Capítulo 9: Arrepentimientos
Aviso importante: Lamentablemente me voy a ir tres semanas de viaje así que durante tres semanas no se publicará ningún capítulo, queda todo pausado hasta mi regreso de vacaciones. Me marcho el sábado día 28 de octubrey no regresaré hasta el domingo 19 de noviembre, lo que no sé es si ese domingo podré actualizar o no, dependerá de cómo llegue del viaje. Un saludo a todos.
Lo miraba, tan sólo eso podía hacer Naruto esa noche. Quizá a Sasuke le había extrañado que no intentase nada sexual con él, pero también se había dormido enseguida preso del sueño y la cacería a la que habían ido juntos. ¡Tan sólo le miraba! Deseando tocarle, deseándole a él pero en el más completo de los silencios.
Las llamas de la hoguera todavía seguían vivas y Naruto metía algún tronco muy de vez en cuando impidiendo que aquella fría noche llegase a ellos. Sasuke había mejorado mucho, hasta cazar últimamente se le daba cada vez mejor, se estaba convirtiendo en un auténtico cazador como ellos, lentamente... se estaba ganando su hueco entre los guerreros del poblado y aun así... Naruto sabía que desde aquella noche donde le pilló observando el fuerte de su padre, algo iba muy mal entre ellos.
Sin nada que poder hacer, decidió salir de la tienda haciendo el menor ruido posible para no despertar a su esposo. Fuera, todo el poblado estaba tranquilo, dormían plácidamente a cubierto de la fría noche mientras algunas vigías mantenían sus ojos puestos en el horizonte y los ruidos de las estepas.
Caminó por el poblado hasta llegar a la tienda de su madre. Allí se encontraba ella durmiendo, junto a un gran telar que solía acompañarla por las mañanas y la mantenía ocupada en las prendas que creaba para algunos hombres y guerreros de la tribu.
Se sentó en una de las esquinas y permaneció allí en silencio, tratando de encontrar una solución a su problema con Sasuke, un problema que todavía no entendía del todo bien el motivo por el que había salido ahora. Quizá era por su hermano, quizá le echaba de menos y sabía perfectamente que él era el culpable de que no pudiera despedirse.
- ¿Por qué siempre entras en sigilo en mi tienda? – preguntó su madre preocupada, sin siquiera abrir los ojos – eso es que algo te preocupa.
- Puede ser – comentó Naruto con una sonrisa triste.
- ¿Y estas horas de la noche te parecen buenas para pedir consejo? – preguntó su madre.
- No busco consejo, tan sólo... compañía.
- Eres igualito que tu padre – sonrió su madre – siempre acababa desvelándose cuando tenía algún problema y me hablaba por las noches.
Naruto sonrió esta vez algo más animado al escuchar a su madre. Él siempre había adorado a su padre, era su inspiración, su meta a seguir. Minato había sido un gran guerrero y un mejor padre todavía. Todos allí le adoraban y le consideraban un futuro gran jefe, hasta que falleció a manos de los blancos, protegiendo a los suyos. Quizá esa rabia por ellos le había hecho cometer ese error con Sasuke, pero tampoco creyó que acabaría enamorado de él.
- ¿Qué te ocurre? – preguntó su madre algo preocupada por el comportamiento de su hijo, incorporándose levemente de la cama para observarle pese a sus ojos somnolientos.
- Es Sasuke... creo que está raro últimamente. Realmente... no entiendo nada. Estaba bien creo... hasta esa noche en la que fue a la colina a ver el fuerte.
- Es posible que eche en falta a su familia y sus costumbres. Está atrapado aquí y... debe ser difícil para él.
- No está atrapado – dijo Naruto.
- ¿Le ves feliz? – preguntó Kushina a su hijo, dándole a entender que realmente, sí estaba atrapado.
- Puede – comentó Naruto – evidentemente ahora mismo no pero... creo que lo era antes de...
- Éste no es su sitio y lo sabes, se encuentra perdido y desorientado, su familia le trajo aquí contra su voluntad, le obligaron a casarse contigo, ha intentado adaptarse pero...
- Su hermano – aclaró Naruto – es lo de su hermano, ¿no?
- Quizá si le viera... No tuvo la oportunidad de despedirse de él.
- No puedo dejarle ir y lo sabes. Me encantaría poder echar el tiempo atrás y dejarle despedirse pero no puedo y... si se marcha, es posible que no regrese y los suyos podrían atacarnos. Él es nuestro seguro para que no lo hagan, mientras esté aquí por lo menos.
- Entonces sólo es un prisionero, Naruto – comentó su madre con una dulce sonrisa – quizá es precisamente así como se siente.
- Pero es mi esposo.
- Un esposo sin libertad alguna. Tú mismo le pusiste el nombre, Naruto, "Pequeño cuervo" pero debes admitirlo... que lo has enjaulado y yo nunca he conocido a un cuervo enjaulado – sonrió su madre nuevamente con dulzura, intentando hacerle ver a su hijo lo que pensaba que Sasuke estaría pensando.
Naruto lo pensó detenidamente. Era cierto que él le había dado aquel apodo en la tribu y en parte... entendía a su madre y lo que le quería decir con aquello. Puede que le tratase bien y que le respetase, pero la libertad era algo que no podía devolverle en ninguno de los casos. Al fin y al cabo, seguía siendo un rehén.
- No puedo cambiar ese hecho – resopló Naruto frustrado – creo que mi matrimonio va a fracasar entonces, porque no puedo ayudarle en eso.
***
No fue hasta el amanecer cuando volvió a su tienda. Toda la noche había estado pensando cómo compensar a Sasuke por aquello, pero no había ninguna forma de compensarle por su libertad, o al menos eso pensaba Naruto. Aun así, había pensado algo que le facilitaría el poder ir a ver el fuerte de su familia.
Entró en la tienda esperando ver a ese chico semidesnudo dentro de las mantas de piel de búfalo, pero no lo encontró. Seguramente se habría levantado al alba y habría ido a practicar con los niños, eso lo hacía a menudo últimamente. Naruto aceptaba que poco a poco, se estaba adaptando a sus costumbres y aun así... no dejaba de ser ese chico blanco con carácter, ese chico del que se estaba enamorando pese a ser prácticamente un cautivo en la tribu.
Nada tenía que hacer en su tienda, así que prefirió ir a la zona donde generalmente los niños jugaban para ver a Sasuke. Caminaba por el poblado cuando un par de guerreros le detuvieron unos segundos para contarle que habían visto a un par de exploradores de otra tribu por las estepas, seguramente persiguiendo alguna presa que querrían cazar. Aun así, no era eso lo que preocupó a Naruto, sino la tribu de la que se trataba. Por ahora, prefirió mantenerse al margen pero mantenerlos vigilados, no quería que les pudieran pillar en desventaja.
Al llegar a la explanada, se sorprendió al ver a su esposo sentado entre la hierba, mirando el horizonte, aquel sol anaranjado que empezaba a salir. Naruto habría mentido si dijera que no se enamoraba cada vez más de ese chico, algo que jamás pudo imaginar. Verle allí, con esos rayos anaranjados reflejando en la mitad de su rostro, con la brisa meciendo su cabello le hizo enamorarse una vez más de su calma, de su belleza y su fortaleza, Sasuke era simplemente perfecto.
- ¿Sasuke? – preguntó Naruto al verle allí sentado.
- Vaya... hacía mucho que no me llamabas por mi nombre – susurró.
- Es posible. Puede que delante del resto nunca te llame por tu nombre pero eso no quiere decir nada.
- "Pequeño cuervo" – susurró Sasuke – bueno... ya me he acostumbrado.
- Creí que seguirías durmiendo.
- Me has acostumbrado a dormir poco – sonrió Sasuke – a lo que no estoy acostumbrado es a que no me toques por las noches. Ya llevas un par de días sin tener sexo conmigo y empiezo a preocuparme.
- Lo que dijiste la otra noche me afectó. He estado pensando cómo podía demostrarte que de verdad eres importante para mí pero... me estoy dando cuenta de que quizá, que te sientas como un prisionero es en parte culpa mía.
- Mi padre me metió en esta situación, no tú.
- Pero yo acepté ese trato. Nunca me preguntaste los motivos.
- Era por mi hermano.
- No, Sasuke, íbamos a matar a tu hermano en venganza por los que él mató en el campo de batalla, pero un intérprete vino aquí ofreciendo una paz si se lo devolvíamos. Por supuesto no nos fiamos, las palabras se las lleva el viento, así que necesitábamos algo o a alguien por el que no atacarían.
- Yo – afirmó Sasuke – fui el intercambio por mi hermano, iba a ser el prisionero para que mi padre no atacase el poblado mientras yo estuviera aquí.
- Exacto. Lamento mucho el daño que haya podido hacerte con todo esto.
- Tú no me has hecho ningún daño, de hecho me has tratado bastante mejor incluso de lo que mi padre hacía. Al menos me tienes respeto y me tienes en cuenta. Quizá no delante de la tribu, lo entiendo, sólo soy un blanco pero... sí me escuchas cuando estamos a solas y a veces tomas decisiones basadas en mis planteamientos, eso me alegra, aun así...
- Sigues sintiéndote como un prisionero y lo entiendo, pero quiero que sepas, que no eres... esa palabra rara de blancos que nos dijiste.
- ¿Tu puta? – preguntó Sasuke.
- Eso, lo que sea para los blancos. Nosotros no tratamos a la gente así, nuestras mujeres son importantes y las respetamos, siempre, y tú eres mi esposo y como tal te trato y te trataré. Sé que no cambia nada pero... te he traído un regalo.
- ¿En serio? ¿Sexo? – preguntó Sasuke con una sonrisa.
- Un caballo – comentó Naruto – aunque si quieres sexo, la tienda no está lejos y podrías recompensarme por el regalo.
- ¿No soy un prisionero? No deberías darme un caballo. Podría escaparme.
- Me arriesgaré. Confío en ti. Además... confío tanto en ti y me siento tan mal por lo sucedido con tu hermano que... estoy dispuesto a dejarte ir a verle.
- No puedes hacer eso – abrió con intensidad los ojos Sasuke ante la sorpresa.
- ¿Por qué no? Es lo que deseas. No puedo darte la libertad pero... puedes ir a verle.
- ¿No tienes miedo de que no regrese? ¿No temes que os ataquen cuando sepan que estoy a salvo?
- Me arriesgaré – volvió a decir Naruto – ya te lo he dicho, confío en ti, eres mi esposo y te aprecio, Sasuke, te aprecio tanto y te respeto tanto... que estoy dispuesto a arriesgarlo todo por ti con tal de verte feliz. Por favor... no me falles.
Sasuke se levantó de la hierba y le observó unos segundos en silencio, viendo cómo el viento movía sus trenzas rubias, observando cómo el sol empezaba a brillar y le iluminaba su bronceada piel.
- Eres mi esposo, yo no te fallaría – le dijo Sasuke – gracias, significa mucho para mí que me dejes ir.
- Ya... es difícil tener que decidir esto – sonrió Naruto con tristeza – porque sé que hay una posibilidad de no volver a verte, porque sé que podemos meternos en un problema con los tuyos cuando te vayas, que podrían atacarnos pero... creo que lo necesitas, necesitas ver a tu hermano. Te ensillaré el caballo y puedes marcharte. Neji te acompañará hasta las proximidades, es un largo camino.
- No hace falta que me acompañe, puedo ir yo sólo. Sé el camino.
- Lo sé, pero han avistado algunos Sioux por nuestras estepas, no puedo permitir que vayas solo, son peligrosos.
- ¿Sioux? – preguntó Sasuke algo preocupado - ¿No son los que mataron a los padres de Menma?
- Sí, eran de su tribu. Son grandes guerreros pero no se caracterizan precisamente por su compasión. Neji te acompañará, estaré más tranquilo si lo hacemos.
- ¿También vendrás?
- Sí, al menos hasta la colina, no nos arriesgaremos a ir más allá o podrían dispararnos.
- Lo entiendo. Gracias... Naruto.
- Tú y tus palabras raras de blancos – sonrió Naruto.
Sasuke sonrió un segundo y entonces se acercó a él quitándose algo del cuello, un collar con un extraño cristal azul que había estado en su familia de generación en generación y que su hermano le regaló a él.
- Lo siento, no recordaba que dais las gracias de otra forma. Toma – le dijo Sasuke – guárdamelo hasta que regrese, porque volveré a por él, volveré contigo – le agregó dándole el collar.
- De acuerdo. Te estaré esperando – le comentó poniéndose el collar que su esposo le daba.
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