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» Una día de primavera en el año 2011 «
El viento seco chocaba contra su cara, el sudor incomodaba su vista, su corazón bombeaba frenético y sus piernas estaban por rendirse; corrió, hasta donde pudo obligarse a seguir. Hasta que súbitamente, cayó de bruces al suelo.
— ¡Atrápenlo!
Nunew escuchó muy cerca, e inmediatamente intentó incorporarse en medio de quejidos y ardor; su boina salió de su cabeza y sus manos y rodillas se tallaron en el suelo tierroso, perlas de sangre brotaron de su piel raspada y sucia.
— Si que eres rápido, Chawarin. — Dijo, la pesadilla ante sus ojos. — Para ser una niña.
Nunew se encontró, en medio de lo que parecía ser una plaza, rodeado del grupito de niños abusivos que suelen molestarle en la escuela, principalmente, el cabecilla de aquellos matoncitos; un niño mayor, más alto y fuerte, que se aprovechaba de Nunew, siempre haciéndole burla con "parecer una niña".
A veces Nunew pensaba que cerrar la boca era lo más prudente.
Pero a veces lo consideraba demasiado tarde.
Cuando sus lacayos rieron, Nunew fue empujado al suelo sin ninguna consideración; la frustración de su verdugo era más fuerte que sus manos, pero no tanto como su voz ordenando callar al resto.
— Tienes una boca inteligente, maldita niñita, tendré que rompértela a golpes.
Alzado de la tierra, desde el cuello de su camisa, Nunew apretó los ojos, esperando el golpe inminente.
Nunca llegó.
— En todo caso, recordaba que a las niñas no se les pegaba, pequeño imbécil.
— ¡Sueltéme, idiota! ¡¿Quién mierda es usted?!
Un hombre sostenía fácilmente el puño del niño que luchaba por zafarse del agarre estirando la muñeca con fuerza. Incluso soltó a Nunew, pero fue inútil, el brazo de aquel no se movió por más golpes que el niño le diera y entre más lo intentaba, más el agarre se ajustaba.
— Si sigues estirando así, sólo conseguirás fracturarte la muñeca. Algo justo si pensabas romperle la boca a mi amigo.
— ¿A-Amigo?
— Así es. ¿Dónde están los tuyos, por cierto?
El niño miró a los lados, no había nadie más que ellos, estaba solo. Podría gritar por ayuda, seguro habría otro adulto por ahí y... Zee encogió su brazo, acercando al matón a su propia cara impasible. — Ni si quiera lo intentes, mierdita abusiva. No hay nadie más quien pueda ayudarte.— Susurró sobre su nariz y dejó que sus ojos rojos, oscuros como la sangre, penetraran la mente del niño. — ¿Entendiste?
Un charco vergonzoso se formó bajo el zapato de su abusador; Nunew lo vió patalear antes de que el hombre lo soltara y saliera huyendo de ahí, muy aterrado. ¿Qué fue lo que le dijo? ¿Él también debería temerle a esa persona que le había salvado?
Zee respiró, con sus ojos cerrados, y luego cubrió su nariz, incómodo, casi abrumado. Nunew no se movió ni un centímetro, aún si algo dentro suyo le gritaba que lo hiciera. Pasaron unos segundos.
— No volverá a molestarte, te lo aseguro. — Escuchó Nunew. — ¿Estas bien?
Nunew lo miró, y por un instante, creyó ver rojo en lugar del café en sus ojos. Nunew asintió despacio, su mirada desconfiada y su boca fruncida. De un movimiento, Zee arqueó una de sus cejas gruesas, perfectamente alzada. — No tienes por qué temerme, lo prometo.
Nunew volvió a asentir en silencio y Zee exhaló, siguió al hombre con la mirada; levantó y sacudió su boina. Nunew se encogió cuando sintió al hombre ponerle la boina en su cabeza. Zee suspiró.
— Vuelve a casa seguro, Nunew. No olvides dejar tu diente flojo bajo la almohada.
— ¡Yo ya no... Pero...
Para cuando Nunew levantó la cara, Zee ya no estaba por ningún lado.
¿Cómo... sabía... mi nombre?
Nunew giró sobre su propio eje, alguien le llamaba a gritos; su mamá, y estaba muy alterada.
— ¡¿Dónde estabas?! ¡¿Sabes lo preocupada que estaba?! — Aliviada, la mujer, cayendo de rodillas, abrazó a su hijo con doloroso cariño, su respiración caliente chocaba contra la oreja de Nunew. — Me llamaron de la primaria. No regresaste del baño. Alguien te vió saltarte la barda junto con otros niños, ¿Qué... Qué pasó, bebé? Estas todo sucio y... ¿Lastimado? ¡Nunew!
— Quiero ir a casa, mamá. — Su voz tambaleó.
— ¿Nunew?
— ¡Que quiero ir a casa!
La mujer abrió sus ojos sorprendida. Asintió, pero estaba tan confundida. — Está bien, está bien. Vámonos.
Tenía a su hijo con ella, que era lo importante, esperaría hasta que Nunew se sintiera bien para explicarle.
Nunew movió su lengua dentro de su boca, sintió algo moverse, y luego, carne blanda. No se lo dijo a su mamá.
Acarició su cabello, Nunew arrugaba la nariz ante la sospecha.
No debía permitir que el niño le recordara, fue un error el que se encontraran la única vez, ahora no tenía excusa.
Era difícil aguantar, pero más difícil era estar lejos, su olor agradable era suficiente para llenarse. Mientras pudiera.
Con dos dedos dibujó un círculo púrpura, un sello luminiscente, sopló cual vela de cumpleaños y el círculo de luz se desvaneció sobre la cabecita de Nunew.
Anteriormente no había sido necesario, lo supo, pero era mejor estar seguro de ello.
Y quiso besarle la frente, pero no lo hizo.
"Lamento haberte asustado".
Nunew despertó de pronto, muy adormilado, aún era muy temprano, seguía oscuro a fuera, y su cabeza dolía. Cerró la ventana.
Pero antes de volver a dormir, revisó bajo su almohada.
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