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» Una tarde de otoño en el año 2012 «
— ¡Estoy diciendo la verdad!
Nunew gimió frustrado, su amigo Ton lo estaba tomando por loco. Ignorándolo, Ton se colocó en posición y pateó el balón con fuerza suficiente en dirección a un gol infalible; sin embargo, Yim, amigo de ambos, detuvo el balón sin mucho esfuerzo, tenía talento como portero de fútbol soccer.
El trío de amigos se encontraba dentro de una cancha pública después de la escuela, idea de Yim, quien no tenía muchas ganas de regresar a casa todavía, su complicada situación familiar pendía de un hilo luego de que uno de sus padres acusara al otro de infidelidad.
Ton rodó los ojos otra vez, como lo venía haciendo desde que Nunew empezó a contarle sobre que un tipo que dijo ser "el hada de los dientes" entró en su habitación durante la noche de su cumpleaños.
— Yo creo que deberías decirle a tu mamá y papá que un pervertido se metió a tu cuarto.
Fue el turno de Nunew para rodar los ojos. — ¡Te digo que es verdad! — Insistió y Ton exhaló ruidosamente. — Al principio, cuando desperté en la mañana, creí que lo había soñado todo, ya sabes, con una cara que crees que nunca has visto, seguramente ví al tipo alguna vez y mi cerebro lo recordaba, — Nunew suspiró con fuerza — pero entonces, en mi cajón, encontré cuatro monedas, ¡Cuatro! — Ton abrió los ojos sorprendido cuando Nunew se le plantó enfrente y le apretó los hombros. — ¡Yo solo tenía tres! Le pregunté a mi papá, no sabe nada de ninguna que me haya regalado, ¡Ni una! Es más, me preguntó de dónde sabía de ellas y no supe que decirle.
Ton volvió a exhalar, Nunew ya había contado la misma historia más de tres veces en pocas horas. Un escalofrío recorrió su cuerpo ahora que lo consideraba; más de una vez el pervertido (porque ahora estaba más que convencido de que lo era), se había metido al cuarto de su amigo. — Nunew...
Yim lanzó el balón de vuelta y regresó junto a sus amigos, se aproximaba, por más que lo evitara, el momento de volver a casa, decidió ser él quien tuviera piedad de Nunew.
— Lo que describes parece ser más un vampiro que un ser mágico.
Yim se inclinó hacia al popote en su té helado, Nunew hizo un gesto pensativo y Ton bufó antes de beber su soda mientras movía el balón con un pie, habían ido a un establecimiento de snacks para refrescarse y descansar. — No ayudes, Yim.
Yim miró a Ton, sus cejas escondidas bajo el fleco sobre su frente, antes de dirigirse a Nunew. — Todas las hadas son simples cuentos de europa del norte, en cambio, de los vampiros se tiene...
— ¿Registro? ¿Pruebas? — Interrumpió Ton. — Lunático. — Murmuró, antes de quejarse de dolor, Yim pateó su pierna bajo la mesa. — ¡Eso dolió, tonto!
— Creí que era un lunático. — Dijo Yim, imperturbable y con ojos cerrados al tomar nuevamente el popote.
— ¡Un tonto lunático! — Ton estaba exasperándose, sus amigos eran unos crédulos sin remedio. — Entiende, tu acosador está usando tu más desquiciada fantasía erótica para secuestrarte. ¡No estamos en "Crepúsculo", Yim!
Una risita se atascó en la boca de Nunew. — ¿Acosador?
Los ojos de Yim trazaron un círculo. — No es nada.
— ¡Claro que lo es! — Ton se levantó de la silla, tuvo suficiente. — Están locos, los dos. Insisto. Díganle a sus papás. — Miró a sus amigos después de agacharse por su balón y marcharse primero.
Nunew parpadeó luego de un segundo en el que algo cruzó la mirada de Yim.
— Creo que lo hartamos. — Dijo Nunew a Yim, andaban por el único camino de regreso a casa que podían compartir; descubrieron que vivían relativamente cerca el uno del otro cuando Nunew invitó a Yim a su cumpleaños. — ¿De verdad conociste un vampiro?
Yim sopesó la pregunta, pensando en alguna respuesta.
— Sólo te diré... que ví suficientes cosas para creer... como tú.
Nunew alzó la mirada al atardecer, no se dio cuenta cuando Yim ladeó la cabeza, tensándose rápidamente ante un par de ojos fulgurantes como fuego azul que seguía sus pasos entre las sombras de la calle; Yim armó un pensamiento, y aquellos ojos penetrantes desaparecieron.
— ¿Tus padres han... — Yim volteó hacia Nunew, tenía una mirada apagada, inusual en su amigo rebosante de vida y felicidad. — Olvídalo
— ¿Qué harás ahora? — Preguntó Yim genuinamente curioso. — ¿Esperarás a que sólo aparezca otra vez?
— No lo sé. — Respondió Nunew. — Bueno, tal vez... Tal vez me arranque un diente con un hilo como en las caricaturas. — Bromeó Nunew, más o menos. Yim negó con la cabeza, quizás Ton tenía razón y estaban locos verdaderamente.
Cuando llegó a casa, al entrar, lo recibió aquella atmósfera negativa con la que se había familiarizado, Nunew odiaba lo que sea que estaba ocurriendo entre su mamá y papá; ellos discutieron alguna vez, pero siempre lo arreglaban en ese instante o al día siguiente cuanto mucho, nunca sus desacuerdos duraron semanas. Como hasta ahora.
— ¿Y papá? — Nunew no pudo evitar preguntar, su mamá detuvo su mano, la cuchara ya muy cerca a su boca.
— Tuvo que irse. Imprevistos del trabajo, cariño. Llegará tarde.
Es la tercera vez esta semana. Nunew se abstuvo de comentar. No podía hacer mucho respecto a esa línea, aunque invisible, evidente y frustrante.
Después de lavar su plato, Nunew subió a su habitación y se preparó para dormir. Pensó entonces... Era una locura, el que siquiera estuviera considerándolo, pero él tenía tanta curiosidad y la esperanza no podía esperar a su siguiente cumpleaños, si es que había una razón para que apareciera de nuevo en aquel día exactamente. Un diente caído era la opción más rápida.
Nunew cerró los ojos, apretados hasta arrugarlos, sus manos listas para dar el fuerte tirón. — Uno, dos, tres... — No tuvo el valor. Exhaló, sujetó bien el hilo y, dentro de su mente, volvió a contar hasta tres, estaba decidido.
— Eso es hacer trampa.
El sobresalto apuñaló la espalda de Nunew, girando tan rápido que no se percató del tenis boca abajo a sus pies y tropezó. El impacto haciéndole quejarse de dolor sordo.
— ¡¿Nunew, estás bien?!
Ambos, tanto Nunew como quien recién llegaba, se quedaron estáticos ante al golpeteo en la puerta.
Su madre escuchó el estruendo de la caída; regresaba del baño al final del pasillo con un cesto de toallas.
— ¡Sí, estoy bien! — Ninguno se permitió ni el más mínimo movimiento hasta que la mujer quedó tranquila, aparentemente; oyeron pasos alejarse.
Zee lo miró levantarse de a poco. — Pudo haberme ayudado. Caí pocos centímetros cerca suyo. — De hecho, Zee se preguntó por qué no lo había hecho, fácilmente habría detenido la caída. No quiso pensar demasiado.
— ¿Lo siento?
Nunew encontró al "hada" apoyado sobre el alféizar de su ventana. — ¿No debía esperar... a que estuviera debajo de la almohada?
El hada se acercó despacio, Nunew no se movió ni un milímetro, si quiera respiró. — No podía dejar que te hicieras daño. Abre la boca. — Nunew subió su mirada marrón, hizo caso; concentrado, el hada movió un par de dedos y luego sintió una corriente, una ola lumisnicente desató el hilo alrededor de su último pequeño diente. La luz iluminó el iris del hada, sus ojos dorados, cual espejo.
— Yo... — Los ojos del hada encontraron los de Nunew, y dió un paso hacia atrás. — ¿De verdad es un hada?
— Podríamos estar de acuerdo en eso.
La mirada de Nunew se contrajo. — Mis amigos dicen que miente. — Aire salió de la nariz de Zee. — Y no voy a caer en sus brillosos truquitos. — Zee cerró la boca antes de que pudiera refutar.
No sería tan difícil.
— Bien. ¿Quieres ver algo... increíble?
— ¿Cómo qué... — Más tardó Nunew en preguntar que en jadear por la sorpresa; fue estirado de la muñeca, su cuerpo quedó tendido sobre la espalda de una camisa azul satinado, viento otoñal rozó su cara.
Zee sonrió, luego de ignorar la vibración en sus entrañas ante el calor del cuerpo del niño, y la amargura escalando a su garganta, Nunew tenía los ojos cerrados. — Puedes abrirlos.
Lentamente, Nunew lo hizo, el cielo oscurecido le dio la bienvenida y las estrellas lo abrazaron, su pijama ondeaba, estaba volando. Se tambaleó de asombro en el aire, el hada lo llevaba de la mano.
— ¡Wow! ¡Wow! ¡¿Qué es esto?! ¿Cómo? ¡Me hipnotizó!
Zee no pudo contener una risa. Hubo dos razones por las cuales volvió al niño; la primera, Nunew iba a cometer una locura; la segunda, la mente de Nunew, Zee no podia sentir el bloqueo que conjuró en su cabeza un año atrás.
¿Podría recordarlo, si Nunew escarbaba en su memoria?
— Debemos volver. — Dijo Zee notando lo tan maravillado que Nunew miraba el cielo parpadeante y la ciudad cubierta de la noche, el olor saliendo de él como vapor estaba por volverlo loco, temía que ese día llegara y se enfermara de abstinencia.
Dejó a Nunew apoyar su peso en el piso de su habitación, flotando por unos segundos antes del contacto de sus pies con la madera. Zee dió media vuelta para salir por la ventana.
— ¡Espere! — Nunew respiró algo parecido al pánico. Zee se sostuvo de la ventana. — ¿Volveré a verlo?
— Si no haces trampa.
La cara de Nunew brilló rojo. — ¿Me despertará?
Zee sonrió, más o menos, su boca apenas estirada. — Bueno, ya estoy rompiendo las reglas. — Nunew sonrió, su boca muy grande y abierta y sus ojos brillando.
Zee saltó y se fue de ahí, Nunew se apoyó en la ventana abierta.
De tras de él, persiguiéndolo, dos palabras.
"Hasta pronto".
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