado, ya estaba destapada y extendida en la cama—, dormida.
«¿Dormida?» la voz de Alya sonó tan en grito que tuvo que separar el teléfono de su oreja «Vaya que está demostrativa»
—¿Demostrativa?
«Vamos Adrien, no te quedas dormida con alguien que te da miedo, o donde no te sientas segura. Y más siendo Marinette» le contestó «Imagínate, la primera vez que vino a dormir a mi casa, no podía. Que le preocupaba las decoraciones, el roncar, el tener que dormir y despertar a la misma hora que yo. No, no te aburres con ella. Pero ahí está, contigo, dormida como si fuera su propia casa. ¿No te dice algo eso Adrien?»
Adrien suspiró, dejando caer sus hombros.
—Mencionó algo de que la hacía sentir feliz y segura.
«¿Qué más pruebas quieres?» le respondió «Marinette volvió a la etapa de ella cuando estaba aprendiendo a expresar todo lo que sentía. No hay una etapa más honesta»
—Puede ser...
«¿Y macarrón cómo está?» Adrien movió sus ojos de un lado al otro, hasta que vio a Tikki, seguramente era algún nombre en clave que usaban con ella.
—Aún no despierta —llevó su mano al cuello, observando a los tres—. Confío en que el gato pueda ayudarla.
«Me avisas si pasa algo»
—Está bien. Saludos a Nino —dijo antes de cortar la llamada. Volvió hacia la cama y tapó de nuevo a la niña, dejándose caer a su lado. La miró pensando en sus palabras amables y su personalidad, le dio una pequeña caricia en su mejilla. Si Marinette fuera así con él, si le hablara con esa sinceridad, ¿serían las cosas distintas?
La niña se movió para quedar apegada en su pecho y Adrien suspiró cerrando los ojos. Tenía tanto que aprender todavía, de él, de su compañera, de Marinette.
...
Cuando abrió los ojos, estaba asustado y desorientado. Apenas podía moverse, notando que era porque la pequeña Marinette dormía apegada a él, sobre su brazo. La movió con cuidado, para separarse de ella, notando que su habitación estaba a oscuras.
—¿Qué hora será? —se preguntó, rascándose la cabeza.
—Supongo que la hora de volver todo a la normalidad —Adrien buscó la voz de Plagg con sorpresa y lo vio, flotando a su lado, junto a Tikki.
—¡Tikki! —exclamó, extendiendo sus manos, para que ambos kwamis se acercaran a él— ¿Cómo te sientes?
—Mejor —contestó, apenada—. Lamento los inconvenientes que se ocasionaron.
—Pero, terroncito, no fue tu culpa —dijo Plagg, acariciándole la cabeza—. Son cosas que pasan y por suerte, pude ayudarte.
—¿Esa es Marinette? —preguntó Tikki, frotando sobre su portadora.
—Sí —respondió Adrien, mirándola.
—Es demasiado adorable —exclamó la Kwami con sus manos en su rostro—. Me encantaría verla más tiempo así, pero la necesito como mi portadora —se volteó hacia Adrien— ¿Tienes los pendientes? —Adrien buscó la carterita de Marinette y los tomó de ahí dentro.
—Aquí están —se los mostró.
—Tienes que ponértelos y decir las palabras.
Adrien se colocó los aretes, y luego, caminó hacia donde dejó la bolsa con la ropa de Marinette, la dejó en el baño y tras salir, suspiró.
—Supongo que hay que despertarla, no creo que encontrarse en mi cama sea una buena forma de despertar, sin generar problemas —dijo, corriendo la mirada, quitándose su anillo para dárselo a Plagg.
—¿Y esto?
—Si la ves colapsar —le pidió acercándose a él—, les das el anillo para que se vaya. No voy a presionarla.
—Está bien —dijo Plagg, tomando su miraculous.
—Marinette —la llamó para despertarla— ven, necesito que vayas un minuto al baño, ¿puedes?
—Si —dijo, refregándose ambos ojos algo tambaleante—, soy una niña grande.
—Bien, gatito tiene que hacer algo, así que te quedas ahí un momento, ¿de acuerdo? —le pidió, tomándola en brazos para dejarla en el baño y abrir sutilmente el closet para que Plagg se ocultara ahí—. Vuelvo enseguida.
—¿De verdad?
—Estás en mi casa, no puedo huir —le respondió con una sonrisa, antes de cerrar la puerta.
Adrien cerró los ojos, apoyándose contra la puerta.
—¿Adrien? —susurró Tikki preocupada.
—Estoy bien —la miró con decisión—. Tikki, transfórmame —cuando el traje rojo y negro lo cubrió completamente tomó su yoyo, se la pensó un par de segundos. Cuándo lanzara el Lucky Charm, ¿Él recordaría todo eso? ¿Marinette? Sacudió su cabeza y lanzó el yoyo sin pensar más. La vida de su amiga era más importante en este momento.
Cuando las mariquitas le dejaron caer un peluche en forma de gato, no pudo evitar querer llorar. Iba a extrañar esa voz diciéndole «Gatito» con tanta dulzura.
Con los ojos cerrados, lo lanzó hacia arriba, dejando que las mariquitas hicieran todo el trabajo. En la ciudad, en la gente y en la persona en el baño.
Se separó de la puerta, destranformándose.
Tikki estaba muy agotada en sus manos y supuso que necesitaba algo para comer con urgencia. Recordó ver un macarrón en el bolso cuando buscó los pendientes, así que buscó para pasárselo.
Ambos observaron la puerta del baño, no había gritos ni nada. ¿Marinette habría vuelvo a la normalidad?
Esperaron un par de minutos y se sobresaltaron cuando la puerta se abrió y Marinette apareció con la mirada baja, completamente avergonzada, sosteniendo el pequeño vestido que había estado luciendo con anterioridad en su mano derecha.
«Al menos no huyó» pensó el chico, sorprendiéndose cuando detrás de Marinette apareció Plagg que negaba con su cabeza. ¿No lo había visto? Oh, eso le daba algo de ventaja para saber cómo proceder.
—Yo —susurró Marinette, mirando su mano derecha—, no entiendo que hago aquí o que fue lo que... —y al elevar su mirada, se encontró que Adrien la miraba fijamente y a su lado, flotaba Tikki, sus ojos se abrieron de completo terror al notar la realidad.
—Marinette, no —Tikki flotó frente a ella, tratando de tranquilizarla. Adrien también se movió hacia ella, mientras la de cabellos oscuros llevaba las manos a su cabeza en plena crisis.
—Marinette, escúchame —Adrien la tomó de los hombros, arrodillándose frente a ella—. Respira profundo, vamos, hazlo conmigo —le indicó, cuando sus ojos se conectaron él sonrió y la ayudó con los ejercicios de respiración— Así, muy bien... muy bien —dijo, rodeándola con sus brazos, a medida que ella iba deslizándose hacia el suelo.
—¿Qué pasó? —susurró. Adrien apegó su cabeza a la de ella y cerró sus ojos
—El akuma te convirtió en una niña pequeña de seis años, antes de derrotarlo —le explicó— y Tikki perdió su poder mágico.
—Tikki —soltó asustada Marinette, extendiendo su mano hacia ella— ¿Estás bien?
—Sí, gracias a Adrien —le dijo, y el chico le dio una suave caricia sobre su cabeza a la Kwami, con una sonrisa.
—¿Tú la ayudaste? —y cuando lo miró, soltó el vestido para tomarse las orejas— Mis...
—Ah, sí —Adrien se los sacó, para entregárselo—. No podía volver todo a la normalidad sin usarla, lo siento.
—Pero, ¿Por qué estoy aquí? —preguntó confundida—. ¿Por qué en tu casa? ¿Cómo ayudaste a mi Kwami?
—Yo tengo la respuesta —y cuando Marinette observó a Plagg frente a él, sosteniendo el anillo del gato negro, volvió a abrir los ojos sorprendida. Sobre todo, cuando lo dejó caer en la mano de Adrien—. Solo yo podía ayudar a Terroncito, así que no había otro lugar en donde tú pudieras estar.
—¡Por todos los Miraculous! —gimió, ocultando su rostro tras su puño—. Las identidades...
—... ya no son secretas —completó Adrien, separándose de ella, para pararse y ponerse su anillo—, M'lady.
Marinette lo observó y luego, se hizo un bollito con su propio cuerpo. Adrien llevó su mano al cuello, nervioso. El cambio era drástico entre la Marinette que había tenido en brazos toda la tarde y ésta, pero tenía que hacer algo.
—¿Marinette? —volvió a agacharse—. Sé que no deseabas esto, pero lo solucionaremos, como siempre.
—Yo... —elevó su mirada un poco, para que se observara un poco de sus ojos celestes—... ¿Dije o actué raro?
—No —dijo, sentándose frente a ella—. La Marinette de seis años era completamente adorable —confesó—. Educada, un poco traviesa y una gran jugadora de videojuegos —soltó una carcajada—. Tengo que confesarte que te subestime. Me dije, "Es mi oportunidad de vencer a Marinette" pero fallé rotundamente —ante eso Marinette finalmente se río.
—Aprendí a los cuatro —le confesó.
—Con razón —Adrien se cruzó de brazos—. Pero, si me dijiste algo...
—¿Qué?
—Que yo —la miró, ella se enderezó asustada de lo que fuera a decir— te hacía sentir segura y feliz.
—Ah —Adrien vio como aquello no parecía sorprenderla.
—¿No te sorprende?
—Sí pienso en que también eres Chat Noir —lo miró con las mejillas sumamente sonrojadas—. No me sorprende, Chat Noir debería saber que en sus brazos tiene la fuerza para hacerme sentir segura, que cuando estoy con él, sé que puedo enfrentarlo todo.
—Oh —Adrien tuvo que correr la mirada, completamente avergonzado.
—Y en cuanto a Adrien —volvió a ocultar su rostro completamente sonrojada—, me hace feliz tenerte en mi vida —Adrien sonrió ante aquellas palabras, pero no le duró mucho— Y lo lamento mucho.
—¿Por qué?
—Porque nuestras identidades debían mantenerse ocultas entre nosotros porque nuestros Miraculous son los más importantes. Porque si algo te pasa a ti, o a mí, todo podría convertirse en un posible fin del mundo y yo... no quiero que eso pase.
—No pasará —le dijo.
—¿Quién lo garantiza?
—Sé que no soy el mejor indicado para afirmarlo, pero, Marinette —le dijo, buscando su rostro una vez más, para mirarla y sonreírle—. Conocer a tu yo de seis años solo me ha despertado las ganas de conocerte más, de dejar que me conozcas más allá de si somos superhéroes o compañeros de clases. Ya te lo había dicho, eres especial para mí, incluso sin saber quién eras.
—Adrien —dijo, abrazándolo—. Yo tengo el mejor compañero del mundo.
—Lo sé —respondió él riéndose, haciendo que ella lo apretara un poco más en su abrazo—. Oye... —dijo separándose de ella, ésta lo miraba con los ojos entrecerrados—... ¿vas a volver a lo de Alya? —le preguntó.
Marinette se limpió las lágrimas de sus ojos y se puso de pie, extendiendo sus brazos para estirar su cuerpo.
—Pensaba que podría darte otra paliza en los videojuegos, pero si quieres que me vaya.
—No —dijo, poniéndose de pie frente a ella—, si quiero que me des otra paliza —cuando Marinette lo vio alzando la ceja derecha, él se dio cuenta de lo que dijo y se puso rojo de la vergüenza—. ¡Digo, si quiero volver a jugar contigo!
—Ah... —exclamó—. Igual te voy a dar una paliza, así que...
—Muy confiada.
—Perdiste con mi yo de seis años, Chaton —le recordó, caminando hacia el sillón blanco—. ¿Crees que la de catorce no podrá hacerlo también?
—No me dejaré ganar...
—Menos palabras y más acción, gatito —y cuando escuchó el gatito, Adrien sintió que sus ojos se llenaban de lágrimas—, ¿qué?
—Nada —dijo sacudiendo su mano, para ir a sentarse junto a ella—. No es nada, juguemos.
Lo miró, luego a los kwamis que negaban con sus cabezas, desconociendo el origen de las lágrimas y volvió a mirar a Adrien.
Muchas cosas habían pasado ese día, quizás podría haber enloquecido o huir de la escena, pero algo la hacía sentir tranquila. Como si aquello que le prohibía ser ella misma con el chico, hubiera desaparecido junto con las mariquitas milagrosas.
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Y terminó xD
Al final no me pasé y cumplí mis tiempos jajaja.
¡Gracias por todo el apoyo que he recibido en esta historia chiquita! Ya sé que les gusta más este tipo de sufrimiento para Adrien que el dramático (?)
Nos estamos leyendo en otra historia...
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Les dejo los hermosos dibujos que mi amiga hizo para esta historia. En las imagenes está su usuario para que vayan a dejarle cariño~
A ver si me compra con más dibujos para seguir escribiendo (?) jajajaja
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Aquatic~
06 de Octubre 2022
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